Entrevista al camarada José Núñez, miembro fundador de la Unión Obrera Comunista (marxista leninista maoísta) sobre el papel del arte para la Revolución y la construcción socialista. Se destaca cómo las expresiones culturales han sido esenciales para conquistar las mentes y corazones de la sociedad, como un arma poderosa en la lucha de clases; facilitando la difusión de nuevas ideas y contribuyendo a la liberación de los pueblos oprimidos.
¿Como fue la experiencia del socialismo respecto al arte y la literatura?
Antes de referirme a lo que conozco de la experiencia del socialismo respecto al arte y la literatura, me gustaría decir unas palabras sobre la importancia trascendental de ellos para la revolución, pues ningún movimiento revolucionario ha conseguido la victoria sin un gran trabajo en el terreno de las ideas, por conquistar la mente y el corazón de la sociedad para las grandes transformaciones y obviamente, esto no se reduce a plantear un nuevo pensamiento en cuanto a los asuntos de la filosofía, la política, la economía, problemas que han resuelto los grandes pensadores desde la revolución burguesa con la ilustración, que se encargó de enterrar todas creencias de la vieja sociedad feudal.
Pero se necesitaron otras armas para sepultar los viejos prejuicios y en ello el arte y la literatura tuvo un papel determinante para llevar las nueva ideas a las grandes masas del pueblo que no tenían acceso a los libros, ni la cultura suficiente para acceder a los grandes tratados. Así pues, los cuentos, el teatro, la música, la poesía, la escultura, la pintura… se encargaron de popularizar las nuevas ideas.
Es decir el arte y la literatura siempre han estado ligados a la lucha de clases y a la lucha de liberación de los pueblos oprimidos, y por tanto han jugado un papel importantísimo en las grandes revoluciones y epopeyas de los pueblos.
Si nos fijamos en la experiencia del movimiento obrero, también el arte y la literatura han jugado ese papel, Marx y Engels destacaron las obras literarias importantes de la época, la poesía y la música (incluida la creada por los propios obreros) como parte del arsenal en la guerra contra los remanentes del feudalismo y contra la burguesía. No es casual entonces que en la Comuna de París figuren entre sus dirigentes el pintor Gustave Courbet, el poeta Eugenio Pottier, autor del himno que se convirtió en el programa y grito de combate del proletariado mundial, La Internacional.
Igualmente, antes del triunfo de la revolución bolchevique fueron grandes las obras artísticas y literarias que ayudaron a los obreros y campesinos a levantarse contra la tiranía zarista produciendo grandes literatos obreros como Máximo Gorki. Como también sucedió antes del triunfo de la revolución en China, destacándose grandes escritores como Lu-Sin desde el movimiento del 4 de mayo en 1919.
Mao, en sus célebres intervenciones en el Foro de Yenán sobre Arte y Literatura, realizado en 1944, antes del triunfo de la revolución en 1959 decía:
«En nuestra lucha por la liberación del pueblo chino existen varios frentes, entre ellos, el de la pluma y el del fusil, es decir, el frente cultural y el frente militar. Para vencer al enemigo, hemos de apoyarnos ante todo en el ejército que tiene los fusiles en la mano. Pero éste no basta por sí solo; necesitamos también un ejército cultural, que es absolutamente indispensable para estrechar nuestras propias filas y derrotar al enemigo. Desde el Movimiento del 4 de Mayo, este ejército cultural ha tomado forma en el país y ha contribuido a nuestra revolución.»
Se entiende entonces que las revoluciones dirigidas por el proletariado exigen de un esfuerzo superior en el frente del arte y la literatura, porque se trata de preparar espiritualmente a las masas trabajadoras, convertidas en bestias de carga del capital, embrutecidas en el infierno de las fábricas y las plantaciones, desligadas de la vida cultural, sin tiempo para el sano esparcimiento y sin acceso a la ciencia y por tanto, ajenas a su papel como las verdaderas protagonistas de la historia de lo cual deben hacerse conscientes.
