Un día como hoy hace 201 años nació Friedrich Engels. Debemos agradecerle por haber ayudado a su amigo Karl, pero también por su propia crítica del capitalismo.
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Entrevista por David Broder
Hoy se cumple 200 años del nacimiento de Friedrich Engels, un gigante del movimiento socialista del siglo diecinueve y el colaborador más cercano de Marx durante cuatro décadas. Luego de la muerte de su amigo en 1883, Engels dedicó una gran parte de sus últimos años a editar y popularizar la obra de Marx.
Pero como dice el economista marxista Michael Roberts en su nuevo libro, Engels 200: his contribution to political economy, Engels también fue un pensador original. Desde sus trabajos acerca de la relación de los seres humanos con la naturaleza hasta sus escritos sobre finanzas, Engels piensa con agudeza muchos de los problemas que el socialismo enfrenta en la actualidad.
Roberts habló con David Broder, editor de Jacobin, sobre la influencia de Engels en el pensamiento del joven Marx, sobre la relevancia de sus ideas acerca del desempleo y la vivienda y sobre por qué debemos reivindicarlo frente a quienes intentan describirlo simplemente como una figura dogmática.
DB
Enviado para trabajar en la empresa de su padre en Manchester a partir de 1842, Engels comenzó a escribir La situación de la clase obrera en Inglaterra. Su estudio se basó en las conversaciones que tuvo con las personas que trabajaban en las fábricas, en una red de “informantes” y en su interpretación de las estadísticas oficiales. Señalaste que no se contentó simplemente con describir la pobreza, sino que ayudó a explicar cómo se determinan los salarios en una economía capitalista adoptando un punto de vista muy distinto al de la economía política clásica.
MR
Efectivamente, habiendo conquistado su madurez intelectual a los 24 años, Engels publicó un estudio detallado acerca de la situación de la clase trabajadora en Manchester, en un momento de apogeo de la revolución industrial. Esto lo llevó a concluir que el trabajo asalariado era una nueva forma de explotación específica del capitalismo, distinta de la esclavitud y de la servidumbre.
Introduciendo la tecnología y las máquinas para reemplazar trabajo, el capitalismo generaba un permanente “ejército industrial de reserva”. La magnitud de ese ejército fluctuaría con el vaivén de los ciclos de crecimiento y depresión del capitalismo. Pero el capital siempre ejercería una presión a la baja sobre los salarios y, por lo tanto, sobre la proporción del ingreso que se destinaba al trabajo.
Engels brinda evidencia empírica para apoyar su tesis: Según los informes de los comisionados de la Ley de Pobres, alrededor de un millón y medio de personas que forman esta población sobrante se encontraban en Inglaterra y Gales. Pero Engels señaló que estos cálculos “oficiales” del desempleo subestimaban los números reales: “en el millón y medio no se hallan comprendidos sino aquellos que solicitan realmente la ayuda de la asistencia oficial; esa cifra no incluye la gran masa de los que se las arreglan sin acudir a este socorro de última instancia, del cual sienten gran temor”. Podríamos repetir esta misma crítica frente a las modernas cifras oficiales del desempleo, que en general no tienen en cuenta a quienes no reciben asistencia pero aun así quieren trabajar.
La competencia entre capitalistas lleva a que paguen los salarios más bajos posibles, intentando exprimir a los trabajadores y a las trabajadoras para sacarles cada vez más trabajo. La sindicalización es una cuestión fundamental. El hecho de que la sindicalización ayuda a sostener el nivel del salario real y la participación del trabajo en el producto ha sido reflejado desde entonces por numerosos estudios.
La teoría de Engels tiene relevancia en la actualidad. Durante la mayor parte de los últimos 40 años, los salarios en EE. UU. se han estancado en casi todos los sectores, salvo en el de los trabajadores más calificados, y la desigualdad ha incrementado de forma dramática. La proporción de la clase trabajadora cubierta por algún convenio colectivo de trabajo cayó del 27% al 11,6% entre 1979 y 2019, lo cual significa que la tasa de sindicalización actual es menos de la mitad que la de hace 40 años. La investigación muestra que la desindicalización permite dar cuenta de una buena proporción del crecimiento de la desigualdad durante el período (alrededor del 13-20% en el caso de las mujeres y 33-37% en el de los hombres). Si se aplican estos cálculos a los ingresos anuales se nota que la clase trabajadora está perdiendo alrededor de 200 mil millones de dólares por año como resultado de la erosión de la cobertura sindical de las últimas cuatro décadas, redistribuyéndose este dinero hacia arriba en beneficio de la gente rica.
