(Argentina, 2012) Ponencia realizada por Jacques Rancière en la Universidad Nacional de San Martin. A continuación transcribo algunos fragmentos:
(3’45») «Sin duda había experimentado temprano la seducción de la palabra emancipación. Pero había muchas maneras de entenderla. Estaba la que hacía de la emancipación una meta prometida para una ciencia de la sociedad cuyos detentores debía de llevar a las masas para librarlas de la ideología que les tenía atrapados. Estaba otra, a la inversa, que aseguraba que esos supuestos sabios eran ignorantes, que no sabían nada de la práctica social, y tenían que ser educados o más bien re-educados por las masas populares. Ambas visiones hacían así de la inteligencia la propiedad de una categoría social particular que era sabia por la ignorancia de los otros y sólo prometía beneficios de la emancipación al costo de una larga educación o re-educación.»
(7’20») «La Emancipación (para el pensamiento obrero de la Francia del siglo XIX) era la revocación de la partición de la humanidad en castas separadas, la afirmación de la pertenencia a un mundo común de experiencia y de pensamiento. La afirmación de que este mundo no era un porvenir prometido tras largos combates sino un mundo sensible que se trataba de empezar a construir aquí y ahora, cambiando las maneras de ser, de pensar, de hablar, de actuar, formadas por la servidumbre.»
(11’2») «Partir de los primeros elementos (según Jacotot) es borrar todo lo que los supuestos ignorantes ya saben, es descalificar el método por el cual lo aprendieron, explicar las cosas es probar a quienes uno se dirige que no entenderían nada si uno no se lo explicara. Transmitir progresivamente los conocimientos que harán más tarde al niño o al pueblo iguales a sus maestros es reproducir a cada paso el dispositivo que vuelve indefinidamente a ahondar la distancia. Es transformar la brecha entre el más y el menos saber en diferencia de las inteligencias. La explicación es el método de la desigualdad, el método por el cual la desigualdad de condiciones se transforma en una creencia y esta creencia a su vez se transforma en institución.
No hay que fundar escuelas para instruir al pueblo, hay que decir a los hijos de este pueblo que pueden emanciparse solos, al costo solo de romper con esta creencia en la desigualdad que se infiltra en lo más profundo de las maneras de ser y de pensar.
Hay solamente dos vías. Partir de la desigualdad de las inteligencias como lo hace el orden explicador el de las escuelas y el de la sociedad. O partir de la igualdad de las inteligencias del presupuesto de la capacidad de los incapaces para verificar con ellos los efectos que produce esta presuposición.»
(19’45’’) «A los revolucionarios del pasado, del presente y del porvenir, Jacotot dejaba ese mensaje esencial. Lo que sobretodo une a los hombres bajo el yugo de los dominantes y los explotadores no es el temor del poder o la ignorancia de su situación, es simplemente una opinión: la opinión de la desigualdad de las inteligencias. El sentimiento de que no son capaces de otro mundo. Pero esta opinión no es solo algo que está en las cabezas sino que está inscrita en la forma de todas nuestras relaciones, en la lógica de todas nuestras instituciones.
El alumno bien puede rechazar al maestro explicador y declararse capaz de aprender por sí solo. El maestro bien puede decidir que habla de igual a igual poniendo a obrar una capacidad que es la de todos. Pero la lógica explicadora no es simplemente la de los maestros de escuela, es la de la sociedad entera, la de las relaciones de trabajo, la de las instituciones públicas, la del diario, la de todo lo que nos hace vivir en comunidad. Y es destinada a serlo cada vez más en sociedades donde la desigualdad está privada de todo fundamento trascendente y confiada por ende al solo cuidado de su interminable auto-demostración.
Es por eso que Jacotot nos dejaba con una paradoja aparentemente insoluble. Es posible a cualquiera y en cualquier momento emanciparse y emancipar a otras personas, pero una sociedad jamás será emancipada. Jamás escapará a una desigualdad cuyos afueras bien podrán ser más o menos pulidos pero siempre será su corazón sólido.”
(23’45’’) “Este orden pedagógico cubre ahora el conjunto del tejido social. Ya no son sólo los profesores que explican, son todas las instituciones, nuestros ministerios, las multiplicaciones de comités de comisiones de todo tipo que nombran. Pero también nuestros diarios, radios y televisiones que están encargados de la tarea sin fin de explicarnos todo. Desde las duras coerciones del mercado mundial hasta las últimas noticias. Desde las tendencias profundas reveladas por los últimos sondeos de opinión hasta los abismos psicológicos y sociales revelados por el menor fenómeno social.”
