LA CRISIS EN EL PARTIDO

La discusión preparatoria del Congreso ha alcanzado ya suficiente amplitud. Las pequeñas
divergencias y discrepancias se han acrecentado, como ocurre siempre cuando se insiste en un error pequeño y
quienes lo cometen se oponen con todas sus fuerzas a que sea corregido, o cuando quienes incurren en un
error grave se aferran al error pequeño de una o de algunas personas.
Así crecen siempre las discrepancias y las divisiones. Así hemos «crecido» también nosotros
desde las pequeñas discrepancias hasta el sindicalismo, que significa el rompimiento completo con el
comunismo y la escisión ineludible del partido si éste no resulta lo suficientemente sano y fuerte para
curarse de la enfermedad con rapidez y de manera radical.
Hay que tener la valentía de mirar cara a cara a la amarga verdad. El partido está enfermo. El
partido se ve sacudido por la fiebre. Todo el problema reside en saber si la enfermedad afecta sólo a «las altas
esferas calenturientas», y quizá exclusivamente a las de Moscú, o si se ha extendido a todo el organismo. Y,
en este último caso, si el organismo es capaz de curarse por completo en unas cuantas semanas (hasta el
Congreso del partido y durante el Congreso) y hacer imposible toda recidiva o si la enfermedad será
prolongada y peligrosa.
¿Qué hacer para conseguir la curación más rápida y segura? Es preciso que todos los miembros del
partido estudien con toda serenidad y con la mayor minuciosidad 1) la esencia de las discrepancias y 2)
el desarrollo de la lucha en el partido. Es necesario lo uno y lo otro, pues la esencia de las discrepancias se
desenvuelve, esclarece y concreta (y cambia a cada paso) en el curso de la lucha. Y ésta, al pasar por
distintas etapas, nos muestra siempre en cada una de ellas que no son iguales la composición y el número de
los contendientes, que no son iguales las posiciones en la lucha, etc. Hay que estudiar una cosa y otra,
exigiendo obligatoriamente los documentos más exactos, impresos, que puedan ser comprobados en todos los
aspectos. Quien cree como artículo de fe en las palabras es un idiota incurable, al que no se hace
caso. Si no hay documentos, hay que interrogar a testigos de ambas partes, o de varias, hay que someterlos a
un «interrogatorio con parcialidad» y en presencia de terceros.
Intentaré esbozar un resumen de cómo entiendo yo tanto la esencia de las discrepancias como la
sucesión de las etapas de la lucha.
Primera etapa. V Conferencia Sindical de toda Rusia, del 2 al 6 de noviembre. Se
entabla la lucha. Trotski y Tomski son los únicos «contendientes» de entre los miembros del CC.
Trotski lanza la «palabreja proverbial» de «sacudir» los sindicatos. Tomski discute violentamente con
él. La mayoría de los miembros del CC permanece a la expectativa. Su inmenso error (mío en primer
término) consistió en que no prestamos atención a las tesis de Rudzutak sobre «las tareas de los sindicatos en
la producción», aprobadas por la V Conferencia. Este es el documento más importante de toda la discusión.
Segunda etapa. Sesión plenaria del CC del 9 de noviembre. Trotski presenta un «borrador de tesis» —
Los sindicatos y su papel ulterior—, en el que se propugna la política de «sacudir», encubierta o
adornada con consideraciones acerca de la «gravísima crisis» de los sindicatos y de las nuevas
tareas y los nuevos métodos. Tomski, enérgicamente apoyado por Lenin, considera que el centro de
gravedad de las disputas está precisamente en el «sacudimiento», con motivo de los errores y de las
exageraciones de burocratismo del Cectrán. Durante la discusión, Lenin se permite algunos «ataques»
evidentemente desmesurados, y por ello erróneos, a consecuencia de lo cual surge la necesidad de un
«grupo de tope», que queda formado por diez miembros del CC (entre sus componentes figuran
Bujarin y Zinóviev, pero no Trotski ni Lenin). El «tope» acuerda «no someter las discrepancias a una
amplia discusión», anula el informe de Lenin (ante los sindicatos) y designa informante a
Zinóviev, encomendándole que «presente un informe práctico y no polémico».
