A PROPOSITO DE LA OPOSICIÓN TROTSKISTA
(Aprobada por el IX Pleno del CE de la IC, 1928)

La sesión plenaria del CE de la IC señala con satisfacción que el XV Congreso del PC (b) de la URSS
ha terminado enérgicamente con la oposición trotskista, poniéndola fuera de las filas del partido. La sesión
plenaria se solidariza plena y totalmente con las resoluciones del PC (b) de la URSS y con las medidas que ha
adoptado, a través de los organismos soviéticos, para cortar la labor antisoviética de la oposición.
La sesión plenaria del CE de la IC considera que las resoluciones del XV Congreso tienen magna
importancia para el reforzamiento sucesivo de la dictadura del proletariado y para la edificación del
socialismo en la URSS.
Es indudable que el XV Congreso del partido ha trazado justamente las vías ulteriores de la
industrialización socialista de la economía de la URSS sobre la base de intensificar la influencia planificada
del Estado proletario en el desarrollo económico del país, seguir desplazando a los elementos capitalistas
privados, colectivizar en amplia escala las haciendas campesinas y mejorar la situación material de la clase
obrera y de la gran masa de trabajadores en general.
Mientras que en todos los países capitalistas tiene lugar una ofensiva del capital contra la clase obrera
—lo que se expresa, entre otras cosas, en el aumento de la jornada de trabajo—, en la URSS se pasa a la
jornada de siete horas y se amplía y crece cada día más la lucha por elevar el nivel cultural de las masas
trabajadoras.
La sesión plenaria aplaude las decisiones del Congreso del PC (b) de la URSS, que tienden a mejorar
y simplificar el aparato de la dictadura del proletariado y a hacer participar de una manera más amplia todavía
a las masas obreras y campesinas en la gobernación del país. La afluencia al partido de cien mil nuevos
obreros fabriles en el momento de mayor exacerbación de la lucha de la oposición contra el PC (b) de la
URSS demuestra que este partido, su dirección y su política gozan de la confianza y el apoyo ilimitados de las
grandes masas de la clase obrera, que ven en la unidad leninista y en la línea leninista de su partido la garantía
de la fortaleza y de la victoria de la dictadura proletaria.
La sesión plenaria del CE de la IC considera justo el análisis de la situación económica y política
internacional hecho por el XV Congreso del PC (b) de la URSS, el cual ha señalado las siguientes
tendencias peculiares de la actual fase histórica:
- Agravación de las contradicciones entre los grupos capitalistas en la lucha por las esferas de
dominación y por un nuevo reparto del mundo; agravación de la lucha entre el imperialismo y los
pueblos oprimidos de las colonias; agravación de la lucha del imperialismo contra la URSS; crecimiento de
las premisas de nuevas guerras imperialistas. - Aumento del poderío de los trusts capitalistas; creciente entrelazamiento de estos trusts
con el Estado burgués; creciente integración de la cúspide de la socialdemocracia y de los
reformistas en el sistema económico y político de las organizaciones imperialistas; presión cada día
más fuerte del capital sobre la clase obrera. - Radicalización de las masas obreras como resultado de la ofensiva de la burguesía contra el
proletariado, radicalización que se manifiesta en el incremento de la lucha huelguística, en la
elevación de la actividad política de la clase obrera, en el crecimiento de las simpatías del proletariado
internacional hacia la URSS y en el desarrollo de elementos de un nuevo ascenso revolucionario en
Europa. - Ofensiva general contra los comunistas por parte de las organizaciones patronales, de los
Estados burgueses y de la socialdemocracia; tendencia de los socialreformistas a expulsar a los comunistas de
las organizaciones de masas de la clase obrera; intensificación por los reformistas de la campaña de calumnias
y persecuciones contra los comunistas, en general, y contra la primera dictadura proletaria en el mundo, en
particular.