DB
Presentas a Engels como un precursor, como un comunista anterior a Karl Marx, que acuñó conceptos y categorías que luego serían asociadas a su amigo y colaborador. En particular destacas el Umrisse de Engels, que escribió cuando tenía tan solo 22 años. ¿Cuáles fueron los motivos que inspiraron este texto y qué efecto tuvo este “primer marxista” en el desarrollo de los estudios del propio Marx?
MR
Bueno, Marx una vez le escribió a Engels: Como sabes, siempre estoy llegando tarde a todo, y todo el tiempo estoy siguiendo tus pasos. Esto era cierto en el caso de la economía política. La experiencia de Engels a comienzos de los años 1840, trabajando en la fábrica de algodón de su padre en Manchester, le abrió los ojos frente a la naturaleza directamente material de la “alienación” bajo el capitalismo. Tomaba la forma de la explotación y la pobreza de cientos de miles de trabajadores rurales que inundaban las ciudades durante la denominada “revolución industrial” en Inglaterra.
En sus primeras reuniones, Engels alentó a Marx a que leyera las obras de los economistas contemporáneos para entender las contradicciones del capitalismo. La crítica filosófica del capitalismo era importante, pero la crítica científica del capital y de los economistas era fundamental. Engels fue el primero que avanzó en esta dirección. En Manchester, entre octubre y noviembre de 1843, Engels escribió su primera obra económica, titulada Apuntes para una crítica de la economía política (Umrisse). Fue escrita para animar a Marx a que se concentre en su propia crítica de la economía política y del capitalismo.
La crítica de Engels es un análisis brillante de las ideas de la economía de ese entonces, que logra exponer con éxito sus contradicciones. También empieza a desarrollar aquí algunas de las categorías fundamentales de las teorías marxistas del valor y de la crisis, mucho antes que Marx. Enfatiza que la propiedad privada es el fundamento de la producción capitalista moderna; expone la naturaleza del valor bajo el capitalismo (incluyendo una teoría de la renta); esboza la tensión permanente entre la competencia y el monopolio, el libre comercio y la protección; y brinda una explicación de los ciclos regulares y recurrentes de crecimiento y caída del capitalismo moderno. Todos estos son gérmenes –y algunas veces mucho más que gérmenes– de la crítica posterior que Marx desarrolló en El capital.
Hay límites en el Umrisse que Marx logró superar después. Lo que falta en el enfoque de Engels es la teoría del plusvalor de Marx, es decir, la idea de que solo el trabajo crea valor y de que, teniendo el monopolio sobre los medios de producción, los capitalistas son capaces de apropiarse de este valor. Convierten al trabajo mismo en una mercancía, la fuerza de trabajo, generando un plusvalor a través de la venta de la mercancía a un valor mayor al de de los salarios. Este descubrimiento, tal como Engels siempre lo señaló, fue una de las mayores conquistas científicas de Marx.
Desde mi punto de vista, a pesar de sus limitaciones, la contribución del joven Engels a la economía política sigue siendo estimulante, moderna y relevante, aun si es dejada de lado por mucha gente, incluso en el campo de la economía marxista.
DB
¿En qué sentido puede decirse que Engels desarrolló el concepto de “financierización”?
MR
“Finacierización” es una palabra que hoy está de moda entre economistas heterodoxos y marxistas. El término implica que el sector de las finanzas se ha vuelto dominante en la acumulación capitalista moderna y, en efecto, las empresas y las actividades no financieras más grandes han sido transformadas en operaciones financieras que no son más productivas para la sociedad en su conjunto. En este sentido, se dice que vivimos en el mundo del capital financiero, no en el del capitalismo.
