Ecuador: Frente para la Defensa de las Luchas Populares de Ecuador publica balance sobre la rebelión popular

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Juana Maria – Anovademocracia

Organización democrático-revolucionaria ecuatoriana publica informe sobre rebelión popular. Foto: reproducción

El 6 de julio, el Frente de Defensa de las Luchas Populares del Ecuador (FDLP) hizo público un balance del reciente levantamiento popular que movilizó a las masas en todo el país. El texto, titulado Fin de las movilizaciones: ¡la necesidad de la lucha por el Nuevo Poder! , afirma que tras los 18 días de levantamientos populares en Ecuador, cuatro factores son claves para entender lo sucedido: el peso de las masas populares en las movilizaciones y en especial de los campesinos pobres, el papel del oportunismo en las negociaciones de los líderes indígenas, la policía la represión desatada por el gobierno reaccionario de Lasso y el verdadero camino de liberación del pueblo ecuatoriano, la lucha popular revolucionaria.

La organización democrático-revolucionaria señala que, aún después de las victorias conquistadas por las masas -en especial la reducción del precio del petróleo, incluso con una reducción por debajo de lo que demandaban las masas- se van con un sabor amargo, con una “victoria”. de Pirro” contra las pretensiones de todos los que tomaron parte de manera resuelta y combativa en la rebelión. Los revolucionarios ecuatorianos también afirman que “no sólo quedaron entre los escombros de la movilización los diez puntos planteados en la Agenda Nacional de Lucha, supuestamente irrevocables, sino, una vez más, la sangre de quienes dieron su vida por el proceso”. fue traficada”, apuntando a la traición de las direcciones oportunistas que utilizan las luchas justas con fines electorales.

REPRESIÓN VIOLENTA: LAS MASAS DIERON SU SANGRE EN LA LUCHA

Seis manifestantes fueron asesinados tras la violenta y cobarde represión de la policía ecuatoriana.

Henry Quezada, quien se sumó a las manifestaciones de manera espontánea luego de regresar de Europa, a donde emigró en busca de trabajo. Fue asesinado por militares reaccionarios de un tiro de escopeta en el pecho en Quito.

Guido Guatatuca, miembro de la comunidad kichwa en la frontera peruana, murió a causa de la explosión de una bomba de gas a quemarropa por parte de militares reaccionarios, que se incrustó en su ojo, causándole un daño cerebral severo. Jhon Félix Muenala murió en medio del ataque y persecución policial que lo empujó a una profunda quebrada cerca de Quito.

Franco Iñiguez Camacho, 36 años, padre de familia, ex trabajador de una fábrica textil. Estaba desempleado, como 7 de cada 10 ecuatorianos. Fue asesinado por militares en San Antonio, Quito. La reacción de las masas ante este crimen no se hizo esperar, emboscaron al convoy militar integrado por 3 camiones del ejército, un camión plataforma y una retroexcavadora. Fueron totalmente destruidos, dejando 17 heridos entre las tropas asesinas.

Marcelino Villa falleció producto del impacto de una granada de gas en su cráneo, en la localidad de Tarqui, Cuenca.

Agrega el FDLP que, además de estas lamentables pérdidas, hay personas con daños en los ojos y lesiones cerebrales graves como consecuencia del impacto de granadas de gas y balas. Seis personas están desaparecidas, más de 500 heridos y cientos detenidos. “La responsabilidad por el asesinato de estos manifestantes es del ejército y la policía. No puede quedar impune”, concluyen los revolucionarios.

LA GENTE LUCHÓ DURO

Los revolucionarios ecuatorianos señalan que el accionar de las masas fue contundente: en respuesta al vil asesinato de Guatatuca, las masas enfurecidas emboscaron al convoy de 17 vehículos de transporte de combustible. El convoy fue parcialmente destruido y los soldados resultaron heridos.

La rebelión popular también realizó acciones para tomar subestaciones eléctricas, como en Tisaleo, Tungurahua. Allí, los comuneros cortaron el suministro eléctrico. Se tomaron los pozos petroleros, suspendiéndose la producción de hidrocarburos, así como las antenas de comunicación, lo que rompió el contacto entre los militares y los monopolios de la prensa reaccionaria. Las masas también llevaron a cabo en todo el país el cierre de caminos y la paralización de los sistemas productivos de las grandes empresas del campo y de la ciudad.

Las masas también marcharon a los campamentos de las empresas mineras imperialistas. Se causaron daños importantes y, en algunos casos, los campamentos fueron arrasados ​​por completo.

