IÑAKI GIL DE SAN VICENTE: LAS MISERIAS DE EUROPA

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«La teoría de la crisis es la que mejor explica el papel creciente que juega la industria de la matanza humana»

La dominación permanente de Europa es -afirma Iñaki Gil de San Vicente – uno de los primeros pasos tácticos imprescindibles en la estrategia imperialista contra Eurasia, que es el objetivo central del sistema político-militar y económico que se sostiene en la nueva doctrina yanqui para recuperar su poder mundial. Los EEUU y sus vasallos han movilizados todos sus recursos de planificación (…).

Por  IÑAKI  GIL DE SAN VICENTE PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

    «La “existencia en acto” de la Comuna (Marx) remite directamente a lo que el 68 volvió a poner a la orden del día en un presente transhistórico: el proceso de emancipación tiene lugar “aquí y ahora”, no está afectado por ninguna falta o retraso y no depende, por lo tanto, de ningún desarrollo del trabajo y de la producción, de ninguna aceleración de la ciencia y de la técnica. De nuevo Marx: “Quizás la Comuna de París caiga, pero la revolución social que ella ha emprendido triunfará. Su lugar de nacimiento está en todas partes”».

    Estas palabras nos introducen directamente en el debate de hoy: la Unión Europea subsumida en la OTAN y en el imperialismo dirigido por los EEUU, es un instrumento de represión para impedir que el surjan nuevas Comunas o si lo logran, para ahogarlas en sangre como lo hizo la alianza militar franco-prusiana en 1871 con la de París. La Unión Europea sabe que ahora el lugar de nacimiento de otras Comunas está en todas partes, en las repúblicas populares del Donbass por ejemplo, pero también pueden insinuarse sus futuros embriones en las nuevas oleadas de luchas de clases que asoman en muchas partes del capitalismo. Por eso había que exterminar el primer brote de la Comuna del Donbass, y Europa es maestra en exterminios aterradores.

   La mejor forma de empezar este texto sobre la situación y perspectivas de la clase obrera y naciones oprimidas en la  Unión Europea es hacer una rápida exposición del desconcierto y miedo que embarga a la clase burguesa occidental. Vamos a presentar cuatro opiniones muy significativas al respecto, siguiendo un orden cronológico. La primera la encontramos nada menos que en el muy importante diario The Economist de finales de junio de 2022:

   «Los alimentos y la energía costosos están fomentando el malestar mundial. Muchos gobiernos están demasiado endeudados para amortiguar el golpe al nivel de vida. […] En todo el mundo, la inflación está aplastando los niveles de vida, avivando la furia y fomentando la agitación. […] A muchos gobiernos les gustaría amortiguar el golpe. Pero, habiendo pedido grandes préstamos durante la pandemia y con el aumento de las tasas de interés, muchos no pueden hacerlo. Todo esto está agravando las tensiones preexistentes en muchos países y haciendo que los disturbios sean más probables […] La tormenta económica mundial ha exacerbado los problemas subyacentes país tras país. […] El malestar global podría obstaculizar el crecimiento. Los inversores se asustan cuando las turbas queman fábricas o derrocan gobiernos.»

   La segunda muestra los sentimientos de un sector del centrismo burgués extremadamente inquieto por la situación mundial. Una cita del artículo «La era del miedo» que avanza minando al imperialismo, amenazando con bruscas movilizaciones sociales, lo explica mejor que yo:

   «Junto a la escasez económica, abunda la indignación. […] Llegamos tarde. La preocupación ya está instalada, porque las familias no son responsables de una pandemia o de la guerra en Ucrania. Es igual que una plaga bíblica. Si fueran langostas serían como copos negros de nieve devorando campos dorados de cereal. Pero el riesgo profundo es debilitar la cohesión social. La gran amenaza atraviesa la pérdida de poder adquisitivo de salarios, pensiones y prestaciones sociales. Una respuesta —propone Carlos Martín— sería un pacto de rentas que reparta los costes del aumento externo de los precios, de la energía y las materias primas entre empresas, trabajadores, rentistas y contribuyentes; que proteja a los más vulnerables.».