Lo que encontré al preparar este breve libro es que Engels estuvo de nuevo un paso adelante de Marx al discernir el rol creciente del capital financiero en el capitalismo moderno. En particular, fue el primero en utilizar el término marxista de “capital ficticio” para indicar que los capitalistas invierten en activos financieros como los bonos y las acciones en vez de en activos materiales como fábricas y trabajadores.
Los capitales ficticios representan un derecho sobre el valor futuro creado por el trabajo en los sectores productivos. Son “ficticios” porque ese nuevo valor puede no materializarse, lo cual efectivamente puede conducir al colapso financiero. En 1844, Engels dijo: Luego vienen los especuladores que trabajan con capital ficticio, que viven del crédito, que se arruinan si no pueden vender rápidamente; se lanzan en a esta carrera universal y caótica por la ganancia, multiplican los desórdenes y se precipitan siguiendo esta pasión desenfrenada que eleva los precios y la producción hasta niveles demenciales.
Más tarde, después de la muerte de Marx, Engels desarrolló todavía más su concepto de capital ficticio, teniendo en cuenta los desarrollos del capital financiero en Inglaterra y en EE. UU. Refiriéndose a El capital de Marx, Engels comentó que en ese momento [1865], el mercado de valores todavía era un lugar en el que los capitalistas se quitaban unos a otros el capital acumulado. Pero las cosas habían cambiado. Engels pensaba que se había producido un cambio, que hacía que la bolsa cumpliera un rol cada vez más importante y que, a medida que se desarrollaba, tendía a concentrar toda la producción, tanto industrial como agrícola, junto al comercio, los medios de comunicación y los de intercambio, en las manos de operadores bursátiles. Por este motivo la bolsa se convertía en la representación más prominente de la producción capitalista en sí misma.
Sin embargo, creo que Engels no hubiese acordado con la teoría de la financierización moderna. La teoría moderna sugiere que (1) la actividad financiera es ahora la principal fuente de plusvalor y que, (2) en lugar del exceso de capital productivo en relación con la tasa de ganancia, que conduce a la sobreproducción, la principal causa de las crisis en la actualidad es el exceso financiero. Engels piensa que efectivamente el crédito puede separarse del comercio de mercancías y tener un desarrollo propio, leyes especiales y fases autónomas determinadas por su naturaleza específica, pero solo bajo ciertas condiciones impuestas por la producción y el intercambio de mercancías, y solo en el marco de esos límites. Las crisis son el resultado de la sobreproducción de capital, no del exceso financiero.
DB
Una serie importante de intervenciones de Engels se refieren a la “cuestión de la vivienda”. A pesar de que insistió en que este tema solo podía resolverse si se lo consideraba como una parte de una “cuestión social” más amplia, refutó la analogía de Pierre-Joseph Proudhon, que comparaba directamente las relaciones entre arrendadores y arrendatarios con las relaciones entre capitalistas y trabajadores. ¿Por qué esta analogía es engañosa? ¿Qué tipo de enfoque sobre la falta de vivienda y las altas rentas implica la crítica de Engels?
MR
Los reformadores sociales de mediados del siglo XIX eran conscientes de las condiciones espantosas en las que vivía la clase obrera, forzada a pagar rentas exorbitantes a propietarios que exprimían sus salarios hasta el límite, para vivir de cualquier manera en la miseria. Para millones de personas, nada de esto ha cambiado en la actualidad. Socialistas importantes en aquel entonces, como Proudhon, creían que la conversión de la renta de los propietarios en un pago hipotecario de los trabajadores sobre la vivienda, que luego se convertiría en su propiedad, era la solución para terminar con la propiedad de la tierra y la vivienda. El reformador social Sax sostenía que la propiedad de una casa y un jardín transformaría a los trabajadores en capitalistas, dado que les permitiría generar un ingreso o un crédito en el mercado inmobiliario durante los tiempos difíciles y también mejoraría su “autoestima”.
