X CONGRESO DEL PC (b) DE RUSIA
Moscú. 8-16 de marzo de 1921138
DISCURSO ACERCA DE LOS SINDICATOS 14 DE MARZO
Camaradas: El camarada Trotski ha polemizado hoy conmigo con singular cortesía y
me ha reprochado o tildado de archiprudente. Le agradezco el cumplido y lamento no poder
devolvérselo. Al contrario, tendré que hablar de mi imprudente amigo para exponer el enfoque del
error que tanto tiempo me ha hecho perder y que nos obliga ahora a proseguir el debate sobre los sindicatos
sin pasar a problemas de mayor actualidad. El camarada Trotski dijo en Pravda del 29 de enero
de 1921 su última palabra acerca de la discusión sindical. En su artículo Hay discrepancias, pero ¿a
qué viene la confusión? me acusó de ser el responsable de esta confusión, de haber planteado el
problema de quién arrojó la primera piedra. La acusación se vuelve por completo contra Trotski:
es él precisamente quien quiere descargar las culpas propias en cabeza ajena. Porque su folletón
se basaba en la idea de que fue él quien planteó el problema del papel de los sindicatos en la
producción y que era preciso discutirlo. No es cierto, no es eso lo que creó las discrepancias y les dio un
carácter anormal. Y por aburrido que resulte repetirlo, repetirlo hasta la saciedad después de la discusión
—cierto que yo sólo participé en ella un mes—, hay que insistir en que el punto inicial no era
éste, sino la consigna de «sacudimiento» lanzada el 2-G de noviembre en la V Conferencia Sindical de
toda Rusia. Y ya entonces, a todos los que repararon en la resolución de Rudzutak —entre ellos los
miembros del CC, incluido también yo— les pareció que en el problema del papel de los sindicatos en la
producción no se encontrarían discrepancias, pero los tres meses de discusión las han encontrado; esas
discrepancias existían y constituyen un error político. El camarada Trotski me reprochó durante la
discusión en el Gran Teatro, ante funcionarios responsables, que yo frustraba la discusión139. Esto lo tomo
como un cumplido: yo trataba de frustrarla en la forma en que se desarrollaba, porque semejante
acción la víspera de una primavera difícil era perjudicial. Sólo los ciegos podían dejar de verlo.
El camarada Trotski se ríe ahora de que yo plantee el problema de quién arrojó la
primera piedra y se pregunta asombrado por qué le reprocho no haber formado parte de la
comisión. Porque esto tiene mucha importancia, camarada Trotski, muchísima importancia; porque la
negativa a formar parte de la comisión sindical era una violación de la disciplina del CC. Y
cuando Trotski habla de ello, no resulta controversia, sino conmoción para el partido e
irritación, se cae en extremismos: el camarada Trotski ha empleado la expresión de
«satánico». Recuerdo una expresión del camarada Goltsman —no la repetiré, porque la palabra
«satán» implica cosas terribles y Goltsman trae a la memoria algo agradable—; no hay, pues,
nada de «satánico» en este caso; pero lo que no debe olvidarse es que ambas partes caen en
extremismos y, lo que es mucho más monstruoso, han caído en ellos en algunas ocasiones incluso
ciertos camaradas muy simpáticos. Pero cuando a esto se suma el prestigio del camarada Trotski y
cuando él afirma en público, el 25 de diciembre, que el Congreso debe elegir entre dos tendencias, ¡esas
palabras son imperdonables! Esas palabras constituyen el error político que motiva nuestra lucha. Y es
ingenuo hablar aquí en tono de broma de que se celebran a veces reuniones en dos habitaciones.
Desearía ver al bromista que dijese que se prohíben las reuniones de delegados al Congreso para evitar que se
dividan sus votos. Eso sería el colmo de la exageración. Hubo un error político del camarada
Trotski y del Cectrán140 cuando se planteó, y de manera completamente equivocada, el problema
del «sacudimiento». Fue un error político, que no ha sido rectificado hasta la fecha. Acerca del transporte hay
una resolución141
.
