Educación revolucionaria: cómo Amílcar Cabral influyó en la pedagogía de Paulo Freire
Freire concluyó que Cabral, junto con el Ché Guevara, representan “dos de las máximas expresiones del siglo XX”
Amílcar Lopes da Costa Cabral nació el 12 de septiembre de 1924 en Bafatá, Guinea-Bissau, una de las colonias africanas de Portugal. El 20 de enero de 1973 –hace 48 años–, Cabral fue asesinado por fascistas portugueses, apenas unos meses antes de que el movimiento de liberación nacional, en el que Cabral desempeñaba un papel central, conquistara la independencia de Guinea-Bissau.
Cabral y los demás líderes del movimiento entendían que estaban participando en una lucha anticolonial más amplia y una guerra de clases mundial, y que por tanto sus enemigos inmediatos no solo eran los gobiernos coloniales de cada país en concreto, sino el colonialismo portugués en general. Durante 500 años, el colonialismo portugués se construyó sobre el comercio de esclavos y el saqueo sistemático de sus colonias africanas: Mozambique, Guinea-Bissau, Santo Tomé y Príncipe, Angola y Cabo Verde.
A pesar de que en aquella época todo el mundo estuviera más pendiente de la guerra de Vietnam, el dinamismo inspirador de la campaña impulsada en Guinea-Bissau –junto con la personalidad de Cabral– captó la atención internacional. En la introducción a una recopilación temprana de los escritos y discursos de Cabral, Basil Davidson describe a Cabral como alguien que expresó un interés genuino y “duradero por todas las personas y todas las cosas que se cruzaban en su camino”.
En virtud de su papel como líder de un movimiento de liberación nacional durante unos quince años, Cabral llegó a ser un teórico muy influyente de la descolonización y la reafricanización no determinista, aplicada creativamente. El educador crítico de fama mundial Paulo Freire, en una presentación en 1985 de sus experiencias en la Guinea-Bissau liberada como una especie de consultor militante, concluyó que Cabral, junto con el Ché Guevara, representan “dos de las máximas expresiones del siglo XX”. Freire califica a Cabral de “un excelente marxista que emprendió una lectura africana de Marx”. Cabral, en opinión de Freire, “vivía plenamente la subjetividad de la lucha. Por esta razón, teorizaba” al tiempo que dirigía.
Aunque no estén plenamente reconocidas en el ámbito de la educación, la teoría y la práctica descoloniales de Cabral también influyeron en la trayectoria del pensamiento de Freire y lo pulieron. A través del proceso revolucionario encabezado por Cabral, Guinea-Bissau pasó a ser líder mundial en formas de educación descoloniales, lo que conmovió profundamente en Freire.
Cabral sabía que para derrotar al colonialismo portugués en Guinea-Bissau, la lucha de liberación no podía reproducir simplemente las tácticas de combate que se dan en otros contextos, como en Cuba. Antes bien, toda lucha en particular ha de basar sus tácticas en un análisis de las condiciones específicas de su propio contexto. Por ejemplo, aunque reconocía el valor de los principios generales que esbozó Guevara en su Guerra de guerrillas, Cabral comentó que “nadie comete el error, en general, de aplicar ciegamente la experiencia de otros en su propio país. Para determinar las tácticas de la lucha en nuestro país habíamos de tener en cuenta las condiciones geográficas, históricas, económicas y sociales de nuestro país.”
Cabral se centró en las cuestiones políticas necesarias para construir un movimiento unitario de liberación nacional. En sus formulaciones, insistía en que la lucha armada estaba íntimamente ligada a la lucha política, y que ambas formaban parte de una lucha cultural más amplia. Las formulaciones marxistas de Cabral en materia de cultura eran importantes para la lucha más amplia y para resistir frente a la educación colonial. Reconoció que los fascistas e imperialistas eran muy conscientes “del valor de la cultura como factor de resistencia frente a la dominación extranjera”, por lo que tenían claro que la subyugación solo podía mantenerse “mediante la represión permanente y organizada de la vida cultural del pueblo”.
La resistencia, para Cabral, también es una manifestación cultural. Esto significa que “mientras una parte del pueblo pueda tener una vida cultural, la dominación extranjera no puede estar segura de su perpetuación”. En esta situación, por tanto, “en un momento dado, en función de factores internos y externos… la resistencia cultural… puede adoptar nuevas formas (políticas, económicas y armadas) para hacer frente… a la dominación extranjera”. En la práctica, las culturas indígenas que seguían vivas y que protagonizaron siglos de resistencia anticolonial se fundirían orgánicamente y emergerían del interior de los movimientos políticos y de liberación nacional y socialistas.
