PERÚ.- Las mentiras de la Comisión de la Verdad

Correo
Facebook
Telegram
Twitter
WhatsApp

Por Perú Comuna

EL DIARIO INTERNACIONAL

Este artículo apareció bajo el título: «Otra memoria colectiva para una vida nueva» en la página del colectivo Perú Comuna en: https://www.facebook.com/photo/?fbi…

El profesor universitario Víctor Vich ha celebrado encomiásticamente, en su reciente artículo “Memorias de dolor y resiliencia: sobre esas voces de las Audiencias Públicas” (1) el libro «Memoria de dolor y resiliencia», editado por el Lugar de la Memoria (LUM) como homenaje a los 20 años de la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). La publicación reúne 26 testimonios escogidos de personas que se vieron afectadas por la violencia política ocurrida en dicho país entre 1980 y el 2000. Al respecto, tratándose de un asunto con muchas implicancias y actualidad, decidimos sustentar la siguiente toma de posición para contribuir a que no se siga editando impunemente la historia reciente.

I.
LA CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA ES, SIN DUDA, UN FACTOR IMPORTANTE Y ARENA DE CONTIENDA PARA LA PERMANENCIA O TRANSFORMACIÓN DE UN MODELO DE SOCIEDAD. Las fuerzas que detentan el poder lo han tenido presente, es verdad que en algunos casos y coyunturas más que en otros. En el Perú, la derecha y sus aliados de la izquierda reformista (aquellos que solo aparecen para coyunturas electorales, y que se ausentan en las luchas cruciales de nuestro pueblo) han ido dándose cuenta, más lenta o rápidamente unos que otros, del crucial rol del quehacer cultural y sus entornos en el mantenimiento de las estructuras dominantes que conforman el Estado peruano.

Diversas manifestaciones de insurgencia y rebelión populares, a lo largo de esta historia, han sido combatidas y sangrientamente derrotadas por las denominadas fuerzas del orden al servicio de los grupos de poder. En el Perú contemporáneo, uno de los momentos más álgidos y prolongados de aquella confrontación, entre un horizonte de dominación y otro más bien cargado de voluntad revolucionaria, fue lo que ocurrió en los años 80-90. Nos referimos, sobre todo, a la lucha armada iniciada por la organización maoísta el PCP-“Sendero Luminoso”. (Hacia mediados de 1980, tomó cuerpo otra organización político-militar, pero con metodología guerrillero-foquista: el MRTA). Una estructura partidaria que, proveniente de la tradición de izquierda peruana de décadas anteriores, decidió dar el salto hacia lo que hasta los años 70 predicaba buena parte del conglomerado izquierdista local e inclusive latinoamericano (la revolución cubana, de 1959 en adelante, es un símbolo de lo expresado).

La historia que vino a continuación ya es conocida, así como sus características y consecuencias que perduran hasta hoy, tanto en el plano político como en el terreno cultural del país, donde no cesan de aparecer manifestaciones artísticas y literarias que procuran reflexionar, simbolizar o expiar aquellos dramáticos años de la violencia interna.

Uno de los episodios de dicho proceso de indagación y reconfiguración de aquel periodo bélico fue la formación, a comienzos de este siglo y por parte del gobierno del expresidente Toledo (uno de los expresidentes peruanos hoy también preso por delitos de corrupción entre otras acusaciones fiscales), de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Un conglomerado oficioso de intelectuales vinculados a la izquierda parlamentarista, e inclusive sacerdotes de posición afín, que tuvieron el encargo de recuperar (narrar) dicha historia mediante una metodología que transitó desde las audiencias públicas, con testimonios de diversas personas y colectivos, hasta la utilización de una variada documentación de análisis en diversos formatos para públicamente dar cuenta de lo vivido por la población peruana durante el conflicto interno armado de los 80-90.

Así, cabe enfatizar que dicha comisión estuvo conformada por recalcitrantes elementos de aquella izquierda formal que tenían, desde hacía buen tiempo, una posición de condena e inclusive de represión contra los alzados en armas. Asimismo, que dicha comisión, a diferencia de otras de su tipo en la región latinoamericana, fue iniciativa del propio Estado (involucrado en aquel proceso de guerra interna con prácticas, hasta hoy, denunciadas internacionalmente como “guerra sucia”) y no por colectivos de la sociedad civil, que mantuvieran un mínimo de neutralidad u objetividad respecto de lo vivido aquella época de conflagración política y militar.

