¿CUÁL ES EL ORIGEN DEL AUGE DE LA ULTRADERECHA?

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De Mussolini a Trump: las lecciones que no aprendimos ¿Es posible frenar el populismo ultraderechista?

El reciente pacto entre el conservador Partido Popular Austriaco (ÖVP) y el ultraderechista no es un fenómeno nuevo. Sin embargo, su resurgimiento en el siglo XXI pone de manifiesto tanto los errores históricos como el vacío dejado por una «izquierda» que ha renunciado a sus principios a cambio de convertirse en ineficaz gestora del sistema.

 

POR HANSI QUEDNAU, DESDE ALEMANIA, PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

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 El reciente pacto entre el conservador Partido Popular  Austriaco (ÖVP) y el ultraderechista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), liderado por Herbert Kickl, no es un hecho aislado, sino un reflejo de una dinámica histórica recurrente.

       En momentos de crisis, los sectores conservadores han optado por aliarse con la extrema derecha, sacrificando sus supuestos principios democráticos para preservar su influencia.


    Esta estrategia, que tuvo precedentes históricamente devastadores en Italia, Alemania y Francia, resurge hoy en distintos contextos y se ve favorecida por el vacío dejado por una izquierda que ha abandonado sus ideales transformadores.

LOS PRECEDENTES

     La política del siglo XX y XXI ha mostrado de manera  recurrente este fenómeno: en momentos de crisis económicas, sociales o políticas, los partidos conservadores han encontrado en la extrema derecha un aliado para garantizar su control político y preservar los privilegios de las élites.

    Sin embargo, este fenómeno no puede explicarse sin señalar también la responsabilidad de una izquierda que, en muchos casos, ha dejado de ser una fuerza transformadora para convertirse en un actor complaciente o cómplice de las dinámicas neoliberales.

     Este vacío político ha permitido que la extrema derecha se presente como la única fuerza “antisistema”, atrayendo a sectores populares desilusionados con las promesas incumplidas de las fuerzas autodenominadas progresistas.

    En este artículo analizaremos cómo estas alianzas entre conservadores y extrema derecha han marcado la historia, las diferencias entre el fascismo histórico y el populismo ultraderechista actual, y cómo el debilitamiento de la izquierda ha contribuido a este escenario.

    ALIANZAS HISTÓRICAS ENTRE CONSERVADORES Y LA EXTREMA DERECHA

      Italia: el fascismo de Mussolini y el apoyo conservador (1922-1943)

          La Italia de los años veinte enfrentaba un profundo malestar social, con huelgas obreras, un auge de los movimientos socialistas y la amenaza de una revolución. Las élites conservadoras, asustadas por la posibilidad de perder el control político y económico, vieron en Benito Mussolini una solución eficaz.

     Su Partido Nacional Fascista, que enarbolaba un discurso nacionalista y autoritario, fue apoyado por sectores industriales, terratenientes y la Iglesia católica, quienes lo percibían como una barrera contra el comunismo.
 

     En 1922, tras la «Marcha sobre Roma», el rey Víctor Manuel III cedió ante las presiones y nombró a Mussolini como primer ministro. Lo que luego siguió fue el desmantelamiento del sistema democrático y la instauración de un régimen totalitario que duró hasta 1943. Este pacto demostró fehacientemente cómo los conservadores estaban dispuestos a sacrificar la democracia formal para proteger sus intereses de clase.

– Alemania: los conservadores y el ascenso
del nazismo (1933)

    En la Alemania de entreguerras, la crisis económica y social, agravada por el Tratado de Versalles, llevó a un profundo descontento popular. Los conservadores alemanes, encabezados por el presidente Paul von Hindenburg, pensaron que podían utilizar a Adolf Hitler como una figura temporal para estabilizar el país y frenar al Partido Comunista. En 1933, nombraron a Hitler canciller, subestimando su capacidad para consolidarse en el poder.
 

     Esta alianza dio como resultado la destrucción de la República de Weimar, la instauración del régimen nazi y la Segunda Guerra Mundial. La historia evidenció cómo estas alianzas, inicialmente tácticas, pueden tener consecuencias devastadoras.

– Francia: el régimen de Vichy y la
colaboración conservadora (1940-1944)

     En Francia, tras la derrota frente a la Alemania nazi, el mariscal Philippe Pétain asumió el liderazgo del gobierno colaboracionista de Vichy. Este régimen, apoyado por sectores conservadores, implementó políticas represivas, antisemitas y de colaboración directa con el régimen nazi.
 

       Para los conservadores franceses, aliarse con los ocupantes era una forma de preservar cierta autonomía y evitar la influencia comunista. Sin embargo, este pacto se convirtió históricamente en un símbolo de la traición y el entreguismo.