Nosotros, en cambio, hablamos del movimiento sindical, de la relación entre la vanguardia de la
clase obrera y el proletariado. Si destituimos a alguien de un cargo elevado, no hay en ello nada de
infamante. No denigra a nadie. Si se ha cometido un error, el Congreso lo reconocerá y restablecerá las
relaciones y la confianza mutua entre la vanguardia de la clase obrera y la masa obrera. Tal es el sentido de la «plataforma de los diez»142. Si en la plataforma hay cosas que se pueden cambiar, si esto lo subraya
Trotski y lo amplía Riazánov, son cosas de poca monta. A los que afirman que en la plataforma no
se ve la mano de Lenin, que no se nota su participación en ella de una u otra manera, les replicaré: si en todo
lo que tengo que firmar debiera intervenir personalmente, escribiéndolo o hablando por teléfono, hace tiempo
que me habría vuelto loco. Sostengo que para establecer la comprensión y la confianza mutuas entre la
vanguardia de la clase obrera y la masa obrera, si el Cectrán había cometido un error —todos nos
apasionamos a veces—, era necesario corregirlo. Pero cuando se empieza a defender ese error, se
convierte en fuente de un peligro político. Si no hiciéramos todo lo posible en el sentido de la
democracia, sobre la base del estado de ánimo que expresa aquí Kutúzov, llegaríamos a la bancarrota
política. Debemos, ante todo, convencer y, después, obligar. Debemos convencer primero a toda costa,
y luego pasar a la coerción. No supimos persuadir a las grandes masas y alteramos la relación correcta
entre la vanguardia y las masas.
Cuando hombres como Kutúzov dedican una parte de su discurso eficiente a señalar los escándalos
burocráticos de nuestro aparato, respondemos: eso es cierto, nuestro Estado tiene deformaciones burocráticas.
Contra ello llamamos también a luchar a los obreros sin partido. Y en este sentido debo decir que
los camaradas del tipo de Kutúzov deben ser incorporados a este trabajo más de cerca y colocados
en cargos más elevados. He aquí la enseñanza que se desprende de nuestra experiencia.
En cuanto a la desviación sindicalista, bastará con decir dos palabras a Shliápnikov, quien afirma que
el «Congreso de Productores de Rusia», del que se habla con absoluta claridad en su plataforma y que
Kolontái confirma, puede ser defendido con una cita de Engels: eso es ridículo. Engels habla de la sociedad
comunista. En ella no habrá clases, habrá productores143. Pero ¿hay ahora clases en nuestro país? Las hay.
¿Hay ahora lucha de clases en nuestro país? ¡La más furiosa! Y en el momento de la más furiosa lucha de
clases, hablar de un «Congreso de Productores de Rusia», ¿qué es sino una desviación sindicalista, que debe
ser condenada con decisión y de manera definitiva? En esta sucesión vertiginosa de plataformas hemos sido
testigos de que hasta Bujarin ha tropezado con las candidaturas de un tercio. Camaradas, en la historia
del partido no debemos olvidar tales vacilaciones.
Y ahora, por cuanto la «oposición obrera» ha defendido la democracia, por cuanto ha
presentado reivindicaciones sanas, haremos el máximo para acercarnos a ella, y el Congreso, como tal, debe
efectuar cierta selección. Afirmáis que combatimos poco el burocratismo: venid a ayudarnos, acercaos y
colaborad en la lucha; pero si proponéis un «Congreso de Productores de Rusia», diremos que ese punto de
vista no es marxista, comunista. La «oposición obrera», con los esfuerzos de Riazánov, interpreta falsamente
el programa. En el programa se dice: «Los sindicatos deben llegar a concentrar de hecho en sus manos toda
la dirección de la economía nacional como un todo único económico»144. Shliápnikov piensa —exagerando,
como siempre— que, según nosotros, eso ocurrirá dentro de 25 siglos. El programa dice: los sindicatos
«deben llegar», y cuando el Congreso diga que han llegado, esta reivindicación quedará cumplida.
Camaradas: Cuando el Congreso declare ahora ante el proletariado de toda Rusia y ante el
proletariado del mundo entero que considera las proposiciones de la «oposición obrera» como una
semidesviación sindicalista, estoy seguro de que todo cuanto haya de verdaderamente proletario, de sano, en
la oposición vendrá con nosotros, nos ayudará a recuperar la confianza de las masas, quebrantada por el
pequeño error del Cectrán, y con los esfuerzos comunes podremos fortalecer y cohesionar nuestras filas y
marchar unidos a la difícil lucha que nos espera. Y si vamos a esa lucha unidos, con decisión y firmeza,
venceremos en ella. ( A p l a u s o s . )
T. 43, págs. 52-56,
RESOLUCIÓN «ACERCA DE LA UNIDAD DEL PARTIDO»
1) El Congreso llama la atención de todos los miembros del partido acerca de que la unidad y
la cohesión de sus filas, el aseguramiento de la confianza plena entre sus miembros y de la labor
verdaderamente armónica, encarnación auténtica de la voluntad única de la vanguardia del
proletariado, son particularmente necesarias en el momento actual, en el que una serie de circunstancias hace
aumentar las vacilaciones entre la población pequeñoburguesa del país.
