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«Los servicios de Inteligencia occidentales fueron los primeros sorprendidos de lo que comenzó suceder en la Union Sovietica». Si las cosas fueron realmente así, ¿quién o quiénes prendieron la mecha para provocar la implosión de la URSS?
Que fue lo que provocó la implosion de la Unión Soviética? ¿Un error o una traición?». El libro cuyo contenido les presenta en este articulo Roger Keeran, es el afortunado resultado de una exhaustiva investigación sobre acontecimientos y personajes politicos que condujeron al colapso de la Union Soviética. Su autor, el historiador ruso Alexandre Ostrovski, miembro de la Academia de Ciencias de Leningrado, trata de establecer si la caída de la URSS se debió a un «error estratégico» por parte del equipo en el poder o, por el contrario, fue el resultado de una gigantesca manipulación conspiratoria.
El libro «¿Error o traición?» es el resultado de una exhaustiva investigación sobre los factores, acontecimientos y personajes politicos que condujeron al colapso de la Union Sovietica. En este extenso trabajo de investigacion, de mas de ochocientas paginas, su autor, el historiador ruso Alexandre Ostrovski, miembro de la Academia de Ciencias de Leningrado, trata de establecer si la caída de la URSS se debio a un error estrategico por parte del equipo en el poder o, por el contrario, fue el resultado de una gigantesca manipulación conspiratoria.
El autor, tras consultar durante años la documentacion original de la epoca, examina una tras otra las teorías propuestas hasta ahora sobre la caída de la Unión Soviética, para luego presentar la suya propia.
Segun Roger Keeran, autor del articulo que les presentamos, y de otro libro clasico sobre el tema, «El socialismo traicionado.: Detrás del Colapso de la Unión Soviética 1917-1991», dice que el libro de Ostrovski tiene tres objetivos: primero, reconstruir los eventos que llevaron al colapso de la URSS, segundo, establecer si el colapso fue «espontáneo» o «intencional», y tercero descubrir el papel que jugaron los líderes soviéticos en los eventos que condujeron a la implosion de la Union Sovietica.
A pesar de su considerable tamaño y el caracter riguroso de su contenido, este libro apasionante, lleno de anécdotas a menudo teñidas de humor, se lee como una novela, cuyas consecuencias son, sin embargo, de gran importancia tanto para comprender la historia pasada y presente como para anticipar cualquier experiencia socialista futura.
Por ROGER KEERAN (*) .-
(Traducción al castellano de Canarias-semanal.org).
El poeta palestino Mahmoud Darwish dijo en una ocasión que «hay más inspiración y riqueza humana en la derrota que en la victoria». Las derrotas, más que las victorias, nos obligan a reflexionar y extraer lecciones.
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ROGER KEERAN
El libro de Alexandre Ostrovski «Investigación sobre el fin de la URSS. ¿Error o Traición?» proporciona una rica fuente de lecciones que se pueden extraer de la derrota del socialismo soviético. Escrito por el historiador ruso en la Academia de Ciencias de Leningrado en 2011 y publicado en francés por Ediciones Delga en 2023, «Error o Traición» es la obra que de forma más exhaustiva ha investigado el colapso soviético hasta la fecha.
El libro de Ostrovski tiene tres objetivos:
– primero, reconstruir los eventos que llevaron al colapso,
– segundo, establecer si el colapso fue «espontáneo» o «intencional»,
– y tercero, descubrir el papel que jugaron los líderes soviéticos en los eventos que llevaron al colapso.
En cuanto al primer objetivo, Ostrovski proporciona una cuenta detallada de los eventos ocurridos desde 1985 hasta el colapso soviético en 1991. En cuanto al segundo y tercer objetivo, Ostrovski argumenta que el colapso no fue ni espontáneo ni inevitable, ni tampoco fue el resultado de «errores» de la dirección. El colapso se debió a las políticas y acciones deliberadas desarrolladas por Mijaíl Gorbachov y sus colaboradores mas cercanos. En particular de Aleksandr Yakovlev.
Desde el principio, este equipo de hombres tenían un plan general para debilitar el Partido Comunista soviético, provocar el abandono de la economía socialista planificada e introducir una economía de mercado con propiedad privada y un gobierno parlamentario liberal.
Habiendo yo escrito un libro con Joe Jamison sobre el colapso soviético que apareció en 2010, -el año anterior del de Ostrovski-, estaba ansioso por conocer en qué coincidían y diferían nuestros dos libros, y también qué nueva información pudo haber descubierto Ostrovski, que contaba además con la enorme ventaja de disponer de abundantes fuentes en ruso.
