
En realidad, el lector que se interesa por los asuntos del partido dispone de documentos
exactos de éste: la resolución de noviembre del Pleno del CC, punto 4, y las tesis-plataforma de Trotski,
tesis 41. Por muy «olvidadizo» que yo sea y por buena memoria que tenga el camarada Trotski, es un
hecho que la tesis 41 contiene un error teórico que no figura en la resolución del CC del 9 de
noviembre. Esta resolución dice: «Al reconocer la necesidad de conservar el principio del trabajo de choque
en la aplicación del plan económico, el CC, completamente solidario con la resolución de la última
Conferencia de toda Rusia (o sea, la de septiembre), considera necesario pasar paulatinamente, pero con
firmeza, al igualitarismo en la situación de los distintos grupos de obreros y de los sindicatos
respectivos, fortaleciendo sin cesar la organización de todos los sindicatos». Está claro que eso va
dirigido contra el Cectrán y que es imposible interpretar de otra manera el sentido exacto de dicha
resolución. El sistema de trabajo de choque no se anula. Subsiste la preferencia concedida (en el
cumplimiento del plan económico) a la empresa, el sindicato, el trust y el departamento de choque;
pero, al mismo tiempo, «la línea igualitaria», que no defendió el «camarada Lenin», sino que
aprobaron la Conferencia del partido y el CC, es decir, todo el partido, exige con claridad: p a s a r al
igualitarismo de manera paulatina, pero con firmeza. Que el Cectrán no ha cumplido esta
resolución de noviembre del CC se ve por el acuerdo de diciembre del CC, (adoptado a instancias de
Trotski y Bujarin), en el que se recuerdan de nuevo «los principios de la democracia normal». El error
teórico de la tesis 41 consiste en que en ella se dice: en la esfera del consumo, igualitarismo; en la esfera de
la producción, sistema de trabajo de choque. Esto es absurdo desde el punto de vista económico, pues implica
un divorcio entre el consumo y la producción. Yo no dije ni pude decir nada semejante. Si una fábrica es
innecesaria, debe cerrarse. Hay que cerrar todas las fábricas que no sean absolutamente necesarias. Y entre las
absolutamente necesarias, hay que dar preferencia a las que sean de choque. Por ejemplo, hay que dar
preferencia al transporte. Eso es indiscutible. Pero que esa preferencia no sea excesiva, y como el Cectrán la
tuvo en exceso, la directriz del partido (y no de Lenin) es: pasar paulatinamente, pero con firmeza, al
igualitarismo. Si después del Pleno de noviembre, que adoptó un acuerdo exacto y teóricamente acertado,
Trotski publica un folleto fraccional acerca de las «dos tendencias», y en la tesis 41 propone su
fórmula, que es errónea desde el punto de vista económico, que se culpe a sí mismo.
Hoy, 25 de enero, se cumple justamente un mes de la intervención fraccional del camarada
Trotski. Ahora se ve ya con extraordinaria claridad que el partido fue apartado con esa
intervención —inconveniente por la forma y errónea por el contenido— de la labor eficiente práctica,
económica, de producción; fue apartado para corregir errores políticos y teóricos. Pero no en
vano dice un viejo refrán: «no hay mal que por bien no venga».Según rumores, se han dicho cosas monstruosas de las discrepancias en el seno del CC. Alrededor de
la oposición se han cobijado (y se cobijan, sin duda alguna) mencheviques y eseristas, que hinchan los
rumores, proponen fórmulas inauditamente ruines e inventan patrañas con el fin de, sin reparar en
medios, denigrar, dar una interpretación abyecta, exacerbar los conflictos y echar a perder la
labor del partido. Es el método político de la burguesía, incluidos los demócratas pequeñoburgueses, los
mencheviques y eseristas, que se consumen de rabia furiosa contra los bolcheviques y no pueden dejar de
consumirse por causas harto
comprensibles. Todo miembro consciente del partido conoce este método político de la burguesía y sabe lo
que vale.
Las discrepancias en el seno del CC nos han obligado a recurrir al partido. La discusión ha mostrado
con toda evidencia la esencia y la medida de esas discrepancias. Se ha puesto fin a los rumores y a las
calumnias. El partido aprende y se templa en la lucha contra la nueva enfermedad (nueva en el
sentido de que nos habíamos olvidado de ella después de la Revolución de Octubre), contra el fraccionismo.
En el fondo, es una vieja dolencia, cuyas recidivas son, probablemente, inevitables durante varios años, pero
cuya curación puede y debe ser ahora mucho más rápida y fácil.