La acción victoriosa de las masas provocó una baja mortal entre los militares reaccionarios (de las fuerzas armadas y de la policía) en todo el país. Durante los 18 días de protestas, alrededor de 300 soldados y policías resultaron heridos y varios soldados y policías fueron detenidos por las masas. Los revolucionarios señalan que se realizaron emboscadas a militares reaccionarios en Shushufindi y San Antonio de Pichincha como una forma de responder a la matanza de manifestantes.

Según fuentes gubernamentales, 238 policías resultaron heridos, 37 policías fueron detenidos (posteriormente liberados), se produjeron 5.251 eventos de “disturbios públicos”. En total fueron detenidas 162 personas, 10 comisarías, un edificio distrital, 11 vehículos policiales y 6 motos incendiadas quedaron totalmente destruidas, 77 vehículos policiales y 23 motos sufrieron daños materiales, además de radios y armas fueron confiscadas por las masas. También hubo daños significativos a los activos del ejército reaccionario. Transporte pesado, maquinaria, vehículos ligeros, recuperación de armas, etc.

LA IMPORTANCIA DE LA LUCHA CAMPESINA: SU PESO Y ESTRATEGIA DE LUCHA

Durante la rebelión espontánea del pueblo ecuatoriano quedó demostrado el papel que jugaron los campesinos de todo el país, especialmente los pobres, sin tierra o con poca tierra. Los revolucionarios ecuatorianos señalan que la situación de miseria creciente y sin fin que aqueja a este enorme contingente del pueblo ecuatoriano los empuja a luchar con decisión. “Campesinos sin tierra, y si la tienen, de mala calidad, minifundios improductivos, campesinos vendiendo temporalmente su fuerza de trabajo a campesinos medianos o grandes terratenientes, o bien migrando a las ciudades de manera cíclica para ser parte de este creciente mar de informales que nunca llegan a convertirse en proletarios, trabajando en condiciones de peones, sin prestaciones de ley, sin seguridad social, sin lugar donde vivir y, como si fuera poco, con salarios que no alcanzan para brindarles las condiciones para asegurar el mínimo para vivir. Pagos diarios o cotidianos, sumidos en la servidumbre y sometidos a una profunda y abyecta discriminación. Esas son las razones por las que, en el actual momento histórico, los campesinos son los más avanzados en la lucha”, explican los revolucionarios.

Toda esta realidad es resultado de la condición semifeudal y semicolonial del viejo Estado burocrático-terrateniente ecuatoriano “que amarra con odiosas y viejas relaciones de producción a las masas campesinas, entre ellas las minorías nacionales [pueblos indígenas]” , desarrollan los revolucionarios quienes continúan afirmando que “estas relaciones de producción semifeudales son las que implican al campesinado pobre, independientemente de su razón o condición étnica, como el sector más perjudicado y explotado del país, por encima incluso de la clase obrera, que, a partir de su lucha y niveles de organización que emergen de la periferia, logran importantes conquistas para el viejo Estado, conquistas que los campesinos pobres no tienen”.

Los revolucionarios señalan que durante la rebelión se vio un alto nivel de organización y combatividad de las masas, las cuales fueron duramente reprimidas como expresión de las contradicciones irreconciliables que se expresan como antagónicas entre explotadores y explotados. El FDLP señala que tales contradicciones sólo pueden resolverse mediante la lucha de clases y la guerra popular. “Necesitamos una chispa que encienda la pradera, los bosques, la selva, los pueblos, pero que nos permita trazar con claridad y plenitud la estrategia de que el campo se convierta en el fuego abrazador que sofoca las ciudades hasta la conquista del Poder. ejercicio que funcione, que ese es el camino», concluyen los revolucionarios.

Otro aspecto que se destaca es la participación de sindicatos que se sumaron a la lucha en la línea ideológica correcta, que en el pasado fueron manejados por el revisionismo y hoy son contingentes de lucha. En este proceso, obsoletos y caducos dirigentes del viejo movimiento sindical del país están siendo relegados a las sombras del olvido. El Frente afirma que hay un fenómeno de renovación en la dirección del movimiento indígena campesino en el país. Señalan que el verdadero papel del campesinado no es orbitar alrededor de las organizaciones que lo corporativizan. Pero, partiendo de una dirección justa y correcta, generando organizaciones propias, con dirección ideológica y política, pueden lanzar a las masas campesinas por la senda democrático-revolucionaria.