La fase de desarrollo que se avecina se distinguirá por nuevos choques entre la clase obrera y la
burguesía y por una lucha encarnizada entre la socialdemocracia y los comunistas, que se disputan la
influencia en las masas obreras. La socialdemocracia internacional, que se orienta desde hace largo
tiempo hacia la coalición con la burguesía y el pleno apoyo a su política imperialista, hacia la paz de clases y
el apoyo a la racionalización capitalista, intenta remontar el proceso de radicalización de la clase obrera y
arrastrar a esta última a la vía de su política de traición. A este fin sirve, de una parte, la lucha más
encarnizada contra los comunistas mediante su expulsión de los sindicatos, mediante el concurso al aparato de
la dictadura burguesa en la persecución de los comunistas, mediante abyectas calumnias y mentiras. De otra
parte, la socialdemocracia internacional sostiene una furiosa campaña contra la URSS y el PC (b) de la URSS
dándose cuenta de que el crecimiento de las simpatías hacia la URSS es una de las formas más importantes de
la radicalización de la clase obrera.
Los socialdemócratas han puesto en marcha toda esta máquina de mentiras y calumnias para
frustrar el crecimiento de las simpatías del proletariado internacional hacia la URSS y hacia el comunismo;
para desacreditar los éxitos reales de la edificación del socialismo en el país de la primera dictadura proletaria;
para apartar a los obreros de la lucha por el derrocamiento del capitalismo e inclinarles a apoyar la
política burguesa de racionalización capitalista, efectuada a expensas de la clase obrera, y la alevosa política
de «paz industrial».
En esta lucha contra la URSS y el PC(b) de la URSS desempeñan un papel singularmente falso e
hipócrita los jefes de la sedicente ala «izquierda» del socialreformismo —los Max Adler, los Bauer, los
Levi, los Longuet, los Lansbury y los Maxton—, los cuales, teniendo en cuenta las simpatías por la
URSS de los obreros que se radicalizan, combaten la dictadura proletaria con mayor astucia y encubren su
lucha contra la URSS con frases hipócritas de simpatía y de apoyo «condicional» a ésta. El sentido de
semejante táctica consiste en tratar de frenar el paso de las masas obreras al comunismo y de conservar su
apoyo a la socialdemocracia. Desde el punto de vista de la lucha por las masas obreras que se radicalizan, los
sedicentes jefes «izquierdistas» del oportunismo son los enemigos más peligrosos del comunismo, de la
Internacional Comunista y de la URSS. El peligro del trotskismo en el movimiento obrero internacional
consiste, en el período que vivimos, en que los trotskistas prestan un apoyo directo a la ideología y la política
de los lacayos «izquierdistas» del reformismo; en que refuerzan a los jefes «izquierdistas» del oportunismo en
su lucha contra el comunismo y la URSS; en que multiplican los medios de engañar y calumniar que emplean
los reformistas en su lucha contra el comunismo; en que el trotskismo se ha convertido en una variedad del
bauerismo y de otras agencias análogas del reformismo. En todos los problemas fundamentales, la oposición
trotskista ha pasado por completo a las posiciones de los lacayos «izquierdistas» del oportunismo, adquiriendo
un carácter evidentemente contrarrevolucionario. Los trotskistas, encubriéndose con frases de fidelidad a la
revolución y a la URSS, calumnian a la Internacional Comunista, al PC (b) de la URSS y a la
dictadura proletaria, cuya política exterior e interior presentan tan falaz y adulteradamente como los
socialdemócratas. Al proceder así, los trotskistas confían, junto con la socialdemocracia internacional, en la
caída del Poder soviético.
La oposición trotskista ha pasado de la lucha fraccional en el PC (b) de la URSS a la creación
de un nuevo partido, a la lucha de calles y a las acciones antisoviéticas descaradas, las cuales, si no
hubieran recibido una réplica contundente de las más grandes masas proletarias, habrían podido constituir
cierta amenaza a la dictadura del proletariado, agrupando bajo la bandera de la oposición trotskista a los
elementos de las clases enemigas de la dictadura proletaria. Ha adquirido un carácter todavía más
contrarrevolucionario el grupo encabezado por Saprónov, que ataca de manera directa al leninismo y
llama abiertamente a luchar contra el Poder soviético. Este grupo no se distingue, ni por su programa
ni por su táctica, de los contrarrevolucionarios del tipo de Korsch, Katz, Eastman, Souvarine y otros.
La dictadura proletaria no puede ni debe tolerar las acciones contrarrevolucionarias, vengan de donde vinieren
y cualquiera que sea su bandera.