De ahí que, desde su origen, dicha CVR estuvo y está marcada por ambos mencionados aspectos, lo cual la limitó y puso en duda su nivel de competencia tanto para revelar las múltiples verdades (y no una sola, monolítica, oficial ni oficiosa), así como los diversos asuntos a considerar en perspectiva de alguna posible reconciliación en el periodo de la postguerra iniciado desde los 90, cuando los grupos alzados en armas fueron desmantelados, en parte por sus propios errores, y también por el accionar combinado de los aparatos represivos del Estado en alianza con algunos sectores de la población.

Es por todo lo anterior, entre otras razones, que la reivindicación con redoble de tambores que ha esgrimido Víctor Vich, en esta ocasión, sobre el volumen «Memoria de dolor y resiliencia», carece también de objetividad, y más bien orgánicamente recae en los aspectos criticables que se resumen líneas arriba.
Veamos en detalle tal situación.

II.
PARA EMPEZAR, LA IZQUIERDA ‘PROGRE’, ELECTORERA O REFORMISTA (SEA EL APELATIVO CON QUE DESEE DENOMINARSE A ESTE SECTOR DE LA POLÍTICA PERUANA), DESDE LOS INICIOS DE LA GUERRA INTERNA ARTICULÓ COMO ESTRATEGIA POLÍTICA UN DISCURSO DONDE SE VICTIMIZABA A LA CIUDADANÍA, sobre todo al campesinado, sosteniendo que el grueso de la población se hallaba padeciendo entre dos fuegos, sin capacidad de tomar decisiones, y enfrentada a dos demonios que la zarandeaban entres sus respectivos bandos en combate.

Al mismo tiempo, mediante dicha narrativa, como en otras situaciones en el planeta, se ha pretendido igualar la violencia proveniente de los grupos de poder, con aquella otra cuyo origen y caldo de cultivo tiene lugar entre las poblaciones marginadas y excluidas del festín de la riqueza apropiada en pocas manos y familias. Inclusive, mientras que los que se alzaban en armas y lograban la adhesión de algunos sectores de la población eran -son- denominados como ‘terroristas’ (obviando adrede cualquier atisbo de móviles políticos en su levantamiento), quienes practicaban la guerra sucia desde los aparatos represivos del Estado eran -son- sindicados como individuos o grupos que desbordan el marco legal y constitucional, exculpándose así al Estado en su conjunto y su sistemática estrategia represiva de arrasar todo, matar todo y quemar todo, como por ejemplo también hizo el ejército norteamericano en su lucha contrasubversiva en los países centroamericanos durante los años 80.

Bien vale leer al respecto un texto de Silvio Rendón, publicado en su blog GranComboClub, ya que sirve para repensar y rehacer una memoria política que no esté al servicio del Estado ni el poder imperante. Lo que allí se sustenta vale también sobre la visión que tiene cierta izquierda progre: la que piensa que en esa guerra la mayoría del campesinado peruano fue víctima silente, al medio de 2 fuegos, romantizando así a los sectores populares, al quitarles agencia, voz, beligerancia y compromiso políticos:
“El supuestamente inclusivo discurso de la CVR ve a los combatientes, insurgentes y contrainsurgentes, como aliens, como si la guerra no hubiera sido llevada a cabo por gente como uno. Cuando se habla de los indígenas, de los quechuahablantes, el discurso aparentemente aboga a favor de ellos, pero lo que en realidad ocurre es que el otro se vuelve doblemente otro, por combatiente y por indígena. En medio de una cruel guerra intra-peruana, con mucha gente manchada de sangre propia y ajena, no se sale de la apología de la víctima inmaculada y pura y de su contraparte, el perpetrador alien, lleno de fanatismo, ajeno socialmente a los victimados. No se acepta que el indígena quechuahablante (y el que hablaba otros idiomas nativos) también tomó las armas siguiendo el camino que le proponía Sendero o el MRTA y también siguiendo el camino que le proponía el estado. Se absolutiza el reclutamiento a la fuerza y se soslaya el enrolamiento voluntario en los bandos combatientes […]. Así, la finalidad política y no las evidencias acaban determinando la verdad”
https://grancomboclub.com/2013/09/l….