En la práctica, Cabral promovió el desarrollo de la vida cultural del pueblo. Aconsejó intensificar no solo el esfuerzo militar contra los portugueses, sino también el esfuerzo de educación en las zonas liberadas de Guinea-Bissau. De nuevo, mientras que a menudo se afirma falsamente que el movimiento anticolonialista y el proceso educativo de descolonización del conocimiento son cosas distintas o incluso antagónicas, Cabral los conceptualizó como aspectos interrelacionados dialécticamente:
Cread escuelas y extended la educación en todas las zonas liberadas. Seleccionad a las personas jóvenes de 14 a 20 años que hayan acabado su cuarto curso para su formación ulterior. Combatid sin violencia todos los prejuicios en las costumbres y los aspectos negativos de las creencias y tradiciones de nuestro pueblo. Obligad a los miembros responsables y educados de nuestro partido a esforzarse todos los días por mejorar su formación cultural.
Un elemento central del desarrollo de esta conciencia revolucionaria era el proceso de reafricanización. Esta no debía entenderse como un llamamiento a volver al pasado, sino como una manera de exigir la autodeterminación y construir un nuevo futuro en el país.
Combatid entre la gente joven, particularmente las y los mayores de 20 años, la manía de dejar el país para ir a estudiar en otra parte, la ciega ambición de adquirir un título, el complejo de inferioridad y la idea equivocada que lleva a la creencia de que quienes estudian o asisten a cursillos se convertirán mañana en personas privilegiadas en nuestro país.
Esta es una de las razones por las que Freire califica a Cabral de uno de esos “líderes que están siempre con el pueblo, enseñando y aprendiendo mutuamente en la lucha por la liberación”. Este compromiso con el desarrollo cultural del pueblo como parte de la lucha más amplia por la liberación informó su labor educativa en las zonas liberadas. Freire escribe que también informó “la ternura que mostraba cuando, antes de ir a la batalla, visitaba a los niños y niñas en las pequeñas escuelas, participando en sus juegos y teniendo siempre la palabra idónea que decirles. Les llamaba las ‘flores de nuestra revolución’”.
Como pedagogo de la revolución, Basil Davidson califica a Cabral de “educador supremo en el sentido más amplio de la palabra”. Cabral y el Partido por la Independencia de Guinea-Bissau y Cabo Verde (PAIGC) destacaban la importancia de la educación cada vez que se presentaba la oportunidad. Por eso tenía sentido que la Comisión de Educación de la Guinea-Bissau recién liberada invitara al experto más destacado del mundo en enfoques descoloniales de la educación, Paulo Freire, a participar en el desarrollo ulterior de su sistema educativo.
Freire formaba parte de un equipo del Instituto de Acción Cultural del Departamento de Educación del Consejo Mundial de las Iglesias. Su misión consistía en erradicar los residuos coloniales que quedaban tras generaciones de educación colonial concebida para desafricanizar a la población. Del mismo modo que habrá que sustituir o rehacer a fondo el modelo educativo capitalista, había que desmantelar el modelo educativo colonial y reconstruir de la nada un nuevo modelo.
Uno de los principales objetivos de la educación colonial heredada es la desafricanización de la población. Era discriminatoria, mediocre y estaba basada en el verbalismo. No podía aportar nada a la reconstrucción nacional porque no había estado concebida para este fin.
El modelo colonial de educación estaba concebido para fomentar el complejo de inferioridad entre la juventud. La educación colonial con resultados predeterminados busca dominar al alumnado tratándolo como si fueran objetos pasivos. Parte de este proceso consistía en negar la historia, la cultura y las lenguas del pueblo. Del modo más cínico y retorcido, la escuela colonial transmitía el mensaje de que la historia de los pueblos colonizados solo comenzó realmente “con la presencia civilizatoria de los colonizadores”.
Para preparar su visita, Freire y su equipo estudiaron las obras de Cabral y se informaron al máximo posible sobre el contexto. Reflexionando sobre algunas cosas que había aprendido de Cabral, a pesar de no haberse reunido nunca con él, Freire explica lo siguiente:
De Cabral he aprendido muchísimas cosas… Pero aprendí una cosa que es una necesidad para el educador progresista y para el educador revolucionario. Hago una distinción entre ambos: a mi modo de ver, un educador progresista es uno que trabaja dentro de la sociedad de clases burguesa como la nuestra, y cuyo sueño va más allá de simplemente mejorar las escuelas, cosa que también es necesaria. Y va más allá porque sueña con la transformación radical de la sociedad de clases burguesa en una sociedad socialista. Para mí, este es un educador progresista. Mientras que un educador revolucionario, desde mi punto de vista, es uno que ya se encuentra en un nivel mucho más avanzado, tanto social como históricamente, dentro de un sociedad en proceso.
