Niños yemeníes reunidos en la calle en la República Democrática Popular de Yemen, 1970. (Keystone-France / Gamma-Keystone vía Getty Images)
TRADUCCIÓN: FLORENCIA OROZ
Yemen, uno de los países más pobres de la península arábiga, tuvo durante los años sesenta y setenta un gobierno de izquierda radical. Los logros y fracasos del socialismo yemení son un caso de estudio vital, especialmente ahora que el país intenta recuperarse de una guerra catastrófica.
Está a la venta nuestro octavo número, “¿Dónde está Lenin?”. La suscripción a la revista también te garantiza el acceso a material exclusivo en la página.
- Étienne Balibar: El socialismo y la libertad son ideas intrínsecamente relacionadasÉTIENNE BALIBAR
- Socializar las finanzasJ.W. MASON
- Marx fue un defensor de la liberación del pueblo árabeMARCELLO MUSTO
- Por un modernismo sin mercadoEVGENY MOROZOV
Durante veintitrés años, a finales del siglo pasado, hubo un Estado abiertamente socialista en la península arábiga. De hecho, era el único Estado de este tipo en todo el mundo árabe. ¿Cómo llegó a suceder esto? ¿Por qué terminó el experimento? ¿Qué tipo de sistema era para los dos millones de yemeníes que vivían en la República Democrática Popular de Yemen?
Hoy en día es muy poco lo que sabemos sobre la experiencia de la República Democrática Popular de Yemen (RDPY, también conocida como Yemen del Sur). Y eso por varias razones. En primer lugar, por el esfuerzo deliberado por ocultar su historia por parte del régimen que se apoderó de todo Yemen con la unificación en 1990 y eliminó todo rastro del gobierno de la RDPY tras la breve guerra civil de 1994. Además, la inmensa mayoría de los yemeníes de la región que viven hoy en día nacieron después de que finalizara. En un contexto más amplio, se han producido cambios drásticos en las visiones internacionales del mundo que han suprimido los aspectos positivos de las experiencias socialistas en todas partes, demonizándolas y centrando cualquier referencia en sus aspectos más negativos.
Este artículo esboza los principales acontecimientos de la historia de la República Democrática Popular de Yemen y los problemas a los que se enfrentó. Dado que el contexto internacional afectó fundamentalmente a sus políticas, así como a sus luchas internas, comenzaré con un breve resumen de las principales características de dicho contexto, antes de centrarme en la política interna y en las políticas económicas y sociales de la República Democrática Popular de Yemen.
El contexto internacional
En la década de 1960, el mundo era un lugar muy diferente: dividido por la Guerra Fría entre un Oriente socialista, comúnmente descrito como «comunista» y dirigido por dos potencias rivales —la URSS y la República Popular China—, y un Occidente capitalista en gran medida asistencialista, dirigido por Estados Unidos y los Estados de Europa occidental.
Dos cuestiones principales dominaban la política de Oriente Próximo: la cuestión de Palestina y la rivalidad entre formas rivales de «socialismo árabe», por un lado —desde el Egipto de Gamal Abdel Nasser hasta los regímenes baasistas rivales de Siria e Irak, que estaban vagamente alineados con la URSS— y, por otro, las monarquías y otros regímenes (como el de Líbano) que estaban firmemente alineados con Occidente. El nacionalismo y las cuestiones seculares dominaban el discurso político de la región.
La década de 1960 fue también la de la independencia formal de la mayoría de las antiguas colonias británicas y francesas de África, tras cambios similares ocurridos antes en Asia. Aún continuaban las luchas anticoloniales en las colonias portuguesas de Angola y Mozambique. Después de que Argelia se independizara de Francia en 1962, tras seis años de una guerra brutal, la lucha más destacada contra la dominación occidental tuvo lugar en Vietnam. Terminó en 1975 con la victoria del Norte socialista y la vergonzosa salida final de Estados Unidos del tejado de la embajada estadounidense en Saigón.
Mientras tanto, tras tomar el poder en 1959, Fidel Castro construía un sistema socialista en Cuba. Lo hizo frente a los intentos explícitos de Estados Unidos de derrocar su gobierno. Durante la crisis de los misiles cubanos de 1962, el mundo evitó por poco una guerra nuclear después de que la URSS instalara misiles en Cuba.
En lo que se conoció como Yemen del Norte, oficiales del ejército republicano derrocaron el régimen del Imamato en 1962 y lo sustituyeron por la República Árabe de Yemen (RAY). Siguió una guerra civil que duró siete años. Los partidarios del Imam, que querían reinstaurar la monarquía, contaban con el apoyo del reino saudí y el Reino Unido, entre otros, mientras que el Egipto de Nasser respaldaba al gobierno republicano tanto administrativa como militarmente, con hasta setenta mil soldados desplegados en Yemen durante esos años.
