Materialismo dialéctico y deporte

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Materialismo dialéctico y deporte

(1952)

(1952)

El deporte es una actividad humana en particular que surge de una contradicción: la de la relación entre la actividad humana en general y el modo de producción. Hay aquí lo que Karl Marx y Friedrich Engels habrían llamado una negación de la negación.

El deporte nació, en efecto, sobre la base del tiempo libre de que dispone el ser humano en el marco de un modo de producción suficientemente desarrollado para permitirlo. Esta actividad, que se desarrollaba fuera del modo de producción, en la negación del mismo y en la afirmación del cuerpo, del juego, fuera del trabajo para satisfacer las propias necesidades, fue reemplazada sin embargo en el modo de producción.

En otras palabras, el deporte negaba el modo de producción, solo para luego ser negado y reemplazado en el modo de producción, pero de una manera más desarrollada.

Esto es lo que explica la posterior tensión histórica entre el deporte como diversión sistematizada y codificada, como juego de cierta intensidad en la actividad corporal, y su inserción profesionalizada, medicalizada, en competiciones remuneradas en el marco del capitalismo.

Se produce así un romanticismo, donde se idealiza el deporte del pasado, no “moderno”, y se lo considera desvinculado de las impurezas de la alta competición con grandes medios materiales, así como de la transformación de la actividad deportiva profesionalizada en empleo como tal. dentro del capitalismo.

Sin embargo, es importante entender el proceso históricamente. En las sociedades esclavistas e incluso en la época feudal, existe un abismo corporal entre las clases dominantes y las masas muy amplias. Estos últimos experimentan desnutrición durante varias generaciones y una carrera más o menos exitosa para satisfacer las necesidades calóricas.

La sociedad espartana de la antigua Grecia, con un pequeño estrato dominante que mantiene su gobierno por la fuerza basado en el entrenamiento militar, es emblemática de tal supremacía física.

Si el fenómeno tiende a desvanecerse, a desaparecer en el paso de las sociedades esclavistas al feudalismo, la tendencia predominante sigue siendo que las posibilidades mismas de la actividad física como fin en sí mismo o con un objetivo a largo plazo son prerrogativa de las clases dominantes.

Sólo las clases dominantes o las personas integradas en las instituciones a su servicio disponen tanto del tiempo como de los medios a nivel calórico para ejercer una intensa actividad corporal destinada ya sea al entretenimiento o al entrenamiento militar.

Por eso, en sentido estricto, el deporte como intensa actividad corporal como fin en sí mismo nació históricamente como ideología acompañante de la dominación patriarcal en los inicios de las sociedades esclavistas. El primer deporte es históricamente la caza.

Cuando el patriarcado invierte el matriarcado, cuando se instaura la ganadería y la agricultura, los hombres que antes eran cazadores amplían este enfoque, sistematizándolo en el marco de la nueva ideología propia del modo de producción esclavista que se instaura a expensas de el comunismo primitivo donde la mujer jugaba el papel primordial.

La caza es la expresión misma del espíritu patriarcal de conquista y esclavización, tanto de la Naturaleza como de los seres humanos de las tribus, de los pueblos considerados enemigos y reducidos a la esclavitud.

Sin embargo, a largo plazo, el deporte no ha mantenido su base patriarcal, debido a su propia contradicción interna. El deporte como intensa actividad corporal, en el marco de una interacción en parte impredecible con el entorno, ha cambiado de forma e incluso de fondo.

Esta contradicción interna del deporte patriarcal inicial opone cantidad a calidad. La actividad deportiva, principalmente la caza inicialmente, implica para su perfeccionamiento práctico una elevación del puro rendimiento físico, muscular y cardíaco.

Esto implica una contradicción ya que aquí es necesario practicar deporte para practicarlo mejor; es el nacimiento de la formación ya partir de ahí un paso atrás con el carácter inmediato, patriarcal, de la actividad desarrollada.

Esta contradicción dio origen a los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia, con la cuestión ya de la relación con el pueblo.

Desde su desarrollo, las actividades deportivas estuvieron sistemáticamente vinculadas a momentos de encuentros colectivos, en particular fiestas religiosas o ferias comerciales, estando las unas entrelazadas durante mucho tiempo con las otras.

Además, las actividades físicas no estaban entonces separadas de otras actividades expresivas, en particular las artísticas, como las representaciones teatrales, poéticas y musicales. Los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia, como las demás celebraciones colectivas de este período, iban acompañados, pues, de representaciones poéticas o teatrales.

