Videos grabados en el momento del descenso del avión registran el bochornoso momento en el que los brasileños, tratados como bandidos por el gobierno norteamericano, caminaban con dificultad debido a las cadenas que llevaban en los pies.
Con las manos esposadas y los pies atados con gruesas cadenas de acero: así deportó el imperialismo norteamericano (Estados Unidos, EE.UU.) a 88 brasileños que se encontraban sin documentación en el país norteamericano. Llegaron a Brasil el 24 de enero.
Videos grabados en el momento del descenso del avión registran el bochornoso momento en el que los brasileños, tratados como bandidos por el gobierno norteamericano, caminaban con dificultad debido a las cadenas que llevaban en los pies.
El avión en el que viajaban los deportados estaba en mal estado, según fuentes entrevistadas por el monopolio de prensa Uol. Los brasileños estaban indignados por el trato dado, afirmó el columnista del portal en línea, Jamil Chade.
Uno de los pasajeros, Vítor Gustavo da Silva, de 21 años, dijo que él y otros brasileños fueron atacados durante el viaje. “Nos golpearon porque teníamos calor y no queríamos estar más atrapados en el avión”, dijo, en entrevista con el portal.
El trato es una clara violación de los derechos básicos de los brasileños. Es una expresión del trato sistemático que el imperialismo norteamericano da a los inmigrantes de países oprimidos. La base de la política es el chauvinismo y la xenofobia fomentados por las clases dominantes del país.
Los brasileños formaron parte de la primera ola de deportados del ultrarreaccionario presidente yanqui Donald Trump. Trump ha prometido endurecer la legislación antiinmigración desde la campaña y reiteró el compromiso reaccionario en su discurso de toma de posesión.
Pese a ello, según el gobierno brasileño, la deportación se produjo debido a un acuerdo firmado en 2017 entre la administración del entonces presidente brasileño Michel Temer y el primer mandato de Donald Trump. El acuerdo estableció que los inmigrantes brasileños detenidos en Estados Unidos sin posibilidad de recurrir a la justicia serán enviados a Brasil.
Brasil condenó la “falta de respeto a los derechos fundamentales” al humillar a los trabajadores brasileños deportados esposados y encadenados. El gobierno también dijo que se quejará del trato ante la administración Trump.
La deportación de inmigrantes atraviesa varios gobiernos en EE.UU., siendo una cuestión de consenso tanto para “demócratas” como para “republicanos”. El gobierno de Joseph Biden, por ejemplo, deportó a más brasileños que Trump: el “demócrata” deportó a 7.168 brasileños, mientras que Trump envió a 6.776 en su primer mandato, una diferencia del 5,79%.
Este no es el primer caso de violación de los derechos de los inmigrantes brasileños en Estados Unidos. En 2022, la joven brasileña Kesley Vial murió en un centro de detención de inmigrantes en Houston, Texas, después de pasar cuatro meses en prisión. Fue a Estados Unidos a visitar a su madre.
En otro caso, también en 2022, el trabajador Nataniel da Silva, de 25 años, denunció las torturas y humillaciones cometidas por agentes de inmigración estadounidenses. Él, que fue deportado, dijo que los agentes mantienen las luces encendidas para impedir que los inmigrantes duerman, impiden el acceso al baño y la higiene y separan a padres y madres.
Estados Unidos fomenta la inmigración ilegal
Los gobiernos norteamericanos utilizan la justificación de la falta de documentación de los inmigrantes para promover políticas de represión y deportación.
Estados Unidos es, sin embargo, el principal promotor de la inmigración ilegal. Primero, porque la economía imperialista estadounidense se basa en la explotación de países oprimidos como Brasil. En segundo lugar, porque utiliza la burocracia para retrasar las visas legales de los inmigrantes, obligándolos a adoptar un estatus ilegal para que puedan aceptar los peores empleos del país en las más terribles condiciones laborales.
Brasil gasta casi el 50% de su presupuesto en pagos de intereses y amortizaciones de deuda pública, una carga impuesta por las instituciones financieras imperialistas (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) y mantenida mediante chantaje.
Economistas de renombre, como el profesor Dr. Adriano Benayón, denunciaron a lo largo de su vida el plan como una usura internacional, en la que los compradores de títulos de deuda pública se benefician a expensas de la nación. La Dra. María Lucía Fattorelli cuenta con amplios estudios que comprueban que la deuda ya fue pagada.
Además, países como Estados Unidos sobreviven hasta el día de hoy comprando materias primas ( commodities ) de Brasil y otros países oprimidos y vendiendo, a costos exorbitantes, productos industrializados. Para ello, fomentan la desindustrialización de colonias y semicolonias manteniendo estructuras arcaicas en esos mismos países, como los latifundios. Este modo de producción provoca una caída de la calidad de vida, con un desempleo generalizado, un aumento del coste de la vida, hambre y otros problemas.