Hay instantes en los que el cuerpo pide que bajemos un poco el ritmo y nos relajemos, aunque sea un momento. Fue así que encontré una pequeña entrevista a Alejandro Sanz, con motivo de los Grammy Latinos, y me detuve a escucharlo.
Al final, cuando se despedía con cariño, dijo una frase que me caló: “Y cuenten mejores noticias, por favor”. Era martes en la noche y, desde entonces, me parece escucharlo como si me lo hubiese pedido directamente a mí.
¿Qué noticias cuento normalmente?, me pregunté. ¿Qué historias comparto? ¿Suelo abatirme, llevo oscuridad o, por el contrario, transmito un poco de paz?
En 30 años de ejercicio, por aquello de que somos la voz de quienes sufren y no pueden hablar, he sido un canal de malas noticias. Pocas veces he escrito historias vestidas de optimismo y que comuniquen un mensaje de aliento.
Si todos nos analizamos veremos que la mayoría solemos compartir notas que chocan, lastiman, sorprenden o indignan. Son menos, muchísimas menos, las ocasiones en las que somos entes de luz.
Alejandro tiene razón: debemos contar mejores historias. El mundo, tan convulso y hostil, necesita mejores mensajes y gente que sea capaz de armonizar.
