Níger es una prueba decisiva para el imperialismo europeo

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Sergio Cararo

Níger es una prueba decisiva para el imperialismo europeo

Níger se ha convertido ya en una prueba decisiva. No será como Malí, Burkina Faso, la República Centroafricana, Guinea, por la sencilla razón de que el imperialismo europeo no puede prescindir de Níger.

Uno de los países más pobres del mundo tiene la desgracia de ser rico en materias primas estratégicas para las industrias europeas: uranio, oro, silicio. Y además, en Níger, militares europeos y estadounidenses ya están sobre el terreno con sus contingentes, entre ellos Italia y Alemania.

El domingo 30 de julio, en Abuja, los países «ascendentes» de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) ya han impuesto sanciones a la junta golpista, llegando incluso a amenazar con el uso de la fuerza si no se restituye al presidente pro francés.

Por su parte, los gobiernos de Burkina Faso y Mali advirtieron en un comunicado el lunes 31 de julio que «cualquier intervención militar contra Níger» con el objetivo de restaurar al presidente electo Mohamed Bazoum «equivaldría a una declaración de guerra» contra ellos.

En resumen, una posición fuerte del lado de los militares nigerinos que derrocaron al presidente pro francés, y una novedad política muy significativa en el nuevo equilibrio de poder en África.

Francia ya se ha declarado cada vez más preocupada por el desarrollo de los acontecimientos en un país considerado estratégico por París tanto por su masiva presencia militar como -sobre todo- por las reservas de uranio de Níger, de las que depende gran parte de las necesidades energéticas de Francia.

Una preocupación agudizada por las manifestaciones masivas celebradas en la capital, Niamey, en apoyo de los militares golpistas, en las que se vieron ondear banderas rusas y también fue asaltada la embajada francesa. El ataque provocó una rápida reacción de París, que hizo saber al Elíseo que «no tolerará ningún ataque contra Francia y sus intereses».

A la luz de lo que está sucediendo, y dada la importancia estratégica de Níger para Europa, no se puede descartar en absoluto la posibilidad de una intervención militar de Francia.

El propio Macron utilizó palabras muy duras: «Cualquiera que ataque a ciudadanos franceses, al ejército, a diplomáticos y a locales franceses verá cómo Francia reacciona de forma inmediata e inflexible», dijo el Elíseo en una nota.

Una posible intervención francesa también era temida por la propia Junta Militar de Niamey, que acusó a Francia de buscar «vías y medios para intervenir militarmente en Níger».

En un comunicado leído en directo por el coronel de división Amadou Abdramane, portavoz del Consejo Nacional para la Protección de la Patria (CNSP), la junta informó de que supuestamente se había celebrado una reunión entre soldados franceses, el ex ministro de Finanzas, Hassoumi Massaoudou, y el ex jefe de la Guardia Nacional de Níger, Midou Guirey, para firmar un documento que autorizaba a Francia a llevar a cabo ataques contra el palacio presidencial.

Está claro que, a diferencia de lo sucedido en los tres últimos años con los golpes de Estado en Malí, Guinea y Burkina Faso, esta vez Francia difícilmente puede tolerar la pérdida de influencia en el que fue durante años su principal aliado estratégico en el Sahel, hoy bastante torpemente acreditado como el «último bastión democrático» en una región ahora casi enteramente formada por países dirigidos por juntas militares golpistas rastreables hasta la órbita rusa.

Francia, la Unión Europea y Estados Unidos se habían aferrado hasta ahora a Níger para no verse definitivamente desbancados en el Sahel en favor de Rusia.

En Níger, Francia ya ha reubicado a los cerca de 2.400 soldados de la misión francesa Barkhane destinados anteriormente en Mali, tal y como deseaba el presidente Emmanuel Macron tras la escalada de tensiones antifrancesas en el país.

La misma suerte han corrido los soldados de la fuerza operativa europea Takuba (a la que Italia aportó unos 200 hombres), ahora reposicionada en Níger, en la frontera con Malí, tras el cierre de las bases militares malienses de Gossi, Menaka y Gao. Un posible deslizamiento de Níger hacia la órbita rusa sancionaría, por tanto, la definitiva expulsión francesa y europea del Sahel, con consecuencias que irían mucho más allá de la dimensión militar. Con dos minas de uranio -las de Acuta y Arlit-, ambas gestionadas por la empresa francesa Orano, Níger es de hecho el primer proveedor de uranio de la UE, garantizando el 24% de las necesidades europeas.

El Presidente de Chad, Mahamat Idriss Déby Itno, uno de los pocos aliados que le quedan a Francia en el Sahel, realizó hace dos días una visita de unas horas a Niamey para buscar una solución negociada, mientras que en Niamey se organizaron manifestaciones multitudinarias en las que los manifestantes ondearon banderas rusas e incluso asaltaron la embajada francesa.

Níger, de hecho, será una prueba decisiva de la competencia en las relaciones internacionales en África. No es difícil prever una intervención militar de los pocos países africanos que permanecen leales a Occidente con el apoyo de los militares europeos y estadounidenses ya presentes en el país y en el vecino Chad.

Fuente: Contropiano.

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