Las tesis de Trotski son rechazadas. Se aprueban las tesis de Lenin. La resolución es
aprobada, en su redacción definitiva, por diez votos contra cuatro (Trotski, Andréiev, Krestinski y Rykov). Y
en esta resolución se defienden «las formas sanas de militarización del trabajo», se condena «la degeneración
del centralismo y de las formas militarizadas de trabajo en burocratismo, despotismo, formalismo», etc. Se
señala al Cectrán la necesidad de «participar más activamente en la labor general del Consejo Central de los
Sindicatos de Rusia, formando parte de él con los mismos derechos que las demás organizaciones sindicales».
El CC elige una comisión sindical, en la que incluye al camarada Trotski. Este se niega a
trabajar en ella, y sólo con ese paso aumenta su error inicial, que conduce con posterioridad al
fraccionismo. Sin este paso, el error del camarada Trotski (proposición de unas tesis equivocadas) habría sido
pequeñísimo, habría sido un error más de los cometidos en algunas ocasiones por todos los
miembros del CC sin excepción alguna.
Tercera etapa. Conflicto del Sindicato del Transporte Fluvial y Marítimo con el Cectrán en
diciembre. Sesión plenaria del CC del 7 de diciembre. Los «contendientes» principales no son ya Trotski y
Lenin, sino Trotski y Zinóviev. Este último, como presidente de la comisión sindical, había examinado la
disputa de diciembre entre el Sindicato del Transporte Fluvial y Marítimo y el Cectrán. Sesión
plenaria del CC del 7 de diciembre. Zinóviev presenta la proposición práctica de cambiar inmediatamente la
composición del Cectrán. La mayoría del CC se pronuncia en contra. Rykov se pasa al campo
de Zinóviev. Se aprueba la resolución propuesta por Bujarin, que en la parte dispositiva se manifiesta en
sus tres cuartas partes a favor del Sindicato del Transporte Fluvial y Marítimo, y en la introducción,
rechazando la «reorganización desde arriba» de los sindicatos (punto 3), aprueba la decantada «democracia en
la producción» (punto 5). Nuestro grupo de miembros del CC queda en minoría; se manifiesta en
contra de la proposición de Bujarin, principalmente por considerar que el «tope» es de papel, pues la no
participación de Trotski en la comisión sindical significa, de hecho, proseguir la lucha y sacarla fuera del
CC. Proponemos que se convoque el Congreso del partido para el 6 de febrero de 1921. Así se
acuerda. Su aplazamiento hasta el 6 de marzo se decidió con posterioridad a petición de las regiones
más alejadas.
Cuarta etapa. VIII Congreso de los Soviets. Publicación por Trotski, el 25 de diciembre, de su
«folleto-plataforma»: El papel y las tareas de los sindicatos. Desde el punto de vista de la democracia formal,
Trotski tenía perfecto derecho a presentar una plataforma, ya que el CC había autorizado el 24 de diciembre
la libre discusión. Desde el punto de vista de la conveniencia revolucionaria, eso fue ya una enorme
hiperbolización del error, la creación de una fracción sobre la base de una plataforma equivocada. El folleto
cita de la resolución aprobada por el CC el 7 de diciembre solamente lo que se refiere a la «democracia en la
producción» y no cita lo que se dice en ella contra la «reorganización desde arriba». El tope creado por
Bujarin el 7 de diciembre, con el apoyo de Trotski, es destrozado por Trotski el 25 de
diciembre. Todo el contenido del folleto está impregnado, desde el principio hasta el fin, del espíritu
de «sacudimiento». El folleto no ha conseguido señalar las «nuevas» «tareas y métodos», que debían
embellecer, o encubrir o justificar el «sacudimiento», a excepción de las fiorituras intelectualoides
(«atmósfera de producción», «democracia en la producción»), falsas desde el punto de vista teórico
y que en su aspecto práctico entran por completo en el concepto, en las tareas y en el marco
de la propaganda en el terreno de la producción.
Quinta etapa. Discusión del 30 de diciembre, ante miles de funcionarios responsables del
partido de toda Rusia, en el grupo del PCR en el VIII Congreso de los Soviets. Las disputas se
desarrollan al máximo. Zinóviev y Lenin, de una parte; Trotski y Bujarin, de otra. Bujarin quiere
«hacer de tope», pero habla sólo contra Lenin y Zinóviev, sin decir una palabra contra Trotski. Bujarin
lee un pequeño fragmento de sus tesis (publicadas el 16 de enero), pero sólo el fragmento en
que no se dice nada del rompimiento con el comunismo y del paso al sindicalismo.