2) Sin embargo, antes ya de la discusión en todo el partido acerca de los sindicatos se habían
revelado algunos indicios de fraccionismo, es decir, el surgimiento de grupos con plataformas especiales
y con la aspiración de aislarse, hasta cierto punto, y crear su propia disciplina de grupo.
Es necesario que todos los obreros conscientes comprendan con claridad el carácter pernicioso
e inadmisible de todo fraccionismo, el cual, en la práctica, conduce inevitablemente al debilitamiento del
trabajo armónico y a los intentos acentuados y repetidos de los enemigos, que se infiltran en el partido
gubernamental, de ahondar la división y aprovecharla con fines contrarrevolucionarios.
El ejemplo de la sublevación de Cronstadt ha mostrado del modo más patente cómo aprovechan los enemigos del proletariado todas las desviaciones de la línea comunista rigurosamente consecuente.
Ante este motín, la contrarrevolución burguesa y los guardias blancos de todos los países se han mostrado en
el acto dispuestos a aceptar incluso las consignas del régimen soviético con tal de derribar la dictadura del
proletariado en Rusia, y los eseristas y la contrarrevolución burguesa en general utilizaron en Cronstadt las
consignas de la insurrección en nombre, supuestamente, del Poder soviético contra el Gobierno soviético de
Rusia. Estos hechos demuestran plenamente que los guardias blancos procuran disfrazarse y saben
disfrazarse de comunistas, e incluso de más «izquierdistas» que ellos, con tal de debilitar y derribar
el baluarte de la revolución proletaria en Rusia. Las hojas mencheviques que circularon en Petrogrado en
vísperas de la sublevación de Cronstadt muestran, asimismo, cómo utilizaron los mencheviques las
discrepancias en el seno del PCR para empujar y apoyar de hecho a los sediciosos de Cronstadt, a los
eseristas y guardias blancos, presentándose de palabra como adversarios de las sublevaciones y partidarios
del Poder soviético, pero con algunas modificaciones, según ellos, de poca monta.
- La propaganda en torno a esta cuestión debe consistir, por un lado, en aclarar
circunstanciadamente el daño y el peligro del fraccionismo desde el punto de vista de la unidad
del partido y de la realización de la unidad de voluntad de la vanguardia del proletariado,
como condición básica del éxito de la dictadura del proletariado, y, por otro lado, en explicar
la originalidad de los novísimos métodos tácticos que emplean los enemigos del Poder soviético. Estos enemigos, convencidos del fracaso irremediable de la contrarrevolución bajo la bandera
descarada de los guardias blancos, hacen ahora los máximos esfuerzos para, aprovechándose de las
discrepancias en el seno del PCR, impulsar la contrarrevolución, de uno u otro modo,
mediante la entrega del poder a los grupos políticos más dispuestos, en apariencia, a reconocer el
Poder soviético.