    DIFERENCIAS ENTRE LA EXTREMA DERECHA HISTÓRICA Y LA ACTUAL

        Aunque comparten raíces ideológicas, hay diferencias clave entre la extrema derecha fascista del siglo XX y las corrientes ultraderechistas contemporáneas:


– Del nacionalismo expansionista al nacionalismo excluyente:

      El fascismo clásico buscaba la expansión territorial y la conquista militar. En cambio, la extrema derecha actual —como Vox en España, el FPÖ en Austria o el Rassemblement National en Francia— se centra en un nacionalismo excluyente, basado en la xenofobia y el rechazo a la inmigración, que son utilizados como «banderines de enganche» para sus clientes electorales.


  – Populismo vs. autoritarismo explícito:

     Mientras que el fascismo se presentaba abiertamente autoritario, los movimientos ultraderechistas actuales se disfrazan de defensores de la democracia, apelando a un discurso populista que critica retóricamente a las élites globalistas, aunque en la práctica política tratan de consolidar estas mismas estructuras del poder capitalista.


 – Uso de tecnologías digitales:

     La extrema derecha contemporánea ha sabido aprovechar las redes sociales para difundir su mensaje, movilizar a sus bases y deslegitimar a sus oponentes. Plataformas como Facebook, Twitter o Tik tok son herramientas clave para la radicalización de sus seguidores.

Ejemplos contemporáneos de alianzas conservadoras y ultraderechistas

 
– Austria: la coalición con el FPÖ

     En las elecciones de 2025, el conservador ÖVP en Austria decidió abrirse a un pacto con el ultraderechista FPÖ. Este acuerdo, liderado por Herbert Kickl, muestra cómo los conservadores están dispuestos a renunciar a sus supuestos principios democráticos con tal de mantener el poder.

– Estados Unidos: el fenómeno trumpista

     En Estados Unidos, el Partido Republicano ha abrazado el trumpismo, un movimiento que combina retórica populista, políticas de extrema derecha y teorías conspirativas. Esto ha radicalizado a amplios sectores del electorado y erosionado la confianza en las instituciones “democrático”- burguesas.

    La «izquierda» reformista y el  inmenso vacío político que deja tras su última trayectoria

      El auge de la extrema derecha populista  no puede entenderse sin analizar el papel que ha jugado la «izquierda» en las últimas décadas. Durante el siglo XX, la izquierda era vista como la fuerza principal de la transformación social, luchando por los derechos laborales, la justicia social y la igualdad. Sin embargo, a partir de la década de los 70 -80, una buena parte de las fuerzas progresistas entraron en una vía de renuncias a sus principios, en nombre de un supuesto pragmatismo político.

    – La aceptación del neoliberalismo:


        En países como el Reino Unido, bajo el liderazgo de Tony Blair, o Alemania, con Gerhard Schröder, los partidos socialdemócratas abrazaron políticas neoliberales que priorizaban la desregulación económica, los recortes en el mal llamado estado de bienestar con devastadoras políticas privatizadoras de los servicios públicos. Esto fue generando una profunda desilusión entre las clases trabajadoras, que dejaron de sentirse representadas por una izquierda que hasta entonces, mal que bien, creía que representaba sus intereses.

   – El distanciamiento de las bases populares:

     Con estas políticas, la izquierda tradicional se fue alejando paulatinamente de sus raíces obreras, enfocándose en temas que consideraba importantes, pero que para sus bases resultaban rotundamente insuficientes, tales como los derechos culturales, ambientales y de género, dejando de lado las preocupaciones económicas claves de los trabajadores.

     Este vacío ha sido llenado por la extrema derecha, que se presenta como la única voz que defiende los intereses de las clases populares, tal y como ocurriera en la Italia de los años 20, o en la Alemania de los 30.

    – Falta de una alternativa transformadora:


    En lugar de enfrentar el capitalismo con una propuesta radical y transformadora, la izquierda se acomodó y conformó con la ilusión de su actividad parlamentaria e institucional le permitiría gestionar el sistema y embellecer su fachada .

     Esto ha generado la generalizada y justa  percepción popular de que todos los partidos tradicionales son parte del «establishment», permitiendo paradógicamente que sea la extrema derecha quien capitalice el descontento popular.

     Para frenar el avance de la extrema derecha, no basta con denunciar sus peligros; es necesario reconstruir una izquierda que vuelva a representar los intereses de las mayorías populares, enfrentando el capitalismo y ofreciendo una alternativa real al sistema. Solo así podremos evitar ver repetidos dramáticamente los mismos errores cometidos en pasado. 

https://canarias-semanal.org/art/36694/semilla-auge-ultraderecha

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