En el esquema principal de los eventos que condujeron al colapso y la responsabilidad que tanto Gorbachov como sus aliados tuvieron en el colapso, los dos libros concuerdan perfectamente. Asimismo, estamos de acuerdo con Ostrovski en que la Unión Soviética no estaba enfrentando ninguna crisis en 1985 y que el colapso no fue ni inevitable, ni espontáneo.
No obstante, existen algunas diferencias. Mientras que nosotros destacabamos en nuestro libro que las raíces de las ideas de la «reforma» de Gorbachov encontraban sus precedentes en Nikolai Bujarin y Nikita Jruschov y el papel desempeñado por el desarrollo de una «segunda economía», – el mercado negro-, para debilitar el socialismo y preparar una base ideológica y material para el oportunismo de Gorbachov, estas ideas no ocupan, sin embargo, un lugar destacado en el libro de Ostrovski.
Además, a veces el comprensible desprecio de Ostrovski hacia Gorbachov lo lleva a ver conspiraciones, -como en el «incidente de Rust«, del que hablaremos más adelante- que pudieran ser muy ciertas, pero no están respaldadas por evidencias disponibles.
También, donde nosotros atribuimos el crecimiento del nacionalismo en algunas repúblicas soviéticas a la ineptitud de Gorbachov, Ostrovski lo interpreta como el resultado de un calculado esfuerzo por parte Gorbachov para lograr debilitar al Partido Comunista y al Estado soviético.
Con el acceso de Ostrovski a una gran variedad de fuentes rusas, incluyendo periódicos y revistas, actas de reuniones, informes y entrevistas, el autor de «Error o Traición» proporciona a lo largo de 800 páginas, nuevos hechos y percepciones que hacen que este libro constituya una lectura valiosísima.
Sin intentar adentrarme en toda las nuevas evidencias proporcionadas, me centraré en cambio en toda la informacion que Ostrovski propociona sobre la pregunta más desconcertante que rodeó al inesperado colapso de la Unión Soviética:
¿cómo, y de qué manera, pudo Gorbachov cumplir su objetivo de destruir al Partido, la economía socialista y el Estado multinacional soviético, sin que llegara a se detenido en sus propósitos por la acción de otros comunistas?
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GORBACHOV
EL «PLAN DE TRABAJO» DE MIJAÍL GORBACHOV
En la primavera de 1985, cuando Mijaíl Gorbachov se convirtió en Secretario General, la gran mayoría del Politburó, el Comité Central, la comunidad militar y de Inteligencia y la población en general se habrían opuesto rotundamente a los planes del propio Gorbachov y de Yakovlev, si hubieran tenido la oportunidad de conocerlos. Gorbachov y sus aliados lo admitieron más tarde. Por lo tanto, Gorbachov y Yakovlev lograron implementar sus planes solo revelándolos gradualmente y utilizando sin ningun tipo de escrúpulos, el engaño, la duplicidad, la demagogia y la crueldad para poder burlar a sus camaradas. Esta es la clave para entender porqué razón la operacion les resultó plenamente exitosa.
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En principio, Gorbachov y Yakovlev entendieron prontamente la importancia de preparar adecuadamente el terreno propicio para sus «reformas», tomando control del aparato ideológico del Partido y socavando las ideas y políticas históricas de los comunistas . Para ello uno de los primeros movimientos de Gorbachov consistió en convertir a Yakovlev en el jefe del Departamento de Propaganda del Comité Central, poniéndolo al frente de ese aparato ideológico del Partido, de los periódicos del país, las revistas y otros medios de comunicación.
Yakovlev empleó luego una táctica que, en otro contexto, Mao Tse Tung había llamado «usar la bandera roja para luchar contra la bandera roja». Como diría el propio Yakovlev más tarde, con su plan trataba de:
«utilizar la autoridad de Lenin para derribar a Stalin y al estalinismo. Y luego, en caso de tener éxito, utilizar a Plejánov y la socialdemocracia para derribar a Lenin, y finalmente acabar con la Revolución en general, en el camino hacia el liberalismo y el ‘socialismo moral'».
En efecto, los ataques a Stalin, el hombre que más había hecho en el largo proceso de la construcción del socialismo soviético, le sirvieron de afinada cuña para socavar con el socialismo.
Ostrovski pone de relieve la aguda astucia que caracterizó las acciones de Yakovlev, pero no reconoce que su éxito solo pudo producirse porque Jruschov ya había preparado el camino al hacer de la condena a Stalin la ideología dominante en el propio Partido Comunista.
