Ellas quieren la libertad y el comunismo. La Revolución Proletaria y la emancipación de la mujer (III)

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1.3. La conquista del poder

“En la reunión había muchas mujeres y soldados del frente. De repente, un grupo de obreras bolcheviques irrumpió en el auditorio y se abrió paso hasta el estrado. Las dos primeras en llegar a la plataforma chocaron con ésta, pero la tercera fue capaz de trepar y pronunció un discurso tan incendiario sobre los objetivos de la revolución que todas las mujeres y soldados abandonaron el encuentro cantando la Internacional, dejando sola a una única menchevique en el auditorio.”

Con estas palabras recuerda Klavdia Nikolaeva una de las conferencias organizadas en 1917 por los mencheviques.[49]Y es que la labor de Rabotnitsa en la educación y organización de las obreras de vanguardia se destaca, también, en sus combates contra el oportunismo y el feminismo. Si bien la revista fue suspendida al estallar la guerra imperialista, con la Revolución de Febrero de 1917 retoma su actividad con redoblada intensidad y se convierte en el principal centro organizador de las trabajadoras.[50] El feminismo vive también su gran momento en estos meses ─en verdad, su canto de cisne en Rusia. El 20 de marzo, una manifestación feminista reúne a unos 40.000 hombres y mujeres en Petrogrado, y el 12 de abril una nueva concentración convoca hasta a 15.000 esposas de soldados (las soldatki).[51] Los propios mencheviques abren su revista femeninaGolos Rabotnitsy ─la cual sólo publicará dos números y tuvo un impacto más bien escaso.

Los comunistas no se quedaron de brazos cruzados ante este repunte del movimiento femenino burgués. En los meses que median entre Febrero y Octubre realizarán un genuino tour de force en el frente de la mujer. Krupskaya, Armand y Kollontai (ahora bolchevique) retornan del exilio, toman la dirección de Rabotnitsa y despliegan una actividad intensa: organizan a las soldatki, convocan huelgas de trabajadoras, sabotean los eventos mencheviques y feministas, acosan a miembros del Gobierno Provisional y a las mujeres empoderadas de los ultrarreaccionarios Batallones de la Muerte (apoyados por las damiselas feministas),[52] etc. Todo ello bajo la dirección y coordinación de la mesa editorial deRabotnitsa, que exhibe un fornido músculo político. A finales de la primavera, el Partido bolchevique convoca la Primera Conferencia de Mujeres Trabajadoras, y educadamente invita a mencheviques, social-revolucionarios y feministas. Ante un público enardecido, Konkordia Samoilova propone que todo el trabajo entre las mujeres se realice bajo la guía y dirección de organizaciones del Partido bolchevique (vamos, lo que de facto ya sucedía entre las obreras). Como es natural, el resto de partidos se opusieron ferozmente a esta idea. La delegada menchevique Bakasheva contestó argumentando que el movimiento de mujeres es independiente y no debe subordinarse a la influencia de ningún partido político (es decir, exactamente la misma tesis que el feminismo ruso defendía diez años antes). Una mujer se solidariza con Bakasheva; luego, otra más. Dos, tres, cuatro… y ya, paramos de contar. El auditorio obrero apoya, de forma aplastante, la propuesta de Samoilova.[53] Con esta espectacular puesta en escena, los bolcheviques muestran ante la clase obrera la comunión de sus humillados rivales políticos con las señoritas feministas y, tan educadamente como los invitaron, les señalan la puerta.

¿Cómo fue posible este frenético despliegue en tan sólo un par de meses? Está claro que el Partido bolchevique tenía entonces unos dirigentes curtidos en la movilización de masas, sus órganos de expresión y una excepcional red de comunicación interna, estructurada de forma jerárquica y que vinculaba al Comité Central con una densa telaraña de células, comisiones, delegaciones y organismos.[54] Pero hay más que eso. Veamos. Ya sabemos cuál era la posición menchevique en el frente de la mujer: movimiento femenino independiente y alianza tácita con las feministas. La Liga por la Igualdad, liberal, se dedicaba a organizar manifestaciones por los derechos electorales de las mujeres. Los social-revolucionarios proponían, en la línea de los anteriores, la formación de una Unión de organizaciones democráticas femeninas, una especie de amalgama de partidos y sindicatos por la república democrática.[55] Todas las clases de la sociedad rusa tenían una posición al respecto; todas las clases de la sociedad rusa estaban de acuerdo en que la república burguesa debía apoyar sus débiles patitas sobre un movimiento femenino democrático (es decir, interclasista). Todas las clases, salvo la proletaria. En 1917, su vanguardia no posee únicamente una concepción revolucionaria del mundo. No sólo está sostenida por una densa ligazón con la vanguardia práctica de la clase constituyendo un partido independiente. Es que todo eso, ahora, le permite formular también el Programa de la revolución proletaria, el último eslabón de la cadena que capacita a la clase para implementar su política independiente:

