Lava Jato
Exclusivo
La ruta dominicana
Los sinuosos caminos del caso Lava Jato a través del Perú
Por Gustavo Gorriti y Romina Mella.-
Han pasado tantas cosas en Perú en estas semanas intensas que volver a la investigación del caso Lava Jato exige una comprimida recapitulación.
Toda investigación – veamos eso primero – es el proceso en el que se avanza desde el desconocimiento hacia lo que se quiere o necesita conocer y que culmina cuando se consigue discernirlo.
La investigación del caso Lava Jato se inició en Brasil hace menos de dos años y descubrió hasta ahora una inmensa y muy compleja trama de corrupción que involucra a gran parte de las elites dirigentes empresariales, políticas y administrativas de esa nación. Es el caso más grande de corrupción en la historia de ese país y, probablemente, de Latinoamérica.
La intensa y muy competente investigación policial, fiscal y judicial en Brasil ya ha descubierto mucho. Muchísimo. Gran parte de los corruptos ha confesado y muchos corruptores también. Otros aguardan el turno para hacerlo.
Simplificando en lo posible lo descubierto, ello es haber sacado a la luz el método mediante el cual un cartel de las principales empresas brasileñas, sobre todo del sector construcción, logró contratos preferentes y sobrevalorados del Estado y de empresas públicas como Petrobras, por montos que suman miles de millones de dólares.
Para conseguirlos sobornaron sistemáticamente a los altos ejecutivos de las empresas públicas, a los funcionarios del Estado con poder de decisión, a senadores, diputados, ministros, consejeros presidenciales, dirigentes de partidos políticos, entre otros.
Las grandes empresas recuperaron con creces el valor de los sobornos al ganar sin competencia real los contratos e inflarlos después con sobrecostos desmesurados, que fueron casi invariablemente aceptados por los funcionarios venales que ya habían sido comprados.
Todo eso ya se ha investigado, y ahora solo falta proseguir la revelación detallada de esa épica de latrocinio. El robo gigantesco ya no se discute, sino cuánto, cuándo, cómo y con quiénes más aparte de los ya conocidos.
El juez Sergio Moro planea concluir el caso a fines de 2016.
En Brasil.
Pero el caso Lava Jato tiene una dimensión internacional que Moro y los fiscales anti-corrupción de Curitiba no han desarrollado.
Las mismas empresas hoy acusadas, cuyos principales ejecutivos están presos –Odebrecht, Andrade Gutierrez, Camargo Correa, OAS, entre otras – salieron también hace años a conquistar otros mercados, sobre todo en Latinoamérica y África. Su iniciativa fue activamente apoyada por su gobierno, la banca de fomento empresarial y, en forma especial, por el ex-presidente Lula.
Aquí en el Perú, esas empresas – sobre todo la mayor y líder entre ellas: Odebrecht – ganaron fácilmente contratos millonarios y lograron luego inflarlos, duplicando o triplicando su valor original, con la aquiescencia casi invariable de las autoridades encargadas de representar al Estado. Lo mismo sucedió en otros países de Latinoamérica.
El esquema fue virtualmente calcado del de Brasil.
Pero en Brasil ya se sabe cómo fueron los pagos de sobornos, qué porcentaje del presupuesto inicial se destinó a pagarlos, qué porcentaje de los sobrecostos, y cómo se hizo.
Aquí, en Perú, se deducía que hubo cutra, que se pagó coimas, pero no cuánto, cómo ni a quién.
Desde fines de abril y durante el mes de mayo, IDL-Reporteros logró un avance cualitativo en la investigación.
Esta publicación descubrió cómo dos offshores ya identificadas en Brasil como conducto para el pago de sobornos: Constructora Internacional del Sur y Klienfeld Services LTD, habían girado dinero a un conjunto de compañías peruanas (u offshores) que fue luego movido entre esas compañías en la típica forma que sugiere (o revela) lavado de dinero.
La compañía más importante dentro de ese esquema – Constructora Área – estaba controlada por dos personas: Gonzalo Monteverde y María Isabel Carmona Bernasconi.
Las otras también.
Pero esas compañías no solo recibieron dinero de Constructora Internacional del Sur y de Klienfeld Services LTD sino también de Odebrecht y del Consorcio IIRSA Norte, que controlaba Odebrecht. (Ver: Los pagos oscuros)
Todo ello sucedió el año 2007, cuando se iniciaron las obras de construcción de la carretera IIRSA Norte. Y a partir de ese año se inició también un proceso de sobrecostos que llevó a que la obra de IIRSA Norte terminara costando un 98% más del precio contratado.
En 2007, los pagos de Odebrecht, IIRSA Norte, Klienfeld Services LTD y Constructora Internacional del Sur a las empresas controladas por Monteverde y Carmona Bernasconi ascendieron a 11 millones 733 mil 332 dólares. El 60% de ese dinero: 6 millones 948 mil 513 dólares fue girado a una compañía panameña que figura en los Panama Papers: Balmer Holding Assets.
Balmer había sido inscrita el 3 de enero de 2007 por Mossack Fonseca, con inusual misterio. Su dueño real se identificaba solo a través de las acciones al portador. Esta compañía abrió una cuenta en un banco brasileño “de segundo piso”, el Trend Bank LTD de Brasil, con cuenta abierta en el First Caribbean International Bank, de Barbados.
A esa cuenta se dirigieron los 6 millones 948 mil 513 dólares provenientes de Odebrecht, el consorcio IIRSA Norte, Constructora Internacional del Sur y Klienfeld Services LTD durante 2007, después de saltar por varias compañías de Monteverde y Carmona Bernasconi.
El 2009, el anónimo dueño de Balmer envió instrucciones a Mossack Fonseca para que “destruyan la correspondencia que se recibe”. El notorio bufete de abogados y fábrica de offshores repuso que “la correspondencia recibida será destruida”. (Ver: Lavados que ensucian)
Dado que los paralelos de procedimiento con los casos de corrupción de Brasil son inescapables, la hipótesis de que los 11 millones y pico de dólares que empresas probadamente controladas por Odebrecht canalizaron el 2007 a través de las compañías de Monteverde y Carmona Bernasconi, fue utilizado, por lo menos en buena medida, para pagar sobornos, parece válida.
También lo es la hipótesis de que el 60% de esa suma se destinó a pagar el soborno a una sola persona: la dueña o el dueño real de Balmer.
Igualmente tiene valor investigativo la hipótesis de que esos probables sobornos tuvieron relación con la ejecución – incluidos los sobrecostos – del proyecto IIRSA Norte.
No es poco lo avanzado: ya están identificados los que hicieron los pagos millonarios; también el presunto circuito de lavado y la razón social del destinatario de la mayoría de dinero: Balmer.
El paso siguiente es conocer la identidad del dueño real de Balmer.
Parece difícil lograrlo, pero es ciertamente posible hacerlo.
Cuando se averigüe su nombre, lo más probable es que ese conocimiento llegue vinculado con las razones por las que esa persona recibió casi siete millones de dólares en un año, de los cuales la mayoría provino de IIRSA Norte.
Entonces se sabrá exactamente para qué se pagó en secreto esa suma y sabremos también que la labor anti-corrupción que el caso Lava Jato representa llegó al Perú.
CONTINUARÁ…