
Anthony S. Fauci desvela en esta entrevista las características obsesivas del loco desquiciado que se refugiaba en la Casa Blanca.
El conocido inmunólogo estadounidense Anthony S. Fauci reveló en una entrevista al New York Times que los trumpistas llegaron a» amenazarlo de muerte», acusarlo de haber inventado «inventar el virus» y de formar parte de una camarilla secreta con Bill Gates y George Soros, para sacar provecho de las vacunas. El inmunólogo cuenta con todo lujo de detalles, las incongruencias de la política sanitaria de Trump y como ésta fue decisiva en su efecto letal en centenares de miles de personas.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL
Desde que Ronald Reagan fuera presidente, hace ya casi 40 años, el doctor Anthony S. Fauci ha tenido dos tipos de trabajos. Uno como director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, dirigió una de las principales instituciones de investigación del país. El otro, cuando se convirtió en asesor del presidente Reagan y de los presidentes que le siguieron a este, hasta llegar a Donald Trump.
O sea que Anthony S. Fauci, independientemente de que las administraciones estuvieran dirigidas por republicanos o por demócratas, este conocido inmunólogo ha estado al servicio de los Bush, padre e hijo, de Jimmy Carter, de Clinton y ahora, hasta hace muy poco, también al servicio de la Administración Trump.
El pasado fin de semana, el doctor Fauci sostuvo una entrevista de casi una hora con el periódico «New York Times», un rotativo que abandera de la causa del Partido Demócrata. En la citada entrevista, Fauci le contó al periódico estadounidense lo que le habia tocado sufrir bajo la Administración de Trump.
Se trata, en nuestra opinión, de una confesión tardía. Posiblemente si todos los datos que le proporcionó el inmunólogo al periódico neoyorquino el pasado fin de semana hubiera sido conocido por los ciudadanos estadounidenses hace unos meses, otro gallo hubiera cantado en relación con ese siniestro tsunami de muertes, que han acabado con la vida de más de 300.000 personas en ese país . Y no sólo hubiera podido ser didáctico exclusivamente para los norteamericanos. Seguramente podría haber tenido el mismo aspecto para que el resto de los ciudadanos del mundo conociera en manos de quién se encontraba su destino.
LA ENTREVISTA

Ha sido ahora cuando «el bueno» del Dr. Fauci, una vez derrocado Trump, se ha atrevido a echarle valor al asunto y ha relatado las las fuertes presiones y amenazas que había estado recibiendo en silencio, tanto por parte del jefe de la Casa Blanca como por su entorno durante este año fatal de la pandemia.
Cuenta el Dr Fauci al New York Times, que durante 2020, lo convirtieron en una suerte de «villano» para millones de estadounidenses. Los partidarios de Trump reclamabanpor aquellas fechas que se «prendiera fuego Fauci«. El mismo el presidente Trump había reflexionado abiertamente sobre la posibilidad de hacerlo, aunque solo fuera burocráticamente.
Dice el New York Times en su extensa entrevista, que Fauci llegó a ser acusado de «inventar el virus» y de formar parte de una camarilla secreta con Bill Gates y George Soros, para sacar provecho de las vacunas. Su familia -confiesa ahora el doctor – recibió amenazas de muerte a cargo de los trumpistas.
Cuenta Fauci, que fue el pasado 21 de enero, durante su primera conferencia de prensa bajo la Administración de Biden, cuando tuvo por primera vez un «sentimiento liberador», al poder levantarse y públicamente hablar de lo que sabe, de en qué consisten las evidencias, de qué es la ciencia…
Comenzó su entrevistador del New York Times preguntándole cuando se apercibió de que las cosas iban a ir mal entre él y Donald Trump.
-«Ese momento tuvo lugar con la rápida escalada de contagios en la parte noreste del país, particularmente en el área metropolitana de Nueva York. Intenté expresarle al Presidente cuál era la gravedad de la situación. La respuesta de Trump siempre era: «Bueno, no es tan malo, ¿verdad?». Y yo le contestaba: «Sí, es tan malo». Se trataba de una respuesta casi refleja, con la que yo intentaba convencerlo de que no minimizara la gravedad de la situación. Sin que me dijera directamente «quiero que la minimices», él utilizaba una frase equivalente, que insinuaba lo mismo: «Oh, en serio, ¿está siendo tan malo?»
