¿TROTSKISMO O LENINISMO?

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Iósif Stalin

Discurso en el Pleno del grupo comunista del Consejo Central de losSindicatos Soviéticos.
19 de noviembre de 1924

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¿TROTSKISMO O LENINISMO?


Discurso en el Pleno del grupo comunista del Consejo Central de los Sindicatos Soviéticos. 19 de noviembre de 1924
Camaradas: Después del detallado informe que ha hecho Kámenev, me queda poco que decir. Me limitaré por ello a desenmascarar ciertas leyendas, propaladas por Trotski y sus correligionarios, acerca
de la insurrección de Octubre, acerca del papel de Trotski en la insurrección, acerca del Partido y la
preparación de Octubre, etc., etc. Además, hablaré del trotskismo como de una ideología peculiar, incompatible con el leninismo, y de las tareas del Partido en relación con los últimos escritos de Trotski.
I. Hechos acerca de la insurrección de Octubre
Ante todo, acerca de la insurrección de Octubre. Entre los miembros del Partido es difundido intensamente el rumor de que el CC, en su conjunto, estaba en contra de la insurrección en octubre de 1917.
Suelen decir que el 10 de octubre, cuando el CC tomó el acuerdo de organizar la insurrección, la mayoría del CC se manifestó al principio contra la insurrección, pero que en aquel mismo instante irrumpió en el local donde se celebraba la reunión un obrero y dijo: «Vosotros os manifestáis en contra de
la insurrección, pero yo os digo que, a pesar de todo, habrá insurrección». Y cuentan, además, que
después de estas amenazas el CC se acobardó, volvió a plantear el asunto de la insurrección y acordó
organizarla.
Esto, camaradas, no es simplemente un rumor. De ello habla en su libro «Diez días» el célebre John
Reed, que estaba muy lejos de nuestro Partido y no podía, naturalmente, conocer la historia de nuestra
reunión secreta del 10 de octubre, por lo que mordió el anzuelo de las calumnias propaladas por los
Sujánov. Este cuento se reproduce y repite en muchos folletos salidos de plumas trotskistas, entre
ellos uno reciente de Sirkin acerca de Octubre. Estos rumores los alimenta celosamente Trotski en sus
últimos escritos.
No creo que sea necesario demostrar que todos estos cuentos árabes y otros semejantes no corresponden a la verdad, que en realidad nada parecido ocurrió -ni podía ocurrir- en la reunión del CC. Siendo
así, bien podríamos desdeñar estos absurdos rumores: ¡qué rumores no se fabricarán en los despachos
de los
oposicionistas y de la gente lejana al Partido! Y así lo hemos venido haciendo hasta hoy, sin prestar
atención a los errores de John Reed, por ejemplo, y sin preocuparnos de corregirlos. Pero, después de
los últimos escritos de Trotski, ya no se pueden pasar por alto esas leyendas, pues con ellas tratan ahora de educar a la juventud y, desgraciadamente, han logrado ya en esa labor algunos resultados. Por
ello debo oponer a esos absurdos rumores la verdad de los hechos.
Tomo las actas de la reunión del CC de nuestro Partido del 10 (23) de octubre de 1917. Asisten: Lenin,
Zinóviev, Kámenev, Stalin, Trotski, Sverdlov, Uritski, Dzerzhinski, Kollontay, Búbnov, Sokólnikov y
Lómov. Se discute en torno al momento y a la insurrección. Después de los debates, se vota la resolución del camarada Lenin acerca de la insurrección. La resolución es aprobada por una mayoría de 10
votos contra 2.
Parece que está claro: el CC, por una mayoría de 10 votos contra 2, acuerda pasar a la organización
práctica de la insurrección. En esta misma reunión, el CC elige un centro político para dirigir la insurrección, al que da el nombre de Buró Político. Lo forman: Lenin, Zinóviev, Stalin, Kámenev, Trotski,