La oposición trotskista, que ha intentado hacer saltar desde dentro el PC (b) de la URSS, ha sido
derrotada en el terreno ideológico y de organización gracias a la firmeza de principios y a la férrea cohesión
del PC (b) de la URSS y de la clase obrera de la URSS. Se ha disgregado en una serie de grupos,
que en parte (Kámenev y Zinóviev) empiezan, no sin vacilaciones, a pasar a las posiciones del partido
y a alejarse gradualmente del trotskismo —lo que prueba una vez más la justedad de la línea política
del PC (b) de la URSS y de la IG— y, en parte, vacilan entre el partido y los trotskistas. El grupo
insignificante de partidarios del trotskismo que subsiste todavía, después de haber sido derrotado en el PC (b)
de la URSS y en la URSS, intenta trasladar el centro de gravedad de su labor a otras secciones de la
Internacional Comunista. La plataforma presentada por los trotskistas para unir los grupos
que les son afines en otros países muestra con la mayor claridad la verdadera faz oportunista de la oposición
trotskista. Esta apela, en primer término, a los elementos francamente oportunistas y contrarrevolucionarios,
como Souvarine y Paz en Francia; forma bloque con el grupo pequeñoburgués antiproletario de Maslow en
Alemania, con el grupo de Treint y Suzanne Girault en Francia, con los grupos que hablan ahora de un
viraje en la URSS hacia el «fascismo» y el «zarismo». En Alemania, este grupo es el apoyo más fuerte de la
oposición trotskista fuera de la URSS. Este grupo ha establecido relación, de una parte, con el grupo
contrarrevolucionario de Korsch (listas comunes en las elecciones de Hamburgo) y, de otra parte, se liga a la
socialdemocracia de izquierda. Ahora pasa abiertamente a organizarse en un partido independiente con la
falsa denominación de «Federación de Lenin». Aspira a convertirse en un centro internacional que una
todos los grupos de oposición para luchar contra la IG y la URSS.
La oposición trotskista trata de atraer a su lado a los renegados Rosmer y Monatte. Alrededor de ella
se agrupan elementos oportunistas antiproletarios como el grupo de Huía en Checoslovaquia, Roland-Holst en
Holanda y los social-demócratas de «izquierda» en Bélgica. Con los trotskistas marchan el grupo de emigrados
italianos en Francia que comparten la plataforma contrarrevolucionaria de Korsch y, por último, los elementos
de derecha expulsados del Partido Comunista norteamericano (Lore y otros), apoyados por la
socialdemocracia alemana de América.
Todos los peores elementos del movimiento obrero, los elementos francamente oportunistas del
movimiento comunista, todos los grupitos de renegados expulsados de la Comintern se unen ahora sobre la
plataforma trotskista de lucha contra la URSS, contra el PC(b) de la URSS y contra la Internacional
Comunista, desempeñando el papel de uno de los instrumentos más repulsivos de la socialdemocracia
internacional contra los comunistas en la lucha de estos últimos por la influencia entre las grandes masas de la
clase obrera.
La sesión plenaria del CE de la IC considera que la evolución hacia el socialdemocratismo hecha por
la oposición trotskista, su evidente posición antisoviética —hostil de cabo a rabo a la dictadura del
proletariado— y sus métodos escisionistas en los partidos comunistas han conducido a que la pertenencia a la
oposición trotskista y la solidaridad con sus concepciones no pueden ser compatibles en lo sucesivo con la
pertenencia a la Internacional Comunista.
Los partidos comunistas deben sostener la lucha más encarnizada para liquidar los grupos trotskistas,
concentrándola, ante todo, contra sus cimas. Al mismo tiempo, es preciso proseguir la lucha ideológica para
conquistar a los obreros que vacilan, pero que no han roto todavía con la oposición.
Los partidos comunistas deben también intensificar por todos los medios la labor de
desenmascaramiento de la oposición trotskista entre las grandes masas de la clase obrera, ya que la
exacerbación de la lucha de los comunistas contra la socialdemocracia internacional significa inevitablemente
la exacerbación de la lucha contra el grupo anticomunista de los trotskistas tanto en la URSS como en los
demás países.
El PC (b) de la URSS en las resoluciones y acuerdos…, 6a ed. en ruso, parte II, págs. 793-795
OBRAS ESCOGIDAS DE LENIN