
Una «James Bond «que ni siquiera supo serlo
Esperanza Casteleiro la recientemente nombrada jefa del servicio de espionaje español tuvo que salir apresuradamente de Cuba con apenas lo puesto, Después de que las autoridades de ese país la sorprendieran in fraganti con «las manos en la masa», metiendo sus narices allí donde lo tenía expresamente prohibido.
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL
El «affaire Pegasus» no solo no deja de traer cola, sino que además cada día que transcurre multiplica su tamaño. Como es ya sabido, la antigua directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de España, Paz Esteban, fue fulminantemente sustituida por otra misteriosa mujer que responde al nombre de «Esperanza Casteleiro».
Con este nuevo nombramiento, la llamada «Coalición progresista» en el Gobierno de España ha pretendido apagar las brasas del escándalo suscitado por el uso del programa de macroespionaje israelí «Pegasus», que durante estas últimas semanas ha servido de motivo de revuelo al mundo político-mediático español.
La verdad es que con ello no sucede «nada nuevo en Dinamarca». El Ejecutivo de Sánchez ha pretendido con el maquillaje aplicado sosegar los ánimos presuntamente soliviantandos de sus propios apoyos parlamentarios, víctimas del programa alcahuete. Hasta aquí todo dentro de la clasica normalidad típicamente celtibérica. O sea, se contenta a los grupos políticos espiados, se da por zanjado el engorroso asunto y a otra cosa mariposa. Es decir, lo de casi siempre
Sin embargo, contrariamente a lo que habia previsto, la operación sustitutoria de la «cabeza de turco» escogida no parece haberle salido redonda ni a Pedro Sánchez, ni a lugarteniente Margarita Robles, su otánica y aguerrida Ministra de Defensa.
Según ha dado a conocer este mismo miércoles «The Objetive» así como otras publicaciones digitales, entre ellas la pecaminosa plataforma rusa «Russia Today», la flamante funcionaria designada para vigilarnos a partir de ahora, resulta que no llega al cargo con un historial impoluto, sino que tras sus espaldas portaba una voluminosa mochila repleta de malolientes incidencias, vinculadas a sus actividades de espionaje ejecutadas en el exterior.
En efecto, según estas fuentes de información, el año 2009, nuestra aspirante a «James Bond» en versión fémina, habia protagonizado en Cuba actividades relacionadas con el espionaje que resultaron tan cantosas, que ahora ponen en entredicho su idoneidad para el desempeño de esa función por dos razones fundamentales: la discreción y el anonimato. La Casteleiro no cumple ni la una, ni la otra.
Y es que resulta que en el año 2009, doña Esperanzatuvo que salir apresuradamente de Cuba con apenas lo puesto, pues las autoridades de ese país la sorprendieron in fraganti con «las manos en la masa», metiendo sus narices allí donde lo tenía expresamente prohibido. Como correspondía, las autoridades cubanas terminaron poniéndola de «patitas en la calle». Con mucha discreción, pero «de patitas en la calle»
En el año 2009, transcurrían momentos en los que la Isla caribeña se encontraba fuertemente acosada por su gigantesco vecino del norte. Los servicios de Inteligencia occidentales estimaron que se trataba de una ocasión que ni pintiparada para montar «numeritos» y «conspiraciones» en contra de la Revolución, que pudieran servir dar lugar a aquellos simpáticos «movimientos de colores» de la época. Fue en esas circunstancias cuando la Casteleiro se presentó en La Habana sin que nadie hubiera reclamado allí su presencia.
La cuestión es que los Servicios de Inteligencia de la Isla, son considerados como «uno de los mejores del mundo». Y es perfectamente comprensible que esto pueda suceder en un país tan pequeño como ese. Vivir a tan unos pocos kilómetros de los Estados Unidos ilustra mucho. Los cubanos, y sus Servicios de Inteligencia, han aprendido en crudo y en directo durante más de seis décadas, cómo la CIA ha sido capaz de organizar desde la difusión del virus del dengue entre la población campesina, plagas contra las cosechas, colocación de bombas en la infraestructura hotelera, hasta la friolera de 630 atentados para acabar con la vida de Fidel Castro…
CREYENDO QUE «TODO EL MONTE ERA DE ORÉGANO»
Creyendo que «todo el monte era de orégano», la entonces espía, y hoy flamante directora del Centro Nacional de Inteligencia, Esperanza Casteleiro, posiblemente tenía muy asumido que, al fin a cabo, el aparato de contraespionaje cubano no iría más allá que el que corresponderia a una «república bananera», y que si se sabían aprovechar las condiciones económicas adversas creadas por la dureza del bloqueo norteamericano, a lo mejor hasta se podría montar una «conspiracióncita» que intentara acabar con el tiránico gobierno «de los hermanos Castro».
Sucedió que, precisamente mientras doña Esperanza permanecía Cuba, – ¡oh casualidades de la vida!– se produjo la detención de Conrado Hernández, delegado de la Sociedad para la Promoción y Reconversión Industrial (SPRI), un organismo dependiente del Gobierno vasco, quien fue acusado por los tribunales cubanos de colaborar con espías españoles. Hernández sería posteriormente condenado a diez años de prisión.
¿Cuál fue el papel que desempeñó la Casteleiro en las secuencias de esta «operación»? ¿Qué tipo de vínculos mantuvo con el condenado Conrado Hernández y con otros dos espías? Se trata de preguntas de difícil respuesta, porque las autoridades cubanas, deseando proteger sus relaciones económicas con España, mantuvieron una hermética discreción al respecto…
Lo que sí es cierto es que la Cancillería de ese país emitió una queja formal por vía diplomática, que fue seguida por la inmediata salida del país de tres espías: dos eran hombres, a los que se añadía una mujer. La identidad de los tres fisgones se mantuvo en secreto, pero el Business Insider ha revelado finalmente que la identidad de la fémina no es otra que la de Esperanza Casteleiro, la hoy flamante Directora del CNI.
Y, finalmente, una última observación biográfica para mayor ilustración de nuestros lectores. La señora Casteleiro lleva nada más y nada menos que 40 años incrustada en los aparatos de Inteligencia del Estado español. Comenzó su carrera en el «polémico» CSID (Centro Superior de Información de la Defensa) en el año 1983, integrando ahora el actual y reconvertido CNI.
Con toda propiedad se podría afirmar, pues, que la señora Casteleiro es toda una «centuriona secreta del Régimen de 1978», ubicada ahora en un estratégico lugar para defenderlo con uñas y dientes de sus enemigos.