Redacción Kaosenlared
El desarrollo sin límites capitalista, sostenido en la expansión de la producción y el consumo a nivel social ha traído consigo una serie de consecuencias alarmantes, entre las cuales destacan el agotamiento de los recursos naturales, la degradación del medio ambiente y el aumento del calentamiento global. Estos problemas no solo nos afectan en la actualidad, sino que se prevé que impacten de manera más intensa a todas las clases trabajadoras en el futuro cercano. Sin embargo, ni los Estados ni las organizaciones internacionales se plantea un cambio real para abordar esta grave situación, limitándose a mantener la tasa de ganancia, aunque ahora con políticas “verdes”. Esto se debe a que la raíz de estos problemas radica en el propio modelo de crecimiento económico y en la existencia misma de estas entidades, las cuales dependen de dicho crecimiento.
El crecimiento económico en el capitalismo se basa en la utilización de la fuerza y el tiempo de trabajo de la clase obrera. Es importante tener en cuenta que solo una parte de nuestro tiempo laboral se destina a la producción de los bienes y servicios esenciales para una vida digna. El resto de nuestro tiempo laboral se emplea en la generación de capital o en la producción de “necesidades” que en realidad son inducidas por el sistema. De esta manera, si no existiera la obligación de generar capital, nuestro tiempo y nuestra fuerza laboral serían considerablemente menores. Esta premisa debe ser el punto de partida fundamental para abordar y enfrentar los desafíos que se presentan a la clase trabajadora en el presente y en un futuro cada vez más incierto.
Nuestra realidad, esa que enfrentamos cotidianamente, es que la vida se hace día más dura. Cada jornada nos vemos obligados a ceder al capital nuestro tiempo y energía en horas no remuneradas. Cada día enfrentamos el despido sin que las consecuencias económicas o sociales parezcan importar. A diario somos acosados, menospreciados y coaccionados impunemente en nuestros lugares de trabajo. La vida laboral se extiende cada vez más si deseamos garantizar una pensión mínima para el futuro. En el trajín diario, sacrificamos nuestra vida y nuestra salud en aras del trabajo. Constatamos cómo esos derechos que nos han sido otorgados solo existen en el papel cuando nos enfrentamos a la realidad judicial. Cada día se vuelve más complicado recibir tratamiento médico en caso de enfermedad, obtener ayuda cuando nos encontramos en situaciones precarias, o brindar oportunidades educativas a nuestros hijos. La adquisición de una vivienda se convierte en una tarea titánica, obligándonos a contraer deudas de por vida. En un mundo saturado de capitalismo, donde todo se normaliza e incluso se justifica, nuestra clase, la clase obrera, sufre las mayores pérdidas. Esta realidad se agrava aún más si perteneces a los grupos históricamente vulnerables y por ende discriminados.
La clave para fortalecer a la clase trabajadora y revertir el retroceso en derechos laborales reside en la unidad y la acción colectiva. Solo a través de la construcción de alianzas sólidas y la movilización activa podremos alcanzar una sociedad más justa, ecológica, solidaria y feminista. Es hora de recuperar y fortalecer las luchas unitarias que abarcan dimensiones feministas, sociales, ecológicas, antimilitaristas y sindicales.
1º de Mayo 2024: Así nos quiere la patronal
Desorganizados, divididos, inconscientes y corrompidos. Corrompidos, aunque sea con migajas: por permitirnos sentarnos en su mesa a comer con ellos un día, cuando nos están camelando en reuniones para que le vendamos el paquete encintado a nuestros compañeros; por aparecer en los medios, copa en mano, brindando por una firma de traición, por dejarnos explotar más permitiéndonos hacer horas extras; por ascendernos de categoría, etc. Así nos quiere el capitalismo, porque de esta forma pueden seguir dividiéndonos y explotándonos fácilmente.
La clase obrera ha conocido organizaciones con dirigentes honestos que defendían sus intereses frente a la clase burguesa explotadora. Organizaciones políticas de izquierdas y sindicatos obreros, estaban consecuentemente de su parte. En muchos momentos presentaron batalla y crearon serios problemas al capitalismo, confrontándole con éxito en muchos casos.
Por eso, hemos visto cómo en las últimas décadas, el capitalismo supo corromper a los dirigentes de las organizaciones obreras más grandes para debilitarlas, cosa que logró hasta el punto de anularlas y convertirlas en sus colaboradoras necesarias. Así, el capitalismo está resolviendo sus contradicciones. Unas contradicciones que cada vez le son más difíciles de sortear, por lo que precisan en todo momento dominar a su principal enemigo antagónico que es la clase obrera.
El capitalismo, una vez, transcurridos los primeros años, tras del “final” del régimen franquista, con la traición de importantes partidos políticos de la izquierda y de los principales sindicatos, provoca la desorganización de los trabajadores. De esta manera al estado capitalista le ha sido fácil imponer regresiones en las condiciones de trabajo y vida de los trabajadores con bastos subterfugios de los qué destacaba el de dar facilidades y confianza a los empresarios para que crearan empleo. Con este burdo argumentario se inventaron tropecientos mil tipos de contratación laboral, marcaron flexibilizadoras leyes laborales para que las empresas manejaran a su antojo a los asalariados y los llevaran de un lado para otro, así como poder despedirles cuando les diera la gana con costos irrisorios. Con este panorama no sólo no se ha generado más empleo, sino que se ha generado más rendimiento en las empresas con menos trabajadores.
Pero además los salarios desde entonces han venido perdiendo poder adquisitivo, siendo escandaloso en los últimos dos o tres años, en los cuales la vida se ha encarecido de manera espantosa. Los artículos de primera necesidad son los que más se han incrementado: los precios de productos básicos han subido un 40% en los tres últimos años, mientras que los salarios sólo se han elevado en un 6%.
Como decía, las contradicciones del sistema capitalista son tan enormes que arrasan con todo lo que les sirva para mantener y alargar su sistema aberrante de rapiña y crimen contra la humanidad. Sus sicarias administraciones gubernamentales, les están facilitando apropiarse de los servicios sociales públicos. Para ello los están obstaculizando para que estos no puedan funcionar adecuadamente, siendo la sanidad a la que peor están tratando. Del mal funcionamiento de la sanidad, depende el éxito de la privatización y la garantía de negocio de las empresas.
Como digo al principio, desorganizados, divididos, inconscientes, así nos quiere el capitalismo y ha hecho cuanto ha podido para que en estos momentos así sea.
Por todo ello, si la clase obrera quiere salir de esta situación de ir de mal en peor, tendrá que hacer un esfuerzo por comprender que se ha de organizar, luchar para acabar con este sistema de maldad ilimitada y transformarlo en una sociedad solidaria y verdaderamente socialista.
José Estrada Cruz
Fuente: Kaos En La Red