UN CONGRESO Y UNA OPORTUNIDAD EN LENINGRADO
Dedicado a Asdrubal Domínguez compañero en la Delegación de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) al Congreso de la Unión Internacional de Estudiantes (UIE) de Leningrado
Las grandes y profundas diferencias que estremecían a toda la sociedad dominicana tenían siempre un claro reflejo en el desenvolvimiento universitario. Así, cuando el 3 de abril de 1962 la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) realizó una manifestación de masas reclamando que se hiciera justicia con los asesinos del régimen de Trujillo y reclamando el cumplimiento de reformas democráticas mínimas, el Consejo de Estado contestó dos días después con un comunicado de prensa acusando al gremio estudiantil de haber “sufrido un cambio en los fines que movieron su creación” y concluyendo que, en ese momento, se hallaba en un franco entendimiento con el comunismo criollo e internacional”.
Sin embargo, a pesar de esas veladas amenazas muy características de la guerra fría, el movimiento estudiantil no pretendía descuidar las relaciones internacionales y concentrarse únicamente en el quehacer dominicano y universitario.
En tal sentido, a mediados del año 1962 la FED decidió participar en VII Congreso de la Unión Internacional de Estudiantes (UIE) a celebrarse en agosto de ese año en la ciudad de Leningrado antigua Unión Soviética (hoy San Petesburgo) en la actual Rusia.
El Comité Ejecutivo de la FED eligió a Asdrubal Domínguez, que era miembro del PSP, y a mí del MPD, para representar a la organización estudiantil en ese evento. La República Dominicana había permanecido en un profundo aislamiento durante los treinta y años de la dictadura, y especialmente aislada de los países socialistas, lo que motivó que el Comité de la FED y, particularmente el MPD, se interesaran en participar en esa reunión que además de realizarse en un país del campo socialista, reuniría en un mismo lugar a delegaciones estudiantiles (y de hecho, políticas) de todos los países del mundo. En verdad era muy difícil viajar a un país del campo socialista, pues quien lo intentaba, se enfrentaba a un bloqueo muy difícil de evadir.
Así, después de un largo y complicado viaje (Kingston, Curazao, Caracas, Paramaribo, Lisboa, Amsterdam, Praga, Moscú) finalmente llegamos a Leningrado. Esta ciudad, antigua capital del imperio de los Zares rusos era una impresionante metrópolis que aún conservaba todo su antiguo esplendor. Cruzada por el rio Neva (o Nievski) y llena de bellísimos palacios y jardines, fue el centro de la revolución bolchevique y lugar desde el cual Lenin proclamó su célebre consigna de “Todo el Poder a los Soviets!”
En 1917 la ciudad se convirtió en cuna de la revolución que terminó con el reinado de los Zares, y allí estableció Lenin su capital hasta marzo de 1918, siendo trasladada una vez más a Moscú. En 1924, luego de la muerte de Lenin, la ciudad fue bautizada como Leningrado y, es con este nombre que yo la visité en 1962.
Durante la segunda guerra mundial los alemanes lanzaron feroces ataques sobre la urbe, sin poder tomarla. Solo allí, murió un millón de rusos, de tres millones que tenía la ciudad.
Los trabajos de aquel Congreso, que habían comenzado en los primeros días de agosto, concluyeron con numerosas resoluciones sobre todos los problemas de trascendencia mundial, y con la elección del nuevo Comité Ejecutivo de la UIE, el día 27 de agosto de 1962.
Aunque este Congreso, en cuanto a sus resoluciones, no produjo nada de importancia trascendental para el movimiento estudiantil mundial, para el movimiento estudiantil dominicano y para el MPD sí tuvo importancia pues pudimos asomarnos al mundo exterior por primera vez en más de tres décadas e intercambiar nuestras experiencias con los movimientos estudiantiles de la mayoría de los países del mundo y aprender nosotros de los grandes problemas que se debatían en la humanidad en aquellos momentos.
Además, como el MPD había permanecido aislado y encerrado en los límites de nuestro país en lo relativo al debate de los problemas ideológicos que sacudían al mundo, este Congreso nos había permitido ponernos en contacto directo con el movimiento estudiantil de la República Popular China. Aunque el MPD apoyaba claramente las posiciones de la Revolución China en su enfrentamiento con el Partido Comunista de la Unión Soviética, nosotros, sin embargo, nos enterábamos de las posiciones del PCCh a través de la prensa internacional. No sucedía lo mismo con el PSP dominicano que, desde la época de su exilio antitrujillista, mantenía estrechas relaciones con el partido dirigente de la Unión Soviética. Ahora el MPD establecería vínculos con algún sector de la República Popular China por primera vez. Aunque el MPD apoyó siempre a China en sus contradicciones ideológicas con la Unión Soviética, en el plano interno fuimos siempre profundamente nacionalistas y trazábamos nuestras propias tácticas y estrategias.
El VII Congreso de la UIE sería importante también porque como fuerza política podríamos conocer los mecanismos de organización de ese evento y ello nos facilitaría la preparación a mediano plazo del Primer Congreso del MPD.
En mi doble condición de dirigente estudiantil y de Secretario de relaciones internacionales del MPD, me acerqué a la delegación estudiantil china, que estaba encabezada por Li Chi-tao, dirigente de la gigantesca confederación de estudiantes chinos y miembro del PCCh y, en tal calidad, le pedí que fuera vínculo inicial entre el MPD y su partido. Le entregué nuestras publicaciones políticas y las muestras de nuestro firme apoyo a China en sus contradicciones ideológicas con el Partido Comunista de la Unión Soviética PCUSS y asimismo le expresé el deseo del MPD de enviar una delegación a China en un futuro no muy lejano. Como encargado de las relaciones internacionales del MPD en aquel momento, yo debería aprovechar al máximo este primer contacto que pocos años más tarde me llevaría, en julio de 1964, a ser recibido personalmente por el Presidente Mao Tse-tung y por otros dirigentes del Partido Comunista de China.
En algún momento del Congreso la delegación estudiantil china me pidió un favor: que yo hiciera el papel algo improvisado de corrector de estilo de sus documentos traducidos al español para ser repartidos en el Congreso. “Resulta muy difícil para nosotros traducir del chino al español y hacer que resulte agradable y bien comprensible”, me dijeron, y así lo hice pues, en aquella época, China no disponía como ahora de numerosos intérpretes y traductores del chino al español.
Después de nuestra participación en el Congreso, regresamos al país Asdrúbal y yo sin mayores contratiempos y a proseguir sin descanso nuestras luchas políticas y estudiantiles.
CONTINUARA…