Por Yamileth y las 258, a crear el Movimiento Femenino Revolucionario

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 REVOLUCIÓN OBRERA 

Por Yamileth y las 258, a crear el Movimiento Femenino Revolucionario 1

En el populoso barrio La Gaitana de la localidad de Suba en Bogotá, fue asesinada el 30 de diciembre Yamileth Brito por su expareja, quien con toda la calma se presentó al terrorífico CAI del sector para informar que él había cometido el crimen.

El barrio La Gaitana lleva el nombre de la cacica indígena que, según cuentan las crónicas de la época, dirigió y organizó a su pueblo ajustando cuentas con el español Pedro Añazco, victimario de su hijo. Pero también su CAI se ha convertido en un lugar donde campea el terrorismo de Estado y la impunidad.

El caso es que Darío Aguirre, como se llama el feminicida de Yamileth, no fue detenido en este “famoso” CAI cuando se presentó a confesar su crimen, mostrándose satisfecho de cumplir el deseo de muchos hombres: “si no es para mí, no es para nadie”. Expresión que manifiesta la idea burguesa según la cual la propiedad privada se respeta, se protege como sea, no importa cuánto cueste. Tal ha sido siempre el mensaje difundido socialmente por las clases dominantes. Por eso el caso de Yamileth es uno más de los 258 asesinatos reportados en el 2022 por la Fundación Feminicidios en Colombia, todos cometidos por su pareja o expareja.

En la medida en que la sociedad capitalista continúe existiendo y en su etapa de descomposición necesite afianzar su ideología reaccionaria, como la de que la mujer es un objeto y propiedad del hombre, los casos de feminicidio seguirán presentándose. Por eso seguimos insistiendo los comunistas en que la solución definitiva al machismo, es la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción y la construcción de una nueva sociedad, el socialismo que sentará las bases para la verdadera emancipación de la mujer en el comunismo. Pero eso no significa resignarse ahora y que no existan formas de impedir la muerte de más mujeres, en manos de los que fueron el “amor de su vida”.

Si bien dentro del movimiento feminista se ha luchado por medidas para proteger a las mujeres, sobre todo apuntando en el terreno legislativo, estableciendo leyes y castigos más fuertes contra los feminicidas, así como medidas para que el Estado establezca atención prioritaria con una línea especial para los casos de violencia contra las mujeres, rutas de atención, etc…, en el caso de Yamileth no funcionaron.

Por solidaridad, una vecina, que escuchó los gritos desesperados de Yamileth, llamó inmediatamente a la línea 123, quienes le aseguraron llegarían pronto al lugar donde se estaba perpetrando el crimen, cosa que no sucedió; tampoco funcionó el trámite para encarcelar al asesino, quien facilitó todo para apresarlo, pero solo después de 4 días lo judicializaron.

Esto evidencia la necesidad de impedir los feminicidios, apelando principalmente a la organización y movilización de las masas. Muy distinto hubiera sido, si el 30 de diciembre, la vecina junto a otras mujeres y vecinos en general, no solamente llamaran a la línea 123, sino se movilizaran, realizaran un cacerolazo, llamaran la atención de todo el barrio, hicieran la bulla necesaria, e incluso si había suficiente fuerza, impedir la agresión.

En eso consiste la diferencia entre el movimiento feminista actual y la necesidad de organizar un movimiento revolucionario de las mujeres, cuya concepción no se basa en la confianza en el Estado burgués, que no garantizará la seguridad de las mujeres por más que se reforme; sino en la confianza en la organización y movilización de las masas para conquistar en los hechos sus derechos. Se requiere que ese movimiento, difunda, promueva e impulse la idea de que ¡solo el pueblo salva el pueblo! ¡Qué si tocan a una, nos tocan a todos! que la movilización y la lucha organizada, no solamente obligará al Estado a responder con mayor eficacia, sino a impedir la violencia contra las mujeres y los niños.

La misma participación en la lucha de clases, con seguridad transformará el pensamiento atrasado y retrogrado de las masas, especialmente de los hombres, elevándose como clase y actuando acorde a la ideología revolucionaria del proletariado, según la cual las mujeres deben conquistar su emancipación, y para ello debemos conquistar su participación consciente en la lucha por su liberación y junto con ella, la de toda la clase obrera.

En el caso de Yamileth, que se alcen las nuevas cacicas Gaitanas, que le ajusten cuentas no solamente al CAI que empaña su nombre, sino a todo el sistema que representa la continuidad del oprobio de Pedro Añazco.

¡Por Yamileth y las 258 mujeres asesinadas el año pasado, a crear el Movimiento Femenino Revolucionario!

UNIÓN OBRERA COMUNISTA MLM

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