
La galardonada con el premio Henry A. Kissinger seguirá sirviendo a la política imperialista de Washington
Quienes piensen que la injerencia de EE.UU en otros países va a ceder con la nueva administración Biden, el nombramiento de Samantha Power para pilotar la USAID debería ser suficiente indicio de que están equivocados.
Por CLARA LÓPEZ GONZÁLEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El próximo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha elegido a Samantha Power para dirigir la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés).
Según Biden, “Nadie mejor para hacer de nuestra agenda de desarrollo un pilar fundamental de nuestra política exterior”.
La USAID se presenta a sí misma como una organización de derechos humanos que promociona la democracia y el desarrollo en todo el mundo. Sin embargo, no hace falta profundizar mucho para descubrir su verdadera naturaleza: ser el brazo del que EE.UU se sirve para promover golpes de Estado allí donde desea instalar un gobierno títere, como pueden atestiguar los casos más recientes y fallidos de Venezuela y Nicaragua.
Ya lo dijo Allen Weinstein, co-fundador la National Endowment for Democracy (NED), subsidiaria de la USAID, en el Washington Post: “Gran parte de lo que hoy hacemos lo hacía la CIA de forma encubierta hace 25 años”.
La vice-presidenta, Kamala Harris, ha recibido calurosamente el nombramiento de Power para dirigir la USAID, dejando claro que la agenda de la nueva administración será la misma que la de la era Obama y con la misma retórica gastada y en progresivo descrédito:
“Uno de los desafíos más apremiantes que afronta nuestra nación es restaurar y reforzar el liderazgo de Estados Unidos como campeón de la democracia, los derechos humanos y la dignidad de todas las personas”. Y añadió: “Pocos están mejor preparados para ayudar a dirigir ese trabajo que la ex-embajadora en la ONU”.
En efecto, nadie mejor que quien ha sido firme defensora de todas las aventuras imperialistas de Washington. Desde la oposición, durante los años de George Bush Jr, Power criticó duramente que no se interviniera lo suficiente en otros países, echando mano ya de la que será su característico discurso hipócrita al afirmar que EE.UU tiene la responsabilidad de proteger a los débiles del mundo.
Por supuesto, Power apoyó la guerra de Irak y cuando el Partido Demócrata volvió a la Casa Blanca con Barack Obama, este la eligió para varios puestos en el Departamento de Estado y el Consejo de la Seguridad Nacional. Después, en 2013, fue nombrada embajadora en la ONU, donde permaneció hasta 2017.
![[Img #65404]](https://canarias-semanal.org/upload/images/01_2021/7393_halconaconobama.jpg)
Samantha Power con Barack Obama
En la ONU hizo gala de su estilo arrogante y agresivo -nada que envidiar a su sucesora, nombrada por Trump, la sionista Nikki Haley-, cuando defendió a Arabia Saudí de las críticas recibidas por sus ataques al Yemen, culpando a los huthies de la violencia, e intentó bloquear cualquier tipo de respuesta por parte de la institución. Del mismo modo, defendió fieramente al Estado de Israel frente a las críticas por los bombardeos sobre la población civil de Gaza. Incluso, desde la altanería de quien se sabe poderosa (en honor a su apellido), Power se permitió dar una reprimenda a la ONU por supuestamente dar un “tratamiento desigual” al Estado de Israel y por su “silencio indefendible ante los ataques terroristas a los israelíes”.
Sus servicios a la política imperialista estadounidense le fueron recompensados cuando un teórico oponente político, el republicano Henry Kissinger -uno de los mayores agresores de los derechos humanos de la historia reciente- le otorgó el premio que lleva su nombre y que ella recibió de su mano.
En efecto, Biden ha acertado en su elección. Power seguirá apelando a los “derechos humanos” en su firme compromiso con el proyecto imperialista estadounidense y estará entre los que ahora ya están presionando al nuevo presidente para que aumente las tensiones con Rusia y China.
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