    La tercera, es un resumen crítico de la reunión anual que bajo la supervisión de la FED yanqui se realiza en EEUU y que reúne a los núcleos decisivos internos de los principales bancos centrales del mundo, celebrado el 26 de agosto de 2022:  

   Una: «con todos sus avanzados sistemas de información, la recopilación de una amplia gama de datos económicos y financieros y el uso de complejos modelos económicos informatizados, estos supuestos ‘pilares de la sabiduría’ se vieron completamente sorprendidos por el inicio de la inflación más rápida en cuatro décadas.». Dos: «la creciente sensación, que emerge de la confusión, de que la pandemia del COVID-19 y luego la guerra liderada por Estados Unidos en Ucrania contra Rusia han actuado como un catalizador o evento desencadenante, tanto para revelar como para acelerar los cambios fundamentales en las relaciones económicas mundiales.». Y tres: «la unión de las secciones clave del establishment financiero sobre la necesidad de llevar a cabo una guerra contra la clase obrera internacional a través de las subidas de los tipos de interés para inducir una gran contracción económica para golpear las demandas salariales e intensificar la explotación para aumentar el flujo de plusvalía, la sangre vital del sistema capitalista, extraída del trabajo.».

   Y la cuarta, la más escueta y tan reciente como del 2 de septiembre, es el documento de la prestigiosa consultora Verisk Maplecroft: «Más de la mitad de todos los países corren riesgo de disturbios civiles por los altos precios de los alimentos y la energía […] «Estamos hablando de numerosos barriles de pólvora en todo el mundo que simplemente esperan que se encienda esa chispa»».

    La lucha de clases en Europa es un reflejo fiel de los impactos que sobre ella tienen las medidas imperialistas que se basan en estos y otros análisis de la situación mundial. Hay que partir del hecho de que la economía europea ya se deterioraba con cierta rapidez antes de la guerra imperialista contra Rusia y contra las repúblicas populares del Donbass: «Un estudio elaborado por la OCDE muestra cómo en 13 de los países miembros de la organización —incluida España— las quiebras eran hasta un 40% inferiores en el primer trimestre de 2021.», y por esas fechas se supo que la inflación había aumentado en la Unión Europea un 5%, lo que era «un record histórico», lo que unido a otros problemas cada vez más agudos llevaba a muchos analistas a afirmar que «las dificultades no hacen sino acumularse.». 

   Ante esto, una fracción del capital, consciente de los efectos desestabilizadores para la burguesía del miedo y del empobrecimiento causados por una economía que «respira con dificultad», propone que, para que no se debilite cada vez más el «orden social», proceso que se acelera conforme llega el invierno de 2022, es necesario adelantarse con algunas reformas que amansen los ánimos y sobornen las conciencias. Piketty, siguiendo la línea vista en la segunda referencia expuesta, también propone un apaga fuegos centrado en que grandes Estados de la Unión Europea como Alemania, Francia, Italia y España establezcan una política única basada en «fiscalidad común, transición energética y justicia social». Podríamos citar propuestas similares hasta la extenuación pero sería perder el tiempo porque los hechos demuestran la incapacidad del reformismo neokeinesiano y socioliberal para resolver la crisis de forma «normal», «pacífica», «democrática», etc.

   La promesa de que Bruselas «intervendrá» en el mercado eléctrico o incluso «nacionalizarlo» para contener los precios, así como otras medias muy livianas para ayudar un mínimo a la clase trabajadora ante la caída brutal de sus recursos, ha sido definida como neokeinesianismo cuando es caridad que no resuelve nada, teniendo en cuanta el fiasco real de las «reformas» realizadas por el «gobierno más progresista» de la historia del Estado español. No faltan quienes dicen que esa promesa de intervenir sobre los precios es «Una puerta abierta que debe ser aprovechada», lo cual es parcialmente cierto pero el problema decisivo radica en que esas reformas buscan paralizar la lucha de clases, dividirla e integrarla en el orden burgués mientras se reprime a las izquierdas. Luego, recuperada la «normalidad», el capital contraatacará anulándolas y reforzando la explotación.

