Remarcando sobre la unidad

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GUILLERMO MORENO

Planteamos ¿Qué carácter deberá tener esta unidad? Habrá de ser una unidad táctica electoral y por tanto no puede ser cerrada política e ideológicamente la necesidad de impulsar la unidad de acción electoral.

El artículo anterior ¡La unidad, la unidad! ¿Qué unidad? provocó algunas reacciones que me obligan a nuevas precisiones. 

Primeramente, es necesario establecer cuál es la real potencialidad de la coyuntura en desarrollo para las fuerzas alternativas. Al margen de nuestros deseos, lo cierto es que no está planteada como posibilidad inmediata ganar el gobierno en las elecciones de 2024. Sí es evidente que están dadas las condiciones para acumular fuerzas, avanzar y alcanzar importantes objetivos políticos. 

Sin dudas, la participación en un esquema de unidad en el próximo evento electoral es lo que potenciaría las posibilidades de las organizaciones políticas y sociales alternativas frente a los partidos conservadores que intervendrán en el proceso. 

¿Qué carácter deberá tener esta unidad? Habrá de ser una unidad táctica electoral y por tanto no puede ser cerrada política e ideológicamente. En ese sentido debe ser amplia, en cuanto permita potenciar todo lo democrático, todo lo progresista y todo lo de izquierda acumulado en el país a lo largo de décadas. Que pueda concertar candidaturas puntuales sin poner en riesgo la independencia discursiva ni la fisonomía alternativa.  Que sea capaz de despertar la subjetividad de mucha gente que en el camino perdió la confianza de que sea posible producir un cambio verdadero, luego de tantas décadas de sectarismos, claudicaciones, ausentismo e inmadurez política

La clave para avanzar en ese sentido será poder impulsar la unidad táctico-electoral sin subordinaciones, ni camuflajes y sin perder el carácter de propuesta política alternativa e independiente, con identidad propia y ocupando el espacio político que le corresponde. 

Hay que entender que es la unidad amplia de las fuerzas alternativas, o por lo menos la parte que estuviera dispuesto a ser parte de ella, lo que puede asegurar que se alcancen resultados favorables en el próximo torneo electoral pues, a nuestras debilidades acumuladas y a la falta de cultura electoral, hay que sumar  las adversas condiciones en que hay que participar en procesos electorales que tradicionalmente se caracterizan por la falta de equidad  y de transparencia y son dominados por el clientelismo, la compra de votos y el uso de dinero de origen ilícito.  

Esta unidad táctica electoral hay que verla como un primer peldaño, cuyos resultados positivos pueden crear las condiciones que permitan profundizar y ampliar el proceso unitario para avanzar hacia objetivos de mayor calado.

La unidad táctica electoral requiere que haya unos mínimos de identidad sobre la valoración de la coyuntura y sus perspectivas, los adversarios principales y secundarios, los métodos y los principios éticos que nos orientan y, sobre todo, los objetivos políticos a alcanzar con la participación electoral. 

Las fuerzas alternativas que se unifiquen para participar en el próximo proceso electoral están obligadas a construir un camino propio que las diferencie del camino tradicional que han impuesto principalmente los partidos conservadores y que se caracteriza por el clientelismo, la compra de votos, el uso de recursos de origen ilícito, la demagogia, la mentira y la simulación. 

Es en ese contexto que planteamos la necesidad de impulsar la unidad de acción electoral. Esta puede ser una de las vías para construir una base social propia y condiciones de confianza; para integrar al movimiento social y ciudadano en el proceso de concreción de la unidad táctica electoral, de cara a las próximas elecciones.  

El planteamiento es que, las fuerzas alternativas formen coaliciones en los territorios; que se impulse la creación de espacios asamblearios para, junto a los pobladores, definir el programa de demandas por mejores condiciones de vida, por los derechos económicos, sociales y ambientales; acompañarles en sus luchas y reclamos y dar un paso más: estimular que los liderazgos locales y sociales asuman candidaturas surgidas de los territorios y de los sectores sociales para postularlos a los ayuntamientos y al congreso para que  directamente  asuman la representación de sus comunidades y la lucha por sus demandas, para dar paso a un nuevo orden democrático en que efectivamente haya una real representación de las mayorías.  

Es la unidad de acción electoral la que permitirá definir e ir construyendo, desde abajo, desde los territorios y desde la ciudadanía la narrativa de lo alternativo. Se trata de una cuestión crucial para la participación electoral de una propuesta diferenciada de los partidos conservadores. 

Como expresaba en el artículo antes referido: “definir y construir desde abajo y con la participación de la ciudadanía, el contenido específico de lo alternativo en lo económico, social, político y ambiental, en un proceso de reflexión colectiva, participación de la gente, acción política e impugnación del modelo vigente, asumiendo sus demandas y aspiraciones, es lo que le dará, a la propuesta alternativa, identidad, fuerza de masas y mucha claridad de los objetivos políticos a alcanzar en la coyuntura en desarrollo.”

Toda esa narrativa de lo alternativo tiene que expresarse en un programa definidamente antineoliberal, en la perspectiva de fortalecer lo público como medio para garantizar a la ciudadanía el disfrute de sus derechos económicos, sociales y ambientales, al tiempo de impulsar un modelo de desarrollo productivo y de soberanía alimentaria. Es también un programa de contenido democrático, que fortalecerá las libertades, la pluralidad, la independencia y división de los poderes públicos, los sistemas de control y rendición de cuentas, la lucha contra la corrupción y la impunidad, la seguridad pública y la soberanía, al tiempo de profundizar la participación ciudadana en la toma de decisiones, incluyendo la facultad de revocación del mandato de los representantes. 

Finalmente, la unidad táctica electoral debe alcanzar su plena identidad y ocupar un espacio propio en el escenario electoral por sus candidaturas nacionales, su discurso y por una práctica electoral coherente y apegada a sólidos principios éticos.

Planteamos la necesidad de impulsar la unidad de acción electoral. Esta puede ser una de las vías para construir una base social propia y condiciones de confianza; para integrar al movimiento social y ciudadano en el proceso de concreción de la unidad táctica electoral, de cara a las próximas elecciones.

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