En 1977, mientras enseñaba en la Universidad de Cornell, alojé a un candidato a doctorado de la Universidad Estatal de Moscú que estaba investigando en los EE.UU. Un día, tuve con él una discusión sobre los «errores» de Stalin, y este joven comunista protestó: «Stalin no cometió errores. Cometió crímenes». El repudio completo de Stalin marcó los perfiles ideológicos soviéticos, después de que Jruschov pronunciara su discurso sobre el «culto a la personalidad» en el Vigésimo Congreso del PCUS en 1956. Sus posiciones habían diferido de manera notoria con las mantenidas por los chinos, que concluyeron que Stalin había estado en posiciones correctas en un 70% y podía haberse equivocado en un 30%. Al atacar a Stalin, Yakovlev y sus aliados estaban abriendo una puerta que ya estaba abierta, y al vincular sus reformas a un ataque contra Stalin, trataban de estigmatizar preventivamente a los opositores a sus reformas, tachándolos de «estalinistas».
Al principio, Gorbachov cultivó el apoyo de líderes del Partido tan honestos y ampliamente respetados como N.I. Ryzhkov y Yegor Ligachev, quienes se pronunciaron a favor de determinadas reformas económicas en la línea propuesta anteriormente por Yuri Andrópov. Más tarde, cuando se opusieron a las operaciones orientadas a debilitar al Partido y al sistema socialista, Gorbachov se volvió rabiosamente contra ellos. En general, Gorbachov y Yakovlev recompensaron y promovieron magistralmente a sus aliados, mientras trataban de desprestigiar y marginar a quienes les presentaban resistencia y oposición.
Ostrovski muestra cómo Gorbachov introdujo nuevas ideas y políticas desde fuera del Partido y sin que estas fueran discutidas previamente en el Politburó. Además, para promover su agenda, ingeniosamente orquestó algunos eventos y aprovechó de forma oportunista otros eventos.
En el repaso histórico que Ostrovski realiza en su libro, Gorbachov no aparece en el escenario politico como si de un torpe provinciano se tratara, cuyas reformas terminaron produciendo consecuencias imprevistas y conduciendo involuntariamente al colapso del Partido Comunista, del socialismo y de la Unión Soviética.
Según Ostrovski, Gorbachov y su equipo de asociados sabían perfectamente que la Unión Soviética no estaba enfrentando ninguna crisis inminente. Abordar una crisis, o incluso una crisis inminente, no estuvo nunca en la verdadera motivación para la ejecución de su programa de la glásnost y la perestroika. Lo que sí hizo Gorbachov fue magnificar las preocupaciones existentes sobre el estancamiento de la economía soviética y la carrera armamentista, con la finalidad de lograr su verdadero objetivo, que no era otro que el de transformar el socialismo soviético en una suerte de versión socialdemócrata.
Ostrovski proporciona evidencias convincentes y argumentos para cada eslabón del proceso de desmantelamiento del socialismo en la URSS. Admite, sin embargo, que la historia del colapso no puede ser aún concluyente, ya que algunos documentos continuan permaneciendo inaccesibles.
Sobre si el sistema socialista estaba o no enfrentando una «crisis inminente» en el año 1985, los más cercanos asociados de Gorbachov, V. A. Medvedev y G. K. Shakhnazarov, así como el propio Gorbachov, admitieron muchos años después que tal crisis no existía en absoluto. En 2008, por ejemplo, en respuesta a la pregunta de un entrevistador, Gorbachov dijo que sin su intervencion la Unión Soviética habría durado años.
¿Tenía Gorbachov un plan de «reforma» cuando se convirtió en Secretario General en 1985? Gorbachov carecía de un plan bien elaborado, pero él y Yakovlev tenían una «idea general» de lo que querían hacer. Inmediatamente, establecieron un grupo de trabajo al margen de la estructura y la aprobación del Politburó y del Comité Central para desarrollar y ejecutar secretamente ese plan.
Encabezado por el ubicuo Alexander Yakovlev, cuyas huellas han quedado impresas en cada una de las facetas de la glásnost y de la perestroika, el «grupo de trabajo» desarrolló este plan entre marzo y junio de 1985. Aunque los participantes en el «grupo de trabajo» atestiguan la existencia del «plan», el documento del mismo continúa siendo absolutamente desconocido, y Gorbachov nunca lo presentó al Politburó ni al Comité Central.
La duplicidad característica de Gorbachov se manifestó desde el principio. El 11 de marzo de 1985, cuando fue propuesto como Secretario General, Gorbachov afirmó: «No necesitamos cambiar nuestras políticas». El mismo día, después de que se produjera su nombramiento, Gorbachov pidió «cambios radicales en la producción y mecanismos económicos, así como en la gestión del país».