    Esta es la experiencia histórica: un ejemplo, a pesar de las muy fugaces recuperaciones del salario en el Estado español, pese a ellas la realidad es que desde 2008 el salario medio ha retrocedido nada menos que en 12 puntos. Dada la extrema y novedosa gravedad de la crisis actual, la burguesía europea contraatacará más temprano que tarde para recuperar los beneficios que ha dejado de ganar por esas reformas urgentes para apagar incendios. En efecto, el arreglo de la denominada «gran avería» así como las medidas para no tomar «un camino al colapso» del capitalismo mundial que en Europa se enfrenta a la «tormenta perfecta», sólo va a poder realizarse  a medio y largo plazo mediante una devastadora guerra social generalizada contra la humanidad trabajadora, guerra social que tiene y tendrá ásperas luchas de clases de una virulencia que puede llegar a ser extrema, y que también se muestra y se mostrará mediante guerras convencionales locales, regionales, etc., que pueden confluir sinérgicamente en una guerra mundial.

   Los vampiros de la FED y de los bancos centrales endurecen la guerra social porque el capital sufre la peor crisis de acumulación de su historia. Sobre esta base, veamos ahora qué sucede en Alemania porque es la segunda pieza clave del imperialismo, mucho más importante que Gran Bretaña aunque no tenga sus bombas nucleares ni su fuerza naval. El miedo a la lucha de clases crece en Alemania porque la sobreexplotación social es salvaje, porque aumentan las colas del hambre, porque reaparece un movimiento popular contra la implicación alemana en la guerra imperialista contra el Donbass y contra Rusia lo que ha llevado al gobierno a prohibir todo símbolo que recuerde la victoria soviética en 1945 porque refuerza el creciente rechazo a la guerra que se vive en Alemania, EEUU y otros países.

    El gobierno socialdemócrata y verde es en realidad «esclavo» del neoliberalismo más duro, lo que facilita que se haya aprobado el mayor presupuesto de guerra desde 1945 culminando el  giro total a su política tradicional que empezó a dar hace unos pocos años, conforme se deterioraba su economía y su poder.  Pero la burguesía alemana tiene a su favor, además de las fuerzas represivas, también los medios de control y manipulación social cuyo poder ha ido aumentando desde hace años, por ejemplo en septiembre de 2017 se confirmó la base de datos policiales de más de 100.000 políticos y periodistas «normales», que no sólo militantes de extrema izquierda, precisamente cuando 96 nazis eran elegidos parlamentarios.  Además de estos y otros medios, también cuenta con el apoyo de la burocracia sindical como se vuelve a ver en la actual oleada de movilizaciones obreras, especialmente la muy decisiva de las y los trabajadores portuarios. Consciente de su fuerza, el gobierno ha advertido que seguirá apoyando a los nazis ucranianos sin atender a la creciente opinión social contra la guerra de la OTAN.

    Simultáneamente a esta represión interna, la aviación alemana ha realizado maniobras militares en el Indo-Pacífico dos meses después de que los EEUU, Gran Bretaña, Japón e India  decidieran que el Indo-Pacífico era el escenario fundamental para luchar contra China Popular y Rusia. Pero Alemania ya se había adelantado porque en 2021 su mejor buque de guerra se paseó por la zona tras recorrer todo el Mediterráneo y el Mar Rojo, demostrando su firmeza imperialista lo que nos lleva a una cuestión a la que volveremos luego: las posibles diferencias, oposiciones y contradicciones que pueden cuartear al imperialismo según crezca la fuerza ruso-china y según aumenten relaciones multipolares. Vemos, por tanto, que el imperialismo alemán está activo en Ucrania y también en el Indo-Pacífico, definido como «vértice y vórtice» de las contradicciones mundiales por la geopolítica burguesa.

   Pero hay más, en mayo de 2022 nos enteramos que «El gobierno de coalición de Alemania está trabajando sistemáticamente para aumentar el peso económico, político y militar del país en África.», traicionando al pueblo saharaui como lo ha hecho el estado español. El «continente negro» preocupa cada vez más al imperialismo porque sus pueblos vuelven a despertar, porque la administración autóctona de sus ingentes recursos  –el 60% de la tierra cultivable del planeta, etc.–  es ayudada cada vez más con tratados con China y Rusia, e incluso con Irán, y porque esos acuerdos económicos, políticos, sanitarios, científicos…, también son militares, lo que es inaceptable para Occidente.