Shliápnikov da lectura (en nombre de la «oposición obrera»122) a una plataforma sindicalista, que el
camarada Trotski había pulverizado ya con antelación (tesis 16 de su plataforma) y que (en parte,
quizá, por este motivo) nadie toma en serio.
Personalmente considero que lo más principal de toda la discusión del 30 de diciembre
fue la lectura de las tesis de Rudzutak. En efecto, ni el camarada Bujarin ni el cama-rada Trotski
pudieron decir una sola palabra contra ellas; es más, incluso inventaron la leyenda de que «la
mitad mejor» de estas tesis había sido elaborada por los cectranistas, por Goltsman, Andréiev y
Liubímov. Y Trotski, con gran regocijo y donosura, ironizó por ello a cuenta de la desafortunada
«diplomacia» de Lenin, el cual quería, según él, «suprimir, frustrar» la discusión, buscaba un «pararrayos» y
«se aferró casualmente no a un pararrayos, sino al Cectrán».
La leyenda fue refutada aquel mismo día, el 30 de diciembre, por Rudzutak, quien manifestó que «en
el Consejo Central de los Sindicatos de Rusia» no hay ningún Liubímov, que Goltsman votó en el Presidium
del Consejo Central de los Sindicatos contra las tesis de Rudzutak y que estas tesis las había
redactado una comisión integrada por Andréiev, Tsiperóvich y Rudzutak123
.
Pero admitamos por un momento que la leyenda de los camaradas Bujarin y Trotski sea un hecho.
Nada les pulveriza tanto como esta suposición. Porque si los «cectranistas» incluyeron sus «nuevas» ideas en
la resolución de Rudzutak, si Rudzutak las aceptó, si todos los sindicatos aprobaron esta resolución (¡¡del
2 al 6 de noviembre!!) y si Bujarin y Trotski no pueden objetar nada contra ella, ¿qué se deduce, pues,
de esto?
Se deduce que todas las discrepancias de Trotski son inventadas, que tanto él como los «cectranistas»
no tienen «nuevas tareas y nuevos métodos» de ninguna clase, que los sindicatos dijeron, aprobaron y
decidieron todo lo práctico y esencial antes incluso de que el problema fuese planteado en el Comité Central.
Si hay que reprender y «sacudir» como es debido a alguien no es precisamente al Consejo
Central de los Sindicatos de Rusia, sino más bien al CC del PCR por no haber prestado atención a las tesis de
Rudzutak, permitiendo con este error suyo que se desarrollase la más vacía discusión. No se puede encubrir
con nada el error de los cectranistas (que no es extraordinario, sino, en el fondo, de lo más
corriente, y que consiste en cierta exageración del burocratismo). Y lo que hay que hacer no es
encubrirlo, adornarlo y justificarlo, sino corregirlo. Sólo eso.
El 30 de diciembre resumí en cuatro puntos la esencia de las tesis de Rudzutak*: 1)
democratismo corriente (sin exageración alguna, sin ninguna renuncia a los derechos del CC a «designar»,
etc., pero también sin defender tozudamente a quienes exigen la corrección de los errores y los extremismos
de algunos «designados»); 2) propaganda en el terreno de la producción (aquí entra todo lo que hay de eficaz
en las «fórmulas» torpes, ridículas y falsas teóricamente, como las de «democracia en la producción»,
«atmósfera de producción», etc.). En nuestro país se ha creado una institución soviética: el Buró Ruso de
Propaganda de la Producción. Hay que apoyarle por todos los medios y no echar a perder el trabajo
productivo con la producción de. .. tesis malas. Eso es todo lo que hace falta; 3) premios en especie, y 4)
tribunales disciplinarios de honor. Sin los puntos 3 y 4, todo lo que se diga sobre «el papel en la producción y
las tareas», etc., será vana charlatanería intelectualoide, y en el «folleto-plataforma» de Trotski se
han dado al olvido precisamente ambos puntos. Pero en las tesis de Rudzutak están.
