EL OBISPO DE NICARAGUA DE RODILLAS, PERO NO PARA PEDIR PERDÓN

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Los líderes de la Iglesia nicaragüense participaron abiertamente en el violento intento de golpe de Estado de 2018.

En estos últimos días, el obispo de Nicaragua Rolando Álvarez ha sido noticia en los medios corporativos porque el “régimen” de Daniel Ortega lo mantiene en arresto domiciliario, acusado de estar tras la organización de “grupos violentos” para desestabilizar el país. La fotografía de monseñor arrodillado junto a las fuerzas de seguridad ha dado la vuelta al mundo.

   Por MAGDA LANUZA (*) PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

   A finales de julio de 2022 el obispo de Roma viajó a Canadá para pedir perdón. La razón de este gesto tuvo como antecedente el hecho de que la Iglesia Católica junto a las autoridades canadienses compartieron el plan de asesinar a la niñez indígena que llegaba a los centros educativos religiosos. Desde 1831 hasta 1970, aniquilaron a cientos de miles de niños de manera consciente, pues el objetivo era exterminar a la población aborigen en esa nación. Ante tan dantescos hechos, solo el Papa parece pedir perdón a la humanidad.

   La historia de la Iglesia jerárquica católica de Nicaragua ha estado siempre presente en la lucha por el poder político y de espaldas al sufrimiento de las mayorías. En 1934, los obispos de la época aconsejaron a Sandino que mejor entregara las armas y que ya todo iba a estar mejor. Ese mismo día asesinaron al líder que buscaba que el pueblo tuviera mejores condiciones de vida y que el campesinado tuviera mínimos derechos para su trabajo en el campo.

   Luego estuvieron junto a los Somozas durante los casi 45 años de dictadura y sólo fue 2 años antes de la revolución que, tímidamente, algunos jerarcas apoyaron la liberación del pueblo. Pero claro, ya eran los tiempos en que ni el ex presidente de Estados UnidosJimmy Carter, daba su apoyo al dictador Somoza en 1979.

   Durante la década de la revolución en los años 80, se unieron junto al imperio para sacar al Sandinismo del poder. En los 3 primeros años, se dispusieron a limpiar las parroquias de cualquier vestigio de la teología de la liberación, legado del teólogo peruano Gustavo Gutiérrez de 1972, que proponía la opción preferencial por los pobres y en continuidad con Medellín en 1968.

   En esa cruzada prepararon la llegada de Juan Pablo II a Managua en 1983, pues en Nicaragua se gritaba que entre cristianismo y revolución no hay contradicción. El objetivo principal de esa llegada del papa fueron las sanciones a los curas revolucionarios de Nicaragua que trabajaban por una sociedad más justa desde el gobierno.

   Estos mismos obispos celebraron que en 1984 el entonces cardenal Ratzinger promulgara la Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la liberación. Esa fue la censura a la teología que crecía con fuerza en América Latina. El clero de entonces abandonó y festejó el castigo impuesto a sus varios hermanos sacerdotes, muchos de ellos han muerto bajo esa censura.

   En 2007, con el retorno al poder del Sandinismo, se trabajó para hacer una tregua y se hicieron concesiones al clero. Entre otros aspectos, se invirtió en la renovación, construcción y embellecimiento de iglesias, catedrales, las plazas y los parques frente a los templos católicos. Todo se hizo de buena fe, pues los Sandinistas son los sólidos cristianos vivientes en ese país.

   Sin embargo, en 2018, la historia volvió a dar un giro dramático en las relaciones con el clero. Los lideres católicos abiertamente lideraron y participaron de la violenta revuelta que tenía como objetivo sacar al Sandinismo del poder. Estos hechos lo demuestran las evidencias publicadas y los datos del mismo informe que preparó el Nuncio Apostólico enviado por el Papa

   En coherencia con los hechos recientes del 2018 y la realidad histórica de la iglesia católica en Nicaragua, la semana pasada apareció el Obispo Álvarez de rodillas frente a las autoridades policiales. Este obispo de dos diócesis, Matagalpa y Estelí, grandes bastiones Sandinistas, eufóricamente gritaba que lo estaban persiguiendo y llamaba a rebelarse con el Cuerpo de Cristo en la mano.

   En esta zona curiosamente están concentradas 7 emisoras religiosas administradas por este obispo. Antes del 2018 los medios religiosos contaban con excepción de impuestos, pero estos privilegios se han ido acabando y esa es la raíz del espectáculo que dio Álvarez. Claro, al revisar un poco la historia de la iglesia, encontramos que esta institución ha sido reacia a declarar sus ingresos, mientras suma buenas recaudaciones de sus feligreses. Es muy difícil para ellos declarar y pagar impuestos, obligaciones que cumple cualquier ciudadano honesto.

   La teología de la liberación sigue vigente a pesar del clero de Nicaragua. En 2015, durante la celebración de los 50 años del Pacto de las Catacumbas de Domitila de 1965, el Papa Francisco le dijo a Joan Sobrino, uno de los más grandes teólogos de la liberación, “continúe escribiendo”. Por este hecho, es sin parangón y una extrapolación ahistórica que el obispo Álvarez se compare con el gran San Romero (Óscar Romero), mártir de los pobres y oprimidos de El Salvador.

   La iglesia católica de Nicaragua está detrás de cualquier otra iglesia de América Central en cuanto al precio de sus luchas, de su compromiso y de su trabajo histórico. Por lo tanto, repetir “amen, amen” y “oremos por la iglesia de Nicaragua” esta fuera de la realidad y carente de memoria histórica. No basta rezar, hacen falta muchas más cosas para conseguir la paz.

(*) Magda Lanuza es una socióloga nicaragüense con maestría en desarrollo internacional sostenible de la Universidad Brandeis de Boston. Ha trabajado los últimos 25 años en Centro América en desarrollo con agencias internacionales.

https://canarias-semanal.org/art/33105/el-obispo-de-nicaragua-de-rodillas-pero-no-para-pedir-perdon

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