POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL

Ya no cabe ninguna duda. Los hechos lo están evidenciando. Los Estados Unidos de América constituyen un «Estado fallido»,  en el que impera una terrible dictadura.

Su presidente, Donald Trump, -que las pasadas elecciones no obtuvo siquiera la mayoría de sufragios en su país-, anunció este lunes el despliegue masivo de miles de soldados  para reprimir las gigantescas manifestaciones que se está produciendo en todas las grandes ciudades norteamericanas, en protesta contra de los asesinatos policiales.

El dictador Donald Trump se atrevió a proclamar públicamente que era «el presidente  de la ley el orden», tratando de justificar así el gigantesco despliegue  de sus tropas a lo largo de los Estados Unidos agregó que:

  «En estos momentos, estoy enviando a miles y miles de soldados fuertemente armados, efectivos militares y agentes del orden público para detener los disturbios, los saqueos, el vandalismo, los asaltos y la destrucción sin sentido de la propiedad».

El dictador Trump no esconde ya sus intenciones de aplastar cualquier tipo de resistencia contra su despótico Régimen político. Y es que las multitudes en los Estados Unidos han perdido el miedo y la paciencia, y están mostrando su voluntad de no parar hasta que el dictador ceda ante sus exigencias de que se paralice la represión policial y se establezcan Leyes justas que la impidan en el futuro los asesinatos policiales.

Que la situación en ese país es límite, lo ponen de manifiesto las imágenes que transmiten los medios de comunicación. La represión policial, según se reporta, ha ocasionado muertos en las calles de las grandes ciudades norteamericanas como resultado de la confrontación entre manifestantes y policías. De acuerdo con fuentes bien informadas, el número real de fallecidos supera al que ofrecen las fuentes oficiales.

El propio dictador Trump recriminó duramente  a su aparato policial de su país por comportarse «con debilidad» frente a los manifestantes. Críticas  del mismo talante  realizó en contra de los gobernadores de los Estados federales. En decenas de ciudades norteamericanas se ha decretado  el «estado de sitio «

Pero ante el desbordamiento social  que se está produciendo en las calles norteamericanas, el tirano  ha invocado ahora la aplicación una ley dictada en el año 1807, denominada «Ley contra la insurrección», para que el despliegue de la soldadesca en las urbes permita al déspota «resolver rápidamente el problema», según manifestaciones  del propio dictador. 

Por otra parte, el autócrata ordenó a los  alcaldes y gobernadores a que
 «establezcan la presencia abrumadora de las fuerzas del orden hasta que la violencia sea definitivamente sofocada».

Con la rudeza que le es característica agregó que:

    «si una ciudad o Estado se niega a tomar las acciones  necesarias para defender la vida y la propiedad de sus residentes,  desplegaré a los soldados  de EE.UU. y resolveré rápidamente el problema por ellos».

No se tiene constancia histórica de que ni el mismo Adolf Hitler realizara ese tipo de amenazas públicamente en contra de la población alemana.

El dictador Trump añadió que:

  «reprimirá cualquier insurrección, violencia interna, combinación ilegal o conspiración» que «obstaculice la ejecución de las leyes de EE.UU. o se oponga a ella o impida el curso de la justicia establecido por esas leyes».

Todo ello pone de relieve que  el pueblo norteamericano está atravesando una situación de extrema emergencia, y que la «comunidad internacional» no  le sobra el tiempo para que  se tomen medidas que puedan evitar la barbarie social que se cierne sobre los Estados Unidos

Es nuestra opinión,  pues, que la situación en los Estados Unidos  demanda de la «Comunidad internacional» una actuación rápida y resuelta, orientada  a salvar vidas y facilitar la caída de la dictadura instalada en la Casa Blanca.

Como ha ocurrido en otras ocasiones, -en  Libia, Siria, Irán, Irak, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Granada, Vietnam, Camboya, etc, etc… –  la «Comunidad internacional» debería  contemplar en su actuación la aplicación de medidas tales como sanciones económicas, bloqueo político y económico en contra del gobierno dictatorial del sátrapa  Donald Trump. Asimismo,  las Naciones Unidas, a través de su Asamblea General, no debería de excluir la posibilidad de  sancionar a todos aquellos países que perseveren en continuar manteniendo relaciones comerciales o económicas con los Estados Unidos.

«INTERVENIR MILITARMENTE EN LOS EE.UU., SI FUERA PRECISO»

Creemos, de igual manera,  que en última instancia, si fuera preciso, los países democráticos que integran la «Comunidad internacional» debería proceder a intervenir militarmente en territorio estadounidense, para  en una acción rápida y resuelta se pueda  evitar una terrible masacre a manos del tirano sanguinario que se atrinchera en el Despacho oval de la Casa Blanca.

Creemos que  dada su experiencia y el importante papel desempeñado en Europa por el presidente de España, Pedro Sánchez, para la promoción de un «presidente encargado» en la República bolivariana de Venezuela, desde esta carta abierta al primer mandatario de nuestro país, le instamos a que para la  preservación de  la paz y la justicia en los Estados Unidos,  promueva ante el Consejo de la Unión Europea, la rápida designación de un «presidente interino o encargado» en ese país, hasta que en el próximo mes de noviembre, puedan celebrarse unas elecciones libres y democráticas  en los Estados Unidos.

Y si se nos permitiera expresarlo, opinamos también que la persona adecuada para desempeñar ese papel arbitral,  deberia ser el Secretario General de la organización política norteamericana «Antifas», por el papel que esta organización ha jugado  en el curso de estas últimas semanas, en las movilizaciónes de decenas de miles de norteamericanos en contra del racismo y la xenofobia en los Estados Unidos.

    IMPORTANTE POSTDATA: Todas las citas y fragmentos de discursos incluidas en esta carta abierta, son auténticas y verificables. Pero como nuestros avezados lectores habrán podido deducir, no sucede lo mismo con las múltiples ensoñaciones e ilusorios deseos que en esta «carta abierta» se formulan.