- Véase la presente recopilación, págs. 161-168. (N. 4 de la Edtl,)
Al hablar de la discusión del 30 de diciembre, debo corregir otro error mío. Yo dije: «En
nuestro país, el Estado no es, en realidad, obrero, sino obrero y campesino». El camarada Bujarin exclamó en
el acto: «¿Qué Estado». Y respondiéndole, recordé el VIH Congreso de los Soviets, que acababa de
celebrarse124. Al leer ahora las actas de la discusión, veo que yo no tenía razón, que la tenía el camarada
Bujarin. Yo debí decir: «El Estado obrero es una abstracción. Pero de hecho tenemos un
Estado obrero, primero, con la peculiaridad de que en el país no predomina la población obrera, sino la
campesina, y, segundo, un Estado obrero con una deformación burocrática». El lector que desee releer todo
mi discurso verá que esta enmienda no cambia ni el desarrollo de mi argumentación ni mis
conclusiones.
Sexta etapa. El Mensaje al partido, de la organización de Petrogrado, contra la plataforma
de Trotski, y la réplica del Comité de Moscú (Pravda del 13 de enero)125
.
Se pasa de la lucha de fracciones formadas desde arriba a la intervención de las organizaciones
desde abajo. Un gran paso adelante hacia la curación. ¡¡ ¡Es curioso que el Comité de Moscú viera un
aspecto «peligroso» en el hecho de que la organización de Petrogrado presentase una plataforma, y no
deseara ver el aspecto peligroso de la creación de una fracción por el camarada Trotski el 25 de
diciembre!! ! Los bromistas califican semejante ceguera (de un ojo) de ceguera «de tope»….
Séptima etapa. La comisión sindical termina su trabajo y publica su plataforma (el folleto
Proyecto de resolución del X Congreso del PCR sobre el papel y las tareas de los sindicatos126
, fechado el
14 de enero. Lo firman nueve miembros del CC: Zinóviev, Stalin, Tomski, Rudzutak, Ka-linin, Kámenev,
Petrovski, Artiom y Lenin, y Lozovski, miembro de la comisión sindical; los camaradas Shliápnikov y
Lutovínov «se pasaron», por lo visto, a la «oposición obrera»). Ha sido publicada en Pravda el 18 de enero,
con las firmas, además, de Shmidt, Tsiperóvich y Miliutin.
En Pravda aparecen el 16 de enero las plataformas de Bujarin (firmada: «Por encargo de un grupo de
camaradas, Bujarin, Larin, Preobrazhenski, Serebriakov, Sokólnikov, Yákovleva») y la de Saprónov
(firmada: «Un grupo de camaradas que sustentan la plataforma del centralismo democrático», Búbnov,
Boguslavski, Kámenski, Osinski, Rafaíl y Saprónov) 127. En la reunión ampliada del Comité de Moscú del
17 de enero intervienen los representantes de estas plataformas y los «ignatovistas»128 (las tesis han aparecido
en Pravda el 19 de enero con las firmas de Ignátov, Oréjov, Korzínov, Kuránova, Búrovtsev y Máslov)*. - Dicho sea de pasada, el partido debe exigir que las «plataformas» sean presentadas con las firmas de todos los camaradas que
responden de cada una de ellas. Cumplen esta exigencia los «ignatovistas» y los «sapronovistas», pero no la cumplen ni los
«trotskistas», ni los «bujarinistas», ni los «shliapnikovistas», que se remiten a camaradas cuyos nombres no se mencionan como
supuestos responsables de las plataformas respectivas.
Vemos aquí, por una parte, un crecimiento de la cohesión (pues la plataforma de los nueve miembros
del CC coincide por completo con la resolución de la V Conferencia Sindical de toda Rusia); por otra parte,
dispersión y desintegración. En este sentido, las tesis de Bujarin y Cía. son el colmo de la
descomposición ideológica. En ellas se ha dado un «viraje» de los que los marxistas decían en otros
tiempos, ironizando: «un viraje no tanto histórico como histérico». En la tesis 17 leemos: «…en la actualidad
es necesario hacer obligatorias estas candidaturas» (las candidaturas de los sindicatos a «las direcciones
generales y los organismos centrales» correspondientes).
Eso es romper por completo con el comunismo y adoptar la posición del sindicalismo. Eso es, en
esencia, repetir la consigna de Shliápnikov de «sindicalizar el Estado»; eso es transferir por partes el aparato
del Consejo Superior de Economía Nacional a manos de los sindicatos correspondientes. Decir «yo presento
candidaturas obligatorias» y «yo nombro» es lo mismo.