Los egipcios se vieron obligados a retirarse tras su derrota en la guerra de junio de 1967 contra Israel, pero la RAY no cayó. En 1970 se alcanzó un compromiso que mantenía una república formal pero excluía tanto a los elementos de izquierda entre los republicanos como a los más próximos al imán en el bando monárquico.
Colonización y descolonización
Gran Bretaña se apoderó de Adén en 1839. A finales de siglo, tras la apertura del canal de Suez en 1869, las autoridades británicas la habían convertido en un importante puerto y punto de escala en la ruta hacia su principal posesión imperial, la India. Para evitar las incursiones del imamato de Sanaa y del Imperio Otomano, por un lado, y las pretensiones rivales de Francia, por otro, Gran Bretaña estableció una serie de tratados de protectorado con una amplia gama de microestados y entidades del interior de Adén.
A mediados del siglo XX, Adén se había convertido en uno de los puertos más activos del mundo, con una gran mano de obra que exigía mejores condiciones de trabajo y cada vez más influida por los movimientos anticoloniales de la región. Tras la crisis de Suez de 1956, la ideología nasserista se difundió a través de la emisora de radio cairota «La voz de los árabes». Esto animó a los trabajadores adeníes a intensificar sus reivindicaciones políticas.
La población de Adén y su mano de obra estaban compuestas principalmente por emigrantes rurales de las zonas circundantes, tanto de los Protectorados como del entonces Imamato. Gran Bretaña emprendió una serie de maniobras para contener el creciente nacionalismo que amenazaba su control sobre Adén. Esto culminó con la creación de la Federación de Arabia del Sur en 1963, que reunió a varios de los estados del interior y a Adén en una alianza incómoda que duró apenas cinco años.
Durante la década de 1950, algunos hombres de los Protectorados y de Adén estudiaron en la Universidad Americana de Beirut, donde se unieron al Movimiento Nacionalista Árabe (MNA). Esta fue la organización de la que surgieron la mayoría de los movimientos de liberación de izquierdas del mundo árabe, entre los que destacan el Frente Popular Palestino para la Liberación de Palestina (FPLP) y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP), así como los movimientos de Kuwait y el Frente Popular para la Liberación del Golfo Pérsico Ocupado (FPLGPO). Los yemeníes de todas las partes del país que se unieron al MNA participaron en la discusión y observación de los acontecimientos dentro del movimiento y en torno a él.
A finales de la década de 1950, surgieron tensiones en el seno del MNA entre una facción de «izquierda», centrada en la lucha de clases y más próxima a los partidos comunistas de la región, y otra de «derecha», con un enfoque más nacionalista. Esto condujo finalmente a una escisión del movimiento en 1964. En 1962, los yemeníes formaron el Frente de Liberación Nacional para la Liberación de Yemen del Sur (en adelante FLN) en asociación con otras organizaciones locales y lanzaron una campaña de lucha armada contra Gran Bretaña y su «Federación de Arabia del Sur» en octubre de 1963.
En los años siguientes, la rivalidad del FLN con el Frente Nasserita para la Liberación del Yemen del Sur Ocupado (FLOSY) fue el enfrentamiento militar más visible y activo entre estas dos tendencias en el mundo árabe. El conflicto armado entre ambas organizaciones se centró en Adén, donde el FLOSY tenía una presencia real. Sin embargo, a mediados de 1967, el FLN se había hecho con el control de la mayor parte del interior, y en agosto de ese año derrotó ampliamente al FLOSY en Adén.
Estos acontecimientos llevaron a Gran Bretaña a negociar precipitadamente su salida de Adén con el FLN. Se trataba de una organización de la que los británicos sabían poco, aparte del hecho de que estaba en contra de Nasser. En aquella época, los funcionarios del gobierno británico consideraban a Nasser lo más parecido a la encarnación del diablo, por lo que preferían entregar el poder a cualquiera que no estuviera asociado con el nasserismo.
El FLN en el poder
El FLN rebautizó el país sobre el que gobernaba como República Democrática Popular de Yemen en 1970. En los veintitrés años de existencia de ese Estado, el FLN y su organización sucesora, el Partido Socialista Yemení (PSY), controlaron el gobierno. Fue el único Estado de Oriente Medio alineado con el bloque socialista en la Guerra Fría. También cabe señalar que, aunque la mayoría de las diferencias entre facciones acabaron en enfrentamientos militares, la dirección era política y sus diferencias eran políticas, y los militares las aplicaban, en lugar de dirigir el proceso de toma de decisiones como en muchos otros países.
Es importante recordar esta experiencia medio siglo después porque proporciona lecciones para los muchos miles de personas que se han manifestado por un mundo mejor, más equitativo y más justo en todo Oriente Medio en diferentes momentos desde 2011. Aunque ya no existe un bloque socialista en el siglo XXI, y la ideología explícitamente socialista está ampliamente demonizada, la experiencia de la RDPY proporciona elementos positivos y negativos que son importantes para cualquiera que hoy espere un mundo gobernado en interés de muchos y no de unos pocos.