Para Freire, Cabral fue sin duda un educador revolucionario avanzado. Rechazando los prejuicios y el dogmatismo, el equipo de Freire no diseñó planes o programas de estudios antes de llegar a Guinea-Bissau con la idea de imponerlos a la gente. A su llegada, Freire y sus colegas continuaron escuchando y discutiendo con la gente, y aprendiendo de ella. Solo conociendo la labor educativa del gobierno revolucionario podían evaluarla y formular recomendaciones. Es decir, no es posible ofrecer una orientación descolonial al margen de la realidad concreta del pueblo y de su lucha. Este conocimiento no se puede obtener o construir sin la participación activa del alumnado como colectivo.
Freire era consciente de que la educación que se estaba creando no podía llevarse a cabo mecánicamente, sino que ha de venir determinada por “el plan para la sociedad a crear”. Aunque Cabral había sido asesinado, sus escritos y su liderazgo habían contribuido a la creación de una fuerza con la claridad política necesaria para contrarrestar la resistencia de quienes todavía eran portadores de la antigua ideología. En el proceso, los líderes revolucionarios se encontrarían con enseñantes cautivos de la antigua ideología, que se dedicaban conscientemente a socavar la nueva práctica descolonial. Otros, sin embargo, conscientes también de que son cautivos de la antigua ideología, aspiran a liberarse de ella. Los escritos de Cabral sobre la necesidad de que la clase media, incluida la profesión docente, cometiera suicidio de clase, eran instructivos. La clase media tenía una alternativa: traicionar a la revolución o cometer suicidio de clase.
El trabajo de reconstrucción del sistema educativo ya había comenzado durante la guerra en las zonas liberadas. El reto tras la independencia consistía en mejorar partiendo de todo lo conseguido en las zonas que habían sido liberadas antes del final de la guerra. En estas zonas liberadas, Freire concluyó que la clase trabajadora, organizada a través del Partido, “había tomado en sus propias manos la cuestión de la educación” y creado “una escuela de trabajo, estrechamente ligada a la producción y dedicada a la educación política del alumnado”. Al describir la educación en las zonas liberadas, Freire dice que “no solo expresaba el clima de solidaridad inducido por la propia lucha, sino que también lo profundizó. Encarnación de la dramática presencia de la guerra, no solo buscó el auténtico pasado del pueblo, sino que también se ofreció para su presente.”
Terminada la guerra, el gobierno revolucionario decidió no cerrar simplemente las escuelas coloniales que quedaban mientras se creaba un nuevo sistema. En vez de ello, “introdujo… algunas reformas fundamentales que permitieran acelerar… la transformación radical”. Por ejemplo, se sustituyeron los currículos que estaban saturados de ideología colonialista. De este modo, los alumnos y alumnas ya no aprenderían historia desde la perspectiva de los colonizadores. La historia de la lucha de liberación contada por quienes habían estado colonizados fue un añadido fundamental.
Sin embargo, una educación revolucionaria no se contenta con sustituir simplemente el contenido para que sea consumido pasivamente. El alumnado ha de tener la oportunidad de reflexionar críticamente sobre su propio proceso de pensamiento en relación con las nuevas ideas. Para Freire, esta es la trayectoria por la que los objetos pasivos del adoctrinamiento colonial comienzan a convertirse en sujetos activos de la descolonialidad. Así, partiendo de su evaluación, Freire y su equipo trataron de “ver qué estaba ocurriendo realmente en las condiciones materiales limitadas que sabíamos que existían”. Por tanto, el objetivo claro era “descubrir qué podría hacerse mejor en estas condiciones y, si ello no fuera posible, pensar en maneras de mejorar las condiciones mismas”.
Freire y su equipo concluyeron que “el alumnado y la clase trabajadora estaban realizando un esfuerzo que era sobre todo creativo”, a pesar de los numerosos retos y los escasos recursos materiales. Al mismo tiempo, entendieron que “los errores más evidentes” que observaron eran fruto de “la impaciencia de algunos trabajadores, que les llevó a crear las palabras en vez de retar a alumnas y alumnos a crearlas por sí mismas”. La labor y la práctica de Freire han inspirado lo que se ha convertido en un movimiento mundial de pedagogía crítica. En el último libro elaborado antes de su muerte, subtitulado Cartas a quien pretende enseñar, la influencia de Cabral en Freire parece seguir siendo primordial, ya que insistió en que “es importante luchar contra las tradiciones coloniales que llevamos dentro”.
Este artículo es un extracto del publicado sobre el tema en Liberation School:
https://liberationschool.org/amilcar-cabral-liberator-theorist-educator/embed/#?secret=BgllYWuY07
La versión que publicamos aquí es la que aparece en la revista Contretemps:
https://www.contretemps.eu/cabral-anticolonialisme-pedagogie-opprimes-freire/