CAYETANO RODRIGUEZ DEL PRADO.- Fragmentos de Notas Autobiográficas.- Recuerdos de la Legión Olvidada (2008) No.44

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LLEGADA A NUESTRO PAÍS CON LA VALIOSA AYUDA DE REVOLUCIONARIOS RADICADOS EN PARIS

 Luego del largo recorrido desde La Habana, donde participamos en la Conferencia Tricontinental, hacia Pekíng, donde me reuní con el Premier chino Chou En-lai, y de regreso al  exilio en París, tomé la firme decisión de desconocer la traicionera decisión de Héctor García Godoy de impedirnos el regreso al territorio dominicano tomando como pretexto mis declaraciones de que “si las tropas invasoras norteamericanas no se retiraban de nuestro suelo”, el pueblo dominicano convertiría a este país en un Vietnam del Caribe.

 En París encontré la valiosa cooperación de un misterioso y prácticamente invisible grupo que apoyaba a los luchadores de izquierda que de una manera u otra llegaban a esta capital francesa huyendo de las persecuciones sufridas en sus respectivas naciones. Nunca entonces supe quiénes eran estas personas, pero los compañeros del “14 de Junio” en estadía en aquella ciudad me pusieron en contacto con ellos, y me informaron que se trataba de izquierdistas franceses que apoyaron decididamente a los argelinos en su lucha por la independencia nacional lograda en 1962 con un alto precio en sangre y, en este momento, 1966, apoyaban a los revolucionarios del mundo que llegaban a Francia.

 Me proveyeron de una vestimenta lo más diferenciada posible de la que yo habitualmente utilizaba. Me modificaron el peinado habitual y, donde una odontóloga de su grupo, me fabricaron un aditamento, como una encía postiza, que me engrosaba el rostro hasta hacerme muy diferente a lo que yo realmente era. La ayuda incluyó un “entrenamiento” para caminar en forma diferente y hacer gestos distintos a los que habitualmente yo hubiera podido hacer. El color del pelo también me fue cambiado así como infinidad de actitudes que caracterizaban mis movimientos. 

 El proceso duró como tres semanas hasta que mis desconocidos protectores me sometieron a un “examen final”: yo debería entrar al lobby de uno de los hotelitos parisinos que constituían un paradero habitual de exiliados y estudiantes dominicanos en aquellos primeros meses del año 1966, circular por el lobby y no ser reconocido por mis propios compañeros de lucha.

 Las circunstancias quisieron que 55 años después de estos acontecimientos, vividos por mí en París durante los primeros meses de 1966, leyera yo con interés el interesante y verídico libro “Morir en Bruselas” de Pablo Gómez Borbón, en 2021, y donde el autor narra con gran precisión la participación de grupos franceses que ayudaban a los revolucionarios perseguidos de varios países del mundo, entre ellos latinoamericanos y dominicanos en particular. Menciona a Georges Mattéi, entre otros, como nacido en el seno de una familia corsa, que había luchado contra los invasores nazis y había hecho el servicio militar obligatorio en la colonia francesa de Camerún, en Africa, y luego enviado a Argelia a pelear contra los independentistas argelinos. Mattéi vio tantos crímenes y torturas contra los independentistas argelinos que cambió de bando, pasó a la clandestinidad y publicó su testimonio a solicitud de Sartre en la revista “Les Temps Modernes”.

  Otro personaje que ejerció la solidaridad conmigo lo sería Henri Curiel (El Judío) quien es descrito como dirigente de la organización Solidaridad y según detalla la importante obra de Pablo Gómez Borbón, Curiel había nacido en Egipto siendo miembro de una acaudalada familia de judíos y fue fundador del Partido comunista Egipcio, al terminar la segunda guerra mundial, pero el Rey Faruk de Egipto lo despojó de su nacionalidad y lo desterró para siempre, radicándose clandestinamente en Francia, desde donde apoyó la guerra de independencia de Argelia. Describe también la citada obra que la organización encabezada por Curiel ayudaba a los perseguidos a salir de Francia con documentos falsos y puntualiza que a partir de 1963 que entrenaron a diecinueve miembros del “14 de Junio” y a uno del MPD, que yo ignoro si se refiere a mí o a otra persona, y además “los transformaron físicamente” y los ayudaron a regresar sanos y salvos a la República Dominicana.

  En esos momentos nuestro país se hallaba caldeado por el “clima electoral” preparado por los invasores norteamericanos y que no tenía otro propósito que neutralizar a Bosch y a cualquier otra fuerza democrática y consecuentemente llevar a Balaguer al poder. No en vano las propias tropas invasoras y sus peones criollos enarbolaban la bandera roja del reformismo en los cañones de sus fusiles al mismo tiempo que aplastaban cruelmente cualquier intento de las fuerzas de Bosch por ejercer sus derechos democráticos y de proselitismo político.

Con esa difícil situación logré penetrar al país desde París, en marzo o abril del 1966, e inmediatamente me reincorporé a mis funciones de dirigente en el Comité Central del Movimiento Popular Dominicano.


Para lograr la entrada exitosa a la Patria me favoreció mucho el hecho de que el país se hallaba envuelto en la efervescencia electoral y, naturalmente, las tareas de vigilancia de la policía política de la época se veían relativamente relajadas.

CONTINUARÁ…

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