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Sokólnikov y Búbnov.
Tales son los hechos.
Estas actas destruyen de golpe varias leyendas. Destruyen la leyenda de que la mayoría del CC era
contraria a la insurrección. Destruyen también la leyenda de que en el problema de la insurrección el
CC
estuvo a punto de escindirse. Las actas evidencian que los enemigos de la insurrección inmediata –
Kámenev y Zinóviev- pasaron a integrar el organismo de dirección política de la insurrección al lado
de los partidarios de ella. No hubo, ni podía haber, nada parecido a una escisión.
Trotski asegura que Kámenev y Zinóviev eran en Octubre el ala derecha de nuestro Partido, casi socialdemócratas. No se comprende cómo, en tal caso, no se produjo una escisión en el Partido, cómo
las divergencias con Kámenev y Zinóviev duraron tan sólo unos días ni cómo estos camaradas, a pesar de esas divergencias, fueron colocados por el Partido en puestos de la mayor importancia y elegidos para formar parte del centro político de la insurrección, etc., etc. El Partido conoce bastante bien
lo implacable que era Lenin con los socialdemócratas; el Partido sabe que Lenin no hubiera accedido
ni por un instante a tener en el Partido, y menos aún en puestos de la mayor importancia, a camaradas
de mentalidad socialdemócrata. ¿A qué se debió que en el Partido no se produjera una escisión? Se
debió a que, a pesar de las divergencias, esos camaradas eran viejos bolcheviques y pisaban el terreno
común del bolchevismo. ¿Qué terreno común era ése? La unidad de criterios respecto a las cuestiones
fundamentales: el carácter de la revolución rusa, las fuerzas motrices de la revolución, el papel del
campesinado, los principios de dirección del Partido, etc. Sin ese terreno común, la escisión hubiera
sido inevitable. No hubo escisión, y las divergencias duraron en total unos días, por la única y exclusiva razón de que Kámenev y Zinóviev eran leninistas, bolcheviques.
Veamos ahora la leyenda sobre el papel particular de Trotski en la insurrección de Octubre. Los trotskistas propalan insistentemente rumores de que Trotski fue el inspirador y el único dirigente de la
insurrección de Octubre. Esos rumores los propala con particular empeño Lentsner, el llamado redactor de las obras de Trotski. El propio Trotski, dando sistemáticamente de lado al Partido, al CC del
Partido y al Comité de Petrogrado del Partido, silenciando el papel dirigente de estas organizaciones
en la insurrección y presentándose machaconamente a sí mismo como la figura central de la insurrección de Octubre, contribuye, quiéralo o no, a propalar esos rumores acerca de su papel particular en la
insurrección. Estoy lejos de negar el papel, indudablemente importante, desempeñado por Trotski en
la insurrección. Pero debo decir que Trotski no desempeñó, ni podía desempeñar, ningún papel particular en la insurrección de Octubre, y que, siendo presidente del Soviet de Petrogrado, se limitaba a
cumplir la voluntad de las correspondientes instancias del Partido, que dirigían cada uno de sus pasos.
A los filisteos como Sujánov todo eso puede parecerles extraño, pero los hechos, los hechos reales,
confirman por entero lo que digo.
Tomemos las actas de la reunión siguiente del CC, celebrada el 16 (29) de octubre de 1917. Participan
en ella los miembros del CC más representantes del Comité de Petrogrado y representantes de la organización militar, de los comités de fábrica, de los sindicatos y de los ferroviarios. Entre los asistentes,
además de los miembros del CC figuran: Krilenko, Shotman, Kalinin, Volodarski, Shliápnikov, Lacis
y otros. En total, 25 personas. Se discute el problema de la insurrección desde un punto de vista puramente práctico y organizativo. Se aprueba la resolución de Lenin sobre la insurrección por una mayoría de 20 votos contra 2, y 3 abstenciones. Se elige un centro práctico para dirigir la organización de
la insurrección. ¿Quiénes pasan a formar parte de dicho centro? Para él son elegidos cinco camaradas:
Sverdlov, Stalin, Dzerzhinski, Búbnov y Uritski. Tareas del centro práctico: dirigir todos los organismos de preparación práctica de la insurrección, de acuerdo con las directivas del Comité Central. Como veis, en esta reunión del CC ocurrió algo «terrible», es decir, Trotski, el «inspirador», la «figura
principal», el «único dirigente» de la insurrección, no fue elegido, de «modo extraño», para el centro
práctico llamado a dirigir la insurrección. ¿Cómo compaginar este hecho con esa difundida opinión
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acerca del papel particular de Trotski? ¿No es verdad que todo ello es algo «extraño», como diría Sujánov, o como dirían los trotskistas? Sin embargo, no hay en ello, hablando en propiedad, nada de extraño, pues Trotski, por ser entonces relativamente nuevo en el Partido, no desempeñó ni podía desempeñar ningún papel particular en el Partido ni en la insurrección de Octubre. Lo mismo que todos los
