MAO ZEDONG
SOBRE LA NUEVA DEMOCRACIA
Enero de 1939

VIII. REFUTACIÓN DE LA PALABRERÍA DE «IZQUIERDA»
Siendo impracticable el camino capitalista de la dictadura
burguesa, ¿es posible entonces el camino socialista de la dictadura
del proletariado?
No, tampoco es posible.
No cabe duda de que la actual revolución, que es la primera
etapa, se desarrollará hasta llegar al socialismo, que es la segunda.
Sólo con el socialismo conocerá China la verdadera felicidad. Pero
todavía no es el momento de realizar el socialismo. Luchar contra el
imperialismo y el feudalismo es la actual tarea de la revolución
china, y mientras no se la haya cumplido, no se puede hablar de
socialismo. La revolución china pasará forzosamente por dos etapas
: primero, la de la nueva democracia, y luego, la del socialismo.
Además, la primera llevará bastante tiempo, no puede consumarse
de la noche a la mañana. No somos utopistas y no podemos
apartarnos de las condiciones reales que enfrentamos.
Ciertos propagandistas malintencionados, confundiendo
deliberadamente estas dos etapas distintas de la revolución,
predican la llamada «teoría de una sola revolución» con la intención
de demostrar que todas las etapas de la revolución están contenidas
en los ‘Tres Principios del Pueblo y que, por consiguiente, el
comunismo no tiene razón de ser. Valiéndose de esta «teoría», se
oponen frenéticamente al comunismo y al Partido Comunista, al
VIII Ejército y al Nuevo 4.° Cuerpo de Ejército y a la Región
Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia. Su propósito es suprimir lisa y
llanamente toda revolución, oponerse a una revolución
democrático-burguesa cabal y a una resistencia consecuente al
Japón, y preparar la opinión pública para la capitulación ante el
invasor. Todo esto ha sido planeado por el imperialismo japonés.
En efecto, después de haber ocupado Wuján, éste se ha dado cuenta
de que no le basta la fuerza militar para subyugar a China, y por ello
ha recurrido a una ofensiva política y a señuelos económicos. Su
ofensiva política consiste en seducir a los elementos vacilantes
dentro del frente antijaponés, dividir el frente único y socavar la
cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista. Los
señuelos económicos son las llamadas «empresas mixtas». En el
Centro y el Sur de China, los invasores japoneses permiten a los
capitalistas chinos aportar el 51 por ciento del capital de tales
empresas, completando el capital japonés el 49 por ciento restante;
en el Norte de China, lesNpermiten el 49 por ciento, mientras que el capital japonés pone el 51
por ciento restante. Han prometido, además, devolver a los
capitalistas chinos sus antiguos bienes en forma de acciones de
capital. Algunos capitalistas sin conciencia olvidan todos los
principios morales ante la perspectiva de ganancias, y arden en
deseos de hacer la prueba. Un sector de ellos, representado por
Wang Ching-wei, ya ha capitulado. Otro sector, oculto en el seno
del frente antijaponés, también desea pasarse al otro lado. Sin
embargo, con la zozobra del ladrón, temen que los comunistas les
cierren el paso y, sobre todo, que la gente sencilla los estigmatice
como colaboracionistas. Entonces, se han reunido y han decidido,
como primera medida, preparar el terreno en los círculos culturales
y a través de la prensa. Una vez decidida su política, no han tardado
en contratar algunos «traficantes en metafísica»
más unos cuantos trotskistas, que, pluma en ristre, alborotan y alancean a diestro y
siniestro. De aquí todo el repertorio: «teoría de una sola
revolución», «el comunismo es extraño a la índole nacional de
China», «el Partido Comunista no tiene razón de ser en China», «el
VIII Ejército y el Nuevo 4.° Cuerpo de Ejército sabotean la
Resistencia contra el Japón y se mueven sin combatir», «la Región
Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia es un régimen separatista
feudal», «el Partido Comunista es desobediente, disociador,
intrigante y perturbador»; todo esto con el fin de engañar a quienes
no saben lo que está pasando en el mundo y suministrar a los
capitalistas buenos argumentos para que, en el momento oportuno,
puedan embolsarse su 49 ó 51 por ciento y vender al enemigo los
intereses de toda la nación. Esto se llama dorar la píldora ; es la
preparación ideológica, o preparación de la opinión pública, antes
de capitular. Estos caballeros, que con fingida seriedad propugnan
la «teoría de una sola revolución» para oponerse al comunismo y al
Partido Comunista, no persiguen más que su 49 ó 51 por ciento.