Antes de lograr la independencia, el FLN celebró tres congresos en la RAY. Solo el primero, celebrado en Taiz en 1965, produjo una declaración política, la Carta Nacional. En ella se evocaba el radicalismo de la época, describiendo al FLN como un movimiento revolucionario opuesto al colonialismo y al imperialismo, y se hacía un llamamiento a la unidad yemení.
Durante todo el periodo anterior y posterior a la independencia, la unidad yemení fue una política fundamental para el FLN/PSY, aunque sus facciones debatieron tanto el mecanismo a través del cual debía lograrse como la forma que debía adoptar. Algunos líderes, a menudo los originarios de la región de la RAY, apoyaban una estrategia más activa para lograr la unificación, incluido el uso de la intervención militar. Otros eran partidarios de las negociaciones y de una forma de unidad más flexible y menos centralizada, si es que se conseguía.
Desde sus primeros días, el programa del FLN abordó la profunda brecha de desarrollo entre la ciudad de Adén y el interior e instó a la «construcción de una economía nacional sobre una base nueva y sana, compatible con los principios de la justicia social, y lograda mediante el control popular sobre los productos primarios y los medios de producción», en la que el sector privado podría «desempeñar un papel importante (…) siempre que evite la explotación y el monopolio y se limite a las áreas que le asigna la ley».
Estas propuestas son notablemente similares a las formuladas por los revolucionarios yemeníes en 2011. Otras, como la defensa de la planificación central y la liberación del «capitalismo explotador extranjero y de las empresas colonialistas», recuerdan más a las visiones del bloque del Este de la época.
Luchas entre facciones
El congreso de Zinjibar de 1968, celebrado tras la independencia en noviembre de 1967, hizo importantes propuestas ideológicas. Marcó la primera gran convulsión interna en el seno del FLN, que ganó la tendencia de izquierdas por goleada, con un lenguaje que recordaba al leninismo, llamando a la «construcción de una organización revolucionaria de vanguardia» y atacando a la pequeña burguesía.
La lucha entre las facciones de derecha e izquierda continuó durante un año e incluyó intentos de golpe de estado, detenciones y otros indicadores de la falta de voluntad para negociar las diferencias políticas. Culminó con el «movimiento correctivo del 22 de junio» de 1969, que derrocó a la derecha y creó un Consejo Presidencial de cinco miembros en el que la rivalidad continuaría durante los años siguientes.
En 1971, el Consejo Presidencial se había reducido a un triunvirato que permaneció en el poder hasta 1978, con las tres facciones principales. El Presidente Salem Rubaya Ali, conocido como Salmine, representaba el elemento más izquierdista. A menudo se calificaba a Salmine de maoísta porque era partidario de la participación popular directa y desconfiaba de las instituciones burocráticas, incluidas las de partido.
Puso en marcha las iniciativas más revolucionarias de la RDPY, en particular los «Siete Días» de 1972, cuando los manifestantes de Adén exigieron reducciones de sus salarios en un momento de restricciones financieras para el Estado. Aunque este episodio siguió siendo notorio, la aplicación de la Ley de Reforma Agraria mediante levantamientos de campesinos y pescadores tuvo un impacto más profundo en las relaciones entre los distintos estratos sociales de las zonas rurales.
A diferencia de la política de Salmine, que se centraba en la participación directa de los ciudadanos de a pie, las políticas del Secretario General Abdul Fattah Ismail eran institucionales. Siguió explícitamente las directrices y orientaciones presentadas por los modelos soviético y de Europa del Este, que se basaban en una estructura jerárquica del partido con un liderazgo con poder de decisión, lo que dejaba poco margen para las iniciativas populares.
El quinto congreso del FLN de 1972 rebautizó el movimiento como Organización Política del Frente Nacional tras absorber a otros dos grupos políticos, la Unión Democrática Popular (UDP), el partido comunista local, y el Partido de la Vanguardia Popular (PVP), una agrupación baasista. Este congreso también estableció los rasgos de un partido político centralizado, con un Comité Central y un Buró Político. Hubo pocos cambios ideológicos, aparte de la supresión de los ataques a la pequeña burguesía, enmascarando lo que era una lucha interna cada vez más enconada entre la facción «maoísta» más populista de Salmine y la visión más burocrática, al estilo de Europa del Este, de Abdul Fattah Ismail.