En el acápite “Un discurso alternativo”, de esta misma publicación, Rendón cita inclusive a una fuente académica como la de un prestigioso y tempranamente fallecido historiador peruano, un miembro además carismático de la denominada nueva izquierda de los 70: “Alberto Flores Galindo en ‘Buscando un Inca’ (El Comercio, Biblioteca Imprescindibles Peruanos, 2010) tiene una visión completamente diferente al discurso de la CVR, institución definitivamente influida por el pensamiento de Carlos Iván Degregori: ‘A diferencia de las guerrillas de 1965, en 1980 los combatientes no eran extraños al mundo rural porque hablaban quechua, habían nacido allí, tenían parientes en los pueblos, y por eso consiguieron levar a muchos campesinos’ (p. 268). En el discurso floresgalindista no existe la ajenidad entre senderistas y campesinos: son la misma gente. No son mestizos ‘descampesinizados’ o ‘desindianizados’ que ven al campesino quechuahablante como un otro abusable, como afirma el discurso acuñado por el antropólogo Carlos Degregori sobre el cual gira el discurso de la CVR. En el discurso floresgalindista el acceso a la educación y la militancia subversiva no quita la procedencia campesina y quechuahablante, muy al estilo del ‘Rendón Willka’ arguediano”.

III.
OTRO DE LOS INICIALES Y MÁS SERIOS CUESTIONAMIENTOS A LA CVR PROVINO NO SOLO NI TANTO DE LOS GRUPOS CONSERVADORES DEL ESCENARIO POLÍTICO PERUANO, SINO DE PERSONAJES VINCULADOS A AQUELLA IZQUIERDA FORMAL COMO FUE EL CASO DEL ANALISTA RAÚL WIENER, quien cuestionó la metodología empleada por los comisionados no solo para calibrar las estadísticas de las víctimas del conflicto armado interno, sino más aún su utilización política. Así, como un más que ilustrativo ejemplo, veamos in extenso lo que informó el diario Correo (insospechado de hacer apología al terrorismo) en el artículo “Contradicciones siembran dudas en cifras de la CVR”
https://diariocorreo.pe/politica/co…:
“En los últimos días han aparecido declaraciones públicas que sugieren que se incremente la cifra de 69 mil 280 víctimas mortales producto de la llamada violencia política, estimación a la que arribó la Comisión de la Verdad y Reconciliación hace cinco años. Esto a pesar de que el método empleado para llegar a esa cantidad fue cuestionado en su momento por especialistas de la talla del doctor Hugo Ñopo, matemático, economista e investigador del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Ñopo consideró que los cálculos realizados por la CVR son «poco serios» y que no tuvieron «rigor científico» porque se basaron en información imprecisa y en métodos usados para tener una aproximación del número de peces en el mar. En ese sentido, una consultoría encargada en el 2005 por la Comisión de seguimiento, paz, reparación colectiva y reconciliación nacional, heredera de la CVR, arrojó más sombras sobre la mencionada cifra. El consultor fue Daniel Manrique Vallier, quien participó en la elaboración de la estadística de la CVR, y tuvo como objetivo realizar «una base de datos de víctimas de la violencia política». En su informe, Manrique Vallier, hijo del intelectual de izquierda Nelson Manrique, registra como «muertos y desaparecidos» por efecto de ese proceso a 13 mil 218 personas. «La diferencia con la lista (de la CVR) es que en este caso se trataría de un reporte completo y diagramado, con más detalle que la lista anterior […]. A diferencia de los reportes ya publicados por la CVR, cuyo eje de organización es el caso o evento, en éste el eje es la persona que sufrió un acto de violencia», señala Manrique. Esta consultoría, realizada entre mayo y junio del 2005, anotó que de las 13 mil víctimas registradas, 3 mil 327 personas tenían la condición de desaparecidas y 9 mil 891 muertas.