   Esta desconexión parcial pero creciente de gran parte del mundo con el imperialismo, causa pavor en el Pentágono y en los mandos europeos de la OTAN. Para cortarla de raíz y para restablecer las cadenas del saqueo, Occidente recurre a una escalada de amenazas, chantajes, embargos, violencias y guerras regionales que, por ahora, no logran contener y revertir esa desconexión parcial. Es por eso que el imperialismo pasa a la amenaza directa como es la estremecedora declaración belicista de la Canciller alemana en la ONU, amenazando a Rusia con el empleo de armas nucleares si, según la Canciller, Moscú seguía presionando a la Unión Europea en el Báltico y en el Mar Negro, declaraciones realizadas antes de que Rusia iniciase la guerra defensiva en Ucrania. Amenazas idénticas ya se habían proferido a finales de octubre de 2021 cuando nada menos que la ministra alemana de Defensa, Kramp-Karrembauer, amenazó a Rusia con emplear armas nucleares si atacaba a socios de la OTAN en el Báltico o en el Mar Negro.

    ¿Por qué tanta insistencia en el Mar Negro? Porque su control es imprescindible para asfixiar a Rusia, terminar la nazificación de Ucrania y militarizar el sureste europeo para, entre otros objetivos, vigilar muy de cerca las veleidades de Turquía. Hemos visto arriba que ahora el presupuesto de guerra es el más alto habido, porque tanta amenaza militar a Rusia no es creíble si no se sostiene sobre un rearme extensivo e intensivo unido a una militarización social imprescindible objetiva y subjetivamente, es decir, militarizar las conciencias alienadas del proletariado para que acepte ser carne de cañón, tema al que volveremos luego.

   Recordemos que ya en 2015 Alemania sentó las bases de su re-militarización al ver que tras el golpe nazi de Maidán de 2014 en Ucrania, organizado por la norteamericana Victoria Nulan, los EEUU abrieron de par en par el país a la OTAN, forzando a Rusia a no se arrodillarse de nuevo como lo había estado haciendo desde finales de la década de 1980. Ningún burgués hizo caso a la advertencia mundial de Putin en 2007 sobre que no se podía seguir con la estrategia agresiva contra Rusia. Los crímenes imperialistas de 2011 en adelante confirmaron al Kremlin que la OTAN miraba a Moscú para lo que tenía que controlar primero el Mediterráneo, y el golpe nazi en Ucrania de 2014 le indicó que ya estaba en marcha el siguiente paso en el cerco militar-económico. En 2016 la «inquietud» ante la influencia rusa se extendía por Europa, y en ese mismo año Alemania afirmó que quería ser «una gran potencia militar».

    Pese a su impresionante rearme, Berlín no tiene armas nucleares propias, aunque sí alberga en suelo alemán una gigantesca base militar yanqui que, junto con la embajada de los EEUU y los lobbies norteamericanos, son el verdadero poder en la sombra que dirige el destino de Euroalemania en las cuestiones decisivas. ¿Entonces…cómo puede amenazar con la guerra atómica a Rusia? Sólo hay una respuesta, porque obedece al Pentágono, que es uno de los poderes decisivos en los EEUU que está preparando una ofensiva general contra China Popular, Rusia y otros Estados y pueblos. Decimos que Berlín obedece en lo decisivo porque en otras cuestiones menores actúa según los intereses de su burguesía, como en la expansión en Asia y África, y junto con otros países de la Unión Europea, también en Nuestramérica, que pretenden «reconquistar».

   Aquí tenemos que releer a Hegel cuando explica la dialéctica entre la diferencia, la oposición y la contradicción, mejorándolo con el avance que aportó la dialéctica marxista al discernir entre contradicciones antagónicas, principales, secundarias, etc. Existen muchas diferencias puntuales entre las burguesías occidentales y entre la norteamericana y la europea. Recordemos cómo la Administración Trump impuso algunas restricciones valoradas en alrededor de 7500 millones-$ a la UE de los cuales poco más de 841 afectaban al capitalismo español en el verano-otoño de 2019, que ya se veían venir desde septiembre de 2018. El que la Administración Biden haya anulado la mayoría de ellas y restringido el alcance de las restantes prácticamente a la nada, muestra que para la burguesía que ordena a Biden lo que debe hacer, carecían de importancia las restricciones de Trump porque afectaban a simples diferencias resolubles por otros medios.