Dos congresos celebrados en 1975 no hicieron sino continuar esta lucha y el debilitamiento gradual de la posición de Salmine con una mayor integración de las otras dos organizaciones. Incluyeron referencias a la pequeña burguesía como fuerza positiva, un paso alentado por los consejos de la Unión Soviética a sus regímenes amigos del Tercer Mundo. Por aquel entonces, tanto la lucha chino-soviética por el liderazgo del comunismo mundial como la Revolución Cultural china estaban llegando a su fin. La URSS y la República Popular China (RPC) habían perdido gran parte de su mística positiva en la escena internacional a medida que se iban conociendo sus numerosos rasgos negativos.
Uno de los últimos intentos de Salmine por reforzar su propia posición fue una visita planeada en octubre de 1977 por el admirado presidente de la RAY, Ibrahim al-Hamdi. Se esperaba que los dos líderes llegaran a un acuerdo para la unidad de los dos estados, una acción que habría sido muy popular en todo el país. Pero nunca llegó a producirse: Hamdi fue asesinado en la capital de la RAY, Sanaa, la víspera de su viaje.
La lucha contra Salmine culminó en junio de 1978. Tras el asesinato en Sanaa del efímero presidente de la RAY, Ahmad al-Ghashmi, supuestamente a manos de un enviado de Salmine, sus rivales aprovecharon la ocasión para detenerlo y ejecutarlo. Esto dejó el camino libre para la creación del Partido Socialista Yemení (PSY) en octubre de ese año. Tras la derrota de Salmine, se produjo una batalla política entre los dos líderes restantes. Sin una posición ideológica clara, Ali Nasir Muhammad, que había sido primer ministro desde principios de la década, trabajó para desbancar a Abdul Fattah Ismail. En 1980, éste partió al exilio en Moscú tras sólo dos años al frente del país, dejando a Ali Nasir todos los títulos: presidente, secretario general del YSP y primer ministro.
Esto no puso fin al conflicto entre facciones en la cúpula de la RDPY. Ali Nasir Muhammad consiguió eliminar a su principal rival, Mohammed Saleh Muti’, a principios de 1981. Sin embargo, algunos de los líderes restantes del FLN consiguieron finalmente que Ismail y sus aliados regresaran del exilio y obligaron a Ali Nasir Muhammad a renunciar al cargo de primer ministro en 1985.
Guerra civil
El 13 de enero de 1986, Ali Nasir se dio cuenta de que la situación estaba en peligro e intentó dar un golpe de estado preventivo, durante el cual sus guardias asesinaron a la mayoría de los miembros del Buró Político. Esto condujo a la lucha intestina más violenta, con unos cinco mil muertos en las semanas siguientes, la destrucción de gran parte de Adén y algunas zonas circundantes, y el exilio de Ali Nasir y unos sesenta mil de sus partidarios, incluidas importantes unidades militares.
Los «vencedores» de estos acontecimientos fueron los restos del PSY, pero el partido tenía ahora un liderazgo debilitado y sufría un profundo descrédito popular. La población en general veía la lucha como lo que era, es decir, una mera lucha por posiciones, a expensas del pueblo y de su bienestar, sin ninguna base en desacuerdos políticos significativos.
Como acababa de publicar entonces mi libro sobre la RDPY, me invitaron a preparar una actualización de estos acontecimientos para una edición en árabe y pasé un mes entrevistando a dirigentes de ambos bandos sobre sus diferencias, centrándome en cuestiones de política exterior, el papel de las cooperativas en la economía y las diferencias en las políticas sociales. Tras tomar páginas de notas, me vi obligado a concluir que este derroche de miles de vidas no fue más que una lucha de poder por los puestos de liderazgo.
Este breve repaso al faccionalismo interno del FLN/PSY demuestra el extraordinario nivel de inestabilidad y la incapacidad de sus dirigentes para negociar los desacuerdos políticos de forma democrática y constructiva. Aunque no cabe duda de que los conflictos en el seno de los movimientos marxistas y comunistas mundiales desempeñaron un papel en las luchas intestinas de la RDPY, sus propias diferencias internas entre facciones y, en ocasiones, ideológicas, fueron tanto o más relevantes.
Debemos recordar que todo esto tenía lugar en un entorno en el que el Estado se encontraba bajo el ataque constante de vecinos hostiles, incluidas dos guerras abiertas entre la RDPY y la RAY en 1972 y 1979, junto con incursiones sistemáticas y el debilitamiento político del régimen tanto desde los Estados de la península ricos en petróleo como desde Occidente. En segundo lugar, el régimen consiguió algunas mejoras importantes para la vida de sus ciudadanos en términos de desarrollo social y económico, a pesar de tener que operar con unos recursos naturales extremadamente limitados y unas finanzas muy restringidas.
Logros
Como hemos visto, la participación directa en política en la República Democrática Popular de Yemen podía suponer un serio reto para la longevidad personal. Por el contrario, los ciudadanos del Estado que simplemente se centraban en su vida personal y en el desarrollo social y económico lograban unas condiciones de vida que se comparaban favorablemente con las de la mayoría de los países en desarrollo. Un salario básico permitía a un hogar vivir a un nivel razonable, proporcionar educación a los niños y beneficiarse de buenos servicios médicos.
