¿HUBIERA PODIDO ATACAR HITLER A LA UNION SOVIÉTICA SIN CONTAR CON LA AYUDA DE LOS EE.UU.?

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Un «secreto» deliberadamente ocultado por la Unión Europea

En junio de 1941 la Alemania nazi inicio la «Operación Barbarroja», para la invasión de la Unión Soviética. Más de 25 millones de soviéticos sucumbieron en la misma. Pero, ¿se encontraba el III Reich en condiciones de emprender una operación militar de tan gigantescas proporciones? ¿No contó con la ayuda de ninguna otra potencia? Además de los nazis, ¿qué otros países resultaron comprometidos con el enorme genocidio que el ejército alemán cometió en la URSS? El historiador canadiense Michel Chossudovsky, nos lo cuenta en este valioso trabajo que en ningún lector debería dejar de leer.

POR MICHEL CHOSSUDOVSKY 

       Sin el apoyo prestado por los Estados Unidos a la Alemania nazi, el Tercer Reich  no habría estado en condiciones de hacer la guerra a la Unión Soviética. La producción de petróleo alemán fue siempre  absolutamente insuficiente para emprender una campaña militar de aquellas proporciones gigantescas. A lo largo de la guerra, el Tercer Reich alemán se basó en los envíos regulares de petróleo crudo de la US Standard Oil, propiedad de la familia Rockefeller.

     A principios  de la década de los 40, los principales países productores de petróleo eran: los Estados Unidos, – con un  50% de la producción mundial-, la Unión SoviéticaVenezuelaIránIndonesia y Rumania.

     Sin contar con un suministro constante de petróleo, a los dirigentes alemanes no se les hubiera pasado por la cabeza llevar a cabo la llamada «Operación Barbarroja», con la que, el 22 de junio de 1941, iniciaron la invasión de la Unión Soviética.

    Se trataba de una invasión para la que no sólo se esgrimían razones de  carácter ideológico y de «espacio vital», sino que, además, tenía como objetivo alcanzar y tomar el control de los recursos petroleros de la Unión Soviética en el Cáucaso y en las regiones del mar Caspio.

SIN PETRÓLEO NO HAY GUERRA


     La pregunta tácita a una operación de esta envergadura  lleva implícita la interrogante: ¿de dónde obtuvo Alemania el petróleo necesario para emprender aquella gigantesca operación militar?

     Antes de diciembre de 1941, el petróleo de Texas era exportado  regularmente a la Alemania nazi. Si bien Alemania  estaba en condiciones de  transformar el carbón en combustible, esta producción sintética  era totalmente insuficiente. Además, los recursos petroleros de Ploesti, en Rumanía, que  permanecieron bajo el control nazi hasta 1944,  eran mínimos. La capacidad militar de la Alemania nazi  estaba estrechamente ligada a los envíos de petróleo de la US Standard Oil.

      El ataque japonés a Pearl Harbor se produjo el  7 de diciembre de 1941. Es decir,  apenas seis meses después  de que se iniciara la «Operación Barbarroja«,  en julio de 1941. Los Estados Unidos entraron en la II Segunda Guerra Mundial, declarando la guerra a Japón y a los países del Eje.

    La legislación de comercio con el enemigo, que data de 1917, implementada oficialmente  después de la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial  no impidió, sin embargo, que la Standard Oil of New Jersey vendiera petróleo a la Alemania nazi. Y eso, a pesar de una investigación realizada a la US Standard Oil por el Senado estadounidense en 1942.

     Si bien desde entonces se redujeron los envíos directos de petróleo de EE. UU.,  la Standard Oil continuó vendiendo petróleo estadounidense a través de terceros países. El petróleo estadounidense se  enviaba a la Francia ocupada a través de Suiza, y desde Francia   partía para  Alemania:

    “… durante la duración de la Segunda Guerra Mundial, Standard Oil, bajo acuerdos que Teagle había supervisado , continuó suministrando petróleo a la Alemania nazi. Los envíos pasaron por España, las colonias de la Francia de Vichy en las Indias Occidentales y Suiza”.

