La política antiimperialista y clasista del Partido de Liberación en tiempos de pandemia

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La política antiimperialista y clasista del PL en tiempos de pandemia

El Partido de la Liberación plantea que la contradicción fundamental en la Argentina, como país capitalista dependiente, tal cual lo definiera el Che Guevara es “estar con el Pueblo o con los Monopolios”. Nuestra propuesta política es antiimperialista. Impulsa cambios profundos, revolucionarios, para enfrentar la aguda crisis económica y social que nos dejara el nefasto gobierno de Cambiemos, agravada en estos últimos tres meses por la pandemia de Covid-19, el aislamiento y el parate en la economía.

El imperialismo, en particular el yanqui, somete a los pueblos a través de diversos mecanismos, uno de ellos, denunciado desde 1984 por Fidel Castro, es el endeudamiento externo. Ya en aquel tiempo, el comandante proponía que los países dependientes se unieran en un club de deudores, para enfrentar al Fondo Monetario Internacional, el Club de París y el Banco Mundial. Hoy le agregamos los fondos de inversión, bien llamados “buitres”, responsables de los dramas sociales que padecen nuestros pueblos del Tercer Mundo.

La política antiimperialista pasa hoy por el rechazo de plano al pago de la deuda externa. El PL participa en la Autoconvocatoria por la Auditoría y la Suspensión del Pago de la Deuda (ver declaración aparte). La tarea es denunciar al FMI, a los fondos como BlackRock, Fidelity, Templeton, HBK Investment, etc., y oponerse a las concesiones cada vez mayores que está ofreciendo el ministro Guzmán, por indicación del presidente Fernández. Si se arregla con los bonistas y se les paga, y luego continúa la negociación con el Fondo dirigido por Kristalina Georgieva, como es la intención del gobierno, no habrá recursos para atender las penurias del pueblo, que la pandemia agravó de manera exponencial. Máxime cuando en su mayor parte esa deuda es fraudulenta, pues sirvió para que empresarios y banqueros fugaran divisas al exterior. Ese dinero debería estar en el país para servir para la reconstrucción de la economía, hoy devastada por el macrismo y la cuarentena.

Si la contradicción es “Pueblo o Monopolios”, éstos son el enemigo a vencer en el camino hacia una Patria liberada, en tránsito al socialismo. El ejemplo de Vicentin, con toda la defensa corporativa que suscitó el anuncio de su intervención y posible expropiación (todavía no concretada) debería ser suficiente para saber a qué poderes nos enfrentamos.

Por ello, esa medida no puede ser una “excepción”, como plantea AF. Al contrario, debería ser la punta de lanza de una política más audaz para la nacionalización del comercio exterior. Que sea el Estado y no las grandes empresas agroexportadoras como Vicentin, las que manejen las exportaciones, el precio de los granos (y por ende de los alimentos) y los dólares que generan.

Esa línea antiimperialista no puede ser sólo materia de debate en foros y asambleas como la Autoconvocatoria, espacio de por sí muy valioso; debe ser tomada como propia por la clase trabajadora y el pueblo. No basta con llevar la declaración a la Comisión Bicameral del Congreso, o difundirla a través de conferencias de prensa o asambleas: debe ser parte de las reivindicaciones que levanten las bases obreras y populares, en sus movilizaciones por salario, empleo, políticas sociales, etc.

El PL quiere llevar este debate al seno de las masas, por medio de nuestras intervenciones en asambleas de trabajadores, en las reuniones en los territorios junto a los más humildes, en las ollas populares y los asentamientos. No se trata de un debate de economistas, sino de que el pueblo tome en sus manos esta política. Los monopolios están ahí, al acecho para responder corporativamente cuando se afectan sus intereses. Y sus usinas de desinformación como Clarín, TN, La Nación, América, etc., tal como lo hicieron en 2008 con la 125, intentan engañar a la opinión pública, para que los sectores populares defiendan intereses ajenos.

La pelea por Vicentin muestra cómo actúan los monopolios del sector agroexportador, que manejan también el mercado de alimentos, por eso está muy bueno que hablemos hoy de “soberanía alimentaria”. Hay que aprovechar este debate para desnudar e impugnar el poder de las corporaciones en sectores como el energético, tan beneficiado durante el macrismo, y tan perjudicial para los sectores populares, que hoy pagan tarifas altísimas por servicios públicos que son derechos humanos como la luz o el agua. El sector financiero y bancos siguen con ganancias enormes, percibiendo altos intereses y comisiones por préstamos y la utilización de tarjetas de crédito. No han sido siquiera tocados por el gobierno de AF con ningún impuesto, aunque en pocas provincias le aumentaron algo impuestos locales, menores. El PL plantea la nacionalización de la banca, para que los ahorros de los argentinos sirvan para el desarrollo del país y el crédito accesible a los sectores populares.

Para llevar a la práctica estas políticas, las organizaciones antiimperialistas tenemos dificultades porque somos todavía pequeñas y con escasa influencia en el campo popular. El desafío, entonces, es doble: impulsar una política de amplia unidad, con el espectro progresista y democrático, en la búsqueda de acuerdos e iniciativas en común. Pero sin hacer seguidismo de las fuerzas mayoritarias en ese espectro, planteando con independencia política nuestras propuestas antiimperialistas, de cambios profundos, diferentes a las del gobierno.

 

La política antiimperialista y clasista del PL en tiempos de pandemia

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