En aquella época, los habitantes de la República Democrática Popular de Yemen a menudo no apreciaban esto al comparar sus condiciones de vida con las de los estados vecinos ricos en petróleo. Después de 1973, esos estados pudieron proporcionar a sus ciudadanos acceso gratuito a los servicios sociales más caros y de mayor calidad, a cambio de su conformidad política y de la aceptación de la autocracia y la riqueza obscena de sus dirigentes.
Los británicos dejaron a la República Democrática Popular de Yemen un legado económico especialmente difícil. Los dos principales recursos del país eran el puerto de Adén y la base y administración británicas. Obviamente, este último se cerró con la marcha británica, mientras que el primero dejó de funcionar con el cierre del Canal de Suez tras la guerra de junio de 1967. Gran Bretaña prometió un pequeño paquete de ayuda de 12 millones de libras en sus negociaciones previas a la partida, pero no cumplió este compromiso.
La economía del interior consistía en poco más que pesca artesanal y agricultura de subsistencia. Solo los sistemas de regadío de Abyan y Tuban, diseñados y financiados por los británicos, producían cultivos comerciales, principalmente algodón para la exportación y hortalizas para los barcos que transitaban por el puerto de Adén. También se cultivaba tabaco en la costa de Hadramawt. Además, a los pocos meses de la independencia, el país perdió a su clase comerciante e industrial capitalista, que se marchó con los británicos o bajo la amenaza de la propuesta de nacionalización de sus activos.
Ayuda exterior
Dada su orientación socialista, el nuevo estado se encontró con la hostilidad de sus ricos vecinos del Golfo. Solo Kuwait proporcionó ayuda en la década de 1980. Los gobiernos occidentales tampoco estaban dispuestos a apoyar a un Estado alineado con la URSS en la Guerra Fría. Por su parte, la Unión Soviética aportó aproximadamente un tercio del total de la ayuda recibida por el régimen. Aunque significativa, era menos de lo que esperaba la administración del FLN/PESY, dada la escasa población del país y sus grandes necesidades.
Una de las razones de la reticencia soviética a proporcionar más ayuda era que la República Democrática Popular de Yemen sólo tenía una «orientación socialista» y no era un sistema plenamente soviético. Otra puede haber sido el estímulo de Moscú a sus aliados del Tercer Mundo para que diversificaran sus fuentes de apoyo y obtuvieran más divisas fuertes.
Las instituciones financieras internacionales (IFI), incluido el Banco Mundial y algunos fondos árabes, también proporcionaron un apoyo modesto, equilibrando el papel de la ayuda de Europa del Este. La ayuda china destacó en infraestructuras e industria, en particular en la fábrica de hilados y tejidos de Mansoura, que empleaba a cientos de mujeres. En aquella época, el Estado chino justificaba su apoyo a otros países por motivos de solidaridad socialista, más que de rentabilidad comercial, a diferencia de la situación actual.
El apoyo cubano al RDPY se centró en el área de los servicios médicos. La ayuda de La Habana creó la facultad de medicina de Adén, que en la década de 1980 permitió al país contar con una buena dotación de médicos nacionales y locales y otro personal sanitario.
Evolución de la política económica
Las políticas económicas aplicadas por el FLN/PSY encajan bien en los patrones de la esfera socialista. Su evolución a lo largo de las dos décadas de existencia de la RDPY reflejó los cambios en las estrategias socialistas internacionales, así como las dificultades y percepciones internas yemeníes. También fueron paralelas a las luchas políticas dentro de la dirección del Estado.
Tras el cambio de 1969, el FLN aplicó sus políticas económicas más radicales, incluida la nacionalización general de la inmensa mayoría de las empresas, ya fueran pequeñas o grandes, productivas o comerciales. Sólo la refinería de Adén, la mayor de todas las empresas de la RDPD, permaneció bajo el control de British Petroleum hasta que fue totalmente amortizada y entregada al gobierno en 1977.
La escasez de recursos naturales limitó el desarrollo económico del Estado. Fue poco después de la unificación, en 1990, cuando se descubrieron importantes, aunque todavía modestos, recursos petrolíferos. El gobierno del PSY nunca se benefició de las exportaciones de petróleo para financiar sus proyectos de desarrollo.
Las políticas económicas pasaron gradualmente de un énfasis inicial en el desarrollo del sector estatal a un mayor papel de las empresas cooperativas y mixtas público-privadas. Con el tiempo, el gobierno fomentó el sector privado, con la esperanza de obtener importantes inversiones de expatriados yemeníes y otras personas. A finales de la década de 1980, el país contaba con varias industrias, sobre todo en Adén y en los alrededores de Al Mukalla, en Hadramawt, que producían artículos de primera necesidad, plásticos, baterías, cigarrillos y cerillas, pasta de tomate, productos lácteos y conservas de pescado, entre otros.