El comunismo dice: la vanguardia del proletariado, el Partido Comunista, dirige a la masa de obreros
sin partido, ilustrando, preparando, instruyendo y educando a esta masa («escuela» de comunismo), primero a
los obreros y después a los campesinos, para que pueda llegar y llegue a concentrar en sus manos la
dirección de toda la economía nacional.
El sindicalismo transfiere a la masa de obreros sin partido, divididos en industrias, la dirección de las
ramas industriales («las direcciones generales y los organismos centrales»), suprimiendo así la necesidad del
partido, no efectuando así una larga labor ni para educar a las masas ni para concentrar de
verdad en sus manos la dirección de toda la economía nacional.
El Programa del PCR dice: «…Los sindicatos deben llegar» (es decir, no han llegado e
incluso no llegan todavía) «a concentrar de hecho en sus manos» (en sus, es decir, en manos de los sindicatos,
o sea, en manos de las masas, unidas sin excepción; cualquiera puede ver cuan lejos estamos aún incluso de
acercarnos a esa concentración de hecho)…. ¿Concentración de qué? «De toda la dirección de
la economía nacional como un todo único económico» (es decir, no de las ramas industriales y de
la industria, sino de la industria más la agricultura, etc. ¿Estamos cerca de concentrar de hecho en manos
de los sindicatos la dirección de la agricultura?). Y las frases siguientes del Programa del
PCR hablan de «la ligazón» entre «la administración central del Estado» y «las grandes
masas trabajadoras», de «la participación de los sindicatos en la gestión económica»129
.
Si los sindicatos, es decir, obreros sin partido en sus 9/10, nombran («candidaturas
obligatorias») la dirección de la industria, ¿para qué hace falta, entonces, el partido? Lógicamente, y
teóricamente, y prácticamente, lo que ha llegado a decir Bujarin significa la escisión del partido, más
exactamente: el rompimiento de los sindicalistas con el partido.
Hasta ahora, el «principal» en la lucha había sido Trot-ski. Ahora, Bujarin le ha «adelantado» mucho y
le ha «eclipsado» por completo; ha creado una nueva correlación en la lucha, pues ha llegado a un
error cien veces mayor que todos los errores de Trotski juntos.
¿Cómo ha podido Bujarin llegar a ese rompimiento con el comunismo? Conocemos toda la blandura
del camarada Bujarin, una cualidad por la que tanto se le quiere y no se puede dejar de quererle.
Sabemos que más de una vez se le ha llamado en broma «cera blanda». Resulta que en esta «cera blanda»
puede escribir lo que quiera cualquier persona «sin principios», cualquier «demagogo». Estos duros
calificativos entrecomillados los ha empleado, y tenía derecho a emplearlos, el camarada Kámenev durante la
discusión del 17 de enero. Pero ni a Kámenev ni a ningún otro se le ocurrirá, naturalmente, atribuir lo
sucedido a una demagogia sin principios, reducirlo todo a eso.
Al contrario. Existe la lógica objetiva de la lucha fraccional, que lleva inevitablemente incluso a los
hombres mejores, si insisten en la posición equivocada que han adoptado, a una situación que de hecho
no se diferencia en nada de la demagogia sin principios. Así lo enseña toda la historia de las
guerras fracciónales (ejemplo: la unión de los de Vperiod y de los mencheviques contra los
bolcheviques130). Precisamente por eso hay que estudiar no sólo la esencia abstracta de las discrepancias,
sino también su desenvolvimiento concreto y sus cambios durante el desarrollo de las distintas etapas de
la lucha. La discusión del 17 de enero ha hecho el balance de este desarrollo131. No se puede ya
defender ni el «sacudimiento» ni las «nuevas tareas de producción» (pues todo lo útil y eficiente ha
sido incluido en las tesis de Rudzutak). Lo único que queda es encontrar en sí mismo, empleando una
expresión de Lassalle, «la fuerza física del intelecto» (y del carácter) para reconocer el error, corregirlo y
volver esta página de la historia del PCR, o bien… o bien aferrarse a los aliados que quedan,
cualesquiera que sean, «sin reparar» en ningún principio. Han quedado los partidarios de la
«democracia» hasta el último extremo. Y Bujarin rueda hacia ellos, rueda hacia el sindicalismo.
