Una masacre todavía no pagada por ninguno de sus responsables

    Le invito -escribe el coronel Amadeo Martínez Inglés – a volver la mirada veinte años atrás. Tras meses de desasosiego internacional, incertidumbre social, amenazas y mentiras por parte de los altos jerarcas del Pentágono y de la Casa Blanca, de debates en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y movilizaciones humanas multitudinarias en infinidad de ciudades de los cinco continentes… el jueves 20 de marzo de 2003 estallaba la guerra más sucia, inicua, falsa, ilegal e injusta de cuantas han sido y serán en este belicoso y desgraciado mundo (…).

Por CORONEL AMADEO MARTÍNEZ INGLÉS PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

(De las denominadas “limpias”, desarrolladas a partir de las bombas de neutrones dadas a conocer al mundo por USA tiempo atrás, para masacrar desde el aire a miles y miles de soldados de élite de Sadam Hussein)

      Le invito, amigo lector/a, a volver la mirada veinte años atrás. La historia nos espera con los brazos abiertos. Tras meses de desasosiego internacional, incertidumbre social, amenazas y mentiras por parte de los altos jerarcas del Pentágono y de la Casa Blanca, de debates en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y movilizaciones humanas multitudinarias en infinidad de ciudades de los cinco continentes… el jueves 20 de marzo de 2003 estalla irremediablemente la guerra más sucia, inicua, falsa, ilegal e injusta de cuantas han sido y serán en este belicoso y desgraciado mundo. Protagonizada, ¡ojo al dato que adquiere sutil relevancia en estos momentos en los que Rusia y su presidente son atacados por los medios occidentales de una forma inmisericorde por los Estados Unidos de Norteamérica!

    Basándose en amañadas informaciones de los servicios secretos yanquis e ingleses (que meses después de terminado el genocidio irían saliendo a la opinión pública internacional a través de esos mismos servicios) y en hipotéticas amenazas a los propios EEUU y al mundo entero por parte de un modesto país que había sido sometido durante años a un draconiano e inmisericorde embargo económico y militar, así como en unas nunca demostradas conexiones del régimen de Sadam Hussein con el terrorismo de Al- Qaida que habría sembrado Irak  de armas de destrucción masiva… el presidente norteamericano Bush, huérfano de apoyos suficientes en Naciones Unidas pero arropado por sus dos vasallos europeos, Blair y Aznar, ordena el inicio de bombardeos masivos sobre Bagdad y las principales ciudades iraquíes al tiempo que invade por tierra ese país saltándose a la torera la legalidad internacional, los derechos fundamentales de millones de sus ciudadanos y despreciando olímpicamente a la ONU, a la UE, a la OTAN y al lucero del alba.

    Mucho se ha hablado, escrito, analizado y especulado en los últimos veinte años sobre esta guerra (más que de guerra cabría hablar de cobardes bombardeos aéreos masivos de saturación, de abuso de poder, de asesinatos en serie y de latrocinio descarado) pero yo en estos momentos en los que, asimismo, en Ucrania se vive  otra guerra (limitada, de baja intensidad, de cuarta generación, híbrida…) que es utilizada por EEUU, Europa y la OTAN para, a través de sus tentáculos mediáticos internacionales, poner en la picota estratégica, geopolítica, social e institucional a Rusia y sobre todo a su presidente, Vladimir Putin, sacar a la palestra nuevamente lo que ya puse negro sobre blanco en el año 2003 en diversos artículos y en un libro (“El Ejército español.  De poder fáctico a ONG humanitaria”) a las pocas semanas de iniciada la comentada invasión de EEUU en Irak, después de bastantes días, y sobre todo noches, de un estudio exhaustivo de la citada operación militar ilegal, indigna y cruel, llevada a cabo por el todopoderoso Ejército norteamericano.

    Y que, en esencia, hacía referencia, bien estudiada y analizada como digo, a la utilización por parte de las FAS yanquis de armas de destrucción masiva y, en concreto, de ingenios nucleares tácticos de última generación contra las bien pertrechadas y operativas Divisiones de la Guardia Republicana iraquí, causándole más de 70.000 muertos en cuestión de horas y facilitando con ello la progresión y toma de la capital, Bagdad y de su estratégico aeropuerto. Y obteniendo con ello, una espectacular victoria sobre uno de los Ejércitos más poderosos y preparados de Oriente Medio y del mundo, tras sus largos años de guerra con Irán.