Sin lugar a duda, la revolución proletaria es por primera vez en la historia de la humanidad el acto consciente de la inmensa mayoría de la sociedad para barrer todo lo viejo y reaccionario… y ello exige de un gran esfuerzo de los comunistas para elevar su conciencia política, por abrir sus ojos a la ciencia, por escalar las alturas en el dominio de la filosofía, la economía política, además de su propio programa y de su táctica revolucionaria. Una labor que sería imposible sin el papel del arte y la literatura.
Este es pues el punto de partida para entender la importancia que tuvieron los movimientos artísticos tanto en Rusia como en China durante la construcción del socialismo.
Ahora bien, no bastaba lo realizado en el terreno del arte y la literatura para derrotar a los enemigos, ese era apenas un primer paso y el más fácil, según Lenin. Ahora había que afianzar la victoria y continuar desarrollando la revolución para aplastar la resistencia de los explotadores, para desarraigar las viejas ideas y costumbres que siguen existiendo, para afianzar las cosas nuevas y sacar al pueblo del oscurantismo impuesto por tantos siglos de explotación, opresión y dominación ideológica de los explotadores.
De ahí que los primeros pasos en esa dirección estuvieron dedicados a llevarle a las masas el conocimiento. En la Rusia soviética, además de la nueva escuela que vinculaba la educación a la producción, al deporte y a las artes para la niñez y la juventud, se establecieron los teatros, se llevaron las obras artísticas a los parques y hasta a las tabernas; a la vez que se estableció el Tren Rojo de Agitación y Propaganda que después se elevó a 5 llevando no solo los libros, volantes y periódicos, sino además literatura, cuentos, poesía, teatro y cine por toda la URSS, especialmente a las regiones más apartadas; a la vez que servía como una forma de informar a las masas e informarse por parte del nuevo Estado de obreros y campesinos de la situación.
Este gigantesco trabajo marchaba a la par con un gran movimiento artístico en todos los ámbitos que produjo grandes obras literarias, teatrales, musicales y plásticas que ponían como centro, no a los viejos héroes de las clases explotadoras dominantes, sino a los verdaderos héroes de la sociedad: los obreros y los campesinos. Realismo heredado desde antes de la Comuna de París y que posteriormente adquirió el nombre de realismo socialista.
En China la situación exigió un esfuerzo mayor dado que era un país aún más atrasado que Rusia, donde la mayoría de la población era campesina y por consiguiente no sabía leer ni escribir, y tampoco conocía la ópera, el teatro o el cine. De ahí que fueron gigantescos los esfuerzos desde las escuelas y las organizaciones de las masas para llevar las buenas nuevas a una sociedad de más de 500 millones de personas en un vasto territorio, donde no existían siquiera los trenes para hacerlo.
La Gran Revolución Cultural Proletaria de 1966 a 1976 llevó aún más lejos la lucha en el frente del arte y la literatura en China, pues se trataba de que las masas populares lo dirigieran todo en la sociedad, enfrentando abiertamente el arte y la literatura del pasado mediante un gran movimiento revolucionario.
Contrariando a los calumniadores del realismo socialista los comunistas nunca se han negado a utilizar las formas artísticas y literarias del pasado, pero las viejas formas, remodeladas e imbuidas de nuevo contenido, se convierten en obras revolucionarias que sirven al pueblo.
Por eso han trascendido las grandes obras creadas durante los años gloriosos de la URSS y la Gran Revolución Cultural Proletaria en China en todos los ámbitos. Obras que influyeron en los grandes artistas del mundo entero.