En todo el sector industrial se aplicaban ampliamente las leyes laborales asistencialistas del Estado. Había normas que regulaban el trabajo de las mujeres para protegerlas y evitar turnos nocturnos u ocupaciones peligrosas. Las leyes también imponían salarios que permitían a los trabajadores mantener un nivel de vida razonable. Los sindicatos desempeñaban el papel de una organización estatal más que el de una organización negociadora.
Desarrollo rural
Las zonas rurales, donde vivía la mayoría de la población, muchas asentamientos dispersos y remotos, fueron el centro de atención de la Ley de Reforma Agraria de 1970. La característica más radical fue su mecanismo de aplicación. En lugar de asignar tierras a los pequeños propietarios y a los aparceros arrebatándoselas a los grandes terratenientes, el FLN animó a los arrendatarios y aparceros a tomar ellos mismos las tierras por la fuerza y expulsar a los terratenientes.
Yemen tiene un tipo de estructura social adscrita o hereditaria que guarda cierta similitud con el sistema de castas de la India. Los sada, descendientes del profeta y conocidos en otros lugares como hachemitas o ashraf, se sitúan en la cúspide de esta jerarquía. Por debajo de ellos hay una mayoría de miembros de tribus en todo el país y algunos grupos de bajo estatus, incluidos los que cultivan la tierra pero no están «autorizados» a poseerla, conocidos en la región de Hadramawt como fellaheen (término utilizado en otros países árabes para describir a todos los cultivadores).
La percepción yemení de la Revolución Cultural China inspiró estos «levantamientos populares» inducidos por la revolución. La experiencia pretendía liberar psicológicamente a los aparceros y arrendatarios que habían sufrido décadas, incluso siglos, de dominación autoritaria por parte de los terratenientes nacidos en el estrato social superior de sada, que se consideraban superiores al grupo de cultivadores de bajo estatus. Los dirigentes de la RDPY pretendían construir así una sociedad más igualitaria.
La expulsión de los terratenientes «feudales» provocó amargura y deseos de venganza. La mayoría emigraron a Arabia Saudí y a la RAY, para regresar tras la unificación en 1990, en busca de venganza contra los «advenedizos» que les habían privado de sus privilegios y propiedades.
El Estado creó tres tipos de cooperativas, que debían avanzar con el tiempo hacia la colectivización total de la tierra. Sin embargo, esto no ocurrió: se convirtieron gradualmente en instituciones de servicios y comercialización según un modelo estándar, ya que el enfoque «pragmático» de Ali Nasir Muhammad dominó en la década de 1980.
En otros lugares, la RDPY estableció granjas estatales siguiendo el modelo de Europa del Este en las grandes propiedades de los anteriores gobernantes del país y en las nuevas tierras recuperadas. Los trabajadores de estas granjas recibían salarios, en lugar de una parte de los ingresos, y los procesos de cultivo estaban mecanizados en su mayoría. El gobierno también agrupó a los pequeños pescadores artesanales en cooperativas, con una comercialización colectivizada y un funcionamiento bastante ineficiente.
Balance
Independientemente de las diferentes opiniones y percepciones que la gente tenía de las estrategias económicas de la RDPY, los siguientes puntos siguen siendo importantes. En primer lugar, el sistema garantizó que la mayoría de la población obtuviera unos ingresos suficientes para mantenerse a sí misma y a su núcleo familiar, un logro importante, dadas las difíciles condiciones económicas objetivas a las que se enfrentaba.
En segundo lugar, no cabe duda de que la productividad económica se resintió de algunos de los procesos de nacionalización, sobre todo en la agricultura y la pesca. Un enfoque menos burocrático, que permitiera mayores iniciativas a los pequeños propietarios y prestara el tipo de servicios que ofrecen las cooperativas en todo el mundo, habría garantizado una mejor producción y distribución.
Otro elemento muy importante, sobre todo en comparación con la situación en la RAY y otros países, es la ausencia de corrupción en la RDPD. El gobierno imponía severas sanciones en todos los casos de corrupción. Los ciudadanos podían esperar obtener los servicios a los que tenían derecho sin tener que pagar sobornos, y la diferencia de nivel de vida entre la gente corriente y los dirigentes era muy pequeña.
No cabe duda de que los mayores éxitos del FLN/PSY fueron sus políticas sociales. A pesar de las enormes dificultades externas e internas a las que se enfrentó el gobierno, proporcionó a su población una calidad y cantidad de servicios sociales impresionantes y, de hecho, muy por encima de su capacidad financiera. Una nueva generación recuerda ahora con nostalgia estos niveles de prestación.