En cuanto al movimiento indígena/campesino de la serranía -que comprende provincias como Imbabura, Pichincha, Cotopaxi, Azuay, entre otras, es decir, las de mayores manifestaciones combativas durante la rebelión-, los revolucionarios afirman que es el más consolidado en en relación con la organización y movilización obrero-campesina en relación con otras regiones del país. Esto sucede, según los activistas, no como producto del trabajo realizado por el oportunismo y el revisionismo. Por el contrario, “son masas impulsadas por sus condiciones de vida, son centros donde hay mayor empobrecimiento social en todo sentido, siendo, en términos objetivos, las razones que fortalecen su rebeldía y predisposición a la lucha; un escenario que ha sido hábilmente utilizado por su dirección para cabalgar sobre estas masas en beneficio de sus intereses electorales”,

EL PAPEL DE LOS OPORTUNISTAS

De esta manera, durante las manifestaciones, por parte del oportunismo, se traicionó las demandas del movimiento indígena/campesino, llevándolos a luchar por demandas generales que no atacan su principal problema, el de la tierra, el eje concéntrico sobre el cual se debaten las luchas y demandas, como la eliminación del latifundio, la servidumbre, el gamonalismo [coronelismo], que expresa la hegemonía de la propiedad semifeudal y el mecanismo corporativista del Estado viejo; la eliminación de las relaciones de producción que los mantienen sumergidos en la más abyecta miseria y explotación.

También combaten la línea de oportunistas que, en connivencia con el viejo Estado, defienden que las manifestaciones debieron realizarse de forma pacífica. Por el contrario, los revolucionarios ecuatorianos destacan que las movilizaciones de carácter violento tienen la capacidad de movilizar a las masas con toda su furia y dolor reprimido. “El sector productivo está paralizado, los dueños de los medios de producción sufren pérdidas económicas, y eso les duele, los desespera, hacen berrinches, se ven obligados a soltar las cadenas de militares y policías, periodistas y políticos que , desde la Asamblea o cualquier otro bastión de la vieja democracia exigen represión, puño de hierro, uso progresivo de la fuerza, quién dispara, quién mata, mientras intentan justificar banalmente por qué no se deben atender las demandas de los manifestantes”.

Los revolucionarios también denuncian el intento de anclar las movilizaciones únicamente al movimiento indígena, ya que aísla al proletariado y otras masas oprimidas de la lucha por la dignidad y los derechos de los pueblos. De esta forma, sitúa el descontento y el hambre en un solo segmento de la población (los indígenas) que representa el 7% de la población, cuando el desempleo, la miseria, el empobrecimiento del nivel de vida, y con ello, la rebelión de las masas implica la gran mayoría de las clases oprimidas. Esto se expresó claramente cuando la entrada de sindicatos, organizaciones y masas populares en las ciudades le dio más energía y potencia a la rebelión. Al final, no se trataba de una encuesta meramente indígena, sino de una encuesta popular campesina: “en realidad, basta ver que quienes estaban al frente de las movilizaciones en la ciudad de Quito eran trabajadores, trabajadores informales, gente común. Este segmento de la población pagó la mayor parte de las muertes, lesiones y arrestos”.

LAS NEGOCIACIONES

Al concluir el balance, el FDLP afirma que en la mesa de negociación, la dirigencia oportunista de la Conaie se esforzó por salvaguardar conquistas políticas que le permitieran sostener su agenda electoral. Y que un correcto equilibrio debe apoyarse no sólo en este factor, sino en todos los demás expuestos por la organización.

Sobre la actuación de la Conaie, se destaca que el sindicato Pelego desconoció la participación en las negociaciones de otros actores fundamentales de la revuelta popular. Para ellos el aporte de las masas urbanas, los trabajadores, los informales, los estudiantes, el proletariado no significaba nada. Habiendo negociado “de espaldas a las masas”, sus resultados no reflejan las demandas de las grandes mayorías. Pero “lo poco que se ha ganado hay que defenderlo; lo que hemos ganado en las calles, en las favelas, en el campo, en una lucha franca y difícil, hay que defenderlo”, reiteran.

Al final, dicen, el gobierno no aceptó ni cumplió los 10 puntos de la Plataforma Nacional de Lucha. El foco en luchar por una rebaja de 40 centavos en el precio de los combustibles fue fundamental, señalan, porque además de reducir el precio de las gasolinas y el diésel, apuntaba a «dinamitar» el programa económico del gobierno (dolarización, es decir, vinculación completa al capital imperialista yanqui), para dar un vuelco a la relación entre el gobierno y el FMI, sin embargo, esto no fue posible, y la reducción se ajustó a 15 centavos.

https://anovademocracia.com.br/noticias/17837-equador-frente-de-defesa-das-lutas-do-povo-do-equador-divulga-balanco-sobre-a-rebeliao-popular

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