Obviamente, como en todo movimiento revolucionario se presentan excesos, pero estos constituyen un mal menor, aunque debemos aprender de la experiencia para no cometer los mismos errores que no son tan graves en el terreno del arte y la literatura, sino frente al problema del Estado. El error principal de los comunistas en la construcción del socialismo fue identificar el partido con el Estado y terminar reduciendo el papel del partido a la administración y perfeccionamiento del Estado, en lugar de dirigir los esfuerzos de la clase obrera a extinguirlo, lo que llevó a mantener una fuerza armada separada del pueblo y a la intervención del Estado hasta en la forma de la creación artística. El partido tiene la obligación, no de dirigir el Estado, sino de dirigir la lucha de la clase obrera en todos los ámbitos, incluido el frente del arte y la literatura durante la época del socialismo hasta que ya no se necesite ni el Estado ni el partido, hasta el comunismo.
Otro de los errores tiene que ver con exagerar el papel de los dirigentes hasta llegar a la idolatría como sucedió con Stalin y Mao, algo que en el fondo corresponde a la concepción burguesa de los grandes hombres por encima de las masas; lo cual genera seguidismo ciego y contradice la idea central del marxismo de que las masas deben liberarse a sí mismas y por ello se necesita elevar permanentemente su nivel de conciencia cada vez más a nuevas alturas, enseñándoles que solo con su unidad, organización y lucha alcanzarán la emancipación definitiva. Son los organismos y el colectivo los que dan la sabiduría, es el trabajo mancomunado de las masas conscientes los factores determinantes de todo y no los grandes hombres, que son a la final solo accidentes pasajeros y producto del movimiento social.
¿Cuál ha sido la experiencia del movimiento obrero en Colombia respecto al arte?
Desde su surgimiento la clase obrera ha luchado en los diferentes frentes contra sus enemigos burgueses, terratenientes e imperialistas y a lo largo de su historia ha destacado importantes representantes de sus aspiraciones, como Ignacio Torres Giraldo, también personalidades provenientes de otras clases que han contribuido a formar su conciencia, elevar su conocimiento y dignificar su personalidad, empezado por quienes dirigieron sus primeras batallas como lo hizo María Cano quien se vinculó a los obreros, organizó bibliotecas y círculos literarios.
El surgimiento del Partido Socialista Revolucionario y del Partido Comunista unidos a la Internacional Comunista contribuyeron a forjar grandes poetas como Luis Vidales y el poeta obrero Juvenal Herrera, en la época de la ruptura con el revisionismo jruschevista, un poderoso movimiento ideológico y político que también dio surgimiento a grandes literatos, artistas plásticos, músicos, teatreros… siendo este período de los más importantes en la historia del arte revolucionario en Colombia; así lo atestiguan obras como Cien años de soledad -en la novela-, Guadalupe años sin cuenta -en el teatro- y la gran proliferación de grupos y colectivos artísticos en todas las ramas del arte y la literatura.
Tanto el Partido Comunista de Colombia, como el Partido Comunista Marxista Leninista y los distintos destacamentos y agrupaciones Marxistas Leninistas de los años 70 contaron en sus filas o cerca de ellas con destacados artistas que a su vez influyeron poderosamente en gran cantidad de creaciones artísticas surgidas en las organizaciones sindicales, campesinas, populares e incluso en las filas de las organizaciones armadas.
Y el hecho es que con la desaparición del Partido de la clase obrera a mediados de los años setenta y la derrota del proletariado en China en 1976, llevaron a la casi desaparición del arte proletario y revolucionario de la escena, conservándose apenas algunos colectivos marginales y uno que otro artista que no renegó de las ideas socialistas.
La crisis del Movimiento Comunista Internacional ocasionada por las derrotas del proletariado en la URSS y en China tuvo repercusiones nefastas también en el movimiento obrero en Colombia, originando la huida de los intelectuales que se refugiaron en las ONG socialdemócratas para clamar conciencia cuando no se vendieron a las clases dominantes, y la mayoría de los artistas se dejaron seducir por los “proyectiles almibarados” de la burguesía, cambiando el arte de combate al servicio del pueblo por agradar a los parásitos de la alta sociedad y agrandar las bolsillos de los dueños del entretenimiento a cambio de la miserable y pasajera fama.