La propaganda debe esclarecer también la experiencia de las revoluciones anteriores,
durante las cuales la contrarrevolución apoyaba a los grupos pequeñoburgueses más próximos al partido
revolucionario extremo con el fin de hacer vacilar y derribar la dictadura revolucionaria, desbrozando
así el camino para la ulterior victoria completa de la contrarrevolución, de los capitalistas y
terratenientes. - Es preciso que cada organización del partido vigile con el mayor rigor que la
crítica, absolutamente necesaria, de los defectos del partido, todo análisis de su línea general o toma en
consideración de su experiencia práctica, el control del cumplimiento de sus decisiones y los métodos para
corregir los errores, etc., sean orientados no a la discusión por los grupos que se forman
sobre la base de cualquier
«plataforma», etc., sino a la discusión por todos los miembros del partido. Para ello, el Congreso
prescribe editar con mayor regularidad la Hoja de Discusión y recopilaciones especiales. Cuantos
hagan críticas deben tener en cuenta la situación del partido entre los enemigos que lo rodean y
tratar, con su participación personal en la labor de los Soviets y del partido, de corregir de
verdad los errores del partido. - Al encomendar al CC que proceda a la supresión total de todo fraccionismo, el
Congreso declara, al mismo tiempo, que las proposiciones eficaces, cualesquiera que sean, acerca de los
problemas que merecen una atención especial de los miembros del partido —la depuración del partido de
elementos no proletarios e inseguros, la lucha contra el burocratismo, el desarrollo de la democracia y
de la iniciativa de los obreros, etc.—, deben ser examinadas con la mayor atención y
comprobadas en la labor práctica. Todos los militantes deben saber que, en lo que respecta a
estos problemas, el partido no aplica todas las medidas necesarias, habiendo chocado con toda una
serie de obstáculos diversos; y que el partido, al rechazar resueltamente la crítica poco seria y fraccional,
proseguirá la lucha infatigable, probando nuevos métodos y empleando todos los medios, contra el
burocratismo, por la ampliación de la democracia y de la iniciativa, por el
desenmascaramiento y la expulsión de los infiltrados en sus filas, etc. - El Congreso prescribe disolver inmediatamente todos los grupos, sin excepción, que se
hayan formado a base de una u otra plataforma y encarga a todas las organizaciones que velen
con el mayor rigor para impedir cualquier acción fraccional. El incumplimiento de este acuerdo del Congreso
deberá acarrear la expulsión inmediata e incondicional delpartido. - A fin de mantener una rigurosa disciplina en el seno del partido y en toda la
labor de los organismos soviéticos y conseguir la máxima unidad, eliminando todo fraccionismo,
el Congreso faculta al CC para adoptar en caso (o casos) de infracción de la disciplina o de
renacimiento o tolerancia del fraccionismo todas las medidas de sanción de partido, comprendida la
expulsión de él; en cuanto a los miembros del CC, éste podrá pasarlos a la categoría de
miembros suplentes e incluso, como medida extrema, expulsarlos del partido. Para aplicar esta
medida extrema (a los miembros del CC y a los suplentes, así como a los miembros de la Comisión de
Control) es condición la convocatoria de una reunión plenaria del CC, a la que se invitará a todos los miembros suplentes del CC y a todos los miembros de la Comisión de Control.
Si esta asamblea general de los dirigentes más responsables del partido estima necesario, por dos
tercios de los votos, pasar a un miembro del CC a miembro suplente o expulsarlo del partido,
esa medida deberá ser aplicada inmediatamente*.
El PCUS en las resoluciones y acuerdos…
8a
ed. en ruso, t. 2, págs. 218-221.
- Por acuerdo del X Congreso del partido, el punto 7 de la resolución Acerca de la unidad del partido no se dio a la publicidad; la
decisión de publicarlo fue adoptada en 1924 por la XIII Conferencia del PC (b) de Rusia. (N. de la Edit.)
RESPUESTA A LAS OBSERVACIONES REFERENTES AL TRABAJO DE
LOS VICEPRESIDENTES DEL CCP145
Mayo de 1922
Al camarada Stalin, con el ruego de darlo a conocer (sin reproducirlo, para no hacer
pública la polémica) a los miembros del Buró Político y al camarada Tsiurupa (pero
firmando cada uno en el documento que lo ha leído tal día).
Pido perdón por el retraso de mi respuesta, debido al ajetreo con motivo de la extracción de la
bala146
.
Las observaciones del camarada Rykov son «críticas», pero inconcretas, y no requieren respuesta.
La observación del camarada Tomski acerca de los premios la considero equivocada. El fracaso del
sistema sindical de premios, que según el camarada Tomski ha degenerado en «una expoliación del Estado»,
debe obligarnos a trabajar con mayor tenacidad en el estudio y mejoramiento de los métodos de aplicación
del sistema de premios, pero no conducir en modo alguno a renunciar a él.
Las observaciones del camarada Trotski, en parte, son también inconcretas (por ejemplo, los
«temores» en el § 4) y no requieren respuesta, y, en parte, renuevan nuestras viejas discrepancias
con él, observadas ya muchas veces en el Buró Político. Responderé a ellas brevemente en los dos puntos
principales: a) Rabkrín y b) Gosplán**.