       Cabe señalar que una gran parte de las necesidades de petróleo de la Alemania nazi  fueron cubiertas también con envíos realizados desde Venezuela, que en aquellos momentos  era  «de facto»  una colonia bajo la obediencia  norteamericana.

EE.UU. Y SUS «REVENDEDORES»

     El presidente de Venezuela, patrocinado por los EE.UU.,  era el general  Isaías Medina Angarita -1941 – 1945 -, que tuvo como uno de los cometidos de su presidencia la protección de los intereses petroleros de los EE.UU., así como la función de «comerciar con el enemigo», desde el mismo inicio de la entrada de los Estados Unidos  en la II Guerra Mundial , en diciembre de 1941.

   El magnate John D. Rockefeller Jr. poseía una participación mayoritaria en la corporación Standard Oil, pero el siguiente mayor accionista de esa  compañía era la empresa química alemana IG Farben, a través de la cual la Standard Oil  vendía a los nazis la gasolina y los lubricantes.  Por su parte, la filial venezolana de esa compañía enviaba mensualmente a Alemania la friolera de 13.000 toneladas de crudo, que la sólida  industria química del Tercer Reich se encargaba de  convertir inmediatamente en gasolina.

    Si bien el gobierno venezolano del general Medina Angarita, después del bombardeo japonés de  Pearl Harbor  y presionado por Washington, se declaró «neutral»  en la contienda mundial, rompiendo  relaciones diplomáticas con la Alemania nazi, los envíos de petróleo desde Venezuela a Alemania no  cesaron ni por un sólo instante. En un giro bastante inusual  – que llega convertirse en ridículo -, Venezuela  «declaró la guerra» a Alemania en febrero de 1945, cuando el conflicto bélico estaba ya prácticamente concluido.

¿POR QUÉ EE.UU. «DURMIÓ» CON EL ENEMIGO?


     Sin esos envíos de petróleo, instrumentados por la Standard Oil y los Rockefeller,  para la  Alemania nazi  habría sido totalmente imposible  la ejecución de sus  planes militares en el frente de la Europa del Este. Sin ese combustible, el gobierno de Hitler no habría  podido iniciar  la «Operación Barbarroja» . Un hecho que, sin duda, podría haber salvado millones de vidas.

    También el frente occidental, incluída la ocupación militar de Francia, Bélgica y los Países Bajos,  se habría visto seriamente  afectado por la falta de combustible para sus tanques, así como para el conjunto móvil  de su máquina militar.

    A estas alturas,  nadie está en condiciones de poner en duda  que la Administración  Roosevelt   tuvo en sus manos  la posibilidad de adoptar  severas sanciones en  contra de la Standard Oil.  Le hubiera bastado  con aplicar la decisión de imponer un bloqueo contra la Alemania nazi. La verdad es, no obstante,  que los  Estados Unidos no estaban  entonces  comprometidos  con lograr  la paz. El objetivo tácito de Washington no era solo el de destruir  la Unión Soviética, sino también el de socavar el papel de Gran Bretaña como potencia imperial.

     La estrategia militar no permite construir castillos en el aire. Sin los envíos de petróleo instrumentados por la US Standard Oil y sus empresas subsidiarias, el diseño imperial de la Alemania nazi no podría haberse llevado a cabo. Es mucho más que una evidencia que una guerra no se libra  sin contar  con cantidades ingentes de combustible que permita poner en movimiento un Ejército tan bien  armado como era el de Alemania .

   La  verdad histórica fue, pues, que los Estados Unidos estuvieron  «durmiendo con el enemigo»  en el curso de una parte importante del desarrollo de la II Guerra Mundial.

UNA RECIENTE RESOLUCIÓN INSÓLITA DE LA UNIÓN EUROPEA

   Hace un cierto tiempo,  la Unión Europea  adoptó una curiosa resolución titulada  “Importancia del Día Europeo del Recuerdo para el Futuro de Europa». En esta insólita resolución se sostiene que la  II Guerra Mundial:

    “comenzó como resultado inmediato del  Tratado nazi-soviético de no agresión del 23 de agosto de 1939… y sus protocolos secretos, mediante los cuales los  dos regímenes totalitarios  se compartían   el objetivo de conquistar el mundo, dividieron Europa en dos zonas de influencia”

    Se trata de una  declaración absurda, que hace de la verdad histórica  una auténtica caricatura. Quiere dar a entender  que la Alemania nazi y la Unión Soviética fueron firmes aliados durante aquella conflagración bélica.