La duplicidad de Gorbachov y su «círculo íntimo» fue abiertamente admitida por Yakovlev en el año 2003. Comentando sobre el enfoque de Gorbachov, Yakovlev dijo que era «bifronte», ya que por un lado hablaba de la continuidad en la construcción del socialismo y, por otro, se pronunciaba por la reestructuración de las «condiciones existentes».
Otro ejemplo de la duplicidad de Gorbachov se relaciona con sus primeras maniobras en política exterior. Gorbachov estaba convencido de que solo podría realizar las reformas internas que deseaba reduciendo los gastos militares soviéticos, y esto solo podría lograrlo reduciendo la amenaza del exterior, cultivando la cooperación entre líderes europeos y americanos. De esa forma, Gorbachov introdujo la idea de «una casa común europea», la idea de que la Unión Soviética, Europa Oriental y Europa Occidental deberían cooperar para promover la paz, el comercio y, finalmente, la integración económica.
Esta idea, inocua en apariencia y visionaria, implicaba en realidad un cambio radical en la ideología y política soviéticas. Por ejemplo, no era posible ninguna integración económica mientras la URSS tuviera una economía planificada y Europa Occidental una economía de mercado. Algunos se sintieron atraídos por la visión de paz y prosperidad, sin darse cuenta de que significaba abandonar una economía socialista planificada. Sin embargo, Gorbachov discutió esta idea con líderes europeos occidentales como Francois Mitterrand, de Francia, y en los medios soviéticos, antes de que planteara en el Politburó.
Gorbachov también usó la amenaza de la «Guerra de las Galaxias» como argumento para tratar de promover la distensión y hacer concesiones unilaterales a Occidente. En marzo de 1983, el presidente Ronald Reagan declaró la intención de Estados Unidos de construir un sistema de defensa antimisiles, llamado la «Iniciativa de Defensa Estratégica» (SDI) o «Guerra de las Galaxias». Muchos miembros de las comunidades militares y científicas soviéticas mantenian que la «Guerra de las Galaxias» era una amenaza vacía, ya que un sistema de defensa láser no era factible. Un juicio que, en efecto, que resultaría históricamente acertado, ya que EE.UU. nunca pudo construir tal sistema.
Sin embargo, Gorbachov rechazó de plano estas opiniones, argumentando que la «Guerra de las Galaxias» representaba una amenaza real y que contrarrestarla requeriría un gasto que la Unión Soviética difícilmente podría permitirse, y por tanto, resultaba imperativo buscar el desarme con Occidente, incluso si ello llegaba a significar que la Unión Soviética se viera obligada a hacer concesiones unilaterales. Lo que exactamente terminó sucediendo, por cierto.
Ostrovski propociona muchos otros ejemplos de cómo Gorbachov creó o explotó determinados acontecimientos para remover a opositores de sus cargos y allanar el camino a sus reformas. En mayo de 1987, se produjo un pequeño incidente cuando un pequeño avión Cessna pilotado por un joven alemán, Matthais Rust, aterrizó en los terrenos del Kremlin. Ostrovski argumenta en su libro que ningún avión podría haber penetrado las defensas soviéticas sin ser detectado y/o reportado, sin contar con algún tipo de cooperación de la Inteligencia soviética.
Ostrovski asegura que solo una coincidencia de voluntades, en la que él involucra a Gorbachov, al KGB, a militares y quizás, incluso, a la Inteligencia estadounidense, podría dar una explicacion convincente a este incidente. Si Ostrovski tuviera razón, -aunque no ha salido a la luz ninguna prueba concluyente de la existencia de tal conspiración-, revelaría un espectacular nivel de engaño. Que Gorbachov manejara en beneficio de sus proyectos este incidente, pudiera ser perfectamente discutible. Pero lo que sí es indiscutible es que Gorbachov usó esta supuesta brecha en las defensas soviéticas como pretexto para la destitución de algunos opositores suyos, reemplazándolos por sus partidarios. Entre los removidos estaba el Ministro de Defensa S. L Sokolov. Poco después, Yakovlev entró en la oficina de Ligachev, jactándose y diciendo alegremente: «¡Mira. Tengo las manos cubiertas de sangre hasta los codos!».