El partido aprende a no exagerar las discrepancias. Será oportuno repetir aquí las acertadas
observaciones que hizo el camarada Trotski refiriéndose al camarada Tomski: «En la polémica
más enconada con el camarada Tomski he dicho siempre que, para mí, está completamente claro que en los
sindicatos sólo pueden ser dirigentes nuestros personas con la experiencia y el prestigio que posee el
camarada Tomski. Eso lo dije en el grupo de la V Conferencia Sindical y lo he repetido hace unos
días en el Teatro de Zimín. La lucha ideológica en el partido no significa repulsión recíproca, sino
influencia mutua»137 (pág. 34 del acta de la discusión del 30 de diciembre). Por supuesto, el partido
aplicará este razonamiento acertado también al camarada Trotski.
Durante la discusión, la desviación sindicalista se ha manifestado, sobre todo, en el camarada
Shliápnikov y en su grupo, la llamada «oposición obrera». Como se trata de una desviación evidente que se
aleja del partido, del comunismo, habrá que tenerla en cuenta especialmente, habrá que hablar de ella
especialmente, habrá que dedicar singular atención a propagar y explicar el carácter erróneo
de esas concepciones y el peligro que representa ese error. El camarada Bujarin, que ha llegado al
extremo de pronunciar la frase sindicalista de «candidaturas obligatorias» (de los sindicatos a los
organismos administrativos), se defiende hoy en Pravda con muy poca fortuna y evidente desacierto. ¡Dice
que habla del papel del partido en otros puntos! ¡No faltaría más! De lo contrario, eso sería abandonar el
partido. De lo contrario, eso dejaría de ser sólo un error que requiere corrección y admite fácil
corrección. Si se habla de «candidaturas obligatorias» y no se añade a renglón seguido que no son
obligatorias para el partido, eso será una desviación sindicalista, eso será ¿«compatible con el comunismo,
será ¿«compatible con el Programa del PCR. Si se añade: «obligatorias no para el partido», eso será engañar
a las masas obreras sin partido con el fantasma de cierto aumento de sus derechos, mientras
que, de hecho, no se operará el menor cambio en comparación con lo que tenemos hoy. Cuanto más
defienda el camarada Bujarin su desviación del comunismo, desviación evidentemente errónea en teoría y
engañosa en política, tanto más deplorables serán los frutos de su obstinación. Pero no se conseguirá
defender lo indefendible. El partido no está en contra de toda ampliación de los derechos de los
obreros sin partido, pero basta con reflexionar un poco para comprender por qué camino se puede
ir y qué camino no se puede seguir en ese caso.
Durante la discusión en el grupo comunista del II Congreso de Mineros de toda Rusia, la plataforma
de Shliápnikov fracasó, a pesar de haberla defendido el camarada Kiseliov, que goza de singular prestigio en
este sindicato: nuestra plataforma reunió 137 votos; la de Shliápnikov, 62, y la de Trotski, 8. La desviación
sindicalista debe ser curada y será curada.
En un mes, tanto Petrogrado como Moscú y una serie de ciudades de provincias rían
probado ya que el partido ha respondido a la discusión y ha rechazado por inmensa mayoría la línea
errónea del camarada Trotski. Si en las «altas esferas» y en las «periféricas», en los comités y
en las instituciones, ha habido, sin duda, vacilaciones, la masa de miembros de base del partido, la
masa obrera del partido, se ha pronunciado por mayoría, por una mayoría precisamente aplastante,
contra esa línea errónea.
El camarada Kámenev me ha comunicado que en la discusión sostenida el 23 de enero en el distrito
de Zamoskvoriechie, de la ciudad de Moscú, el camarada Trotski ha declarado que retira su plataforma y se
une con el grupo de Bujarin sobre la base de una nueva plataforma. Lamento no haber oído, ni el
23 ni el 24 de enero, una sola palabra de eso al camarada Trotski, que ha hablado contra mí en el grupo
comunista del Congreso de Mineros. Ignoro si han vuelto a cambiar los propósitos y la plataforma del
camarada Trotski o si la cosa se explica de alguna otra manera.Pero, en todo caso, la declaración del camarada Trotski del 23 de enero prueba que el partido, sin haber
tenido tiempo siquiera de movilizar todas sus fuerzas, habiendo llegado a expresar únicamente las
opiniones de Petrogrado, de Moscú y de la minoría de las capitales de provincia, a pesar de todo, ha
corregido en el acto, con firmeza, energía, rapidez e inflexibilidad el error del camarada Trotski.
Los enemigos del partido han cantado victoria en vano. No han podido ni podrán aprovechar las
discrepancias, a veces inevitables, en el seno del partido en perjuicio de éste y de la dictadura del
proletariado en Rusia.
25 de enero de 1921.
OBRAS ESCOGIDAS DE LENIN