La desaparición del Partido y la huida de los intelectuales hizo desaparecer también al proletariado de la escena en casi todos los terrenos, incluso en el movimiento sindical se impuso la dirección liberal socialdemócrata que cambio la idea de la lucha por la conciliación, la huelga por el regateo jurídico… y las creaciones literarias y artísticas de la izquierda bebieron no del socialismo que según la reacción había fracasado, sino de las “nuevas” teorías de la socialdemocracia, del “marxismo crítico” y en el presente siglo del “socialismo del siglo XXI”, cuando no de las postmodernas y peligrosas tonterías oscurantistas que se han impuesto en la academia como grandes contribuciones al pensamiento de la humanidad.
Los duros años desde mediados de los 70 hasta mediados de los 90, dedicados en lo fundamental por los obreros revolucionarios a la lucha teórica para sentar las bases ideológicas y políticas que permitieran la unidad de organización en un solo partido, no les permitió ir más allá de establecer los contactos con el proletariado fabril y el semiproletariado del campo principalmente, sin posibilidades de incursionar en otros frentes distintos a la agitación y propaganda a través de las octavillas y boletines, de la educación a través de cursos, seminarios y conferencias, de la organización en pequeñas células, y poco, o casi nada, al frente del arte y la literatura.
¿Cuáles han sido los errores de la Unión Obrera Comunista respecto al arte y como se pueden corregir?
Es en medio de esta situación que surgió y ha luchado la Unión Obrera Comunista (mlm), una organización de composición proletaria, fundada a finales del siglo pasado en medio de las dificultades del movimiento comunista internacional por salir de la profunda crisis que aún no ha sido superada.
Su composición proletaria, su trabajo centrado principalmente entre el proletariado no le ha brindado las mejores condiciones, ni le ha dado muchas posibilidades de desplegar una labor permanente en el terreno del arte y la literatura, algo que sí han podido hacer otras organizaciones comunistas cuyo trabajo se centra en las universidades.
Creo que se han hecho algunos ensayos y dado algunos pasos para ahora así abordar el trabajo en el frente del arte y la literatura con firmeza como lo exige la lucha de clases. Yo en particular soy un firme convencido de lo que decía Mao: así como necesitamos un ejército con fusiles en un frente, también necesitamos un ejército en el frente del arte y la literatura para derrotar a los enemigos. Pero necesitamos superar unos errores.
Sí, no es para escandalizarse, tenemos la obligación de superar el menosprecio al trabajo en este terreno; si se acuerdan de los experimentos realizados, la mayoría de ellos surgieron por iniciativa individual de unos camaradas y en algunas regiones se permitió la experimentación. Que me acuerde con cinematecas y cine-foros, con grupos de títeres, teatro y música, y el más serio intento que se ha hecho permitió recoger artistas de distintas disciplinas, se mantuvo por un período, pero finalmente también se abandonó como ocurrió con los primeros experimentos.
Me acuerdo que si bien estas iniciativas tuvieron el respaldo formal de un organismo, muchos camaradas se oponían en los hechos y obstaculizaban el trabajo; creían que eso era perder el tiempo y que esta no era una forma de elevar la conciencia de los trabajadores, a la vez que en lugar de sacarle el mayor provecho a camaradas que se destacaban en este aspecto del trabajo se le contraponía al trabajo en el frente fabril como si fueran tareas contradictorias y no complementarias.
Creo que se presenta cierto primitivismo y sectarismo. Primitivismo porque algunos camaradas creen que el arte y la literatura no hacen parte ni contribuyen al trabajo político de conjunto, y sectarismo porque estos camaradas desprecian el trabajo de los artistas y de los intelectuales. Son errores que debemos superar entendiendo a fondo la importancia que tienen las ideas y las distintas formas en que hay que llevarlas a las masas. Es una tarea además urgente ahora cuando los medios digitales han impuesto la costumbre de no ir la fondo de las cosas, de no buscar la raíz de los problemas, imponiendo socialmente la idea de que informarse es conocer. Es indudable que hoy la sociedad se informa rápidamente de los hechos porque los medios y las redes transmiten en vivo y en directo todo, pero interpretar los hechos es otra cosa, e interpretarlos alumbrándose con la ciencia del marxismo exige un esfuerzo mayor, y más esfuerzo aún exige no solo interpretar los hechos con la ciencia sino convertirlos en representaciones artísticas.