(24’45’’) “Cada vez más nuestros gobiernos y nuestras clases dominantes se presentan ante nosotros como nuestros pedagogos. Nos explican cuan complejas son las cosas y que sólo ellos pueden acabar con esta complejidad. Cada vez más periodistas, expertos o intelectuales justifican esta creencia. Cada vez más las razones del poder se identifican con las de la ciencia y el deseo de resistirlos es asimilado al comportamiento de ignorantes. El orden social se identifica en última instancia con la desigualdad de inteligencias”
(27’36) “Se pretende de nuestras escuelas y de nuestras universidades armonizar sus contenidos y su organización con la tarea de proporcionar a sus estudiantes las competencias adecuadas a las evoluciones del mercado del trabajo. El problema es que estas evoluciones son hoy en día determinadas por el juego de la especulación financiera mucho más que por los alcances de la ciencia y la tecnología. Pero justamente mientras menos los hechos verifican una menor armonía entre adquisición de conocimiento y chances de empleo, nos encontramos con que la institución educadora está más encargada de devenir ella misma la demostración. A falta de abrir a los estudiantes las puertas de las empresas se le ruega al lugar de enseñanza que se conciba así mismo como una empresa que obedece a las reglas del management. Los equipos de investigación son rogados de agruparse a la manera de empresas para llegar a un tamaño crítico que es supuestamente garante de los progresos de la ciencia. Y los créditos de la investigación pasan cada vez más por programas impuestos por comités nacionales o supranacionales sobre temas burocráticamente declarados portadores de futuro.
El desfase entre el sueño estatal y la realidad académica es importante. Luego las universidades y sus centro de investigación tienen, para conservar sus recursos, que reforzar la mentira oficial al fingir hacer totalmente otra cosa que lo que están haciendo y producir otros resultados de los que están produciendo.”
(31’34) “La idea de emancipación es hoy en día más urgente que nunca en su principio y más improbable que nunca en cuanto a su realización. En tiempos de Jacotot el orden explicador dejaba amplios espacios donde los ignorantes podían precipitarse para construir aventuras intelectuales individuales y colectivas. Hoy todo espacio vacante tiende a ser ocupado por una forma particular del sistema explicador. Así es como hace falta para que otras voces se puedan escuchar que ciertos espacios se encuentren desviados. Es lo que pasó recientemente con los movimientos que ocuparon las calles y las plazas normalmente dedicadas a la circulación para volverlos espacios de palabra. Espacio de una palabra desviante en relación con la maquina explicadora. Estos movimientos se expusieron al reproche clásico dirigido a todo lo que viene a perturbar la lógica del orden explicador. El de ser levantamientos efímeros y sin programa. Me parece podemos leer la crítica al revés. Lo efímero es la brecha introducida en el interior del consenso dominante. La usencia de programa es el cuestionamiento de todos estos programas que aplazan la igualdad para más tarde.
Contra estos tristones discursos que nos enseñan sin fin la astucia del capital y del poder y la ilusión de las masas siempre engañadas, estos movimientos volvieron fuertemente a dar su honor a la idea de una capacidad de pensar, que no es capacidad de ninguna corporación especializada ni de ninguna vanguardia sabia, sino que pertenece a todos. Y nos recordaron fuertemente que toda política igualitaria verdadera se funda en la confianza en esta capacidad.”
(35’01’’) “De cierto modo la tarea intelectual mayor es, hoy en día, de des-explicar. Des-explicar, esto quiere decir por un lado deshacer el velo que el sistema explicador pone sobre toda cosa simple, volver a ponerlas en el circuito de la percepción y de la inteligencia de todos. Y a la inversa, contravenir su ausencia de evidencias a los modos de percepción y los sistemas de argumentación que pretendían iluminar los hechos, es decir imponerles una luz única. La des-explicación nos libra de este saber que sólo se ocupa de los más pequeños hechos para mejor echarnos a todos en la condición de ignorantes. Devolviendo su singularidad a los fenómenos que tomaba en su tela, la des-explicación deshace la distribución de las posiciones para constituir una comunidad de investigadores que son siempre al mismo tiempo sabios e ignorantes.”
