El paso decisivo (Documentos sobre la GRCP)

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Al leer el editorial de «Bandera Roja» aparecido el 3 de octubre de 1966, muchos chinos comprendieron que la Revolución Cultural proletaria tomaría desde ese momento un nuevo giro. En sus resultados finales, el verano habla sido un período indeciso. Habla tenido lugar ese extraño episodio de junio y julio, cuando los grupos de trabajo fueron bruscamente creados y puestos en funciones y después, en forma también brusca, retirados, no sin dejar tras ellos algunos recuerdos amargos. Después se empezó a hablar de otra cosa, de la Cuadrilla Negra nuevamente y de sus fechorías, de la lucha contra la tradición, de la burguesía. Y después hubo todo aquello de los guardias rojos, que iban y venían, que hacían mucho ruido y agitaban. El problema de los grupos de trabajo habla terminado y, sin embargo, su presencia en las universidades había originado varios problemas, a juzgar por las polémicas y las riñas que se habían suscitado y que aún hoy proseguían, de acuerdo con algunos rumores. Y, ¿cómo explicarse que Liu Shao-chi y Teng Siao-ping ya no sean, como en otros tiempos, fotografiados y citados al lado del presidente Mao? Algunas personas pretenden que estos dos personajes cometieron graves errores en el período de los grupos de trabajo. ¿No parece acaso verosímil que ambas cosas estén ligadas entre sí?

El número 13 de «Bandera Roja» apareció al día siguiente de la Fiesta Nacional que ese año estuvo caracterizada no por deefiles de tanques con flores o exhibiciones artísticas sino por un inmenso desfile de más de dos millones de guardias rojos y «rebeldes» que duró siete horas y que empezó a disipar la indecisión y las interrogaciones.

En las fábricas, las escuelas, las oficinas, por todas partes, se organizaron lecturas colectivas de este editonal. También se confirmaba de manera oficial que, en algunos lugares, se continuaba ejerciendo la represión contra los revolucionarios; que aquellos que habían sido falsamente acusados no habían recibido satisfacciones ni se les había rehabilitado y que algunas personas mal intencionadas continuaban incitando a los grupos de estudiantes a pelear entre sí.

Por primera vez, los lectores y auditores del editorial notaron la aparición de términos nuevos. Se hablaba de una lucha entre dos líneas en el seno del Partido. Se dejaba entender con toda claridad que, desde el inicio de la Revolución Cultural hasta ese día, se manifestaba en la dirección del Partido una verdadera corriente reaccionaria opuesta a la linea de Mao Tse-tung.

Los chinos que tenían la experiencia de las batallas que habían ocurrido desde la Liberación del acordaron del asunto Kao Kang, en 1952, y la campaña contra la derechistas en 1957. Muchas personas comprendieron que, desde ese momento, se asistiría a luchas semejantes. No todos se dieron cuenta de que las luchas que se anunciaban rebasarían en amplitud a todas aquellas que hablan sido vistas hasta entonces.

Por otra parte, muchas personas, al leer el editorial, recapacitaron en la frase que dice: «Si aquellos que han cometido errores persisten en su actitud y los agravan, esas contradicciones pueden convertirse en antagónicas» y adivinaron que esa advertencia era dirigida a personajes que ocupaban puestos muy elevados, que hasta entonces habían permanecido invulnerables para las críticas y que ahora no se tomarían más consideraciones con ellos.

Algunos días después se confirmó a los habitantes de Pekín este sentimiento cuando descubrieron en varios cruces importantes de calles de su ciudad unos carteles en los que se reproducía un texto que el presidente Mao había redactado durante la 11ª sesión plenaria, dos meses antes. En dichos carteles se decía que, durante los Cincuenta Días, cuando los grupos de trabajo hablan ejercido sus actividades, «algunos dirigentes» habían adoptado una posición reaccionaria y se habían esforzado por apagar la Revolución Cultural proletaria: «Ellos invirtieron lo verdadero y lo falso, lo blanco y lo negro, atacaron a los revolucionarios e hicieron reinar el terror blanco«, se leía en los carteles («Cañonear el Cuartel General» Agosto de 1967). Estas acusaciones eran muy graves y anunciaban sin duda alguna importantes acontecimientos.

Peng Cheng, Lu Ting-yi y sus colaboradores más cercanos habían sido separados de sus funciones desde mayo y se encontraban sin ninguna posibilidad de desempeñar un papel político cualquiera que fuese desde entonces.

¿Quiénes eran a la sazón los dirigentes a los que Mao Tse-tung hacía referencia sin nombrarlos? La respuesta no ofrecía duda alguna: se trataba de Liu Shao-chi y de Teng Siao-ping.

Durante los días siguientes, se divulgó en Pekín el rumor de que algunos carteles colocados en Beida y en la Univenidad Sinjuá criticaban por su nombre a los dos personajes. Otros carteles criticaban violentamente a Li Sue-feng, el nuevo responsable de la municipalidad de Pekín, cuyo papel en el envío de los grupos de trabajo ya ha sido señalado antes.

Estos carteles aparecieron al mismo tiempo que los otros en las calles del centro de la capital.

A partir de ese momento, los acontecimientos se aceleraron. A finales del mes de octubre, otros carteles colocados en diferentes puntos de la ciudad indicaban que el día 23 Liu Shao-chi había hecho su autocrítica ante el Comité Central, y se citaban algunos extractos de sus declaraciones. Los carteles señalaban asímismo que dicha autocrítica era insuficiente y que no solucionaba los problemas planteados.

Con motivo de un sexto encuentro de Mao Tse-tung con los guardias rojos en la plaza Tien An Men, el 3 de noviembre, Lin Piao, en un nuevo discurso, evocó a su vez de manera terminante la lucha entre dos líneas dentro del Partido. De manera gradual, el carácter del conflicto y el contenido de la Revolución Cultural se revelaban con claridad.

Existía una aguda lucha de tendencias en el más alto nivel y la eliminación de la fracción de Peng Cheng no había puesto fin a dicho enfrentamiento. La lucha resultaba en una segunda, más amplia, en la que se oponía a Mao Tse-tung un grupo de dirigentes que ocupaban cargos aún más elevados y cuya posición había parecido hasta entonces, no sin motivos suficientes, por otra parte, mucho más sólida.

Extraído del libro «Historia de la Revolución Cultural Proletaria en China» de Jean Daubier

El libro se encuentra en nuestro blog: https://culturaproletaria.wordpress.com/2014/02/01/historia-de-la-revolucion-cultural-proletaria-en-china-jean-daubier/

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