Revelaciones impactantes: la historia oculta de la colaboración entre la CIA y exnazis. Cómo científicos nazis contribuyeron al desarrollo tecnológico de EEUU.
El reconocido filósofo estadounidense Gabriel Rockhill, expone cómo Estados Unidos protegió y reclutó a nazis y fascistas de alto rango tras la Segunda Guerra Mundial. A pesar de la narrativa popular de que el fascismo fue derrotado, Rockhill explica que muchos de estos personajes fueron colaboradores clave en la lucha anticomunista llevada a cabo por EEUU, evidenciando cuál era el verdadero objetivo de esta alianza: combatir la amenaza comunista.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
El filósofo estadounidense Gabriel Rockhill no es nuevo en las páginas de Canarias Semanal. Hace ya un par de meses la redacción de la Canarias Semanal tuvo la oportunidad de contactar directamente con él a través de una interesante entrevista grabada, así como publicar diversos artículos y trabajos suyos sobre temas que no pocos miembros de la Academia se resisten habitualmente a abordar.
Rockhill, pues, apenas necesita presentación. Es internacionalmente conocido por sus trabajos en el área de la historia, la política o la estética. Sus artículos aparecen frecuentemente también en publicaciones tan conocidas como Counter Punch, Black Agenda Report, el New York Times y Libération .
La «entrevista» que hoy publicamos en las páginas de este digital son el resultado de una transcripción extraída de un artículo suyo, recientemente publicado bajo el título «EEUU no derrotó al fascismo en la SGM, lo internacionalizó discreta y clandestinamente», que ahora presentamos a nuestros lectores en forma de entrevista, con el deliberado objetivo de facilitar su lectura. Aunque de forma resumida, la «entrevista» respeta rigurosamente el contenido y el sentido del trabajo original de Rockhill.
ENTREVISTA:
CS: ¿Podría explicarnos profesor Rockhill cómo pudo darse el hecho de que los EE.UU. protegiera reclutara a criminales nazis y fascistas después de la Segunda Guerra Mundial?
Gabriel Rockhill: Claro. A pesar de la narrativa popular de que el fascismo fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial, en realidad, muchos nazis y fascistas de alto rango fueron protegidos y reclutados por EE.UU. en la lucha contra el comunismo. Personajes como Allen Dulles, futuro jefe de la CIA, y James Angleton, jefe de contrainteligencia de la agencia, colaboraron estrechamente con nazis y fascistas en Europa.
CS: ¿Qué motivó a EE.UU. a proteger a estos nazis y fascistas?
Gabriel Rockhill: Al respecto existe una anécdota muy significativa, que ayudaría a entender la respuesta a esta pregunta. Cuando EEUU entró en la II Guerra Mundial, el futuro jefe de la CIA, Allen Dulles, se lamentó que su país hubiera luchado contra el enemigo equivocado. Al fin y al cabo, los nazis, como explicó él mismo, eran cristianos arios procapitalistas, mientras que el verdadero enemigo era el comunismo ateo y su resuelto anticapitalismo. Después de todo, EEUU, solo unos 20 años antes, había sido parte de una intervención militar masiva en la URSS, cuando catorce países capitalistas buscaron, en palabras de Winston Churchill, «estrangular al bebé bolchevique en su cuna».
La motivación principal fue, pues, la lucha contra el comunismo. Para EE.UU., los nazis y fascistas eran vistos como aliados potenciales en la lucha contra la Unión Soviética y otros movimientos comunistas.
CS: ¿Podría darnos algunos ejemplos de nazis y fascistas protegidos y reclutados por EE.UU.?
Gabriel Rockhill: Claro. Un ejemplo es el caso de Karl Wolff, quien fue mano derecha de Himmler. Al final de la guerra, Wolff se acercó a Allen Dulles, quien trabajaba para la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), predecesora de la CIA. Wolff quería evitar ser llevado ante la justicia y se ofreció a desarrollar una red de inteligencia nazi contra Stalin. Dulles, a cambio, lo protegió de los juicios de Núremberg. Dulles, quería, además, que los nazis en Italia bajo el mando de Wolff depusieran las armas y ayudaran a los estadounidenses en su lucha contra el comunismo.
Se acordó que el general que había desempeñado un papel central en la supervisión de la maquinaria genocida de los nazis (y que había expresado públicamente su «satisfacción por la eficiencia alemana» que enviaba a 5.000 judíos al día a Treblinka) sería protegida por el futuro director de la CIA .
CS: ¿Hubo otros casos similares?
Gabriel Rockhill: Sí, otro ejemplo es Reinhard Gehlen, un general en el Tercer Reich que había estado a cargo del servicio de inteligencia nazi dirigido contra los soviéticos. El caso de Reinhard Gehlen es particularmente revelador. Este general en el Tercer Reich había estado a cargo del «Fremde Heere Ost», el servicio de inteligencia nazi dirigido contra los soviéticos. Después de la guerra, fue reclutado por la OSS-CIA y se reunió con figuras clave del Estado de seguridad nacional de la posguerra, como Dulles, Donovan, Wisner y el presidente Truman. Gehlen fue designado para encabezar el primer servicio de inteligencia alemán después de la guerra, empleando en él a muchos de sus antiguos colaboradores nazis.
CS: ¿Qué implicaciones tuvo esta colaboración con ex nazis y fascistas en la Guerra Fría y las políticas de Estados Unidos?
Gabriel Rockhill: Al colaborar con nazis y fascistas, Estados Unidos y sus aliados establecieron una base sólida para luchar contra el comunismo. La CIA y la OSS pudieron reconstruir los estados administrativos en Alemania e Italia con sus aliados anticomunistas. Además, la Operación Paperclip trajo al menos a 1.600 científicos nazis a EEUU, permitiendo que sus investigaciones sobre cohetes, aviación, armas biológicas y químicas, etc., fueran utilizadas por el imperio estadounidense.
CS: ¿y cuáles fueron los efectos que esta alianza tuvo en la percepción pública del fascismo y el comunismo?
Gabriel Rockhill: La narrativa dominante en Europa Occidental y Norteamérica es que el fascismo fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial y que las democracias liberales, especialmente Estados Unidos, se convirtieron en la fuerza opuesta a la regresión del fascismo. Sin embargo, esta narrativa se basa en un falso antagonismo, ya que la colaboración con ex nazis y fascistas demostró que el verdadero enemigo para Estados Unidos y sus aliados era el comunismo y no el fascismo.