Esto es observable en todas las sociedades involucradas en el modo de producción esclavista, por ejemplo en la América Central precolombina; en las regiones de lo que luego sería México, encontramos el juego de pelota de los ulemas, del que hay muchas descripciones y que ilustran su fuerte valor ritual y religioso, teniendo lugar en una fiesta marcada por sacrificios, cantos, etc.

De hecho, el deporte de base patriarcal conoció ya en la época de la esclavitud una oposición dialéctica trayendo consigo un fenómeno de socialización de masas.

La sociedad esclavista, sin embargo, estaba basada en un deporte sustancialmente ligado al patriarcado y la dimensión popular que se desarrolle históricamente lo modificará.

Si efectivamente el desarrollo de la formación ha conducido a una especialización del deporte, a través de una diversificación de las actividades realizadas, es la eclosión histórica de las personas la que dará al deporte una nueva sustancia.

La afirmación histórica del pueblo a través de los siglos ha llevado al desarrollo de juegos que involucran el ingenio y el espíritu de combinación, en un marco social que involucra a la comunidad.

Quien dice pueblo dice la existencia de los juegos y donde la ideología patriarcal sustenta el principio de la fuerza en un marco de competencia individual, los juegos desarrollados por el pueblo se basan en la táctica y la técnica en un marco colectivo.

Así, cuanto más se desarrollaron las fuerzas productivas, más se desarrollaron no sólo físicamente las masas, superando su déficit calórico, sino también más desarrollaron una actividad lúdica paralela, con una base no patriarcal.

Esto es lo que explica que las clases dominantes hayan prohibido, durante el mayor tiempo posible, la caza de masas, ya sea integrando a ciertos elementos de las masas más desarrollados físicamente, como en la caza con sabuesos, que además pretende ser una forma más táctica y técnica, aunque de hecho ritualizada. Este proceso, sin embargo, fracasaría a la larga.

Con el ascenso de las masas, el deporte de sustancia patriarcal dio paso al deporte que combina el organismo, con los aspectos cardíaco y muscular, y el juego, con los aspectos técnicos y tácticos, con gran énfasis en el carácter colectivo del conjunto.

El deporte sobre esta nueva base fue posible gracias a la existencia de ciudades, incluso pequeñas, que reunían a las masas; en lugar de campesinos aislados incapaces de difundir una cultura, incluso lúdica, las masas urbanas han asumido ciertos juegos en particular. El cuadro Juegos de niños de Pieter Brueghel, conocido como el Viejo, es emblemático de este desarrollo sistematizado de los juegos.

Estamos en un momento en que el capitalismo se desarrolla y las naciones se asientan, por lo que cada país tiene su propia tradición lúdica en particular. En Francia, el tenis se ha impuesto como fenómeno de masas.

Es precisamente el desarrollo del deporte en esta nueva forma (aunque el término «deporte» se remonta a esta época) lo que explica por qué los humanistas europeos que escribieron utopías en el siglo XVI están en el campo de las masas, pero sin embargo toman como modelos a los aristócratas. , como Tomás Moro para su Utopía o Rabelais para Gargantua . Los aristócratas representan el cuerpo desarrollado, el pueblo el juego; los humanistas, que quieren combinar cuerpo y mente, para desarrollarlos, buscan aquí una combinación.

Durante la Antigüedad, los autores habían anticipado esta cuestión del desarrollo del cuerpo y la mente. Pero es sólo con la irrupción de la clase obrera que el deporte se convierte como tal en una actividad de base popular, yendo más allá de una combinación abstracta de cuerpo y mente para buscar la realización física.

Es que las fuerzas productivas se han desarrollado lo suficiente como para que en adelante se empleen muchos objetos, complejizando y sobre todo normalizando los juegos. Esto produce y acompaña dialécticamente el descubrimiento del funcionamiento físico del cuerpo, de su funcionamiento práctico.

El deporte emblemático aquí es el fútbol en Gran Bretaña, y el ciclismo en Francia y Bélgica: este último por definición requiere un equipamiento de cierto costo, una entrevista con conocimientos técnicos, un conocimiento mínimo del propio cuerpo, y muy rápidamente se alinea con un colectivo organización (entrenamientos en grupo, carreras por equipos, avituallamiento y asistencia mecánica en carrera, etc.).

Es también el comienzo de intentos de sintetizar experiencias deportivas, como el bartitsu británico que busca combinar el boxeo inglés, el savate francés, el ju-jitsu japonés, la lucha libre suiza con calzones, con toda una cultura de educación física de fondo.