     De las diferencias que no afectan a los intereses no muy importantes de ambos sectores, se ha ido pasando a tensiones que sí se han agudizado hasta el nivel oposición, es decir, cuando ya no se puede resolver la diferencia mediante acuerdos o cesiones mutuas que no afectan a los intereses comunes de ambos bloques burgueses; cuando uno de ellos ha de aceptar la supremacía del otro en una cuestión importante para evitar pérdidas mayores al menos durante el tiempo que tarde en recomponer su fuerza. Un ejemplo de clara oposición que ha ido agravándose desde julio de 2022 cuando se veía venir el «vuelco histórico […] simbólico» que terminaría con la ventaja del euro con respecto al dólar, vuelco que debilita cada vez más a la UE y «alerta» al BCE. La pérdida de valor de euro frente al dólar, en la que tiene mucha responsabilidad la estrategia militarista yanqui contra Eurasia, afecta cada vez más a la tasa media de ganancia del capitalismo europeo, lo que preocupa profundamente en Bruselas.

    Otro punto de choque que ha saltado de la oposición a la contradicción aunque no antagónica ni siquiera principal pero sí secundaria, resoluble mediante la claudicación euroalemana, ha sido todo lo relacionado con el triunfo yanqui en la guerra energética para atar más en corto a la UE, intentar hundir a Rusia y con ello debilitar profundamente a China Popular y por extensión a Irán, Venezuela, etc. Hablamos de la famosa autonomía o independencia energética de Europa. Hasta hace pocos años, el gaseoducto Nord Stream 2 suscitaba diferencias entre algunas grandes corporaciones y grupos político-financieros, pero esas diferencias pasaron a ser oposición primero muy aguda entre los EEUU y Alemania, cuando Washington empezó a exigir a Bruselas que abandonara ese proyecto.

    Alemania comprendió que la oposición podía saltar a contradicción y propuso en septiembre de 2020 un acuerdo de «paz energética» regalando mil millones de euros a los EEUU para salvar el Nord Stream 2. Berlín quería desactivar el conflicto porque el retroceso económico se había acelerado con la pandemia, además de que el rearme exigía crear grandes reservas energéticas por lo que pudiera suceder. Pero Washington pasó a las amenazas directas desde marzo de 2021 con lo que, si Alemania no cedía, la oposición saltaría a contradicción principal entre ambas potencias por la vital importancia de la energía. En febrero de 2022, un mes antes de que Rusia interviniese en defensa del Donbass y de su propia independencia, Alemania se postraba ante los EEUU. Lo que podía haber sido un tremendo choque entre potencias terminó en una claudicación.

   Los EEUU han aplicado contra Euroalemania la misma estrategia que contra Japón que, desde 1905 era su peor competidor en el saqueo imperialista de Asia. La derrota nipona ante la URSS en 1932 y la desesperada resistencia china a la invasión japonesa de 1937 agudizaron la escasez de reservas energéticas de la Isla, agravada por las restricciones yanquis. Para 1940 la situación japonesa empezaba a ser crítica, entonces las diferencias y oposiciones interimperialistas que habían ido creciendo desde 1905 estallaron en contradicción antagónica porque el militarismo japonés respondió con el ataque a Pearl Harbor de 1941 abriendo la II GM en Asia. Pero la UE de 2022 no quiere ni puede entrar en guerra con los EEUU porque son el mismo imperialismo. Por esto no hubo el salto a la contradicción antagónica –la guerra—  como Japón.  

    Otro punto de fricción es el aumento cada vez más notorio de las diferencias entre los Estados y las grandes empresas de la UE, a la hora de cumplir las duras restricciones impuestas a Rusia. Todo sugiere que se debilita y hasta tal vez haya empezado a «desmoronarse» la obediencia absoluta de grandes empresas, de fracciones de la burguesía y de sectores de las burocracias estatales de la UE hacia los EEUU en lo relativo a la guerra económica contra Rusia que, por otra parte, está fracasando tal y como lo reconoce nada menos que The EconomistEsta desobediencia puede aumentar en la UE al ver cómo los yanquis comercian con los rusos mediante empresas turcas que cobran por su intermediación, puenteando hasta cierto punto los severos controles administrativos. La doctrina militar rusa presta mucha atención a las crecientes diferencias en la UE, que de ampliarse pueden debilitar a la fracción más salvaje del imperialismo.