   En los párrafos que siguen, amigo lector/a, voy a rescatar para usted semejante “hazaña” de las Fuerzas Armadas de USA, publicitada por mi persona como historiador e investigador militar en 2003 en diferentes medios de comunicación y que hasta el momento, y ya van veinte años, no ha sido cuestionada o invalidada por nadie; todo lo contrario, fue en su momento censurada y ninguneada tanto en España (mi libro se encontró con todo tipo de obstáculos para difundirse, sobre todo en el propio Ejército español) como en el extranjero, si bien es cierto que el Pentágono nunca se cortó un pelo en admitir en diversos momentos que EEUU sí había utilizado en Irak bombas de racimo y napalm.

Recordemos pues:

 Retrotraigámonos para ello al día 27 de marzo de 2003, siete días después de comenzada la invasión de Irak. El Ejército norteamericano se encuentra atascado en el desierto, las cosas no van saliendo demasiado bien, no ha conquistado todavía ninguna ciudad importante del país (el puerto de Um Ksar, que ha dado por controlado en varias ocasiones todavía resiste), sus vanguardias (la III División mecanizada) se encuentran todavía a 80 kilómetros de Bagdad, frenadas en la primera línea estratégica de defensa de la capital iraquí (Nayaf, Kerbala, Hilla) por importantes efectivos de la Guardia Republicana con la mítica División Medina al frente, sus líneas logísticas de más de 300 kilómetros de recorrido están sufriendo el acoso continuo de fedayines y paramilitares, y el desánimo cunde en Katar (sede del mando de operaciones aliado) y en Washington, donde empiezan a admitir con desolación que sus cálculos optimistas han fallado, la resistencia iraquí es feroz y necesitarán 120.000 soldados más como mínimo (Bush dixit) para alcanzar la victoria final.

    De repente, apenas 72 horas después, tras una incuestionable “decisión política de altos vuelos” cuyo rebufo llega hasta La Moncloa, en Madrid, ya que el propio presidente Aznar se permite anunciar a la prensa que las “próximas horas van a ser cruciales para el devenir de la guerra”, cambia drásticamente el panorama operativo y sin que ni uno sólo  de esos 120.000 soldados de refuerzo prometidos haya podido llegar a las filas de la coalición invasora, la situación táctica de ésta en el frente de batalla pasa de la depresión y el desánimo a la euforia y el avance meteórico. Los bombardeos se intensifican y las dos Divisiones de guardias republicanos que hasta entonces tenían en un puño a las columnas invasoras desaparecen del mapa como por ensalmo; ya no luchan, ya no están, se los ha tragado la tierra. Sus tanques, sí van apareciendo, incendiados claro, ya que los cámaras de TV “incrustados” en las Unidades yanquis son autorizados para filmar algunos. Pero de los soldados, de los 30.000 combatientes de élite de esas dos Divisiones iraquíes nada se sabe, se han volatilizado, se han esfumado (han huido, dirán enseguida los lacayos informativos de los invasores con un desconocimiento supino de esas aguerridas Unidades). ¿Qué ha podido pasar en ese frente maldito para que en tan poco tiempo se haya producido un vuelco tan significativo en la situación bélica y la resistencia enconada de las mejores Unidades del Ejército iraquí haya sido triturada?

    La respuesta, para este profesional de la Estrategia, la Táctica y el Estado Mayor, resultó diáfana desde las primeras semanas de la guerra y  totalmente obvia escaso tiempo después: las dos Divisiones de la Guardia Republicana de Sadam Hussein, sus treinta mil miembros que luchaban fieramente contra el invasor de su país en la zona de Nayaf- Kerbala-Hilla (1ª línea de defensa estratégica de Bagdad) habían sido asesinados, masacrados, pulverizados impunemente desde el aire por un tipo de arma táctica de destrucción masiva, con toda seguridad derivada de las nucleares denominadas con total sarcasmo como “limpias” o de “neutrones” publicitadas por USA tiempo atrás. Si el Pentágono había admitido desde el primer momento el uso de bombas de racimo y napalm totalmente ilegales (incluso contra la población civil) ¿por qué iban a desestimar unas armas tan “operativas” como las nucleares tácticas para abrir paso a sus Divisiones mecanizadas hasta Bagdad, minimizando hasta el máximo sus bajas?  