Educación, salud y vivienda
La educación recibió una atención masiva. El Estado construyó escuelas y las dotó de personal en todo el país, con ocho años de enseñanza obligatoria. La universidad de Adén abrió en 1975 y pronto tuvo sucursales en las capitales de la mayoría de las gobernaciones, centrándose en las facultades de educación para la formación de profesores de todas las materias. Tras la firma de los Acuerdos de Camp David con Israel en 1978, la RDPY expulsó a los profesores egipcios, a excepción de los exiliados políticos. Fueron sustituidos por graduados de secundaria, enviados a realizar el servicio nacional durante dos años a escuelas de todo el país. A finales de la década de 1980, solo se podían encontrar profesores extranjeros en la enseñanza superior.
Esto ha tenido un impacto significativo en el futuro del país. Hasta principios de la década de 2000, la gran mayoría de las mujeres que ocupaban puestos profesionales y administrativos en todo el país se habían educado en la RDPY. Partiendo de una tasa de analfabetismo del 60%, el gobierno inició una serie de campañas de alfabetización que culminaron en 1980, cuando se encomendó a los jóvenes la responsabilidad de alfabetizar en casa al resto de analfabetos de sus familias, en su mayoría mujeres.
El sector sanitario se benefició considerablemente de la creación del Instituto de Estudios Sanitarios y, más tarde, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Adén, que empezó a formar médicos locales a mediados de los años ochenta. En todo el país se construyeron y dotaron de personal puestos de salud, pequeños centros médicos, clínicas y hospitales, y los más pequeños contaban con auxiliares médicos o enfermeras. Los medicamentos y los servicios eran gratuitos y de mayor calidad que en muchos otros países.
La Ley de la Vivienda de 1972 garantizaba que los propietarios de las ciudades sólo fueran dueños de las propiedades en las que vivían. Nacionalizó las segundas residencias y las alquiló, junto con las nuevas, a bajo coste para los residentes. En las zonas rurales, la gente vivía en su propia casa.
Los derechos de la mujer y la lucha contra el tribalismo
Una de las principales políticas sociales transformadoras de la RDPY fue la Ley de Familia de 1974. Junto con leyes similares en Túnez e Irak, otorgó a las mujeres más derechos que en ningún otro lugar del mundo árabe-musulmán. Aunque la adopción de segundas esposas no estaba totalmente prohibida, las condiciones para ello eran muy restrictivas.
La ley otorgaba a mujeres y hombres la misma responsabilidad en el mantenimiento del hogar y el cuidado de los hijos. También concede a las mujeres los mismos derechos a la hora de solicitar el divorcio. Aunque la legislación no es suficiente para cambiar hábitos arraigados, la ley de familia empoderó a las mujeres, al igual que sus crecientes niveles de participación en la educación y el empleo. Las mujeres podían recurrir a la Unión de Mujeres para que las ayudara si sufrían malos tratos o matrimonios forzados y para obtener el divorcio.
Si las mujeres apreciaban esta política, los enemigos de la RDPY la detestaban especialmente. La acusaban de ateísmo y de ser contraria al Islam. Tras la unificación, el derecho de familia conservador de la YAR la sustituyó rápidamente. Hoy en día, es una de las características de la República Democrática Popular de Yemen que muchos jóvenes y mujeres desearían ver resucitada.
Otra política social importante pretendía reducir la lealtad basada en la etnia y el origen familiar, comúnmente descrita como tribalismo. En un principio, el gobierno declaró la reconciliación universal y el fin de todas las disputas y enemistades tribales. Lo aplicó con firmeza, enviando en ocasiones fuerzas armadas para prevenir los conflictos tribales.
Una de las características de la política era poner fin al uso de nombres familiares o tribales, de modo que la gente fuera conocida por su propio nombre y los de sus padres y abuelos. Otra fue la numeración de las gobernaciones en lugar de su denominación. El Estado cambió esta práctica a mediados de la década de 1980, pero dio a las gobernaciones nombres geográficos o históricos y se aseguró de que sus fronteras no coincidieran con las lealtades tribales. En la actualidad, este legado contribuye a los malentendidos y la confusión cuando se debaten cuestiones políticas y lealtades en Yemen.
Lecciones y legados
Este breve análisis de las políticas promulgadas durante el periodo de la RDPY esboza algunos de los problemas a los que se enfrentó. Más de treinta años después de su finalización, lo que ahora se conoce como la «cuestión del sur» sigue siendo un importante problema político en Yemen. El actual movimiento separatista del sur ha adoptado la bandera de la RDPY. Sin embargo, no pretende tener una orientación socialista, y la mayoría de la población de esa zona es demasiado joven para haber conocido la RDPY, ni siquiera de niños.