   Poco antes de que estallase la guerra defensiva rusa, muchos analistas sostenían que la razón fundamental de la estrategia de EEUU de aumentar su control sobre Alemania era hacerla energéticamente dependiente, lo que es cierto, pero la razón última hay que buscarla en la ciega lógica interna del imperialismo que le fuerza a apoderarse de Eurasia, como veremos. También es cierto que la claudicación de la UE para no llevar al extremo irreversible la oposición con los EEUU responde a que la burguesía europea se ha dado cuenta que el ataque yanqui es para doblegar a Alemania en lo esencial y con ella a la UE en su totalidad, como imprescindible paso en la organización de un frente de guerra eurooccidental en el gigantesco continente euroasiático, frente europeo destinado a impedir que Norteamérica sea directo campo de batalla en una posible tercera guerra mundial. Ahora ya mueren decenas de miles de ucranianos en defensa de Walt Street,  tal vez mañana muramos decenas de millones de europeos en defensa de la civilización del dios dólar.

   Del mismo modo, la militarización de Noruega y la entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN tienen el objetivos acorralar por el Norte a Rusia y China Popular, dominar una vía de comunicación decisiva en un futuro inmediato y a la vez apoderarse de los grandes recursos del Ártico. Esta trinidad es esencialmente político-militar y económica. Pero siempre tenemos que pensar que en todo lo relacionado con la guerra, y más con la imperialista contra Eurasia tal como empezó a ser diseñada según la doctrina del Pentágono de 2016, la planificación estratégica se realiza con mucha antelación: a comienzos de 2017 la OTAN diseñaba los gastos militares que debía realizar cada país de la Unión Europea.

   La dominación permanente de Europa es uno de los primeros pasos tácticos imprescindibles en la estrategia imperialista contra Eurasia, que es el objetivo central del sistema político-militar y económico que se sostiene en la nueva doctrina yanqui para recuperar su poder mundial. Los EEUU y sus vasallos han movilizados todos sus recursos de planificación, como Davos y otros, para preparar esa tercera guerra mundial sin la cual nunca detendrán el avance de Eurasia.

   Por ejemplo, el Estado francés intenta salir de su marasmo arriesgándose mucho más con un cúmulo de medidas antiobreras, reactivando su vieja gloria imperialista que mantiene en el interior de sus fronteras al reforzar, por ejemplo, la prohibición de los derechos democráticos de las naciones que oprime. En el exterior, el Estado francés pasa a atacar a Yemen con sus mejores tropas, la Legión Extranjera, para saquear sus recursos energéticos. París sabe que en caso desesperado cuenta con el apoyo de la OTAN si no puede vencer al duro pueblo yemení, y la OTAN sabe que otra derrota del gastado imperialismo francés fortalecerá el avance de Eurasia, por lo que la OTAN tendrá que intervenir para evitarlo o forzar a la Legión Extranjera a retirarse para evitar un mayor fracaso. De una u otra forma, París y la burguesía europea saben que necesitan al Tío Sam al margen de las pequeñas diferencias, de las más serias oposiciones y de contradicciones no antagónicas, secundarias, que puedan surgir con los EEUU.

   En medio de una crisis devastadora nunca conocida antes en Gran Bretaña, que irrumpió en 2008 con una gravedad desconocida desde hacía tres siglos, y que es reforzada por la corrupción que pudre a la clase burguesa británica, esta intenta derrotar definitivamente el poderoso avance del movimiento obrero que ya ha llegado a los niveles de radicalidad alcanzados a finales de la década de 1980. Al igual que en Alemania y el Estado francés, también Gran Bretaña se lanza a las agresiones imperialistas que empiezan por su propio Estado al negarle a Escocia el derecho básico a realizar un referéndum de autodeterminación.

   En el exterior, el partido conservador actualmente en el gobierno insiste en que usará armas nucleares en Ucrania si es necesario, y no faltan analistas que sostienen que lo mismo haría un posible gobierno laborista teniendo en cuenta la historia imperialista de este partido. Además, tanto el ejército con sus medios de prensa, como otros medios de manipulación de masas orquestan una intensa campaña de concienciación de las tropas, de sus familias y de sus entornos sociales para que se mentalicen para sufrir los efectos de una larga guerra contra Rusia y las repúblicas populares del Donbass.