Por consiguiente, contrario a apartarlos debemos atraer y estimular a los artistas y escritores revolucionarios a nuestra filas, para que contribuyan desde su especialidad a estrechar nuestros vínculos con las masas de obreros, campesinos y demás sectores populares. Así les brindamos la posibilidad de crear un arte y una literatura verdaderamente revolucionarios, pues debemos comprender a fondo la sencilla verdad expresada por Mao: «Si no hubiera arte y literatura ni siquiera en su sentido más amplio y elemental, el movimiento revolucionario no podría avanzar ni triunfar.»
¿Qué relevancia tiene el arte en la construcción del partido en Colombia?
Esta tarea es crucial ahora cuando marchamos al Congreso de Restauración del Partido de la clase obrera, porque el Partido debe dirigir todas las armas, y el arte y la literatura revolucionarios también son armas que disparan al corazón del enemigo y elevan el ánimo de quienes desde otros frentes le combaten.
Y tiene además otra importancia en estos momentos, pues esta es además una forma de atraer a la juventud obrera revolucionaria a las posiciones de los comunistas; ha sido esa juventud quien ha jugado el papel de vanguardia en los levantamientos del 2019, 2020 y 2021 y ella encuentra en el arte y la literatura, así como en otras actividades lúdicas, una forma de organizar y desatar su rebeldía.
Pues bien, ahí tenemos un verdadero ejército para que los artistas y literatos revolucionarios florezcan entre las masas. Un ejército que proveerá fuerzas para el Partido, fuerzas para las Asambleas Populares, fuerzas para la Central Sindical Revolucionaria, fuerzas para las organizaciones campesinas y populares, fuerzas para los destacamentos armados que deben combatir las fuerzas militares y paramilitares del enemigo.
¿Qué tiene para decirles a los artistas revolucionarios?
A los compañeros artistas quisiera decirles unas palabras:
La primera, solicitarles disculpas por la torpeza y tardanza que hemos tenido para poner en su justo lugar su valiosa contribución a la causa de la revolución. Pero a la vez, los invito a hacer el esfuerzo por entender las limitaciones de un destacamento de obreros toscos a quienes les ha tocado, durante muchos años, nadar contra la corriente, marchar hacia adelante apretando los dientes para resistir los ataques de los enemigos y de los falsos amigos, incluso de camaradas de otros grupos, que convencidos que citando a Mao ya se tienen resueltos los problemas de la revolución en Colombia y del mundo en la actualidad.
La segunda, llamarlos a ocupar su puesto de combate:
A los camaradas intelectuales, artistas y literatos que por distintas razones se han alejado, a retomar el rumbo porque el Partido los necesita aquí nuevamente, junto a sus camaradas y hermanos de clase que están asimilando los errores cometidos y se han comprometido a corregirlos.
A camaradas intelectuales, artistas y literatos que se han acercado a las ideas del socialismo o están buscando donde florecer, aquí los necesita el proletariado revolucionario; aquí junto a nosotros está el terreno fértil para sembrar sus ideas e iniciativas revolucionarias en el aspecto de la creación estética; aquí junto a nosotros y con nosotros encontrarán la cantera para forjar, de las rusticas piedras, de obreros y campesinos, las joyas bruñidas donde dejarán su firma indeleble.
La clase obrera y su Partido, nuestro Partido, necesita de todas las fuerzas, de todas las inteligencias, de todas la habilidades y de todas las armas, para darle sepultura al maloliente cadáver insepulto del imperialismo y ¡ésta es su trinchera camaradas!