Limpia, la puesta en escena del programa especial “Estamos Cambiando” fue perfecta para que el presidente Luis Abinader se la luciera. En medio del estudio, rodeado de ciudadanos que le hicieron preguntas acartonadas que evidentemente formaban parte del guión preparado, se pasaba contando todo aquello que quería decir: las palabras se veían tan ensayadas cual discurso de campaña.
A pesar de que el Presidente inició su intervención recordando que había prometido comunicarse directamente con los ciudadanos y resaltando que no tiene secretos, deja mucho que desear que no haga el mismo tipo de ejercicio con los periodistas o, al menos, en un escenario mucho menos planificado.
Dejando a un lado que la intención era hacer propaganda, lo más sorprendente es que la hagan a tan poco tiempo de la rendición de cuentas del 27 de febrero. ¿Nos repetirá lo mismo?
Tal vez ese día las promesas vuelvan a bailar el mismo vals que el lunes pasado: elegantes y acompasadas, dibujarán ese futuro promisorio en el que la brecha entre ricos y pobres se disminuirá bastante (algo que no hemos visto durante la pandemia), donde todos los ciudadanos tendrán un techo propio, se recuperarán las áreas afectadas por el covid (pronto anunciará, señaló, los planes para el turismo, bares y restaurantes) y logrará que el país sea uno de los más competitivos de América Latina.
Nadie le preguntó a Abinader cómo lo logrará ni cómo enfrentará algunos problemitas como las alzas de los materiales de construcción y la canasta básica, algo que al parecer no afecta a los que estaban presentes. ¡Qué dichosos son!