   La situación alemana, francesa y británica nos sirve como botón de muestra de la crisis de la UE. En mayor o menor grado, todos sus Estados se encuentran en serios apuros, pero no podemos extendernos en ellos por lo que nos referiremos a algo que les recorre internamente y que a su vez explica la gravedad de la situación europea: la profunda debilidad de liderazgo político en Europa que tiene «en ruinas» el grueso de las estructuras burocráticas de sus principales Estados, piezas decisivas para garantizar la acumulación de capital. Hasta tal punto es así que apenas encuentra resistencia la concentración y centralización en Bruselas del nuevo poder que está emergiendo en Europa, tanto que ya se empieza a hablar sin reparos de una «dictadura de Bruselas» que se beneficia de esa debilidad profunda de los direcciones políticas y de las burocracias estatales, más corruptas de lo que informa la omnipresente censura mediática.

   En estas condiciones la OTAN cumple al menos siete funciones:

  Una, servir de cobertura y escusa externa para ocultar las miserias internas de esas burguesías: dado que Rusia, y cada vez más China Popular, es el mal de males al que combatir hasta la muerte, todo problema interno que supeditado a ese fin, o pospuesto indefinidamente. Un ejemplo especialmente inhumano de lo que decimos es la segunda traición española a la nación saharaui, incumpliendo sus promesas yal obedecer órdenes de los EEUU.

   Dos, dirigir directa o indirectamente la dictadura mediática que se ha impuesto a las clases y naciones explotadas de Europa con la excusa de la «guerra de Putin». Una auténtica «guerra de información» que, como mínimo, se desarrolla en base a 21 puntos durísimos que a su vez se integra en la actual doctrina de guerra psicológica contra la humanidad explotada. No hace falta decir que el ascenso del nazismo y del racismo es en parte impulsado por esta guerra psicológica y mediática en la que la propagación del miedo y por tanto de la supuesta necesidad de un líder dictatorial, Zelensky por ejemplo, es central a pesar de ser corrupto. El Departamento de Estado le prohibió la entrada a los EEUU por «corrupción significativa» y ahora le ensalza a santo héroe aunque no le importen nada los derechos elementales y las vidas humanas. 

   Tres, la OTAN utiliza la «guerra comunicativa» también y en especial como un medio para la militarización social, es decir, para crear una estructura psíquica de masas deseosa de «matar rusos» a la vez que reprimir «rojos» en la propia UE. La OTAN sabe que no puede lanzar ninguna guerra injusta como son todas las suyas si previamente no ha mentalizado o fanatizado a un sector de la juventud obrera para que sea la carne de cañón sacrificada en la trituradora bélica. La juventud obrera se opone cada vez más a la militarización de sus vidas, y la juventud burguesa prefiere dedicarse a los negocios dejando la muerte para la juventud obrera. 

   Cuatro, por esto es tan importante para el Pentágono y la OTAN intensificar la propaganda sobre la «victoriosa guerra» contra el Donbass y Rusia, inmiscuyéndose totalmente en su planificación y dirección como se ha visto de nuevo en la fracasada «ofensiva definitiva». Tras la humillante derrota de Afganistán, que se suma a las sufridas desde 1945, el imperialismo debe dar una imagen victoriosa que engañe a la juventud obrera para que se enrole en sus ejércitos. Aparentar una fuerza que no se tiene es una antigua técnica de guerra psicológica para aterrorizar a quienes pueden sublevarse mañana. Por una parte, la OTAN debe negar la superioridad teórica, ética y práctica de la doctrina militar rusa porque la derrota imperialista debilitará a sus fuerzas represivas y animará a las clases y naciones oprimidas. Por otra parte, debe embellecer con propaganda reaccionaria su funcionamiento interno.

   Cinco, la OTAN sabe que reprimir y matar «rojos» y «rusos» como antesala para «matar chinos», es la última garantía de obtener los recursos vitales que se van agotando, muchos de los cuales, los más cercanos, están precisamente en Ucrania y Rusia. Sabe también que el reparto de esos recursos va a generar muchas protestas porque va a beneficiar sobre todo al norte en detrimento del sur, según se aprecia ya en el plan de transición energética que se estaba elaborando en Bruselas en noviembre de 2021, que iba en detrimento de los derechos «del Sur de Europa»: «Haciendo oídos sordos a los límites que entraña necesariamente una transición a fuentes renovables, se ha decidido sacrificar el Sur del continente para intentar saciar, doblemente, el hambre ilimitado de energía barata por parte del mundo urbano y de beneficios por parte del capital.», por lo cual hay que vigilar a los «rojos».