Incluso el propio Raúl Wiener, un serio y otrora militante de izquierda, en una entrevista realizada por el periodista César Hildebrandt, cuestionó las cifras estadísticas que presenta la Comisión de la Verdad y Reconciliación en su Informe Final del 25 de setiembre del 2003, en la ciudad de Lima. Wiener cuestionó las cifras que salieron en el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Indicó que cuando Salomón Lerner presentó la cifra oficial de las victimas dijo un número y cuando revisa el informe figura otra cifra y se llegó a la conclusión que lo que ha usado ha sido un discurso político. Y agregó que la exagerada cantidad de víctimas mortales no correspondería a la realidad, pues hay más de 50 mil muertos no identificados debidamente en la lista de la CVR. «¿Dónde están los fallecidos?», se preguntó Wiener en uno de sus artículos de opinión” https://lum.cultura.pe/cdi/video/en….

Es un hecho que el principal instrumento de la CVR para exculpar al Estado, y sus fuerzas armadas y policiales son las cifras. Según la CVR, 69.280 personas fueron muertas durante el conflicto armado. Según estimados de la Defensoría del Pueblo y de organizaciones de DDHH, hasta antes que se establezca la CVR los actores no estatales, como el PCP “Sendero Luminoso”, eran responsables de entre el 5% y 16% de las víctimas. Cuando la CVR recopiló datos de 24.692 personas muertas en el conflicto, los actores estatales fueron responsables del 46,83% de las muertes; el PCP de 37,43%; y otros actores (guardias, MRTA, paramilitares, desconocidos y víctimas muertas en hostilidades), del 15,74%. En total,18.397 víctimas fueron identificadas por sus nombres. Sin embargo, cuando la CVR trabajó con proyecciones estadísticas, dio la cifra de 69.280 muertos sin jamás explicar nada sobre esos 45,000 muertos agregados: una presunción (o “proyección estadística”) que, según vimos en los anteriores comentarios, fue largamente cuestionada. Con estas cifras, ahora el PCP resultaba responsable del 46% de las muertes del conflicto interno; el Estado, del 30%; y otros actores involucrados en la guerra del 24% de las víctimas (2). Legítimamente, cabe aquí preguntarnos cómo es que más del 70% de las “víctimas proyectadas” van a la cuenta de “Sendero Luminoso”. La CVR no ha podido responder de manera verosímil cómo llegó a tales proyecciones (3).

IV.
A CONTINUACIÓN, RETORNEMOS AL CITADO ARTÍCULO Y RESEÑA DE VÍCTOR VICH, CUANDO SE INTERROGA, EN TONO CÍVICAMENTE PREOCUPADO, LO SIGUIENTE:

“¿Cómo salir del estancamiento en el que se encuentra el debate sobre la memoria de lo ocurrido durante la época de la violencia política? ¿Qué necesitamos hacer cómo sociedad para fomentar una cultura de diálogo (y de autocrítica) más allá de los intereses institucionales o ideológicos? ¿Qué ha pasado, qué pasa en el Perú de hoy para que, luego del trabajo de la CVR, se haya impuesto, no la reflexión ni el discernimiento, sino la confrontación permanente, la manipulación de la historia, la polarización cada vez más cargada de prejuicios y de rencor?”.

Vayamos al fondo de dicha actitud y planteamiento. En realidad, estos cuestionamientos suponen asumir una aparente posición objetiva y neutral; mas en verdad niegan, una vez más, el carácter de clase del Estado peruano y la naturaleza reaccionaria de sus grupos dominantes que no han cambiado ni cambiarán en absoluto, más allá de nombres, representantes e individuos.

Vich da vivas a la CVR obviando que esta ha contribuido a cimentar la política de destrucción del quienes insurgieron contra la democracia liberal-representativa y el gran capital que históricamente la sustenta. Desde el fin del conflicto armado, la izquierda parlamentaria y reformista ha apoyado esta política de deshumanización del “terrorista”, quien como un apestado no tiene espacio en la sociedad. ¿Qué han dicho los miembros de la CVR y sus investigadores sobre la legislación antiterrorista con la cual se ha perseguido y se sigue persiguiendo la protesta social; sobre la prohibición a condenados por terrorismo de ejercer la docencia; sobre la persecusión política en los operativos policiales “Perseo”, “Olimpo” y contra los miembros del Comité de Defensa del Pueblo de Ayacucho? Esta práctica de censura y represión por razones políticas es legitimada por la CVR y su séquito de seguidores, para los cuales los derechos humanos no valen para todos y todas.