¡Cómo se habrán devanado los sesos! La «teoría de una sola
revolución» es simplemente la teoría de no hacer la revolución; éste
es el quid del asunto.
Pero hay otros que, al parecer sin mala fe, se han dejado
embaucar por la «teoría de una sola revolución» y por la idea
puramente subjetiva de «hacer de un solo golpe la revolución
política y la revolución social» ; no comprenden que la revolución
se divide en etapas, que sólo se puede pasar a la segunda etapa
luego de cumplida la primera y que es imposible hacerlo todo «de
un solo golpe”. Su punto de vista es igualmente muy dañino, porque
confunde las etapas de la revolución y debilita los esfuerzos
dirigidos a la tarea presente.
Sería correcto y conforme a la teoría marxista del desarrollo de la
revolución decir que, de las dos etapas de la revolución, la primera
proporciona las condiciones para la segunda y que las dos deben ser
consecutivas, sin que sea permisible intercalar una etapa de
dictadura burguesa. Sin embargo, es utópico e inaceptable para los
verdaderos revolucionarios afirmar que 1a revolución democrática
no tiene sus tareas específicas ni un período determinado, sino que
simultáneamente con sus tareas se puede cumplir tareas realizables
sólo en otro período, por ejemplo las tareas socialistas, hacerlo todo,
como ellos dicen, «de un solo golpe».
IX. REFUTACIÓN A LOS RECALCITRANTES
En esto, los recalcitrantes de la burguesía saltan diciendo:
Bueno, ya que ustedes, los comunistas, dejan el sistema socialista
para una etapa posterior, y declaran que «siendo los Tres Principios
del Pueblo [. . .] lo que China necesita hoy, nuestro Partido está
dispuesto a luchar por su completa realización»10, entonces,
¡archiven su comunismo por el momento! Este argumento, bajo el
lema de «doctrina única», se ha convertido en una Febril batahola,
cuya esencia es el despotismo burgués de los recalcitrantes. Sin
embargo, por cortesía, podríamos llamarlo simplemente crasa
ignorancia.
El comunismo es la ideología completa del proletariado y, a la
vez, un nuevo sistema social. Esta ideología y este sistema social
difieren de todos los demás, y son los más completos, progresistas,
revolucionarios y racionales que haya conocido la historia humana.
La ideología y el sistema social feudales ya pasaron al museo de la
historia. La ideología y el sistema social capitalistas se han
convertido en piezas de musco en una parte del mundo (la Unión
Soviética), mientras que en los demás países se asemejan al
«moribundo que se extingue como el sol tras las colinas de
Occidente», y pronto serán también relegados al museo. Sólo la
ideología y el sistema social comunistas, llenos de juventud y
vitalidad, se extienden por todo el mundo con el ímpetu del alud y
la Fuerza del rayo. Desde que el comunismo científico se introdujo
en China, nuevos horizontes se han abierto ante la gente y también
ha cambiado la fisonomía de la revolución china. Sin el comunismo
como guía, la revolución democrática de China jamás podría
triunfar, para no hablar de la etapa siguiente. Esta es la razón
por la cual los recalcitrantes de la burguesía exigen con tal griterío
que «se archive» el comunismo. En realidad, no se puede «archivar»
porque en tal caso China sería subyugada. Hoy, la salvación del
mundo depende del comunismo, y China no constituye una
excepción.
Es del dominio público que el Partido Comunista tiene, respecto
al sistema social que propugna, un programa para el presente y otro
para el futuro, o sea, un programa mínimo y uno máximo. Para el
presente, la nueva democracia, y para el futuro, el socialismo : éstas
son dos partes de un todo orgánico, guiadas por una y la misma
ideología comunista. ¿No son el colmo del absurdo los furiosos
gritos de que «se archive» el comunismo en razón de que el
programa mínimo del Partido Comunista coincide en lo
fundamental con los postulados políticos de los Tres Principios del
Pueblo? Precisamente esta coincidencia fundamental nos hace
posible a los comunistas reconocer que «los Tres Principios del
Pueblo constituyen la base política del frente único nacional
antijapones» y declarar que «siendo los Tres Principios del Pueblo (.. .] lo que China necesita hoy,
nuestro Partido está dispuesto a luchar por su completa realización»; de otro modo, no podríamos
hacerlo. Aquí se trata de un frente único entre el comunismo y los
Tres Principios del Pueblo en la etapa de la revolución democrática,
el tipo de frente único en que pensaba el Dr. Sun Yat-sen al decir:
«El comunismo es el buen amigo de los Tres Principios del
Pueblo.»11 Rechazar el comunismo es, en realidad, rechazar el
frente único. Los recalcitrantes han urdido sus argumentos absurdos
para rechazar el comunismo justamente porque quieren hacer valer
su doctrina de un solo partido y rechazar el frente único.