Es este último aspecto el que de hecho es el principal, porque el deporte que llevan las masas tiene como objetivo sentirse bien en un cuerpo realizado, para aprovechar al máximo su realidad natural. El deporte va más allá del fin supremacista de la era esclavista y su extensión feudal, incidiendo en la dimensión de la salud que ahora prima.

Es lo que se llama cultura física, en el sentido de la actividad deportiva como mantenimiento del cuerpo, en su realidad natural.

Este aspecto fue considerado fundamental en la URSS, luego en la China popular, especialmente durante la Gran Revolución Cultural Proletaria. Aquí está la definición de Cultura Física (fizicheskaya kultura en ruso y abreviado como fizkultura) en la Gran Enciclopedia Soviética de 1936:

“La cultura física es una red de métodos y medios aplicados al desarrollo físico, incrementados para la salud y mejoramiento de cada individuo, y de la colectividad en su conjunto.

Sólo la Revolución Proletaria ha posibilitado el necesario desarrollo de la Cultura Física, en su sentido más amplio, en beneficio de la clase obrera.

En la URSS, la organización de los medios de cultura física aborda directamente las cuestiones de la educación comunista y la preparación de las masas para el trabajo y la defensa.

El desarrollo del cuerpo, la cultura y la educación física, la mejor salud y el mejoramiento del individuo, se resuelven observando un estricto régimen de higiene, fortaleciendo el organismo por medios naturales (sol, aire, agua), y mediante la práctica de ejercicios físicos; gimnasia, deportes, juegos, etc.

El ejercicio físico, y el deporte en particular, es el aspecto más activo, efectivo e interesante de la Cultura Física. »

El primer artículo del joven Mao Zedong (nacido en 1893), “Estudio sobre cultura física”, en la revista Nouvelle jeunesse en abril de 1917 expresa perfectamente esta inquietud dialéctica y popular:

“Nuestro país está drenado de su fuerza. El interés público por las artes marciales está decayendo. La salud de los ciudadanos se deteriora día a día. Este fenómeno merece nuestra mayor atención.

Los defensores de la educación física no han hecho nada para cambiar las cosas porque las raíces del problema permanecen. Nuestro país se debilitará aún más si no se hace nada para cambiar las cosas.

Cabe señalar que las actuaciones deportivas como el tiro deportivo o el lanzamiento de peso son hechos externos que resultan de un entrenamiento intensivo. La fuerza física, por otro lado, es una cualidad interna que es necesaria para un buen desempeño.

¿Cómo puede una persona disparar con precisión o lanzar un tiro con fuerza si su condición física es mala y evade las armas? La fuerza física poderosa se obtiene a través de un entrenamiento concienzudo.

Los educadores físicos de hoy han ideado muchos métodos, pero sin resultado.

Esto se debe a que las fuerzas externas no pueden atraer la atención de una audiencia que desconoce la importancia real de la educación física.

¿Cuáles son sus efectos y cómo se debe practicar?

Dado que nadie se enfrenta a estas preguntas, es natural que no se hayan logrado resultados. Para una cultura física eficaz, es imperativo despertar los espíritus y sensibilizarlos al deporte. »

La cuestión de la cultura física, junto con la salud general de las masas, permitió entonces un desarrollo aún más complejo del deporte, al extenderlo a un número mucho mayor de seres humanos.

Ha habido así el desarrollo de culturas deportivas específicas de tal o cual deporte, con lamentablemente también una desviación inevitable hacia el fetichismo en el marco del capitalismo.

En efecto, por un lado las fuerzas productivas permiten por su desarrollo una mayor complejidad de las actividades dentro del deporte y de los deportes en sí mismos. En otras palabras, el desarrollo físico e intelectual amplía la panoplia de posibilidades dentro de un deporte, incluso las modifica o produce otras nuevas.

Por otro lado, las fuerzas productivas en el marco del capitalismo buscan recuperar cualquier avance para generar nuevos mercados, acentuando la dimensión del desempeño individual.

Sin embargo, podemos identificar aquí una constante histórica contradictoria. De hecho, encontramos de manera común en el deporte la necesidad de una oposición de espejo con un fondo simétrico, un nexo real que une deportes individuales o, por el contrario, colectivos con una decena de personas.

Realmente tenemos aquí una expresión del juego como expresión libre de las facultades con una simetría que se rompe por el desarrollo desigual de uno de los dos bandos, que luego obtiene la victoria, ya que el juego, aunque sea divertido, exige el reconocimiento de la naturaleza desigual de lo que se proporciona.