V.
OTRA INSTANCIA A DEBATIR, EN EL APOLOGÉTICO-CVR DE VICH, ES CUANDO AFIRMA SOBRE CUÁLES BASES SE SUSTENTÓ DICHA COMISIÓN:
“En su momento, la CVR quiso reconstruir la historia de la violencia a partir del testimonio de los propios involucrados en lo sucedido. Buscó construir una narrativa que estuviera anclada en las historias concretas, en la palabra de más de 18.000 personas que hablaron para contar lo que había sucedido”.

Es cierto que la CVR hizo una valiosa recopilación de información. El problema radica en que esta información no se refleja ni en el análisis ni en el discurso de la CVR. Por ejemplo, si bien es cierto que se señala las condiciones socio-económicas y un Estado excluyente como causas fundamentales para el inicio del conflicto armado interno, estas no se encuentran presentes ni en las conclusiones ni en la narrativa de los representantes de la CVR, para quienes solo cuenta que el PCP “Sendero Luminoso” inició la guerra. Poco o nada cuenta que más del 50% de la población peruana vivía en la pobreza o extrema pobreza. Tampoco se analiza porqué una gran parte de la población apoyó los proyectos de “Sendero Luminoso” y el MRTA. Es casi de sentido común que estas guerrillas no hubieran podido haber tenido un alcance nacional, ni la duración que tuvieron, ni haber puesto en jaque al Estado sin el apoyo de gran parte de la población (3).

Las entrevistas y la información recopilada dan cuenta de una estrategia contrasubversiva que centró en la violación de DDHH: masacres en la cárceles en 1985, 1986 y 1992; incontables masacres en los andes y la amazonía, como Accomarca, Pucayacu, Cayara, Uchiza, Aucayacu; la creación de comandos paramilitares Rodrigo Franco y Colina; la institucionalización de la tortura por la DINCOTE; el secuestro y desaparición de miles personas; la legislación antiterrorista que viola principios de un Estado de derecho. Todo esto demuestra que las masacres cometidas por militares y policías no fueron simples “excesos”. Se trató de una política sistemática de violación de DDHH por parte del Estado peruano. Y no cabe medir jamás con el mismo rasero al Estado que a grupos alzados en armas, ya que el primero tiene la obligación constitucional de garantizar el estado de derecho y los DDHH.

La parcialización de la CVR se puede observar, asimismo, en sus recomendaciones finales. No hay recomendación para anular la legislación antiterrorista que atenta contra principios del estado de derecho; ni para que se realice una exhaustiva investigación sobre las masacres, asesinatos y torturas cometidas por las fuerzas armadas, policiales y ronderos; para conocer y denunciar cuántos de quienes purgaron injusta carcelería fueron, a la postre, liberados (cuando no fueron asesinados en matanzas de penales, como las hubo más de una vez durante sendos gobiernos peruanos) y cuántos tuvieron la debida reparación por parte del Estado (4).

VI.
ESTA IZQUIERDA QUE VENIMOS OBSERVANDO, AHORA QUE SE CONMEMORA 20 AÑOS DE LA CVR Y CON EL CITADO TEXTO DE HOMENAJE DEL REFERIDO PROFESOR UNIVERSITARIO, MÁS ALLÁ DE SUS CONOCIDOS DISCURSOS Y ANATEMAS POLÍTICOS, EN REALIDAD NUNCA ha pretendido la transformación de raíz de las estructuras de poder. Por el contrario, como se dijo, se alió al fujimorato desde los años 90, para reprimir la insurgencia armada. Como evidencia y reafirmación de lo dicho, en años más recientes comprobamos, sin mayor sorpresa, que varios de sus otrora militantes y dirigentes representativos han servido a los sucesivos gobiernos de turno en el Perú; además, por supuesto, de haberles endosado sus votos en cada elección en lo que va de este siglo, en razón de la errática estrategia del ‘mal menor’ que practica el progresismo local, siempre tan a la deriva como proyecto político autónomo y de cambio.

