CHOU EN-LAI SE MOSTRÓ SORPRENDIDO POR LA VALEROSA RESISTENCIA DE LOS DOMINICANOS ANTE LA AGRESIÓN EXTRANJERA DE 1965
Después que dedicamos casi media hora de conversación al tema de Cuba, el Premier Chino y nosotros, pasamos al tema de las relaciones entre nuestros respectivos partidos y Chou se mostró muy interesado en conocer todo lo relacionado con la guerra de 1965 y sus consecuencias.
Repetidamente elogió la valentía de los combatientes dominicanos y nos habló de la sorpresa que había recibido el partido y el gobierno chino por la inesperada defensa de su independencia que hicieron los dominicanos. Comentamos la importante e inusual declaración de apoyo al pueblo dominicano hecha por el presidente Mao Tse-tung en ocasión de la invasión norteamericana a la República Dominicana en 1965 producida nueve meses después de la reunión que Ilander y yo tuvimos con el máximo dirigente chino en 1964.
Nosotros le narramos los pormenores de la contienda así como el sentimiento de unidad que había prevalecido en Santo Domingo durante nuestra defensa frente a la agresión extranjera.
Le expliqué que el pueblo dominicano se había forjado en lucha tenaz y sangrienta contra cinco imperios que trataron de aplastar la libertad de nuestro pequeño pueblo: el imperio británico, el francés, el español, el haitiano y el imperio norteamericano. Y que en cada una de estas batallas, a vida o muerte, habían surgido traidores internos que defendían con las armas y con las ideas, a los enemigos de la Patria dominicana, incluso ahora, en enero de 1966, con el traidor Héctor García Godoy, que más que un presidente dominicano, era un verdadero gobernador colonial al servicio de los extranjeros.
Aproveché la oportunidad para entregarle al Partido Comunista y al Gobierno de China, a través de Chou En-lai, un ejemplar del Pre-Congreso del MPD, que me había correspondido presidir en plena guerra del 1965, y explicarle cuales fueron sus resoluciones más importantes.
Evoqué, en aquella conversación, las palabras de André Malraux, importante exponente de la cultura francesa del Siglo XX, quien había escrito su famosa obra “La Condición Humana”, inspirada precisamente en la sublevación de Shanghai de 1927, y quien regresó muchos años después a China entrevistándose con Chou En-lai, a quien había representado en su personaje de Kyo, pero con la diferencia de que el personaje de la novela muere, mientras que el verdadero Chou, que había dirigido la insurrección, logro escapar y reunirse con Mao para acompañarlo en la Gran Marcha y ahora se encontraba conversando con este joven de 24 años llegado desde la República Dominicana.
Malreaux dijo que Chou En-lai le había manifestado, para su gran sorpresa: ”¿Cree usted en la amenaza atómica? La autonomía de las comunas populares está asegurada. CHINA SOBREVIVIRÁ A LA MUERTE DE CIEN MILLONES DE HOMBRES. CHINA NO ACEPTARA NUNCA EL RETORNO DE CHIANG KAI-SHEK. HA DESCUBIERTO LA LIBERTAD. Y NO ES LA MISMA DE NORTEAMERICA: ESO ES TODO”.
Estas declaraciones retrataban de cuerpo entero al hombre que encabezaba el gobierno y las relaciones exteriores durante los primeros años de la República Popular China.
Chou En-lai demostró sus grandes dotes de diplomático y negociador una vez más cuando el Partido Comunista de China lo envió, el 28 de agosto de 1945, junto al propio Mao y a Wang You-fei a la ciudad de Chungching para la celebración de negociaciones de paz con el Kuomingtang, partido de Chiang Kai-shek., esas reuniones, que transcurrieron durante mes y medio y constituyeron un gran éxito ya que lograron colocar a las fuerzas enemigas en posición de pasividad y colocaron la iniciativa en manos de las tropas de Mao Zedong.
Cuando en 1955 se inició un proceso para acelerar la industrialización de China, y al mostrarse reticentes algunos sectores de profesionales y de intelectuales, Chou propuso algunas reformas para despertar el entusiasmo de éstos, que fueron aceptadas por Mao, incluyendo la idea de otorgarles más autoridad y así, el 2 de mayo de ese año, el máximo líder chino planteó su célebre consigna: “Que se abran cien flores y que compitan cien escuelas ideológicas”.
Chou En-lai fue también el autor de la célebre frase de que “la diplomacia es la continuación de la guerra por otros medios”.
El Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Foster Dulles estaba tan molesto por tener que negociar con comunistas en la Conferencia de Paz de Ginebra, luego de la victoria vietnamita de Diem Bien Phu, en 1954, que se negó a darle la mano a Chou En-lai al encontrarlo en aquel importante evento. Cuando el Primer Ministro chino vio al Secretario de Estado Norteamericano avanzó sonriente y de frente extendiéndole la mano, pero Dulles lo evadió con brusquedad en medio del salón donde se realizaba un agradable encuentro de todos los participantes. Sin embargo unos años más tarde, en 1974, es el propio Presidente de Estados Unidos Richard Nixon es quien visita China y solicita una entrevista con el Premier chino y luego con el propio Mao Tse-tung.
Chou En-lai había venido ejerciendo simultáneamente las funciones de Primer Ministro y de Ministro del Exterior desde 1949, año de la fundación de la República Popular China, hasta el año 1958 en que cedió las relaciones exteriores a Chen Yi conservando la posición ejecutiva del gobierno chino hasta su muerte acaecida el 8 de enero de 1976.
Nuestro encuentro con Chou En-lai había terminado tan amistosamente como había sido iniciado. El Premier nos había dedicado cerca de una hora de su tiempo y había quedado con una idea clara de las circunstancias en que se había desarrollado la contienda de Abril de 1965. Constantemente expresó su sorpresa y admiración por la valerosa resistencia que el pueblo dominicano había protagonizado en una pequeña zona de la vieja ciudad de Santo Domingo. Noté también su positiva impresión por la defensa que habíamos hecho del principio de unidad y solidaridad entre los revolucionarios del mundo.
De igual modo, en todo momento a lo largo de la conversación, el Premier chino mostró un profundo respeto por la figura de Fidel Castro y de la propia Revolución Cubana.
“Espero que disfruten y aprovechen su estadía en China, y que lleven nuestro mensaje de solidaridad y admiración al valiente pueblo dominicano”, fueron sus palabras de despedida.
Procedimos entonces, Carlos Amiama y yo a realizar un extenso recorrido por el corazón del territorio de China, invitados por Chou En-lai, y conociendo aquellas zonas adonde no había estado yo durante mi primer viaje en 1964. Luego de más de dos semanas de estadía en aquel país nos disponíamos a partir de regreso a nuestro país y tratar de evadir el cerco que nos prohibía la entrada a nuestra propia Patria luego de terminada la Conferencia Tricontinental de La Habana en ese mes de enero de 1966.
CONTINUARÁ...