La victoria en el juego corresponde al inevitable desarrollo desigual, uniforme y precisamente a causa de una simetría «perfecta» que expresa un desarrollo. Una batalla deportiva con una victoria expresa culturalmente el reconocimiento de la transformación de un fenómeno por un salto cualitativo, por un desarrollo desigual en la contradicción de dos polos, aquí dos adversarios, estando en equilibrio al principio.

Es este aspecto desigual el que es justamente retomado por el espíritu de competencia capitalista para presentar deportistas “destacados”, cuando por el contrario son precisamente el producto de su sociedad, reflejados de manera desigual a través de cada individuo. El espíritu capitalista de competición produce un fetichismo de la diferencia individual triunfante, tanto más fácilmente cuanto que el desarrollo desigual existe naturalmente en todos los aspectos del deporte.

Porque el deporte más desarrollado inevitablemente refuerza las contradicciones y es necesario subrayar aquí la contradicción entre cantidad y calidad que se desarrolla en el plano físico.

De hecho, el deporte requiere un gasto energético optimizado y, en la mayoría de los deportes, se trata sobre todo de extraer energía de la glucosa a través de una reacción metabólica por medio del oxígeno. La respiración eficiente, medida por el VO2 max, es decir, el flujo en litros de oxígeno por minuto (calculado en relación con el peso del individuo), permite muchas más reacciones metabólicas con oxígeno que una respiración con un flujo bajo.

Pero esto es solo un aspecto secundario, ya que una persona con un VO2 max alto, pero que no está entrenada, será mucho menos eficiente que una persona con un VO2 max medio, pero que está muy entrenada. En otras palabras, si el cuerpo no está entrenado, no sabrá qué hacer con este gran volumen de oxígeno. Por el contrario, si está muy entrenado, por tanto, el metabolismo será muy eficiente en la síntesis de cada molécula de dioxígeno.

Este es el punto central del entrenamiento de tipo dividido. Es por este tipo de ejercicio para trabajar el metabolismo por la repetición de ejercicios cortos e intensos; esta repetición produce estrés fisiológico que conduce a la adaptación fisiológica.

En el ejercicio “30/30”, en una serie de varias repeticiones, por ejemplo en número de seis, el atleta alternará 30 segundos de esfuerzo fuerte (esfuerzo intenso con conversación casi imposible) con 30 segundos a un ritmo más lento (el corazón late fuertemente, la conversación es posible pero se vuelve difícil). Por lo general, las series son acumulativas (tres o cuatro) y separadas por un breve descanso de unos minutos.

Dialécticamente, lo que cuenta no es la acumulación de esfuerzos de alta intensidad, sino por el contrario la calidad del contraejercicio, es decir los momentos de menor intensidad durante los ejercicios – lo que cuenta no son los intensos 30 segundos aislados , sino la relación dialéctica entre esos 30 segundos intensos y los 30 segundos menores.

Para trabajar efectivamente en su capacidad aeróbica (es decir, el uso de oxígeno), tiene que hacer 30 segundos a un ritmo intenso, pero un ritmo que normalmente sería sostenible durante unos minutos, luego los 30 segundos de contraejercicio a un ritmo que sigue siendo alto, aunque menos.

Es durante estos 30 segundos de contraejercicio a un ritmo que sigue siendo alto, aunque más lento, que se realiza el trabajo, en la relación dialéctica con los 30 segundos anteriores de haber sido realizados a un ritmo intenso.

Si fuera necesario alternar una fase intensa con una fase de completo descanso, no habría contradicción posible, porque no hay identidad de estos opuestos en el marco de la actividad deportiva. Si los ejercicios se realizan con demasiada intensidad, es agotamiento por acumulación forzada. Lo que está en juego aquí es la transformación exitosa de la cantidad en calidad.

Ni que decir tiene que este intenso estrés fisiológico, al principio de la humanidad, antes había que evitarlo para conservarse, mientras que hoy se utiliza de forma controlada para progresar.

De fondo tenemos la relación dialéctica entre entrenamiento y recuperación; al comienzo de la humanidad no se podía concebir el salto cualitativo de la formación, por lo que la noción misma de formación se reducía a una noción abstracta de experiencia repetida.

Una humanidad más desarrollada sabe también que cuanto más se multiplican las variantes de los esfuerzos, más esta dimensión cuantitativa permite un refuerzo cualitativo de las capacidades cardíacas.

El deporte está pues en transformación histórica y adquirirá una nueva sustancia una vez superado el modo de producción, de acuerdo con el movimiento dialéctico de las personas en su relación con el cuerpo, con el juego y con la Naturaleza.

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