En una serie de ensayos, Engels rechazó esta solución a la crisis de la vivienda. Reconocía que cualquier política que apuntara al control de rentas o limitara el enorme interés de los bancos sobre las hipotecas se quedaría corta a la hora de resolver la “cuestión de la vivienda”. Decía que el proudhoniano viene a decir que si prohibimos que un solo tipo de capitalista –que es un capitalista que no compra directamente fuerza de trabajo y que, por lo tanto, tampoco genera plusvalor– recibiera un beneficio o interés, esto implicaría dar un paso adelante. Pero la masa de trabajo no pago que se toma de la clase obrera seguiría siendo exactamente la misma aun cuando el día de mañana se privara a los propietarios y a los banqueros de la posibilidad de recibir renta e interés.
Lo que se necesitaba para solucionar la crisis de la vivienda era poner fin a la propiedad privada de la tierra y de la vivienda. Para Engels, no había algo que fuese la crisis de la vivienda en sí misma, sino una crisis del capitalismo de la cual las condiciones habitacionales representaban solo uno de los innumerables, pequeños y secundarios males causados por la explotación que el capital hace del trabajo.
La crítica de Engels tiene relevancia en la actualidad. Tomemos por caso la política de Margaret Thatcher en el Reino Unido, muy popular durante los años 1980, que impulsó la venta directa de viviendas sociales con grandes descuentos para los inquilinos, con el objetivo de expandir la propiedad a expensas del parque de vivienda pública. Esta política del derecho de compra es en la actualidad una de las causas más importantes y directas de la falta de acceso a la vivienda en el Reino Unido. Debe tenerse en cuenta que durante los últimos 35 años, cerca de 3 millones de viviendas de propiedad pública fueron vendidas bajo este esquema. El derecho de compra falló incluso en sus propios términos privatizadores, dado que muchas personas que ejercieron su derecho a comprar vendieron luego a propietarios privados que alquilan las viviendas a inquilinos por un precio equivalente al doble o al triple de la renta pública anterior.
DB
Dando un paso atrás para apoyar financieramente el trabajo de Marx, luego de la muerte de su amigo, Engels hizo una gran contribución a la edición y a la puesta circulación de su obra, siendo a su vez una figura muy respetada en el movimiento socialista. Pero hubo quienes lo condenaron por estos esfuerzos, acusándolo de producir un marxismo vulgarizado al otorgarle un carácter falsamente “sistemático”. Este enfoque ha sido descripto en muchos casos como mecanicista o incluso protoestalinista. ¿Cuál piensas que es el motivo que hay detrás de estas acusaciones? Este tipo de argumentos, ¿soportan un examen serio?
MR
Sí, es cierto que Engels es foco de muchas críticas entre algunos grupos marxistas. Creo que la razón detrás de esto es que convirtió al marxismo en un sistema teórico para transformar un movimiento político de masas. Esto no le simpatiza para nada al marxismo “académico”. Por este motivo, prefieren retratar a Marx como un “pensador liberal” en oposición al comunista “artero” de Engels. Es verdad que Engels se hizo comunista antes que Marx. Y también es cierto que algunos intelectuales soviéticos bajo el régimen de Stalin utilizaron la obra de Engels para argumentar que la transición del capitalismo al socialismo era inexorable y estaba determinada, sosteniendo que la Unión Soviética era un ejemplo de esto. Pero era una distorsión del pensamiento de Engels equivalente a las del “marxismo liberal” del Occidente postsoviético.
Desde mi punto de vista, no existe ni una página que permita separar a Marx y a Engels en lo que respecta a su concepción materialista de la historia y del socialismo científico. Trabajaron en conjunto y colaboraron en todos sus estudios a lo largo de 40 años, conociendo cada uno en detalle lo que pensaba el otro. Por supuesto, no estaban de acuerdo en cada punto y coma, dado que eran pensadores independientes, pero acordaban en el enfoque y en los asuntos más importantes. En el caso contrario, ¡nos hubiésemos enterado!
Tal como le dijo Marx a Engels al terminar su obra maestra, El capital: “Sin ti no hubiese sido capaz de concluir el trabajo, y puedo asegurarte que siempre pesó en mi conciencia como una pesadilla el hecho de que estuvieras desperdiciando tus valiosas energías en el comercio, principalmente por mi bien, y, por si fuera poco, que tuvieras que compartir todas mis petites miseres [pequeñas miserias]”.
