RAMÓN Y CAJAL: EL PREMIO NOBEL ESPAÑOL QUE NO QUISIERON ENSEÑARNOS EN LA ESCUELA

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¿Qué oscuros secretos guardó el «establishment» sobre uno de los científicos más brillantes y lúcidos que ha tenido la historia de España?

¿Qué misteriosos secretos escondía la figura de Santiago Ramón y Cajal, el laureado científico español que, a pesar de su reconocimiento mundial, fue deliberadamente ignorado en su tierra natal? ¿Qué conexiones tenían sus revolucionarias teorías científicas con sus audaces ideas políticas y sociales? En este artículo, nos sumergiremos en la vida y obra de Cajal para descubrir el impacto real de este ilustre pensador en la historia de España y del mundo.

POR MANUEL MEDINA (*) PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

     En las páginas de la historia científica de España hay nombres que resplandecen con una luz especial. Uno de ellos fue Santiago Ramón y Cajal, un eminente sabio que no solo dejó un legado en el campo de la histología, sino que también se sumergió en las profundidades del pensamiento filosófico, político y social de su época. En este artículo te invitamos a conocer más sobre este ilustre personaje y su multifacética obra.

    Cajal nació el 1 de mayo de 1852 en Petilla de Aragón, un pequeñísimo pueblo en Navarra. Hijo de un modesto cirujano provinciano, de voluntad y talento, compartió, siendo niño, las vicisitudes de la gente trabajadora que vivía en su medio. A lo largo de su vida vio en ellos no solamente a los explotados sino también a los creadores de los bienes materiales.

COMPROMISO CON EL PUEBLO

    Desde sus primeros años, Cajal mostró una profunda identificación con la causa de su pueblo. Su juventud estuvo marcada por un deseo de alcanzar objetivos nobles y patrióticos. Durante el año 1898, el año crucial de la perdida de la última colonia española en América, se destacó como crítico en la prensa, defendiendo ideales sociales progresistas y luchando contra el régimen monárquico-feudal de la dinastía de los  Borbones, secularmente establecido en España.

       Durante ese tiempo las concepciones de Cajal se asemejan a la de los representantes de la llamada «generación del 98”.  Pero, a diferencia de ellos, sus ideas sociológicas y filosóficas son más radicales que las de casi todos sus intelectuales coetáneos, desplazándose paulatinamente hacia posiciones ideológicas propias de los demócratas más avanzados de su época. Mención especial, por su actualidad, merecen los juicios de Santiago Cajal sobre el verdadero origen de las guerras, expuestos en artículos escritos en 1915, con motivo de la primera conflagración mundial.

CAJAL: UN CIENTÍFICO MATERIALISTA

    Cajal recibió el Premio Nobel de Fisiología   en 1906. Compartió el premio con Camillo Golgi «en reconocimiento a su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso».

    La razón principal por la que recibió el premio fue por sus descubrimientos revolucionarios sobre la estructura y organización de las neuronas en el sistema nervioso. Utilizando técnicas de tinción (1) mejoradas, Cajal pudo demostrar que el sistema nervioso está compuesto por células individuales (neuronas) que se comunican entre sí a través de conexiones llamadas sinapsis.

    Esta teoría, conocida como la «Teoría Neuronal», contradecía la creencia prevaleciente de que el sistema nervioso era una red continua de fibras. La teoría de Cajal sentó las bases para la neurociencia moderna y cambió fundamentalmente nuestra comprensión del cerebro y su funcionamiento.

      A lo largo de su trayectoria como investigador científico mantuvo que solo la materia existe y que todo fenómeno puede explicarse a través de las leyes naturales. Rechazó, pues, todas aquellas explicaciones metafísicas o sobrenaturales que pretendían explicar los fenómenos de la naturaleza a través de creencias o especulaciones carentes de fundamento, un método nada usual, por cierto, entre los escasos hombres de ciencia de la España de su época.  La formulación de sus explicaciones siempre estuvieron basadas en la evidencia empírica, y no en creencias o especulaciones sin fundamento.

     El materialismo científico está basado en la idea de que el conocimiento se adquiere a través de la observación y la experimentación. Cajal, en su trabajo en histología y neurociencia, se basó en la observación meticulosa de tejidos y células bajo el microscopio. Su descubrimiento de la «Teoría Neuronal», que postula que las neuronas son células individuales y no una red continua como se creía hasta entonces, es un ejemplo de cómo utilizó la observación directa para llegar a esas conclusiones científicas.

     Cajal consideraba que la conciencia y las funciones mentales eran la expresión de procesos biológicos y electroquímicos en el cerebro. Esta perspectiva está en línea con el materialismo científico, que ve la mente y la conciencia como productos de la actividad cerebral.