Además del mero paso del tiempo, el desconocimiento de la naturaleza y las prácticas reales de ese gobierno tiñe la visión que la gente tiene de su trayectoria. Desde el establecimiento de la República de Yemen en 1990, el sistema educativo ha suprimido sistemáticamente la información y el análisis del periodo socialista, garantizando que tanto sus logros como sus fracasos queden en manos de los mitos y los recuerdos (más o menos distorsionados) de sus partidarios y opositores.
Podemos extraer algunas lecciones de la experiencia de la RDPY que deberían ayudar a las generaciones más jóvenes que buscan sociedades más igualitarias y equitativas en Yemen, en el mundo árabe en general y en otros lugares. En primer lugar, las diferencias políticas dentro de un movimiento comprometido con la justicia social y la buena gobernanza para la mayoría de la población deben abordarse democráticamente y mediante el diálogo. Las sanguinarias luchas intestinas de la RDPY lo debilitaron frente a sus numerosos enemigos internos y externos, perdiendo gran parte del apoyo que podría haber obtenido de algunos grupos sociales que acabaron en el exilio y en la oposición activa.
Muchas políticas y luchas rivales dentro de la RDPY descansaban en visiones importadas de diferentes experiencias socialistas de todo el mundo. Los Estados en los que se inspiraban estas tendencias no tenían culturas o historias que se parecieran mucho a las estructuras sociales, económicas y culturales de la República Democrática Popular de Yemen. Fue un error utilizar sus mecanismos y procedimientos de gobierno como modelos, y la aplicación de esos modelos resultó en gran medida infructuosa, como en los casos de las granjas estatales, la nacionalización de pequeñas empresas o la descripción de la estructura social anterior como «feudal».
Si la RDPY hubiera utilizado un enfoque más sofisticado, basado en los principios analíticos marxistas, esto habría permitido al PDJ evitar algunos de sus errores de gestión y habría dado lugar a un mayor éxito económico a pesar de las circunstancias extremadamente difíciles y la limitada dotación de recursos naturales del Estado. ¿No tenían los dirigentes la confianza necesaria para hacerlo? ¿Estaban presionados por los dirigentes soviéticos y de Europa del Este? ¿Creían realmente que la estructura social yemení era idéntica al feudalismo que se podía encontrar en Europa en siglos anteriores?
Las luchas de 1968-69 y 1978 tenían una base ideológica clara y representaban visiones muy diferentes de las políticas necesarias para lograr un desarrollo equitativo para los ciudadanos de la RDPD. Sin embargo, este no era el caso en 1986. Ali Nasir no había manifestado ninguna posición ideológica definida e identificable, y era descrito comúnmente como un «pragmático» que no se alineaba ni con la URSS ni con la visión más populista o «maoísta». Su principal objetivo era conservar el poder. La lucha de 1986 dejó a la RDPY totalmente desorganizada, carente de cohesión y de un liderazgo fuerte, a la vez que desacreditada entre la población.
Pasado y futuro de Yemen
Hoy en día, los más jóvenes confían en los recuerdos (poco fiables y sesgados) de sus padres e incluso de sus abuelos. La gente percibe ahora a la RDPY de forma muy positiva o muy negativa, dependiendo de sus ideas preconcebidas. No se habla mucho de la política de la época, a pesar de que algunas de las muchas facciones hostiles entre sí del movimiento separatista del sur son descendientes directas de las tendencias de la RDPY. De hecho, algunas implican a los mismos individuos que participaron en algunos de los conflictos anteriores, en particular el de 1986.
Ciertamente, algunos de los actuales partidarios del separatismo del sur reclaman la restauración de los servicios sociales al nivel que proporcionaba la RDPY, antes de que fueran sustituidos por enfoques oficiales o extraoficiales de prestación por parte del sector privado tras la unificación. La restauración de un Estado que proporcione servicios médicos y educativos gratuitos, sin corrupción y con pleno empleo, es sin duda una ambición generalizada entre los yemeníes, tanto si viven en la zona de la antigua RDPY como en otras partes del país.
Sin embargo, en una época en la que domina el neoliberalismo, con una corrupción tanto política como financiera tan extendida por todo el planeta, es poco probable que estos sueños se hagan realidad. Además, quienes buscan la justicia social y la equidad también deben luchar contra un mayor deterioro medioambiental y, en particular, por una mejor gestión del agua, si no queremos que los yemeníes se conviertan en emigrantes medioambientales forzosos.
La actual generación de líderes separatistas del sur de Yemen no ha manifestado preocupación alguna por ninguna de estas cuestiones urgentes. Tampoco han mostrado la voluntad de desarrollar un sistema político que permita a su población vivir con equidad y justicia, en una democracia que proporcione derechos políticos, sociales y económicos para todos.
El experimento socialista de Yemen fue un hito político árabe – Jacobin Revista (jacobinlat.com)