    Esta resolución niega el hecho histórico constatable de que la Unión Soviética fue objeto de la agresión nazi,  en la que perdieron la vida más de 25 millones de personas. Es decir, más del 10 por ciento de la población que la Unión Soviética tenía entonces.

    La resolución pone patas arriba  realidades incontrovertibles de la historia. La Unión Soviética desempeñó un papel central en la derrota, tanto de la Alemania nazi, como del Japón.  Existen, además, amplias evidencias  de que los EE.UU.  se decidieron a «dormir con el enemigo» en gran medida con el  objetivo de destruir la URSS y, de paso, proceder a liquidar a su población.


    Hasta el año 1944, los envíos de petróleo de EE.UU. a la Alemania nazi estaban claramente destinados a apoyar  el desarrollo de la «Operación Barbarroja» emprendida por  Hitler. Sensu strictu se podría  afirmar que   Estados Unidos fue el cómplice necesario de numerosos crímenes de guerra, al prestar su apoyo a  los esfuerzos militares  emprendidos  en el Este por la Alemania nazi.

     Sin embargo,  la venta de combustible a Alemania fue tan sólo una de las múltiples estrategias  ejecutadas por   el gobierno estadounidense. Los intereses comerciales  de los Estados Unidos continuaron actuando y cooperando con las corporaciones nazis después del bombardeo japonés de Pearl Harbor .

     El gobierno estadounidense de la época tampoco realizó  el más mínimo esfuerzo para tratar de evitar  que la empresa Ford continuara  favoreciendo los intereses alemanes  en  la  Francia ocupada.  No se impidió  que  el Chase Bank o la poderosa Banca Morgan  mantuvieran abiertas sus sucursales en el París ocupado. Hoy se disponen de evidencias documentales  que revelan que el Reichsbank y el Ministerio de Economía nazi  realizaron promesas a ciertos líderes corporativos estadounidenses de que sus propiedades no serían dañadas después de una  segura   victoria final alemana . Por lo tanto, los jefes de  esas multinacionales jugaban con las cartas marcadas , siempre dispuestos a ganar, nunca a perder.  Cualquiera que fuera el bando que saliera victorioso de la guerra,  los intereses de esas  grandes corporaciones  nunca se verían afectados. Y así fue como realmente sucedió.

EL PROYECTO DE “BORRAR A LA UNIÓN SOVIÉTICA DEL MAPA»

    Ya en 1942,  en pleno apogeo de la II Guerra Mundial, se había diseñado y previsto un ataque nuclear contra la Unión Soviética. En un documento secreto, hoy ya desclasificado,  emitido el 15 de septiembre de 1945, es decir, cinco semanas después de la bomba de Hiroshima, se decía  explícitamente:

    “El Pentágono había previsto hacer volar a la Unión Soviética  con un fulminante ataque nuclear , coordinado y dirigido contra las principales áreas urbanas… El Pentágono estimó que se necesitarían un total de 204 bombas atómicas para “borrar a la Unión Soviética del mapa” . Los objetivos de  es ataque nuclear  estarán constituidos por sesenta y seis ciudades importantes. (1)

     La bomba atómica lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945 provocó la muerte inmediata de más de 100.000 personas. El lector  podrá fácilmente imaginar lo que hubiera sucedido si se hubieran lanzado 204 bombas atómicas sobre todas las principales áreas urbanas de la Unión Soviética.

    Este diabólico  proyecto,  formulado mientras los  Estados Unidos y la Unión Soviética eran aliados,  hubiera  tenido como resultado final  un auténtico  genocidio.

(1 ) Para más detalles ver Michel Chossudovsky,  Global Research , 10 de diciembre de 2017  

https://canarias-semanal.org/art/33982/hubiera-podido-atacar-hitler-a-la-union-sovietica-sin-contar-con-la-ayuda-de-los-eeuu

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