     Santiago Ramón y Cajal, a través de su enfoque empírico en la investigación, rechazó todas aquellas   explicaciones que no se basaran en la evidencia. Y su interés en las ideas materialistas en sociología y política se alineó en gran medida con los principios del materialismo científico.

CAJAL Y EL MARXISMO

     En los últimos años de su vida, que coincidieron con la bancarrota de la Monarquía de los Borbones y el establecimiento de la II República española, Cajal comenzó a explorar el marxismo. Aunque no llegó a comprender completamente su sistema y finalidad, su interés por esta corriente de pensamiento y acción política refleja su constante búsqueda de la verdad científica y su compromiso con la renovación y el progreso.

     En su trabajo como investigador no solo se centró en la investigación básica, sino que también vio la importancia de aplicar el conocimiento científico para el beneficio de la sociedad. Esta visión pragmática está, igualmente, en sintonía con el materialismo científico, que busca comprender el mundo para poder intervenir en él de manera efectiva.

      Estuvo influenciado por ideas sociológicas tanto nacionales como extranjeras. Estas ideas, especialmente las relacionadas con el materialismo histórico – una extensión del materialismo científico al estudio de la sociedad-, podrían haber influido en su comprensión de la sociedad y la ciencia en un contexto más amplio.

     Cajal señaló las contradicciones interestatales intrínsecas en la sociedad antagonista como principal generador de conflictos bélicos. Aunque no realizó un análisis riguroso desde una perspectiva marxista, su enfoque en las contradicciones sociales refleja una influencia del materialismo histórico.

     Cajal también expresó su crítica hacia la ideología y la dictadura fascistas establecidas en países como Alemania e Italia. Esta postura estuvo en sintonía con la crítica marxista al fascismo como una forma extrema de dominación burguesa.

UN GENIO DELIBERADAMENTE NO RECONOCIDO 

      Basándonos en el conocimiento previo y en el contexto histórico, podemos señalar algunas razones por las que, sin embargo, Santiago Ramón y Cajal no fue reconocido en España, en la medida de sus méritos científicos.

     En la época de Cajal, España carecía de la infraestructura científica y de investigación que tenían otros países europeos. La ciencia era contemplada como algo ajeno a los intereses del país o, incluso, como un elemento hostil al mismo. El dominio de la Iglesia en los ámbitos de la Academia y otros espacios culturales limitó la difusión y el reconocimiento de sus descubrimientos en su tierra natal.

    Durante la mayor parte de la vida de Cajal, España estuvo dominada por visiones fuertemente tradicionalistas y conservadoras que, en absoluto, valoraban adecuadamente los avances científicos y el pensamiento crítico. Aunque Cajal recibió el Premio Nobel y fue reconocido internacionalmente, esto no se tradujo en un reconocimiento equivalente en su propio país.  En la España del «que inventen ellos» unamuniano, que arrastraba todavía consigo vestigios medievales y que, a diferencia de Europa, apenas se había aventurado a iniciar la Revolución Industrial, el salto gigantesco que significaban los descubrimientos de Cajal y el correspondiente reconocimiento internacional, resultaban difícilmente digeribles para una sociedad como aquella. Recuérdese que en la España de entonces, autores esperpénticos, como Marcelino Menéndez Pelayo, eran considerados en el ámbito de la Academia como una referencia intelectual insoslayable.

     Pero sucedía, además, que Cajal no solo era un eminente científico, sino que, además, había contraído un compromiso intelectual, social y político. Sus posiciones críticas en relación con la España de su tiempo fueron vistas con rechazo durante los casi 40 años que duró la dictadura franquista.  El Régimen no pudo evitar, sin embargo, que debido a la notoriedad del Premio Nobel recibido, fuera públicamente conocido,  como había  logrado hacer con otros intelectuales republicanos, después de la Guerra Civil.  

     Pero lo que sí hizo el franquismo, en cambio, fue proceder a borrar de manera implacable del conocimiento colectivo, el significado de la metodología científica de Cajal, o las posiciones políticas este mantuvo en relación con los problemas sociales urgentes que acuciaban a la sociedad española.  Una vez desaparecida la dictadura, ese mismo desconocimiento, bien fuera por inercia o por puro desconocimiento, se ha mantenido durante décadas, hasta llegar a nuestros días.

(*) Manuel Medina es profesor de Historia

https://canarias-semanal.org/art/34955/ramon-y-cajal-el-premio-nobel-espanol-que-no-quisieron-ensenarnos-en-la-escuela

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