“Si las mujeres no participan en forma independiente, no sólo en la vida política en general, sino también en los servicios públicos cotidianos y generales, no se puede hablar, no ya de socialismo, sino ni siquiera de una democracia plena y estable. Y funciones de ‘policía’, tales como el cuidado de los enfermos y de los niños abandonados, el control de los alimentos, etc. no serán cumplidas en forma satisfactoria mientras las mujeres no gocen de iguales derechos que los hombres, no de una manera nominal, sino efectiva.”[56]

Ya hemos hablado en otro lugar de que este solapamiento entre revolución democrática y revolución socialista está muy en el corazón de lo que significó Octubre para el desarrollo de nuestra clase.[57] También de que es la subsunción del Estado en las masas armadas la fórmula con la cual los bolcheviques responden a los interrogantes históricamente planteados por la revolución burguesa.[58] Pero las contradicciones del sujeto se recortan aún más nítidamente al ponderar la cuestión de la mujer. Y es que, mientras la vanguardia ya había resuelto este problema en su interior comoparte de la revolución socialista ─asimilando teóricamente el marxismo y enarbolando la igualdad por principio entre camaradas─, en su exterior no lo considera ni siquiera maduro para el socialismo, sino todavía pendiente de recibir el agua de mayo de la revolución democrática. Esto es, para los bolcheviques, la incorporación de las mujeres a la vida pública está, por así decirlo, en la prehistoria de la verdadera transformación socialista de Rusia; es una cuestión democrático-burguesa que la inconclusión de la revolución precedente lega, como expediente urgente, a la naciente revolución proletaria.

Y a medida que nos vamos alejando del círculo central bolchevique, mayor peso iba adquiriendo esta herencia. Los revolucionarios de los sesenta, los socialdemócratas y la generación de Lenin llegaron por el camino teórico a la solución de la cuestión de la mujer. Ya a partir de 1905 es la propia revolución, la propia experiencia práctica revolucionaria, la que conduce a las nuevas cohortes de proletarios hacia la resolución del problema ─hacia el socialismo y el bolchevismo. Cuando el Partido bolchevique se halle en disposición de dirigirse a las grandes masas de la clase, a partir de 1912-14, el camino que éstas deben recorrer para llegar al socialismo empieza no por la teoría, sino por su participación directa en los organismos de la dictadura del proletariado y en la experiencia de su lucha a muerte con la dictadura de la burguesía y los terratenientes. Y, aquí, las palabras de Krupskaya resuenan: la cuestión de la mujer es la cuestión de cómo atraer a las masas atrasadas de mujeres a la organización, a esas masas que no sólo desconocían el marxismo, sino incluso los rudimentos de la participación política moderna. En Rusia, en la irrepetible encrucijada histórica de Octubre, la hija parece ser comadrona de su propio nacimiento: despejar los expedientes democrático-burgueses corre a cargo de la propia revolución proletaria, implementando su programa máximo, y no de etapas preparatorias democráticas intermedias.

Todo esto también explica, probablemente y en parte, el rápido hundimiento del feminismo ruso en 1917: le faltaba, sencillamente, su premisa política, la premisa de cualquier “democracia plena y estable”; a saber, la participación normalde las mujeres en la vida pública ─su participación de facto, y no simplemente su garantía de iure.[59] Fue la taimada inconsecuencia de los mismos partidos oportunistas y feministas lo que precipitó su caída: el fanatismo de clase del burgués (o la burguesa) lo empuja al partido del orden, a las reformas paulatinas y medidas ─y a cosillas como el apoyo a la guerra imperialista[60]─, cuando, en el contexto irrepetible de 1917, la base social para tal programa de reformas sólo podía nacer de la incorporación radical de las masas de mujeres a la vida pública. Irónicamente, fueron sus archienemigos, los bolcheviques, quienes se lanzaron a concluir la tarea “no por razones propagandísticas, sino por necesidad”, que diría el viejo Bebel.

Esta profundidad del programa bolchevique, que ponía el debe de la revolución burguesa en la cuenta del socialismo, es la razón de su marcha triunfal a lo largo del año de 1917. Tocaba la médula de las convicciones y consignas en que se habían educado políticamente, durante dos décadas, las masas obreras socialdemócratas de Petrogrado y las ciudades industriales de Rusia. Y donde mejor se demuestra es, precisamente, entre las mujeres obreras. Si en Febrero habían actuado independientemente del Partido, en Octubre son un bastión de bolchevismo: la Primera Conferencia de Obreras de Petrogrado, organizada por Rabotnitsa en los días previos al 25, convocó a 500 delegadas en representación de 80.000 obreras. Atrás quedaban ya las demostraciones de fuerza frente al oportunismo. El cometido de la Conferencia estransmitir a las obreras sin partido el programa de la dictadura del proletariado y prepararlas para la insurrección.[61]Y en esta ocasión no fueron las obreras las que pillaron por sorpresa al partido, sino al revés: las salvas de Aurorainterrumpieron los trabajos de la reunión. Empezaba una nueva época para la humanidad y para su sufrida mitad femenina.

