CAYETANO RODRIGUEZ DEL PRADO. Fragmentos de Notas Autobiográficas. Recuerdos de la Legión Olvidada (2008) No. 15

Correo
Facebook
Telegram
Twitter
WhatsApp

DE LA FRANCIA DE CHARLES DE GAULLE A LA CHINA DE MAO ZEDONG

Los hombres del MPD habíamos llegado a Francia deportados desde la cárcel de La Victoria y tras evadir los peligros de la dictadura de Oliveira Salazar en Portugal y los riesgos de ser interceptados por la dictadura de Franco en España. Nosotros éramos los que habíamos desembarcado en el Morro de Montecristi, desde Cuba, con la finalidad de oponernos con las armas en las manos al gobierno golpista y despótico del Triunvirato.
Transcurrían los días de mediados de mayo de 1964 y, tras de nosotros quedaban los hombres del “14 de Junio” encarcelados o perseguidos en Portugal.
Desde el mismo momento de nuestra llegada sentimos la gran diferencia que había entre Portugal y España, por un lado, y Francia por el otro lado. Ahora podíamos respirar un poco el aire fresco de París y recorrer sus calles hasta localizar un hotelito decente y barato, que resultó ser el Hotel du Danube, en la 58 de la Rue Jabob, del Quartier Latin y allí permanecimos una buena parte de nuestro exilio en Francia.

En Francia recibimos la solidaridad del Embajador Dominicano, el doctor José A. Puig, oriundo de Puerto Plata y viejo amigo de Máximo López Molina, quien había sido deportado, antes que nosotros, y residía en París. Puig fue muy solidario con nosotros, a tal punto que ponía de su propio dinero para ayudarnos económicamente. Junto a él a veces veíamos a su pequeño hijo, llamado Max Puig.

Al cabo de unos pocos días, un grupo de entre nosotros se fue a Cuba. Algunos como Máximo y el Chino Ramos Peguero, tenían hijos en la tierra de Martí y por tanto allí podrían recibir el calor de su familia. Fue así como Leopoldo Grullón y el Chino Ramos Peguero partieron hacia Cuba mientras Ilander y Cayetano permanecerían un tiempo en París.

Ilander Selig y yo, permaneceríamos en París para tramitar un viaje a China y proseguir los primeros contactos entre el MPD y el Partido gobernante chino, contactos estos que yo había iniciado dos años antes, en 1962, a través de Li Qi tao en Leningrado durante la celebración del Congreso de la Unión Internacional de Estudiantes. En esa ocasión habíamos intercambiado periódicos y material informativo de nuestras respectivas organizaciones políticas.
El MPD necesitaba establecer vínculos estrechos con todo el movimiento revolucionario internacional pues, las propias características de su nacimiento, habían determinado que durante los años posteriores a la ejecución de Trujillo, mantuviera una situación de aislamiento internacional. En comparación con las mantenidas por el Partido Socialista Popular, las relaciones mantenidas por nosotros en el extranjero eran, sencillamente insignificantes.
Dos semanas después, durante el mes de junio de 1964, recibimos la respuesta positiva de las autoridades chinas y dos pasajes de avión para visitar su país y, en esas condiciones, emprendimos un largo viaje por la ruta Paris, El Cairo, Karachi, Bombay, Calcuta, Dacca, Bangkok, Shanghai y Pekin.
China, el gran gigante de Asia, era en aquel momento la nación más poblada de la tierra con más de seiscientos millones de habitantes y cerca de diez millones de kilómetros cuadrados de territorio.
En el norte, montañas y llanuras relativamente secas, casi completamente forradas de trigo que, con un color amarillo oro, hacían que nuestra mirada se extendiera por centenares de kilómetros disfrutando del mismo paisaje que, solo se interrumpía por las geométricas terrazas que, a un perfecto nivel, rodeaban cada montaña, grande o pequeña, circunvalándola completamente.
En el sur existían inmensas llanuras saturadas de agua, cultivadas centímetro a centímetro de hortalizas y arroz. Nos sorprendía el exuberante verdor de sus sembrados y la gama interminable de verdes que iban desde un verde oscuro casi azuloso hasta un verde tierno que se confundía con el amarillo.
La civilización china es una de las más antiguas del mundo, con más de cinco mil años de antigüedad, donde numerosas dinastías se repartieron el poder imperial durante todos esos siglos de altas y bajas en el desarrollo chino.
En siglos más recientes, las potencias europeas con el pretexto del libre comercio, la agredieron brutalmente arrancando parte de su territorio e imponiendo condiciones onerosas como fue la de pagar con opio de la India todas las riquezas que sacaban de China, como seda, porcelana y laca, entre otros productos. Así los ingleses se hicieron con el puerto de Hong Kong, agresión esta que fue ampliada unos años más tarde con un área más extensa de la bahía. Por su parte, Japón ocupó la isla china de Taiwan y parte de la península de Corea.
Casi concluyendo el siglo XIX se produjo un gran levantamiento popular y nacionalista, conocido en occidente como la rebelión de los “boxers”, que reivindicaba los derechos chinos por su independencia y libertad. Este movimiento patriótico fue aplastado por fuerzas conjuntas de Inglaterra, Alemania, Francia, Rusia, Japón y Estados Unidos que, una vez lograda su meta, se repartieron el territorio de China en “zonas de influencia” y le impusieron el pago de enormes tributos económicos.