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YAKOVLEV
Al final, los comunistas honestos que querían mejorar el sistema socialistam pero que se oponian a la operación que encabezaba Gorbachov, tuvieron que enfrentar enormes obstáculos. Se veían obligados a ceñirse a las restricciones impuestas por su propia adhesión a los principios comunistas de disciplina y centralismo democrático, mientras desafiaban al líder del Partido que tenía el poder, la influencia y respeto que venían aparejados con el cargo que detentaba, y que, además, estaba dispuesto a pisotear las reglas, la ideología, las políticas y la ética comunistas.
Yakovlev admitió que el Partido Comunista solo podría ser destruido utilizando la «disciplina» propia del mismo Partido y la «confianza» que los comunistas tenían en su Secretario general, inculcada durante años por el propio Partido. Para que el «programa de reforma» saliera adelante, Yakovlev decia que se requerían «retiradas y engaños». Mas tarde confesaria que a menudo distorsionaba las cosas y «hablaba más de una vez sobre ‘renovar el socialismo'», sabiendo perfectamente que el curso tomado donde los estaba llevando era a la destrucción del socialismo.
Hay otro aspecto en el libro de Ostrovski que merece especial mención. ¿Tuvo éxito Gorbachov porque los Servicios de Inteligencia estadounidenses desempeñaron un papel en el colapso soviético? Ostrovski señala que los diplomáticos y agentes de los Servicios de la Inteligencia estadounidense fueron sorprendidos por el colapso de la Union Sovietica. Y este hecho proporciona la mejor evidencia de que en el colapso no fue el resultado del trabajo de tales servicios, sino un asunto interno.
No obstante, Ostrovski pone de relieve que los diplomáticos y agentes de Inteligencia estadounidenses se esmeraron alentaron en promover las reformas de Gorbachov en cada una de sus etapas, para posteriormente tratar de atribuirse los «meritos» de haber sido ellos los que provocaron el colapso. No obstante, Ostrovski trata en profundidad las sospechas surgidas acerca las posibles conexiones de Yakovlev con la CIA. Tales sospechas surgieron durante su estancia en la Universidad de Columbia en 1960, y más tarde durante los años de Gorbachov.
V. A. Kryuchkov, el jefe del KGB, escribió en sus memorias que a partir de 1989 «comenzó a fluir información extremadamente alarmante que apuntaba a presuntas conexiones de Yakovlev con los servicios especiales estadounidenses«. Tan preocupado estaba Kryuchkov que llevó el asunto al mismísimo Gorbachov, quien naturalmente paralizó la apertura de una investigación seria sobre el comportamiento de su colaborador más estrecho. Ostrovski sugiere que la peticion formulada por Yakovlev de que se realizara una investigación que permitiera «limpiar su nombre», fue harto dudosa e incoherente con su propio comportamiento. Al final, Ostrovski dice que las relaciones de Yakovlev con la Inteligencia estadounidense, cualesquiera que estas fueran, continúan siendo un aspecto no aclarado del colapso soviético.
Aunque Ostrovski proporciona un examen exhaustivo de cómo Gorbachov y sus aliados lograron sus objetivos al conseguir destruir el socialismo en la URSS, hay una interrogante que continúa abierta:
¿Por qué comunistas como Ligachev y Ryzhkov no fueron lo suficientemente duros o astutos para ver a través de las mentiras y engaños? ¿Cómo lograron traidores como Gorbachov y Yakovlev ascender a posiciones de poder? ¿Qué motivó a Gorbachov y Yakovlev a querer transformar el sistema? Sobre esta última pregunta, Ostrovski proporciona algunas evidencias de que tanto Gorbachov como Yakovlev obtuvieron recompensas financieras del Oeste por su traición.
Por supuesto, una regresión infinita de porqués puede atormentar cualquier explicación. Tales preguntas no disminuyen los logros del libro de Ostrovski. Sin embargo, sí que subrayan la importancia de que miremos más allá de las motivaciones personales que pudieran tener este tipo de individuos, y prestemos más atención a los problemas sociales, económicos e ideológicos que subyacían en la Unión Sovietica en vísperas del colapso, tales como el crecimiento de una «segunda economía» de mercado negro y la persistencia del oportunismo en las filas del PCUS, que facilitaron la traición de Gorbachov y de su equipo.
Resulta tristemente desafortunado que los estadounidenses que deseen seguir la idea de Darwish y buscar inspiración y lecciones en la derrota soviética, carezcan de una versión en inglés de uno de los mejores libros sobre el tema. Si algún día estuviera disponible en inglés, no desaprovechen la oportunidad de hacerse con un ejemplar.
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ROGER KEERAN
(*) Roger Keeran es coautor, junto a Thomas Kenny, de «El socialismo traicionado.: Detrás del Colapso de la Unión Soviética 1917-1991».
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