(38’15’’) “¿Pero se puede imaginar una institución des-explicadora? Se puede a veces transformar un espacio de circulación en espacio de palabra compartida. ¿Pero se puede transformar de manera permanente un lugar dedicado a la transmisión de saber en lugar de compartir una ignorancia así concebida? El saber es otra cosa además del conocimiento que cada uno posee y que puede hacer disfrutar a los otros. El saber es siempre, al mismo tiempo, una posición con respecto al saber, una idea de su función en el seno de un proceso más amplio, una manera de presuponer la posición de los que tienen que aprenderlo, de determinar las vías por las cuales se puede transmitir este saber. Es una manera de hacer coincidir un compartir de los tiempos con un compartir de las competencias.
Recordé más arriba el modo en el cual que se requiere de las instituciones del saber que aprieten cada vez más fuerte el nudo de una concordancia imaginaria entre el tiempo del aprendizaje y el tiempo social global. Me parece que la provocación de quienes desviaron los lugares de la circulación para enunciar la mentira de esta concordancia puede darnos la ocasión de ver de nuevo todos los aspectos de este anudamiento temporal que la institución del saber teje entre los objetos del saber y los sujetos del aprendizaje.
Recordaré solamente algunos elementos de este anudamiento. Hay primero la evidencia del vínculo que la idea de transmisión implica entre una causa, el acto de enseñar, y un efecto, el acto de aprender. A luego, la idea de una marcha progresiva del saber, yendo de lo más simple a lo más complejo, decidiendo de antemano lo que se puede y lo que no se puede esperar de un estudiante. Hay todavía la división de las disciplinas y las sub-disciplinas, cada reivindicando su dominio, su objeto y su método. División que multiplica así la ignorancia de todos, al mismo compás que el saber de algunos.”
“La emancipación intelectual nos recuerda algunas verdades perturbadoras. Primero, ningún saber pasa de la cabeza del maestro a la cabeza del alumno. En la investigación del docente, en la palabra que se esfuerza para comunicarla, en la escucha de quienes la escuchar, en la circulación de estas palabras y de estas escuchas, en los efectos que esta produce nos enseña a ver, primero, las aventuras intelectuales. Nuevos caminos que se toman sin saber de antemano el destino. Nos recuerda luego que la capacidad de pensar no se divide, y que los objetos de reflexión decisivos siempre se abren allí donde los dominios se cruzan, donde los dominios se pierden y donde lo que era un objeto para los sabios de tal o cual disciplina se hace objeto de una reflexión para la cual nadie es especialista. Nos recuerda finalmente que el que quiere observar el trabajo del pensamiento siempre tiene que seguir en todas partes sus inventos, más lejos a veces, del marco de las instituciones del saber.”
«Desde luego ninguna institución podrá hacer funcionar estos preceptos. Pero nada prohibe a los que la hacen funcionar desatar los nudos a los cuales se destinaba, a abrir temporalidades, abrir espacios, caminos que den a la emancipación intelectual la chance se pasar a través de las mallas de la red de la lógica explicadora. Nada les prohibe por ejemplo abrir en la distribución de sus carreras zonas de indeterminación que permitan al encuentro de aventuras intelectuales tejer su propia tela y su propio tiempo, en el tiempo de la institución. Nada prohibe tampoco que la institución que se estructura en disciplinas, cada una reinvindicando su territorio y su método, se abra al mismo tiempo al trabajo que consiste en deshacer esta tela, cruzar las fronteras de las disciplinas y devolver sus objetos y sus problemas al mundo del pensamiento común. Nada le prohibe el esfuerzo para abrirse sin cesar a sus afueras, a sus ruidos tanto como a sus inventos. Es cierto, que se trata aquí en algún sentido, en hacer trabajar a la institución en contra de ella misma, en contra de su finalidad natural. Jacotot decía que sólo los individuos podían emanciparse, que las instituciones no podían nunca hacer más que gravitar en la pesantez desigualitaria. ¿No se podría oponerlo otra paradoja más radical aún que la suya? La de una institución que permitiría una contra-gravitación, una institución que trabajaría en contra de la misión de armonía, es decir, el fin de mentira que le es asignado. En pos de un trabajo inédito de inteligencias compartidas.»