De tal modo que, como en otras latitudes, dicha izquierda no solo no representa auténticamente los intereses populares en juego, sino que se ha hecho cómplice del poder al reforzar sus estrategias de dominación. De ahí también que elige caracterizar aquellos años 80-90 como un único y persistente escenario de muerte, impregnado de actos de terror, sangre derramada, y son incapaces de ver que, como en toda guerra, además de aquellos hechos cruentos y lamentables, cundió la creatividad y esperanza colectivas, y que durante varios momentos los sectores más golpeados de la población peruana también se sintieron representados por quienes se alzaban de forma radical contra el poder y sus representantes. Tal empoderamiento fue un hecho, y es otro factor que explica la complejidad de aquel conflicto armado interno por más de una década. Aun así, hasta la actualidad, suele soslayarse dicha realidad desde aquella memoria oficiosa que, como queda dicho, juega en pared con la memoria oficial: aquella que, como la CVR, se articula en torno al Estado.

Todo lo anterior también sirve para explicar la lógica que asume y reproduce Vich en su comentario, y que forma parte del sentido común inoculado a diario por los grupos de poder y sus aparatos educativo-comunicacionales en el Perú: “Los testimonios nos enfrentan al horror de Sendero Luminoso, a su irracionalidad, a su extrema crueldad con los más pobres. También a la barbarie de miembros del Estado que se salieron de la ley y, en muchas ocasiones, terminaron imitando las prácticas de los terroristas”.

VII.
“La publicación del libro ‘Memorias de dolor y resiliencia’ es un nuevo intento por visibilizar las voces de los que no han sido escuchados en estos 20 años. No encontramos en este libro voces de políticos, ni de grandes autoridades, ni de gente con poder. Son las voces de ciudadanos comunes, de peruanos que, de pronto, por una terrible fatalidad, por una causa atroz, la violencia los sumergió en un escenario de dolor y de injusticia”, agrega casi para concluir Vich.

NO. LA PUBLICACIÓN DE ESE LIBRO, COMO VENIMOS SOSTENIENDO, ES PARTE DE UNA PRÁCTICA POLÍTICA QUE BUSCA REFRENDAR, MÁS BIEN, UN HILO CONDUCTOR COINCIDENTE CON EL VIEJO ESTADO, y que ya intentó acallar en anteriores oportunidades la verdad histórica de los hechos que vulneraron derechos humanos, promoviendo el negacionismo y tratando de imponer una historia parcial y unilateral. Esto también permite explicar, en parte, el ejemplo que coloca y es como la agria cereza de su discurso: “Hemos construido un país donde prima la impersonalidad, el desprecio, la informalidad, cuando no el horror, la amenaza y el delito. Lo cierto es que, luego de la violencia física, la violencia institucional continúa expandiéndose en todo su infierno y en todo su horror: ‘Uno queda herido y espera el apoyo de las instituciones, del gobierno y nunca llega’, dice un valiente coronel de la Policía”.

En el elocuente ejemplo anterior con que ilustra su artículo, queda claro que el autor se rasga las vestiduras y las palabras por el reclamo del “valiente” policía; pero nada dice frente a esa misma violencia institucional y estructural existente desde la fundación de la República, que explica en buena medida la serie de rebeliones y movilizaciones contra la dominación y abusos que un pueblo olvidado y refundido en el submundo de la pobreza moral y material han articulado hasta hoy. Y que, aun así, de las instituciones y personajes que dicen representarlos no reciben sino mayor estigmatización, mayor represión y una sublevante sordera institucional que no tendrá fin mientras el pueblo no genere una dirigencia y una organización propias para revertir la historia como ha venido transcurriendo hasta el presente.