Y la otra cosa que me empezó a preocupar fue el hecho de que Trump se estuviera convirtiendo en receptor de comentarios de personas que lo llamaban, no sé quién, quizá personas que lo conocían a través de los negocios, que le decían: «Oye, escuché sobre esta droga… ¿no es genial? «. O, «Vaya, este plasma convaleciente es realmente fenomenal». Yo le explicaba que para averiguarlo la única posibilidad era pasar esas propuestas por un ensayo clínico apropiado. Y él, por el contrario, me contestaba: «Oh, no, no, no, no, no, no, no… ¡ Es que esto realmente funciona! …
… Y es que el presidente defendía opiniones que no estaban basadas en ninguna información de carácter científico, sino tan sólo puras anécdotas. No fue solo con lo de la hidroxicloroquina. Fue también una variedad de enfoques relacionados con la «medicina alternativa». Él siempre estaba dándome la tabarra con lo de «Me llamó un chico, un amigo mío de bla, bla, bla…». A partir de ese momento mi ansiedad comenzó rápidamente a multiplicarse».
¿Tuvo algún problema con él en los primeros tres años de su presidencia?
– «No, en absoluto. En esa época el presidente apenas sabía quién era yo. La primera vez que lo conocí fue en septiembre de 2019, cuando me pidieron que fuera a la Casa Blanca, y que trajera conmigo mi bata blanca y me quedara allí, mientras él firmaba una orden ejecutiva sobre algo relacionado con la gripe. Fue luego, a partir de enero o febrero del 2020, cuando mis visitas a la Casa Blanca se empezaron a multiplicar frecuentemente.
Cuenta el inmunólogo que llegó un momento en el que las contradicciones entre lo que públicamente aseguraba el presidente y su versión de cómo transcurría el curso de la pandemia, entraron en flagrante contradicción.
…»Fue entonces cuando me quedó claro que no podía poner de relieve proactivamente mi contradicción con lo que el presidente anunciaba. Pero Trump aseguraba cosas que clarísimamente no eran las correctas. Cuando un periodista proponía: «Bueno, escuchemos al Dr. Fauci». Yo tenía necesariamente que levantarme y decir: «No, lo siento, no creo que ese sea el caso».
La verdad es que no me complacía en absoluto contradecir al presidente de los Estados Unidos. Respeto mucho la Administración. Pero tuve que tomar una decisión sobre sobre lo que me correspondía hacer. De lo contrario estaría comprometiendo mi propia integridad y estaría dando un mensaje falso al mundo. Si no hablaba, sería una aprobación casi tácita de que lo que Trump estaba asegurando estaba bien.
Justo fue en ese momento cuando comenzaron mis problemas. La gente que rodeaba al presidente, su círculo íntimo, me mostraba su molestia por mi atrevimiento al contradecir públicamente a Trump. Fue entonces cuando el staff presidencial comenzó a cometer una serie de errores que resultaban desafortunados y algo nefastos. Es decir, permitieron que Peter Navarro escribiera un editorial en «USA Today» en el que llegó a afirmar que yo estaba equivocado en la mayoría de las cosas que decía. O que la Oficina de prensa de la Casa Blanca me enviara una lista detallada sobre las cosas que yo había dicho que supuestamente no eran ciertas. La misma Oficina de Prensa Presidencial empezó a tomar decisiones sobre si yo podía ir o no a hablar en un programa de televisión»
¿Es cierto que Trump le gritó en una ocasión que por qué lo contradecía usted sistemáticamente?
… «Sí. Hubo un par de ocasiones en las que hice una declaración en la que expresaba mi punto de vista pesimista sobre la dirección en la que estamos yendo para combatir la pandemia. Trump, entonces, me llamaba telefónicamente y me decía: “Oiga, ¿por qué no es usted un poco más positivo? Tiene que adoptar una actitud positiva.¿Por qué es tan negativo? Sea más positivo «.