    Pero la cosa no acaba aquí ni mucho menos, amigos. Acerquémonos ahora a otra fecha crucial en la guerra que terminó “oficialmente” en Irak el 1º de mayo de 2003. Estamos en el lunes 7 de abril. Desde 48 horas antes, tras una operación por sorpresa de fuerzas helitransportadas apoyadas por efectivos de la III División mecanizada, los soldados americanos ocupan parcialmente el aeropuerto Sadam Hussein de Bagdad. Han pedido urgentes refuerzos porque temen un contraataque iraquí y sus efectivos no pasan de los equivalentes a un par de Batallones. El alto mando iraquí (todavía sin digerir la sorprendente derrota en el sur de sus mejores Unidades) intenta acabar como sea con la resistencia yanqui en ese lugar. Si no lo logra, la suerte de la capital estará echada. Lanza entonces a las tres únicas Divisiones de la Guardia Republicana que le quedan (una de ellas traída precipitadamente desde Tikrit) con cerca de 40.000 efectivos y 700 tanques en una ofensiva a muerte contra las posiciones aliadas en el aeropuerto. Tienen todas las de ganar, a pesar de la absoluta superioridad en el aire de las FAS americanas, porque la diferencia de efectivos a su favor es abrumadora. Pero estas Unidades de élite iraquíes ni siquiera llegaran a combatir cuerpo a cuerpo con su enemigo. La aviación aliada, alertada por sus satélites y dirigida por toda la parafernalia tecnológica ya conocida, inicia una orgía de fuego desconocida hasta entonces contra las columnas acorazadas y mecanizadas que se acercan a la terminal aeroportuaria. La destrucción de las Unidades atacantes es sistemática y brutal, mientras los soldados norteamericanos, atrincherados en las pistas de la terminal, apenas sufren el acoso directo de unas pocas decenas de fedayines y fusileros de infantería.

    El fulminante ataque de la aviación aliada (complementada obviamente con sistemas de artillería de largo alcance) no ha sido, no ha podido ser, según analistas y expertos iraquíes, con munición convencional. Ningún arma convencional existente, incluidas las mortíferas bombas de racimo, podría haber causado tal mortandad. Prácticamente la totalidad de los 40.000 guardias republicanos que se acercaban al aeropuerto han sido aniquilados, fulminados, sus cuerpos se han volatilizado y sus máquinas de guerra consumidas por las llamas. Un analista iraquí. Amer Al Nafaj, que recibió información reservada de un guardia republicano especial (la Guardia pretoriana de Sadam Hussein) escasas horas después de la tragedia, comentaba así lo sucedido ante las cámaras de la televisión AL Yazira: “Los iraquíes eran suficientes para expulsar a los estadounidenses. Por eso EE.UU. tuvo que bombardearlos desde el aire con lo que podría ser una nueva arma nuclear que convirtió a decenas de miles de ellos en esqueletos”. Testimonio éste, que como era de esperar, fue ignorado por la práctica totalidad de los medios de comunicación occidentales.

    ¡Ni los esqueletos de los miles de víctimas de las flamantes Divisiones de élite iraquíes vencedoras durante años en su guerra con Irán han aparecido hasta el momento! Cinco Divisiones, con unos 70.000 soldados en sus filas, desaparecidas, incineradas, masacradas desde el aire (y la tierra) con la última tecnología de la destrucción masiva “made in USA”. Así ha quedado claro después, para quien ha querido estudiar semejante tragedia, la prepotencia y la chulería prebélicas del asesino en serie Bush y su camarilla. Sabían lo que tenían en sus manos y lo poco que iba a durar la resistencia de los iraquíes, aunque estos se defendieran como fieras acorraladas.

    Basta ya, amigos de pasar revista a la historia de la guerra casi olvidada de la invasión de Irak. Creo que es suficiente en unos momentos en que vuelven a tomar protagonismo las famosas “armas nucleares tácticas” en relación con la ya larga guerra de Ucrania. El cinismo tanto del Pentágono como de la Casa Blanca en este tema resulta abismal, monstruoso, desolador…Tratan de presentar al presidente ruso, Vladimir Putin, como un desalmado asesino en serie y un brutal criminal de guerra por invadir ese país (invasión que hasta ahora ha respetado al máximo las leyes de la guerra y la vida de la población civil) y olvidan descaradamente el genocidio cometido por su Ejército (con el presidente Bush a la cabeza) en Irak en el año 2003 y siguientes: 70.000 soldados profesionales y 10.000 civiles muertos sólo en el primer mes y medio de guerra oficial. Una masacre todavía no pagada por ninguno de sus responsables. Ahí tienen al “asesino en serie Bush, veinte años después, pegándose la gran vida en su opulento rancho después de gestionar con carácter imperativo que el desacreditado TPI (Tribunal Penal Internacional) haga el ridículo persiguiendo penalmente al mandatario euroasiático.

Fdo: Amadeo Martínez Inglés
                                 

Coronel. Escritor. Historiador.

https://canarias-semanal.org/art/34470/estados-unidos-uso-armas-nucleares-tacticas-en-irak