En 1911 Sun Yat-sen proclamó la República China y trató de lograr conquistas democráticas a favor de su pueblo, pero se extendieron las luchas entre los caudillos militares obedientes a las diferentes potencias extranjeras, impidiendo cualquier avance verdaderamente democrático y manteniéndose el atraso y la opresión sobre toda la población.
Es en este ambiente que en el año de 1921 Mao Zedong y doce compañeros más se reunieron en Shanghai para celebrar Primer Congreso nacional del Partido Comunista Chino -PCCh-. Con el paso del tiempo los revolucionarios chinos se fortalecieron considerablemente alcanzando gran influencia en los sindicatos obreros y obteniendo el poder finalmente en 1949 después de enormes sacrificios y de lograr la derrota de la invasión japonesa de su territorio.
Esta era la China a la que llegábamos Ilander y yo con la intención de establecer vínculos políticos entre el MPD y el PCCh en un momento de grandes contradicciones entre las fuerzas consideradas de izquierda en todo el mundo.
Al llegar a Pekin, una delegación de funcionarios chinos nos recibió en el aeropuerto y nos invitó a trasladarnos a un cómodo hotel situado en el centro de la ciudad. Los anfitriones incluían a funcionarios que representaban al PCCh y al gobierno chino y dos personas, incluyendo a un intérprete, que nos acompañarían durante nuestra permanencia en China.
Mientras avanzábamos por las anchas calles de la capital millares y millares de personas se trasladaban a sus lugares de trabajo en bicicleta. Algunos autobuses, con uno o dos vagones a remolque, y con un tanque de gas licuado de petróleo sobre sus techos, transitaban también en perfecta organización, con su rebosante carga humana. Los automóviles, como el que nos transportaba, eran muy pocos, y cruzaban deprisa la ciudad exhibiendo su marca de fábrica nacional escrita en chino y que en idioma español podía traducirse como “El Oriente es Rojo”.
La República Popular China, fundada por Mao Zedong el 1 de Octubre de 1949, era aún muy joven y aún poco desarrollada, pero con el esfuerzo gigantesco del pueblo chino, con su gran capacidad de sacrificio, y con una acertada dirección política e ideológica del Partido Comunista de China, en unas cuantas décadas asombraría al mundo con sus avances nunca antes vistos en la historia de la humanidad.

Al fin llegamos a nuestro hotel, muy cerca del Tien An-men y a la Ciudad Prohibida, que generalmente utilizaba el gobierno chino para hospedar a visitantes extranjeros.
Después de unas pocas horas de descanso, nuestros anfitriones nos invitaron a un recorrido por la ciudad de Pekin. En ese momento era una metrópolis de unos diez millones de habitantes, con amplias avenidas e inmensas plazas capaces de albergar a millones de personas que, cuando eran convocados por su partido dirigente, gritaban su apoyo incondicional al presidente Mao, el hombre que sin ninguna duda dirigía los destinos del pueblo más numeroso de la Tierra.
Pekin exhibía numerosas industrias de todo tipo, incluso industrias pesadas, grandes universidades con centenares de miles de estudiantes y millones de trabajadores que, con la precisión de un engranaje de relojería, asistían diariamente al trabajo que engrandecía incesantemente al gigante asiático.

Recuerdo unos pequeños arbolitos de naranjas en miniatura que, con unos pocos centímetros de altura y colocados en tarros, servía de adorno en la mayoría de los edificios que visitábamos. Las bolitas intensamente amarillas chocaban con mis ojos en todas partes y, el mismo día de mi llegada me atreví a preguntar, “¿ Por qué siembran esos arbolitos en las entradas y jardines de todos los edificios que hemos visitado?”. “¡Oh compañero!”, me dijo nuestro edecán, “ese arbolito bien pequeño y cargado de frutos es un gran ejemplo para nuestra sociedad, pues enseña que, por pequeños que seamos podemos producir y ser útiles a los demás”.
Entendí inmediatamente el profundo mensaje involucrado en la respuesta que nos dio. Supe, desde ese instante, que no seríamos menospreciados por venir de un país pequeño, de un pueblo pequeño y representar a un partido pequeño, China no despreciaba a los amigos pequeños, al contrario, los valoraba por la sinceridad de sus palabras y por la firmeza de su corazón tal como aún hoy lo sigue haciendo bajo la dirección del presidente Xi Jinping.

CONTINUARÁ…

Nuestro periodismo es democrático e independiente . Si te gusta nuestro trabajo, apóyanos tú también. Página informativa sobre eventos que ocurren en el mundo y sobre todo en nuestro país, ya que como dice nuestro editorial; creemos que todo no está perdido. Sabemos que esta democracia está presa sin posibilidad de salvarse aunque su agonía es lenta. Tenemos que empujar las puertas, son pesadas, por eso, necesitamos la cooperación de todos. Soñamos con una patria próspera y feliz, como idealizó el patricio Juan Pablo Duarte. necesitamos más que nunca vuestra cooperación. Haciendo clic AQUÍ ó en el botón rojo de arriba
Correo
Facebook
Telegram
Twitter
WhatsApp

Noticas Recientes

Opinión