[48] “Todos los partidos radicales pretendían celebrar el Día Internacional de la Mujer [de 1917] de la forma usual ─esto es, con concentraciones, discursos y la distribución de panfletos. Ni una sola organización llamó a la huelga. En la víspera de la festividad un grupo de trabajadoras se reunió con un representante del Partido bolchevique, V. Kayurov, quien, al informar de las actividades preparadas para el día siguiente, insistió en prevenirlas de llevar a cabo acciones aisladas y en que siguiesen las instrucciones del Partido.” Traducido de KATKOV, G. Russia 1917: The February Revolution. Greenwood Press, 1967. De cualquier manera, los bolcheviques se pusieron a la cabeza de la revolución tan pronto como ésta se inició, como es bien conocido.

[49] Early Communist Work…

[50] WOOD: Op. cit., p. 37.

[51] Ibídem, p. 36.

[52] STITES: Op. cit., pp. 175-176. Sobre éste y otros codeos del feminismo con la reacción ultra, cf. en este mismo número El feminismo en la retaguardia de la historia: palabras, obras y omisiones del movimiento femenino burgués.

[53] Early Communist Work…

[54] STITES: Op. cit., p. 176.

[55] HAYDEN: Op. cit., p. 150.

[56] LENIN, V. I. Las tareas del proletariado en nuestra revolución; en O. C. Moscú. Editorial Progreso, 1977, tomo XXIV, p. 488 (la negrita es nuestra ─N. de la R.).

[57] “En esta aparente confusión, entre una revolución que se proclama como socialista y el reconocimiento de que lo por ella emprendido tiene más que ver con la revolución democrática, se esconde gran parte del secreto de Octubre como apertura de libertad, como desvío del curso objetivo predeterminado hacia formas originales de creación histórica.” Había que tomar las armas…, p. 40.

[58] “Exactamente, la revolución proletaria resuelve el problema de la dialéctica masas-Estado desde la identificación y subsunción del segundo en las primeras (Estado-Comuna), y en su mera resolución comienza a hacer emerger una lógica y una dialéctica superiores. Superior, no por contraponerse metafísicamente a la anterior, como si ambas preexistieran platónicamente y en sustantividad en un universo ideal, sino al emerger progresivamente como respuesta a los interrogantes y tareas que esa lógica anterior pone sobre la mesa (es decir, los crea) y, a pesar de su consecuencia, no puede resolver por sí misma.” Ibídem, p. 44.

[59] E incluso es generoso reconocerle a las feministas y a los miembros del Gobierno Provisional el mérito de haber igualado formalmente a la mujer con el hombre: “fuera de la concesión del sufragio femenino, y de algunas reformas muy parciales, el Gobierno Provisional no promovió un código que estipulara la igualdad de derechos de las mujeres: la inferioridad jurídica de la mujer continuó, como lo hicieron las leyes sobre el matrimonio y la familia, hasta la revolución bolchevique”. FRENCIA, GAIDO: Op. cit., pp. 84-85.

[60] “Durante la Primera Guerra Mundial, todas las organizaciones feministas rusas –la Sociedad de Ayuda Mutua de las Mujeres de Shabanova, la Liga por los Derechos de la Mujer de Shishkina-Ravein y el Partido Progresista de la Mujer de Pokrovskaia– se volvieron defensistas y llamaron a la ‘movilización de las mujeres’ para la guerra, como lo hizo la sufragista Christabel Pankhurst en Gran Bretaña. Las principales publicaciones feministas respondieron con un coro de arrebatos patrióticos al estallido de la guerra y se volcaron entusiastamente a actividades que ayudaron al esfuerzo militar, adoptando el argumento de que el conflicto sería bueno para la igualdad de derechos. La revista La causa de las mujeres hizo un llamado a la unidad de las mujeres, apelando al patriotismo, al nacionalismo, al sacrificio y a una posible recompensa después de la guerra en su número del 1 de agosto de 1914. Incluso Maria Pokrovskaia, una feminista esencialista que había escrito extensamente sobre la violencia de los hombres y que podría haber considerado a la guerra como otro ejemplo de la depravación de los gobiernos dominados por hombres, se unió a la ‘defensa de la madre patria’.” Ibídem., p. 67 (la negrita es nuestra ─N. de la R.).

[61] History of the Journal Rabotnitsa. How the Bolsheviks organized Working Women; en WOMEN AND REVOLUTION, nº 4, 1973, pp. 15-16.

Fuente: Reconstitución

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