DB
Suele acusarse a Engels de sostener un punto de vista que exalta el máximo el desarrollo de las fuerzas productivas y la dominación ilimitada de la humanidad sobre la naturaleza. Pero tu lectura –como la de John Bellamy Foster– sugiere en cambio que Engels fue un precursor del pensamiento ecológico. ¿Cuáles son los elementos de su obra que apuntan contra aquella lectura de sentido común? ¿Hay en su crítica ecológica algo más que un rechazo moral o sentimental de los efectos de la industrialización?
MR
Marx y Engels son acusados con frecuencia de sostener una visión “prometeica” de la organización social humana, más específicamente, de sostener que los seres humanos, aprovechando su conocimiento y su destreza técnica, pueden y deben imponer su voluntad sobre el planeta y sobre lo que suele denominarse la “naturaleza”.
Esta acusación se dirige especialmente contra Engels, quien –se dice– adopta un punto de vista “positivista” burgués sobre la ciencia: el conocimiento científico es progresivo y neutral en términos ideológicos, al igual que lo es la relación entre el hombre y la naturaleza. En efecto, la moderna crítica “verde” de Marx y Engels sostiene que no eran conscientes de que el homo sapiens estaba destruyendo el planeta y, por lo tanto, estaba destruyéndose a sí mismo. En cambio, Marx y Engels habrían tenido una fe prometeica ciega en las capacidades del capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas y la tecnología, lo cual permitiría superar cualquier peligro que afectara al planeta y a la naturaleza.
Pero en realidad, Engels se adelantó a Marx –de nuevo– al considerar la destrucción y el daño al medioambiente que causaba la industrialización. Mientras vivía todavía en su ciudad natal de Barmen (ahora Wuppertal), cuando tenía 18 años, escribió muchas notas en el diario acerca de la desigualdad entre ricos y pobres, la hipocresía piadosa de los curas y de la iglesia y también sobre la contaminación de los ríos.
En el Umrisse, Engels destacó cómo la propiedad privada de la tierra, el impulso de la búsqueda de ganancias y la degradación de la naturaleza van de la mano. Una vez que la tierra ha sido mercantilizada por el capital, está sujeta a la misma degradación que el trabajo. Sabemos ahora que el COVID-19 y otras pandemias, originadas por otros patógenos, se deben al impulso del capitalismo que lleva a industrializar la agricultura y a usurpar las áreas silvestres que quedan, lo cual ha llevado a que la naturaleza “contraataque” en el momento en que los seres humanos entran en contacto con patógenos a los cuales no son inmunes.
Así que, en estos tiempos de pandemia de COVID-19, es útil recordar una de las obras más importantes de Engels: El papel del trabajo en la transformación del mono al hombre. En este trabajo inconcluso, Engels muestra la íntima conexión que existe entre el trabajo humano y la naturaleza, cuyo trastorno sería devastador para la humanidad y para las otras especies del planeta. Para él,
“Así, a cada paso, los hechos nos recuerdan que nuestro dominio sobre la naturaleza no se parece en nada al dominio de un conquistador sobre el pueblo conquistado, que no es el dominio de alguien situado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, por nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, pertenecemos a la naturaleza, nos encontramos en su seno, y todo nuestro dominio sobre ella consiste en que, a diferencia de los demás seres, somos capaces de conocer sus leyes y de aplicarlas adecuadamente.”
Engels ataca la concepción según la cual la “naturaleza humana” es inherentemente egoísta y terminará por destruir la naturaleza. Describe este argumento como “absurdo y antinatural”. Los seres humanos pueden trabajar en armonía con la naturaleza, formando parte de ella. Esto requiere un mayor conocimiento de las consecuencias que tienen las acciones humanas. Pero como dijo Engels: “para llevar a cabo este control se requiere algo más que el simple conocimiento”. La ciencia no es suficiente. “Hace falta una revolución que transforme por completo el modo de producción existente hasta hoy día y, con él, el orden social vigente”. Al parecer, el Engels “positivista” todavía apoyaba la concepción materialista que Marx tenía sobre la historia.
Sobre el entrevistador
David Broder es editor de Jacobin e historiador del comunismo francés e italiano.