Por último, es verdad que la memoria colectiva debe realizarse, reforzarse y propagarse; pero no de esa manera parcial y tergiversadora sobre los hechos ocurridos. Cuando se logre -logremos- consolidar otra memoria, aquella que recoja todos los testimonios y verdades desplazados del relato hegemónico, entonces quizá empiece una suerte de “reconciliación”. No con el Estado, sino entre quienes, por diversas circunstancias, no se unieron lo necesario como para enfrentarlo de manera contundente y transformadora. Entonces y solo entonces será la hora de hacer lo que demanda el profesor Víctor Vich al final de su texto, pero no respecto de aquella memoria limitada que criticamos y ponemos en su verdadera dimensión; sino de exponer y divulgar públicamente, hasta los últimos rincones del país y el planeta, aquella otra memoria impregnada (nutrida) por fin de verdad y sustancia reales, y que de tal manera cumpla el gravitante rol de servir para la edificación colectiva de una vida nueva en un mundo a la medida de nuestros mejores objetivos y horizontes.


NOTAS:
(1) https://ojo-publico.com/4564/memori…
(2) Comisión de la Verdad y Reconciliación (2003) Informe Final, Anexo 2.
(3) La CVR arguye, entre otras cosas, que las víctimas de “Sendero Luminoso” no tenían posibilidades de denunciar el accionar de la guerrilla maoísta. Este argumento no es plausible porque el Estado peruano tenía el control militar territorial, y más bien le convenía recibir denuncias contra dicha agrupación política alzada en armas. Cabe preguntarse por qué no sucedió aquello, en la medida que esperaba la CVR. La única respuesta es que no existe tal cantidad de muertos.
(4) Una prueba de la fuerza de las guerrillas es que, en 1994, casi medio millón de ronderos habían recibido armas del Estado. Si se hubiese tratado de fuerzas aisladas o de simples grupos de militantes enajenados y fanáticos, por qué tenía que recurrir el Estado a armar a cientos de miles de civiles para su política de enfrentar masas contra masas.
(5) «De acuerdo al Registro Nacional de Personas Desaparecidas y Sitios de Entierro (Renade), del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, hasta el año 2000 se logró reportar un total de 21.918 personas desaparecidas durante los 20 años de violencia y conflicto interno. De este total, solo se ha concluido o resuelto la búsqueda de 2.718 personas. Sin embargo, la tarea de búsqueda sigue siendo inmensa y ardua, pues restan 19.200 personas que aún no han sido halladas y su condición de ’persona desaparecida’ posee grados de referencia por la información fragmentada que se tiene de ellas.» https://ojo-publico.com/4562/mas-19…
● La imagen de apertura es “La nación a sus héroes”. Caricatura de Piero Quijano, en su exposición individual de dibujos en la Casa Museo Mariátegui y que fue censurada el 2007, durante el segundo gobierno aprista, por exigencia del entonces comandante general del ejército, general Edwin Donayre. En su momento, el artista declaró lo siguiente: «Yo no he insultado a las Fuerzas Armadas. Solo he hecho un dibujo en el que se muestra parte del ’trabajo’ que han hecho a lo largo de su historia. Generalmente, han sido un instrumento de represión más que de protección ciudadana. No lo digo yo sino un montón de gente que le tiene terror a los militares. Y lo que hicieron con la muestra claro que es censura. No hay ’semicensura’. O hay libertad de expresión o hay censura. Lo que me sorprende es la trascendencia que ha llegado a tener este caso. La muestra era de dibujos ya publicados. Todo, debido a la torpeza de unas funcionarias del Instituto Nacional de Cultura» https://arte-nuevo.blogspot.com/200….

[*] Perú.Comuna colectivo de creación & crítica
setiembre 2023
Más información y notas sobre Perú.Comuna
aquí: https://bit.ly/35sGlls

http://www.eldiariointernacional.com/spip.php?article4527

Nuestro periodismo es democrático e independiente . Si te gusta nuestro trabajo, apóyanos tú también. Página informativa sobre eventos que ocurren en el mundo y sobre todo en nuestro país, ya que como dice nuestro editorial; creemos que todo no está perdido. Sabemos que esta democracia está presa sin posibilidad de salvarse aunque su agonía es lenta. Tenemos que empujar las puertas, son pesadas, por eso, necesitamos la cooperación de todos. Soñamos con una patria próspera y feliz, como idealizó el patricio Juan Pablo Duarte. necesitamos más que nunca vuestra cooperación. Haciendo clic AQUÍ ó en el botón rojo de arriba
Correo
Facebook
Telegram
Twitter
WhatsApp

Noticas Recientes

Opinión