demás funcionarios en puestos de responsabilidad; era únicamente un ejecutor de la voluntad del CC y
de sus organismos. Quien conozca el mecanismo de dirección del Partido Bolchevique, comprenderá
sin gran trabajo que no podía ser de otro modo: en cuanto Trotski no hubiera acatado la voluntad del
CC, habría perdido toda influencia sobre el curso de los acontecimientos. Las habladurías acerca del
papel particular de Trotski son una leyenda propalada por complacientes comadres «del Partido».
Eso no quiere decir, naturalmente, que la insurrección de Octubre no tuviera su inspirador. La insurrección tuvo su inspirador y su dirigente. Pero fue Lenin, y nadie más que Lenin, cuyas resoluciones
aprobó el CC al decidir el problema de la insurrección; Lenin, a quien la clandestinidad no impidió ser
el verdadero inspirador de la insurrección, a despecho de las afirmaciones de Trotski. Es necio y ridículo querer ocultar ahora con habladurías acerca de la clandestinidad el hecho indudable de que el
inspirador de la insurrección fue V. I. Lenin, el jefe del Partido.
Tales son los hechos.
Admitámoslo, nos dicen, pero no se puede negar que Trotski peleó bien en el período de Octubre. Sí,
eso es cierto, Trotski peleó bien en el período de Octubre. Pero en el período de Octubre no sólo Trotski peleó bien; ni siquiera pelearon mal gentes como los eseristas de izquierda, que entonces marchaban
hombro a hombro con los bolcheviques. Debo decir, en general, que en el período de la insurrección
triunfante, cuando el enemigo está aislado y la insurrección se extiende, no es difícil pelear bien. En
esos momentos, hasta los elementos atrasados se hacen héroes.
Pero la lucha del proletariado no es una ofensiva continua, una cadena de éxitos constantes. La lucha
del proletariado tiene que pasar también por sus pruebas y sufrir sus derrotas. Y verdadero revolucionario no es quien da muestras de valor en el período de la insurrección triunfante, sino quien, peleando
bien cuando la revolución despliega una ofensiva victoriosa, sabe asimismo dar muestras de valor en
el período de repliegue de la revolución, en período de derrota del proletariado; quien no pierde la cabeza y no se acobarda ante los reveses de la revolución, ante los éxitos del enemigo; quien no se deja
llevar del pánico ni cae en la desesperación en el período de repliegue de la revolución. Los eseristas
de izquierda no lucharon mal en el período de Octubre, apoyando a los bolcheviques. Pero ¿quién ignora que esos «denodados» combatientes se dejaron llevar del pánico en el período de Brest-Litovsk,
cuando la ofensiva del imperialismo alemán les hizo caer en la desesperación y en el histerismo? Es
muy de lamentar, pero es un hecho indudable que a Trotski, que peleó bien en el período de Octubre,
le faltó valor en el período de Brest-Litovsk, en un período de reveses temporales de la revolución, para dar muestras de suficiente firmeza en tan difícil momento y no seguir las huellas de los eseristas de
izquierda. Es indiscutible que el momento era difícil, que había que poner de manifiesto gran valentía
y una serenidad extraordinaria para no desconcertarse, para replegarse a tiempo, para aceptar la paz en
el momento oportuno, salvar al ejército proletario del golpe que quería asestarle el imperialismo alemán, conservar las reservas campesinas y, después de haber obtenido, de tal modo, una tregua, caer
sobre el enemigo con nuevas fuerzas. Pero, desgraciadamente, Trotski no tuvo esa valentía ni esa firmeza revolucionaria en un momento tan difícil.
Según opina Trotski, la principal enseñanza de la revolución proletaria consiste en «no acobardarse»
en
Octubre. Eso es falso, porque la afirmación de Trotski no encierra más que una partícula de la verdad
acerca de las enseñanzas de la revolución. Toda la verdad acerca de las enseñanzas de la revolución
proletaria consiste en «no acobardarse» no sólo en los días de ofensiva de la revolución, sino tampoco
en los días de repliegue, cuando el enemigo obtiene ventajas y la revolución sufre reveses. La revolución no queda circunscrita a Octubre. Octubre no es más que el comienzo de la revolución proletaria.
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Malo es acobardarse cuando la insurrección va en ascenso. Pero aún es peor acobardarse cuando llegan duras pruebas para la revolución, después de la toma del Poder. Mantenerse en el Poder al día
siguiente de la revolución es tan importante como tomarlo. Si Trotski se acobardó en el período de
Brest-Litovsk, en un período de duras pruebas para nuestra revolución, cuando la cosa llegó casi a la
«entrega» del Poder, debe comprender que los errores de Kámenev y de Zinóviev en Octubre no tienen nada que ver con esto.
Esto es lo que hay en cuanto a las leyendas acerca de la insurrección de Octubre

CONTINUARÁ…

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