¡ABAJO EL TERRUQUEO CONTRA LA PROTESTA POPULAR!
Frente a las nuevas jornadas de lucha que el pueblo se prepara en desplegar contra el capitalismo neoliberal y el gobierno genocida de Dina Boluarte, las clases dominantes arremeten con sus campañas mediáticas para frenarlas.
Hoy, como ayer, como hace ya tres décadas, construyen discursos mediáticos terruqueadores, movilizan periodistas serviles y publican un relato que conlleva a ligar la palabra “terrorismo” con las justas luchas de nuestro pueblo.
Como usualmente se dice, en política no hay casualidades. Hace un mes sale una entrevista a los denominados Quispe Palomino y hace unas semanas, en un operativo policial, cae uno de sus seguidores. Para luego, darle espacio al experto terruqueador General Arriola para que plantee que detrás de las protestas populares, están grupos “extremistas” que azuzan a la población y que han participado en el ciclo de protestas a finales del 2022 y que ahora se están preparando para nuevas jornadas. Y nuevamente, menciona la participación de nuestra organización como “infiltrados” en las protestas. De igual forma, lo indica el señor Nicolas Lucar (en su programa emitido el 08 de mayo), que se esmera en decir que las acciones de protesta del 2022 fueron acciones militares comandadas por remanentes de Sendero Luminoso.
Si tanto es su preocupación por los hechos que ocurren en el Vraem, la pregunta se cae de madura: ¿Qué ha hecho la DIRCOTE en estos 30 años? ¿Dónde esta su trabajo de inteligencia? ¿o su presupuesto y personal solo se despliega eficazmente cuando se trata de perseguir a sectores de izquierda y organizaciones populares? La DIRCOTE es una institución reaccionaria, nefasta y antipopular que debe ser desactivada pues solo ha servido para terruquear, perseguir, criminalizar y legitimar el genocidio contra el pueblo.
Es preciso denunciar estos hechos ahora, porque así es como se va tejiendo, otra vez, las campañas de terruqueo y se pretende sofrenar la indignación popular. Lo cierto y real es que nuestro país esta sumida en una profunda crisis cuyos causantes son la corrupta gran burguesía peruana y cuya causa, no solo es la aplicación de su fracasado neoliberalismo, sino la de mantener un sistema explotador y un Estado putrefacto, donde jamás se han preocupado en darle las mínimas condiciones de desarrollo al pueblo peruano. Ruines y corruptos, genocidas y masacradores, cínicos de profesión, la gran burguesía peruana ha granjeado sus ingentes ganancias no solo a costa de la pobreza del pueblo sino a punta de fuego y balas para reprimir sus luchas. Y todo ello, nuevamente pretenden silenciarlo a costa de decir que tras las protestas esta el denominado “terrorismo”.
Basta de escenificar riesgos “terroristas”, para justificar la aplicación de una política genocida del Estado peruano.