   Seis, la OTAN tiene como objetivo lograr por fin la llamada «descolonización» de Rusia, su balcanización en 12 o más «regiones» o satrapías controladas por el imperialismo. Sin entrar ahora a lo que proponía la geopolítica burguesa creada desde mediados del siglo XIX contra el zarismo y contra Eurasia, sí tenemos que recordar que los EEUU ya elaboraron en 1914 un plan para trocear el entonces imperio zarista al modo que los cazadores se reparten un oso muerto. Desde mediados del siglo XIX se han sucedido los planes de descuartizamiento y reparto de Rusia, intensificándose desde finales de la IIGM y sobre todo desde 1987 con  el llamado «informe IEWWS»: «La actividad injerencista de Soros contra Rusia no se ha detenido, se ha incrementado provocativamente a través de sus bases operativas repartidas en los territorios aledaños, en particular Ucrania, Estonia, Letonia, Lituania, Finlandia, Suecia, Moldavia, Georgia, Azerbaiyán, Turquía, Rumania, Mongolia, Kirguistán, Kazajstán, Tayikistán y Uzbekistán, unido a grupos de corte terroristas en coalición con fascistas ucranianos y neonazis moldavos sionistas.». Por no citar la más reciente, de 2019, de la Rand Corporation sobre Ucrania y Rusia.

   Y siete, con respecto a China Popular, la OTAN y el imperialismo en su conjunto está ansiosos por culminar el sueño civilizacional del 25º Presidente de los EEUU de 1897-1901, William Mac-Kinley: «Las Filipinas, lo mismo que Cuba y Puerto Rico, nos han sido confiadas por la Providencia. ¿Cómo iba a sustraerse el país a semejante deber…? Las Filipinas son nuestras para siempre. Inmediatamente detrás se encuentran los mercados ilimitados de China. Nosotros no renunciaremos ni a lo uno ni a lo otro.».

   Después de todo lo visto un poco rápidamente… ¿qué decir? Todavía debemos decir lo fundamental. No es que lo anterior no tenga importancia, la tiene y mucha, pero lo decisivo es conocer cuáles son las fuerzas profundas mueven las contradicciones imperialistas. La geopolítica burguesa se limita estrictamente a los cambios de las formas externas de las contradicciones, superficiales pese a su importancia, no penetra en esa ese permanente movimiento de unidad y lucha de contrarios, y frecuentemente no quiere hacerlo para no tener que dar la razón al marxismo.

   Tenemos el caso del empleo de términos como unilateralismo, multilateralismo, complejo industrial-militar, etc., que sí denotan parte de los cambios recientes pero, de un lado, sirven para evitar el empleo de conceptos mucho más ricos como los de imperialismo, sub-imperialismo, acumulación por desposesión, industria de la matanza humana, jerarquía imperialista…, es decir, conceptos que nos remiten a la objetividad de la explotación asalariada, de la lucha de clases, de las luchas de liberación nacional de clase, etc.; de otro lado, al no enseñar el manejo práctico de la teoría marxista de la crisis del capital, a la que nos remiten estos conceptos denigrados, nos imposibilita la lucha efectiva contra el imperialismo y, en nuestro caso, contra la Unión Europea.

   Si en estos momentos hay algo innegable eso es la vigencia de la teoría marxista de la crisis del capital como desenvolvimiento de la unidad y lucha de contrarios agudizada al extremo por el accionar de la ley general de acumulación de capital y por la ley tendencial de caída de la tasa medida de ganancia. La crisis puede salvar al imperialismo, puede dar la victoria la humanidad explotada o puede degenerar en el exterminio mutuo de los contrarios antagónicos. La teoría de la crisis es la que mejor explica el papel creciente que juega la industria de la matanza humana, también llamado militarismo, en el contexto actual. La teoría de la crisis, por último, es la expresión suma del marxismo como praxis de la revolución comunista, la única salida que puede evitar o la victoria del capital o el holocausto.

EUSKAL HERRIA  3 de septiembre de 2022

Nota: texto elaborado para el movimiento popular Askapena, también como acto de solidaridad con el censurado colectivo antiimperialista Tertulias de Cuarentena, y como base para el teledebate del próximo lunes día 19 en la universidad de Luján de Buenos Aires.

https://canarias-semanal.org/art/33168/inaki-gil-de-san-vicente-las-miserias-de-europa

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