Por su parte, la teoría de la «doctrina única» es asimismo un
absurdo. Mientras existan clases, habrá tantas doctrinas como clases
haya, e incluso distintos grupos de una misma clase tienen sus
respectivas doctrinas. Puesto que la clase feudal tiene el feudalismo;
la burguesía, el capitalismo; los budistas, el budismo; los cristianos,
el cristianismo, y los campesinos, el politeísmo, y que, en los
últimos años, alguna gente ha abogado también por el kemalismo, el
fascismo, el vitalismo12 y la «doctrina de la distribución según el
trabajo»13, ¿por qué el proletariado no puede tener el comunismo?
Puesto que hay innumerables «ismos», ¿por qué a la sola vista del
comunismo se alza el grito de «¡archívenlo!”? Francamente, no se lo
puede «archivar». Más vale que hagamos una competencia. Si el
comunismo pierde, los comunistas reconoceremos de buen talante
la derrota. Pero, si no, «archiven» cuanto antes su paparrucha de «doctrina única», contraria
al Principio de la Democracia.
Para evitar equívocos y abrir los ojos a los recalcitrantes, se hace
necesario dejar en claro las diferencias y los puntos comunes entre
los Tres Principios del Pueblo y el comunismo.
La comparación de las dos doctrinas revela analogías y
diferencias.
Primero, las analogías. Estas se encuentran entre los programas
políticos básicos de ambas doctrinas para la etapa de la revolución
democrático-burguesa en China. Los tres postulados políticos
revolucionarios: Nacionalismo, Democracia y Vida del Pueblo,
según la nueva interpretación que dio Sun Yat-sen en 1924 a los
Tres Principios del Pueblo, son en lo fundamental análogos al
programa político del comunismo para la etapa de la revolución
democrática de China. Gracias a estos puntos comunes y a la puesta
en práctica de los Tres Principios del Pueblo, nació el frente único
entre las dos doctrinas entre los dos partidos. Es erróneo pasar por
alto este aspecto.
Segundo, las diferencias. 1) Diferencia parcial entre los dos
programas para la etapa de la revolución democrática. El programa
político del comunismo para todo el curso de la revolución
democrática incluye la implantación definitiva del Poder popular, la
jornada de ocho horas y una revolución agraria cabal, pero no así
los Tres Principios del Pueblo. A menos que esto se añada a los
Tres Principios del Pueblo y haya disposición a ponerlo en práctica,
ambos programas democráticos serán análogos sólo en lo
Fundamental, y no totalmente. 2) diferencia entre incluir y no
incluir la etapa de la revolución socialista. El comunismo prevé,
además de la etapa de la revolución democrática, la etapa de la
revolución socialista y, por consiguiente, no sólo tiene un programa
mínimo, sino también un programa máximo, es decir, el programa
para el establecimiento del socialismo y del comunismo. Los Tres
Principios del Pueblo prevén solamente la etapa de la revolución
democrática y no la de la revolución socialista, y, por ende,
contienen sólo un programa mínimo y no un programa máximo, es
decir, no tienen un programa para el establecimiento del socialismo
y del comunismo. 3) Diferencia en la concepción del mundo. La
concepción comunista del mundo es el materialismo dialéctico y el
materialismo histórico, mientras que la de los Tres Principios del
Pueblo es la que explica la historia en términos de la vida del
pueblo, que en esencia es dualismo o idealismo; estas dos
concepciones del mundo son opuestas entre sí. 4) Diferencia en
cuanto a la consecuencia revolucionaria. Los comunistas hacen
concordar teoría y práctica, esto es, tienen consecuencia revolucionaria. Entre los partidarios de los
Tres Principios del Pueblo, excepto los más leales a la revolución y
a la verdad, no existe unidad de la teoría con la práctica, sino
contradicción entre lo que dicen y lo que hacen, o sea, no tienen
consecuencia revolucionaria. ‘Tales son las diferencias entre las dos
doctrinas, diferencias que distinguen a los comunistas de los
partidarios de los Tres Principios del Pueblo. Indudablemente, es
muy erróneo pasar por alto estas diferencias, ver solamente la
unidad y no la contradicción. Una vez comprendido todo esto,
queda claro por qué los recalcitrantes de la burguesía exigen que «se
archive» el comunismo: o por despotismo burgués, o por crasa
ignorancia.
ESCRITOS MAO ZEDONG
CONTINUARÁ…