Mientras que nosotros vamos asimilando poco a poco lo que había de sano en la «democrática»
«oposición obrera», Bujarin se ve obligado a aferrarse a lo malsano. El camarada Bumazhni, destacado
«cectranista» o trotskista, manifiesta el 17 de enero que está dispuesto a aceptar las proposiciones sindicalistas
de Bujarin. Los «sapronovistas» han llegado al extremo de que en una misma tesis (Nº 3) hablan de la
«profunda crisis» y del «anquilosamiento burocrático» de los sindicatos, proponiendo a la vez, como
«absolutamente» necesario, «ampliar los derechos de los sindicatos en la producción.», ¿probablemente en
vista de su «anquilosamiento burocrático»? ¿Es que se puede tomar en serio a ese grupo? Han oído hablar del
papel de los sindicatos en la producción y, para gritar más fuerte que nadie, sueltan de golpe: «ampliar los
derechos» en vista del «anquilosamiento burocrático». Basta con leer las primeras líneas de sus proposiciones
«prácticas» —»el Presidium del Consejo Superior de Economía Nacional es propuesto por el Pleno del
Consejo Central de los Sindicatos de Rusia y aprobado definitivamente por el Comité Ejecutivo
Central de toda. Rusia»— para no tener que leer más. ¿Y su posición democrática «de
principios»? Escuchad: (tesis 2) «. . .Ellos (Zinóviev y Trotski) ¡¡personifican en realidad dos corrientes de un
mismo grupo de ex militarizadores de la economía»!!
Si se toma esto en serio, será menchevismo y eserismo de la peor especie. Pero a
Saprónov, Osinski y Cía. —que, a mi juicio, son trabajadores muy valiosos— no se los puede tomar en
serio cuando en vísperas de cada congreso del partido («cada vez en este mismo sitio») caen en una
especie de paroxismo febril, se esfuerzan por gritar obligatoriamente más fuerte que nadie (la fracción de
«los más vocingleros») y meten la pata con toda solemnidad. Los «ignatovistas» tratan de igualar a los
«sapronovistas». Como es natural, a los distintos grupos se les puede permitir (sobre todo en vísperas de un
congreso) formar bloques (y también dedicarse a la caza de votos). Pero hay que hacerlo en los
límites del comunismo (y no del sindicalismo) y de tal modo que no obligue a reír. ¿Quién da más? Los que
prometéis más «derechos» a los sin partido, ¡uníos con motivo del Congreso del PCR!
Hasta ahora, nuestra plataforma había sido: no hay que defender los extremismos del burocratismo,
sino corregirlos. La lucha contra el burocratismo es un trabajo largo y duro. Los extremismos pueden y deben
ser corregidos ahora mismo. El prestigio de los trabajadores militares y de los designados no lo minan
quienes señalan los extremismos nocivos y los corrigen, sino quienes oponen
resistencia a esta corrección. De ese carácter fueron precisamente los extremismos de algunos cectranistas,
que, sin embargo, serán (y han sido) trabajadores valiosos y útiles. No hay que excitar a los sindicatos e
inventar discrepancias con ellos cuando ellos mismos han aceptado y decidido todo lo nuevo, útil y eficiente
relacionado con sus tareas en la producción. Trabajemos con sentido práctico, intensa y unánimemente, en
este terreno.
Ahora se ha agregado a nuestra plataforma: hay que combatir la dispersión ideológica y a los
elementos malsanos de la oposición, que llegan al extremo de renunciar a toda «militarización de la
economía», de renunciar no sólo al «método de las designaciones», que se ha venido practicando hasta ahora
de modo preferente, sino incluso a todo «nombramiento», es decir, en fin de cuentas, al papel dirigente del
partido con relación a la masa de los sin partido. Hay que luchar contra la desviación sindicalista, que hundirá al partido si no nos curamos de ella definitivamente.
Es indudable que los capitalistas de la Entente tratarán de aprovechar la enfermedad de
nuestro partido para una nueva invasión, y los eseristas, para urdir complots y levantamientos. No lo
tememos, pues nos uniremos todos como un solo hombre, sin miedo a reconocer la enfermedad y conscientes
de que exige de todos mayor disciplina, mayor dominio de sí mismo y mayor firmeza en cada puesto. El
partido llegará al X Congreso del PCR, convocado para marzo, y saldrá de él no debilitado, sino
robustecido. 19 de enero de 1921.
T. 42, págs. 234-244. - OBRAS ESCOGIDAS DE LENIN