** Rabkrín: Inspección Obrera y Campesina; Gosplán: Comisión de Plan del Estado. (N. de la Edit.)
- En lo que se refiere a la Rabkrín, el camarada Trotski está profundamente equivocado. Con
nuestro atroz «departamentalismo» incluso entre los mejores comunistas, con el bajo nivel de los
empleados y con las intrigas dentro de los departamentos (peores que todas las de la Rabkrín),
hoy es imposible pasarse sin la Inspección Obrera y Campesina. Se puede y se debe trabajar
sistemática y tenazmente para hacer de ella un aparato de comprobación y mejoramiento de
toda la labor del Estado. De otro modo no habrá ningún medio práctico de comprobar,
mejorar y enseñar a trabajar. Si la Rabkrín tiene ahora un aparato de cerca de 12.000
personas, malo y mal retribuido, hay que reducirlo y mejorarlo; por ejemplo, dejar una sexta
parte con la mitad de la asignación anterior, es decir, elevando los sueldos en el triple;
seleccionar decenas, primero, y centenares, después, de los mejores funcionarios, absolutamente
honrados y entendidos, que existen ya ahora, pero que no han sido contados, no han sido
seleccionados, no han sido agrupados, no han sido organizados. Esto se puede y se debe hacer. De
otro modo es imposible combatir el departamentalismo y el burocratismo. De otro modo es imposible
enseñar a los obreros y campesinos sin partido a gobernar, y en el momento actual no es posible
renunciar a esta tarea ni por principio ni en la práctica. - En cuanto al Gosplán, el camarada Trotski no sólo está profundamente equivocado, sino
también sorprendente mente mal informado de lo que juzga. El Gosplán no sólo no adolece de
academicismo, sino que, al contrario, adolece de sobrecarga a consecuencia de los «fideos», excesivamente
mezquinos y actuales. El camarada Krzhizhanovski, por blandura de carácter, cede demasiado a las
peticiones de quienes le arrastran a «ayudar» ahora mismo. El nuevo vicepresidente del Gosplán,
Piatakov, será, así lo espero, «más severo» y contribuirá a desembarazar al Gosplán de su defecto,
completamente opuesto al defecto de «academicismo».Conociendo bien los verdaderos defectos del Gosplán, yo, para informar a los miembros del
Buró Político con un material fáctico, objetivo, y no con fantasías, he preguntado al camarada
Krzhizhanovski si su trabajo no adolece de «abstracción» y cuáles son los datos exactos a este respecto. El camarada Krzhizhanovski me ha enviado una relación de los problemas planteados ante el
Presidium del Gosplán durante dos meses: febrero y marzo de 1922. Resultado: aa) problemas de
planificación, 17%; bb) problemas de carácter económico importante, 37%; ce) «fideos», 46%. Puedo enviar
estos materiales a cualquier miembro del Buró Político para que los examine.
El segundo papel del camarada Trotski, del 23.IV. 1922, dirigido a los vicepresidentes, con copia a la
Secretaría del Buró Político (por casualidad, probablemente, se me ha enviado una copia), contiene,
en primer lugar, una «crítica» extraordinariamente irritada, pero profundamente errónea, del acuerdo del Buró
Político de crear un terceto financiero (Sokólnikov y dos vicepresidentes) como un freno entre el Pequeño y
el Gran Consejo de Comisarios del Pueblo. El envío de semejante crítica a los vicepresidentes no corresponde a ningún trabajo de planificación ni, en general, a ninguna labor estatal más o menos organizada.
En segundo lugar, este papel contiene las mismas acusaciones de academicismo al Gosplán,
profundamente erróneas y diametralmente opuestas a la verdad, acusaciones que llegan a la siguiente
declaración del camarada Trotski, en verdad inverosímil por su ignorancia: «No hay ni puede haber
ahora ningún plan económico —escribe—, fuera del establecimiento de las proporciones de la
emisión y fuera de la distribución de los medios pecuniarios entre los departamentos. Sin embargo, p o r lo
q u e p u e d o j u z g a r , el Gosplán no t i e n e nada q u e v e r con estas cuestiones fundamentales».
Las palabras subrayadas me obligan únicamente a hacer una pregunta: ¿por qué «juzgar» sin estar
informado? Cualquier miembro del CC y cualquier miembro del CTD puede informarse con facilidad.
Informarse significaría saber que en el Gosplán hay una sección económico-financiera que se ocupa
precisamente de las cuestiones mencionadas. En esta labor existen, como es natural, defectos; pero no hay
que buscarlos en el academicismo, sino precisamente en dirección contraria.
T. 45, págs. 180-182.