
«Los altos cargos militares, a quienes nadie ha votado, ejercen un control total sobre el gobierno electo».
Para este exmilitar y también excombatiente de la guerra de Irak, las cosas parecen estar claras. En los Estados Unidos, como están demostrando los hechos, en política exterior no ha existido nunca un «plan Biden», un «plan Obama», o un «plan Bush». El único plan que tiene realmente vigor y logra imponerse es el «plan del Pentágono,». Este militar estadounidense explica los mecanismos económicos que determinan que las cosas sucedan de esa manera.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL
Ike Prysner, es un «viejo» soldado norteamericano, veterano de la guerra de Irak. Pero sucede que, además, desde hace 15 años se convirtió en un activista por la paz. Tanto es así que fue encarcelado por manifestarse frente al Capitolio en contra de las guerras de Irak y Afganistán. Ike participa, a su vez, en las movilizaciones organizadas por los núcleos de familiares de los muertos en batallas de las guerras citadas.
Hace 12 años, Prysner fundó la organización «March Forward», participando a su vez en documentales realizados para el programa The Empire Files. Actualmente es militante del Partido estadounidense «Socialism and Liberation»
El digital norteamericano Jacobin le hizo hace unas pocas fechas una entrevista, de la extraemos los siguientes párrafos:
¡Qué gaitas! La cosa no deja de tener mucha guasa. Biden nunca estuvo a favor de una retirada completa de Afganistán. Incluso en los últimos días de campaña contra Trump en 2020, no dejó de remachar en que había que dejar, al menos, varios miles de soldados en el país, para cumplir con el cuento de que los Estados Unidos no podía abandonar a sus socios afganos . Con el tiempo, y tras asumir el cargo, el tono de Biden cambió y empezó a mostrarse favorable a una retirada total.
Prysner estima que nos equivocaríamos si estimáramos que Biden «cambió de plan». La cuestión es que en los Estados Unidos no existe un «plan Biden», otro «plan Obama», o un tercer «plan Bush». El único plan y que tiene realmente vigor en los Estados Unidos es el plan del Pentágono,
«cuyos altos cargos, a quienes nadie ha votado, ejercen total control sobre el gobierno electo. Es el Pentágono, en realidad, quien dirige la política exterior y no las instituciones nominalmente democráticas. Así, a pesar de que Biden asumió el cargo con la idea de mantener cierto número de tropas sine die, fue el Pentágono quien dijo: «No, es necesario retirarnos». De ahí su drástico «cambio» de opinión.
Ike Prysner mantiene que el Pentágono estaba por lo general satisfecho con la guerra de Afganistán. «Se sabía que Estados Unidos había estado perdiendo la guerra durante la mayor parte de la ocupación. Pero un conflicto de larga duración como este seguía siendo beneficioso para la política imperialista, aunque en cierto modo la guerra la estaba perdiendo. Tenemos un presupuesto militar absolutamente inflado. En ocasiones, se llegaron a gastar 400 o 500 millones de dólares diarios solo en la ocupación de Afganistán. Esta guerra ha sido una bendición para el complejo militar-industrial y ha permitido al Ejército de los Estados Unidos desarrollar todo un arsenal tecnológico».
Según Prysner es preciso tener en cuenta un factor clave en todo este tejemaneje:
«Las empresas que fabricaban vehículos que van directamente de la línea de montaje en fábrica a las carreteras de Afganistán, donde son volados en pedazos e inmediatamente reemplazados por nuevos vehículos. Piensa en las muchas compañías que fabrican balas, misiles, proyectiles, tanques. Es evidente: la industria militar ha sido la gran interesada en mantener activa esta guerra».
Algo similar ocurre con los oficiales del Pentágono.
«La guerra les permite obtener experiencia de combate, obtener sus medallas, experiencia de mando. Con el tiempo son promovidos y a las semanas de jubilarse encuentran puestos altamente remunerados en la industria. Es muy difícil ponerle fin a una guerra que sirve para el enriquecimiento personal de los oficiales del Pentágono y para sacar brillo a sus currículums».
Y puntualiza:
«La guerra fue beneficiosa durante un largo tiempo, pero finalmente se ha llegado a un punto en el que el imperio ha visto que no puede seguir embarrado en una guerra que hace veinte años que se está perdiendo claramente. Estados Unidos debería proyectar su poder a través de una imagen de máquina militar invencible. Llegados a este punto, los fracasos de Afganistán e Irak pueden hacer que Estados Unidos parezca un poder debilitado al que se puede, en efecto, derrotar».
Prysner cree que la guerra de Afganistán comenzaba a dañar seriamente la imagen del imperialismo norteamericano, así como el tipo de dominio que hay que proyectar en el mundo. «Por esa razón nuestra clase dominante ha decidido moverse en busca de otros objetivos y nuevos regímenes a los que derrocar».
«Obama ya había hablado de distanciarse de Irak y Afganistán durante su presidencia. Su idea era que invertir tanta energía y tiempo tratando de ganar estas guerras-imposibles-de-ganar estaba dañando los objetivos generales de hegemonía global norteamericana. Para Obama, Estados Unidos necesitaba replegarse y centrar sus esfuerzos en nuevos puntos del planeta, incluidos otros países de Oriente Medio, pero también América Latina y especialmente Asia.
A pesar de haberse prolongado el conflicto afgano,- opina Ike Prysner – durante la presidencia de Trump se empezó a vislumbrar esta transición con el intento de golpe de Estado en Venezuela, las nuevas tensiones contra Cuba, las acciones en Yemen y Siria, y el gran despliegue militar en el Mar de la China Meridional. Recientemente, la vicepresidenta Kamala Harris viajó Vietnam para ejercer presión contra China, en lo que ha sido visto como una provocación en la región. Muchos países en Asia se esfuerzan por mantener cierta cooperación pacífica en la región, pero Estados Unidos no deja de interferir con el fin de aumentar tensiones«.